sábado, 29 de diciembre de 2012

La última del año

El año 2012 está a punto de acabar después de 3.330 kilómetros y más de diez días completos corriendo; es el balance numérico de una buena temporada, en la que he rebajado por dos veces mi marca de maratón (en Barcelona y en Moscú) dejándolo más de 5' por debajo de la anterior marca; no he tenido tanta suerte en la media maratón y tampoco en los diezmil, aunque, en este caso, fijé mi nueva marca en 40'18'' en la pasada Carrera de la Ciencia, pero sigo siendo incapaz de rebajar la barrera de los 40 minutos.
Después de tantas horas corriendo, de tantos días fríos, lluviosos, calurosos, nebulosos... de tantos momentos de sufrimiento, de frustración, de impotencia, pero también de tantos momentos de satisfacción, de orgullo e incluso de euforia, he de declarar solemnemente que considero un éxito mi temporada 2012; os preguntaréis el porqué, pues es muy fácil, porque no me he lesionado, me he divertido y he vuelto a ser feliz practicando este gran deporte. Las marcas, las carreras y los resultados son anecdóticos, cuando has sido verdaderamente feliz corriendo.
Pero esto no se ha acabado, que va, queda la última cita del año, las más espectacular, la carrera con más ambiente, masificada, explotada comercialmente e incluso criticada por su alto precio de inscripción, pero la carrera que todos quieren correr: la San Silvestre Vallecana.
Será mi sexta participación en esta prueba ya mítica del calendario español, donde siempre he obtenido unos buenos resultados, sin duda ayudado por el perfil favorable y el ambientazo que se crea en las calles de Madrid, que te lleva prácticamente en volandas. De hecho, el año pasado conseguí batir mi marca y este año voy a salir dispuesto, no sólo a batir mi marca, sino a superar, de una vez por todas, la barrera de los 40 minutos, un reto que tanto yo, como muchos de los lectores de este blog, estamos deseando batir de una vez por todas.
Sé que me repito y que habéis leído varias veces este año que la próxima carrera iba a ser la buena, pero por unas o por otras razones he fallado una y otra vez; no me quedan excusas, vuelvo a estar en forma, incluso más que en otras fases de la temporada, pero tengo que rematar; no me valen de nada las victorias morales o las frases tipo "la próxima cae"; esta vez, si no lo consigo volveré a considerarlo un fracaso estrepitoso. 
Aún así, quierorecordar que la San Silvestre Vallecana no es la mejor prueba para lograr marca, debido a la masificación del evento, sobre todo durante el primer kilómetro. Soy consciente de que ese tramo va a ser clave para no perder opciones y que hay que colocarse lo mejor posible en la salida para tener menos problemas. Pero también debo poner atención en no desfondarme antes de La Albufera, mantener la calma y correr lo más cómodo posible hasta que empiece la famosa rampa de un kilómetro, que puede arruinar todo lo hecho anteriormente.
Si todo va como tengo previsto, debería llegar al kilómetro 8 con un colchón considerable de tiempo que me permita subir los dos kilómetros finales lo menos crispado posible. Ese colchón sólo puedo conseguirlo rodando claramente por debajo de los 4 km/min y a con unas pulsaciones  no demasiado altas; he entrenado bien estos días, sé que lo tengo en las piernas, pero mi cabeza no debe dudar, no debo tener miedo y sobre todo, tengo que tener fe en mis posibilidades.
Espero que el lunes y antes de las uvas os pueda dar buenas noticias, pero independientemente del resultado, quiero dar a todos mis lectores las gracias por haberme seguido en este año 2012 que termina y desear a todos un gran año 2013, en el que espero que se cumplan todos vuestros proyectos, atléticos y personales. De esos proyectos os hablaré ya en el año que está a punto de comenzar. Feliz Año amigos.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Feliz Navidad

Ha comenzado la nNavidad; el sorteo de lotería celebrado ayer ha dado el pistoletazo de salida a unas fiestas entrañables, odiadas por algunos, pero en general muy esperadas por todos, incluso en los momentos duros que está viviendo parte de la población española.
Las calles se han iluminado para la ocasión, los escaparates se han vestido de gala y todos nos afanamos en felicitar a nuestros amigos y conocidos y en comprar regalos para los seres más queridos. Son días especiales incluso para los runners, pues en estos días se celebran diversas carreras de carácter navideño y por primera vez en españa, la Carrera de Santa Claus, que se ha celebrado esta mañana y que consiste en correr cinco kilómetros vestido de Papá Noel; claro que la carrera por excelencia de estas fechas es la San Silvestre Vallecana, que volveré a disputar el último día del año, en ese recorrido mágico y espectacular que recorre Madrid desde el Bernabeu hasta el barrio de Vallecas.
En estas fechas deseamos felicidad a todas las personas con las que hablamos; da igual que sea el cajero del super, o el vendedor de periódicos o el vecino de enfrente.  Son días en los que también pensamos en nuestros deseos, esos que nos gustaría que se cumplieran en el año que va a comenzar en breve; algunos desean que les toque la lotería, otros encontrar trabajo e incluso en  encontrar la pareja ideal, pero en general, lo que todos buscamos es la felicidad.
La felicidad es un concepto global, pues no deja de ser la suma de pequeñas cosas que día a día nos hacen seguir adelante; para un corredor, parte de esa felicidad viene dada por las satisfacciones que cosecha realizando este maravilloso deporte. Correr es una parte importante de mi vida, pues todos los días dedico parte de mi tiempo para entrenar y no sólo porque persigo unos objetivos, sino porque correr me hace sentirme bien y me divierte. Pero obviamente, lograr mis metas me genera una dosis de felicidad considerable.
En el año que termina, he rebajado mi marca de maratón en dos ocasiones y aunque me sigo estrellando con el muro de los 40 minutos en los 10 kilómetros, creo que ha sido una buena temporada, porque he puesto las bases para superar todos mis registros en 2013. Por eso, dentro de mi lista de deseos de Navidad, están incluidos romper la barrera de los 40 minutos en un diez mil, hacer una media por debajo de 1h27' y por supuesto, hacer un maratón en menos de 3 horas.
Muchos de los que leéis mi blog no habéis experimentado la satisfacción de cruzar la línea de meta de un maratón o batir una marca personal y os aseguro que es un momento de felicidad plena; eso no significa que haya que correr para conseguir la felicidad, pero lo que si es cierto es que es necesario luchar para conseguir cualquier objetivo que tengamos en la vida. Yo, como corredor, voy a tener que entrenar duro, con frío, con lluvia, cansado o sin ganas, voy a tener que cuidar mis hábitos y mi dieta y todo para conseguir bajar unos minutos de mi marca personal; parece que no compensa, pero cuando lo logras te das cuenta que el sacrificio ha valido la pena y además... te sientes de puta madre. 
No olvideis pelear por vuestros sueños; desde este humilde blog, os deseo que todos ellos se cumplan y que paséis una Feliz Navidad.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Correr entre la niebla

El domingo pasado me encontraba en Alcazarén, donde estaba disfrutando un fin de semana tranquilo y futbolístico junto a mis amigos; me levanté tarde y sin muchas ganas de correr, pues había trasnochado un poco el día anterior y cuando miré por la ventana de la cocina me percaté que la niebla envolvía las tapias de mi patio; como mola, me dije, hoy voy a correr entre la niebla. Hacía frío, pero no me importaba, siempre me ha gustado la niebla, desde pequeño y caminar o correr en esas circunstancias, siempre ha sido una experiencia agradable.
Me puse unas mallas largas, doble camiseta, buff, guantes, gorro y... adelante. La temperatura rondaba los cero grados y aunque mis prendas no eran las más "cálidas" que tengo, el frío fue aminorando progresivamente cuando comencé a correr. Como suelo hacer en Alcazarén, me aventuré por un camino que se dirige hacia Megeces entre tierras de cultivo y pinares; a medida que avanzaba la niebla me envolvía y a pesar de que conozco a la perfección esa ruta, tenía la sensación de correr hacía un destino desconocido. El paisaje era mágico, la cizalla se había depositado en las plantas que flanquean el camino y en las copas de los pinos y todo parecía sacado de un cuento, eso si, un cuento que se desarrolla en la estepa rusa.
Rodé durante hora y cuarto a un ritmo muy alto, quizás animado por las sensaciones que me envolvían; la niebla, el frío en la cara, el blanco de la cizalla y el silencio de esos pinares que me permitían escuchar el sonido de mis pasos y de mi respiración; decidí aderezarlo con unas piezas operísticas que llevo en mi ipod y todo resulto perfecto; en momentos como los que experimenté el pasado domingo, me doy cuenta que soy un gran afortunado por ser corredor y por disfrutar de la naturaleza de manera distinta a otros mortales. ¿O quizás los runners somos inmortales?

lunes, 3 de diciembre de 2012

En busca del arca perdida

No os asustéis, no estoy anunciando una película, aunque acepto que me hubiera gustado ser el protagonista de la cuatrilogía de Spielberg sobre Indiana Jones; imaginad el reparto, con Chulison Ford como prota; pero no, este es un blog en el que se habla de atletismo y aunque el título me viene al pelo, os hablaré de correr, como siempre.
Los batacazos diezmileros, la gran actuación en la Behobia y la prueba de esfuerzo que realicé esta misma semana, nos han dado argumentos suficientes a Depa y al que suscribe, que mi preparación necesita ligeras variaciones. No os engañéis, no voy a dedicar todos mis esfuerzos a bajar de los famosos cuarenta minutos, pues mi objetivo prioritario sigue siendo romper la barrera de las 3 horas en maratón, pero está claro que conseguir rodar a ritmos más rápidos sin sufrir tanto como me pasa ahora, será la puerta que me abra el acceso a la marca anhelada en la distancia de Filípedes.
Depa me ha preparado un plan dedicado a mejorar mis ritmos que durará hasta el día 31 de diciembre, cuando dispute en Madrid la última carrera del año, la San Silvestre Vallecana. A partir de entonces, restarán ocho semanas para preparar a conciencia el maratón de Sevilla, tiempo suficiente para hacerlo, pues tengo fondo suficiente y me basta con ese periodo de tiempo para llegar a tope. 
El plan consiste en realizar más sesiones de calidad, rodar a ritmos más rápidos y descansar dos días a la semana en vez de uno. Seguiré con entrenamientos cortos, sin demasiado volumen kilométrico, pero muy intensos. De este modo, quizás sea capaz de encontrar ese "arca perdida", es decir, esa chispa que necesito para ser un corredor más rápido, menos "diesel" para entendernos.
Aún no sé si correré los diez kilómetros de Aranjuez el 16 de diciembre, pero mi participación en Vallecas es segura; no es la mejor carrera para lograr marca, debido a su masificación, pero a veces los acontecimientos nos sorprenden. A finales de enero volveré a acudir a la cita de Getafe, en cuya media volveré a intentar bajar de 1h28' y así afrontar con la moral alta mi gran reto: el sub3h en el Maratón d Sevilla

lunes, 19 de noviembre de 2012

Fracaso

No hay que darle vueltas, mi actuación en el trofeo José Cano 2012 ha sido un absoluto fracaso. No es el momento de paños calientes, de palmaditas en la espalda o del típico: "ya saldrá", sino el momento de reflexionar sobre mi rendimiento en una distancia que se me lleva atragantando varios años. Y la reflexión es complicada, porque estoy entrenando bien, me hallo en un momento de forma excelente y sin embargo, mi actuación ayer rozó lo patético, mal de principio a fin.
La jornada empezaba bien, ausencia de lluvia, temperatura agradable y un ligero viento no muy significativo. Llegué a la salida con tiempo suficiente para calentar y hacer alguna progresión, pero sin pasarme, pues mis piernas estaban bien y quería salir fuerte. Me dirigí a la salida y me coloqué mal, no se todavía la razón, porque había espacio suficiente para colocarse más adelante y opté por colocarme un poco más atrás para salir con gente de nivel similar; primer error, me coloqué con los que iban de paseo.
Suena el pistoletazo e intento arrancar fuerte, pero ni por esas, empujones cruces, reproches y me voy por una acera para poder correr a mi aire; ya estoy nervioso, las cosas no empiezan bien, pero no pasa nada. Llego a la doble curva y vuelvo a pararme por cogerla por dentro; y digo yo, ¿cuantas veces me he repetido que en las carreras masivas hay que ir por fuera para evitar pararse? Pues no, me voy por dentro, pierdo tiempo y me pongo más nervioso. Paso  por el primer kilómetro en 3'55'', mal, así que hay que remontar, pero la calle pica hacia arriba, voy crispado y a pesar de cruzar el km 2 en 7'50'' noto que las cosas no van bien, muy forzado para el tiempo que marco. 
La carrera empieza a picar hacia abajo y pienso que las cosas pueden empezar a cambiar, pero las cosas no marchan y pronto giramos a la derecha y llegamos a Arcentales, donde se va a decidir todo, porque tras bajar hacia la glorieta, la carretera se empina y empiezo a sufrir; las cosas no van bien, pero paso el km 5 en 19'50'' y la carrera gira 180º para volver por donde he venido y volver a subir Arcentales. Y ahí me hundo, el km 6 lo hago por encima de 4'15'' y aunque recupero un poco, cuando llego al km 7, el crono marca 28'30'', es decir, hay que recuperar 30'' en tres kilómetros, pero son cuesta abajo.
Me conjuro y me digo, vamos por ello; pero las piernas no parecen obedecer al cerebro y no sólo no recupero sino que al paso por el km 8 sigo perdiendo fuelle y lo mismo me pasa en el km 9. Con las piernas doloridas, cansado y sobre todo, abatido, recorro el último kilómetro pensando en que se me ha vuelto a ir, en una carrera no tan rápida, pero favorable para haber logrado mi marca, mi sueño.
El tiempo final, 40 min 50'' es un golpe duro para mi moral, porque ni siquiera me he acercado a mi MMP. Para que os hagáis una idea, en Moscú corrí los cinco últimos kilómetros a una media de 4'07'', pero llevaba 37 en las piernas; ayer, en sólo 10 km, mi media se quedó en 4'05''. ¿Inexplicable? Yo que sé.
En fin, otra oportunidad más perdida y van... Pero no es el momento de lamentos, hay que seguir entrenando, hay que seguir peleando e intentándolo. No sé donde ni cuando volveré a intentarlo; de momento mi objetivo principal sigue siendo el Maratón de Sevilla de febrero y un mes antes la Media de Getafe, pero Depa quiere que vuelva a intentarlo antes de preparar esos retos y por supuesto, Depa manda. Habrá que bajar de 40 minutos, por el y por vosotros.


viernes, 16 de noviembre de 2012

Los diez kilómetros más rápidos de España

El próximo domingo volveré a disputar el Trofeo José Cano, popularmente conocido como la Carrera de Canillejas. No os voy a contar mucho de esta tradicional prueba, pues ya hablé de ella cuando la corrí hace unos años. Como la organización publica en su cartel, son diez kilómetros muy rápidos, los más rápidos de España, los que me van a servir para quemar el asfalto y superar de una vez por todas los cuarenta minutos que todavía adornan mi mejor marca en los diez mil metros.
Las condiciones parecen ideales: estoy en una forma excelente, como lo demuestran mis series de 500 metros entre 1'4'' y 1'40''; el recorrido pica hacia abajo casi por completo, de hecho, acaba en el punto más bajo del barrio; por último la hora, las 11:30 de la mañana, que permite ir con las piernas en buenas condiciones para dar todo lo que llevan dentro.
Depa y mis amigos pronostican que bajaré de 40 minutos con holgura, pero la historia está llena de fracasos sonoros y no quiero precipitarme; el domingo saldremos de dudas, hasta entonces debo relajarme, concentrarme y descansar, para que os pueda contar que por fin soy sub40. Si no lo consigo, os aseguro que lo consideraré un absoluto fracaso.


martes, 13 de noviembre de 2012

Behobia 2012: I love this race

Ya he corrido la Behobia; me habían hablado mucho y bien de esta carrera y la experiencia no me ha decepcionado, es más, me ha entusiasmado recorrer los 20 kilómetros que separan la localidad fronteriza guipuzcoana con el Boulevar de San Sebastián. Han sido 20 km intensos, con las cunetas llenas de aficionados animando a los 25.000 valientes que nos hemos vestido de corto para afrontar frío, lluvia, viento y cuestas en una carrera inolvidable.
A las 8:15 de la mañana, mi amigo Miguel me acercaba a la estación de Renfe, repleta de corredores para tomar el tren que nos llevaría a Behobia. Un poco apretados, pero con ganas de correr, llegamos a Irún, donde unas lanzaderas nos acercaron un poco más a la salida. Faltaba más de una hora para que salieran los primeros atletas y la zona estaba llena de corredores, pertrechados con paraguas, chubasqueros o lo que hubiera a mano para guarecerse de la pertinaz lluvia que caía sin respiro. Tras cambiarme bajo un puente, dejé mi ropa en el camión correspondiente y me dispuse a esperar más de una hora bajo la lluvia, vestido ya de corredor y con sólo una camiseta vieja como prenda de abrigo. Cualquier marquesina o balcón era propicia para resguardarse de la lluvia, pero era difícil evitar que las zapatillas se humedecieran y que el frío penetrara en el cuerpo.
Cuando faltaban unos 20 minutos para comenzar, di unas carreritas a modo de calentamiento y me coloqué en la línea de salida, empapándome ya del todo, pues cada vez llovía con más fuerza. Por fin comienza la cuenta atrás, me quito la camiseta vieja y me quedo en tirantes, el espectáculo va a comenzar...
Salgo sin forzar, estoy frío y mis piernas no funcionan como es debido, pero no me puedo permitir calentar, así que comienzo a incrementar el ritmo, que pronto se acerca a los 4 min/km. El paso por Irún es muy animado, con mucha gente jaleando a los atletas en las calles, pero mis sensaciones no son del todo buenas, pues me duelen las piernas. Al paso por el kilómetro 5 estoy por encima de los 21 minutos, pero ya empiezo a sentirme bien y la transición hasta el primer puerto de la carrera es bastante rápida.
Comienza el primer puerto, una cuesta larga, pero tendida, en la que hay que mantener el ritmo y no hay que cebarse demasiado para no pagarlo más adelante, pues queda mucha carrera. Corono sin demasiados agobios y la carrera entra en una zona de toboganes que no me resulta demasiado duro, pues los tramos, tanto de subida como de bajada, son largos y es posible mantener ritmos constantes. La lluvia nos da un respiro y  llego al kilómetro 10,  mi parcial marca por debajo de los 21 minutos, la carrera va bien. Los toboganes continúan hasta Lezo, otra con mucho público en la que comienza el descenso hasta Pasajes, donde ya hay una fila continua de entusiastas aficionados que se prolonga hasta la meta. Pasajes es llano, feo, pero muy llano, pero soy cauto y no incremento el ritmo, temeroso de la llegada al alto de Miracruz, la última dificultad importante la a carrera. Así mi parcial por el kilómetro 15 es de 21 minutos y escasos segundos, si paso bien Miracruz, el sub 1h24' está a mi alcance.
Comienza Miracruz, es una rampa dura, hay que mantener bien el ritmo y no permitirse licencias que te puedan hundir; me costó, pero no tanto como pensaba, pues cuando empezaba a pasarlo mal, pude ver el cartel del restaurante "Arzak" al fondo, el punto donde comienza una vertiginosa bajada hacia la meta. Miré el crono y me di cuenta que tenía que correr a 4 min/km hasta el final para conseguir el objetivo; adelante. Me lancé a tumba abierta cuando la lluvia volvía a aparecer arreciando de lo lindo, pero ya no importaba, olía la meta y mis piernas se movían a todo gas. El Boulevar de la capital donostiarra era azotado por el viento y la lluvia, pero el gentío era impresionante y me hizo volar hasta la meta, parando mi crono en 1h23'38'', un buen tiempo para mi debut en la clásica más importante del calendario nacional.
La Behobia no me ha decepcionado, es de esas carreras que enganchan, en las que disfrutas corriendo, por el ambiente, por el excelente trato al corredor y eni mi caso, porque mi marca demuestra que mi preparación funciona y que si todo sigue bien, puedo llegar a Sevilla en condiciones d elograr ese deseado sub 3 horas.  Para eso queda mucho, de momento voy a centrarme en mi próximo objetivo: diez kilómetros vertiginosos en Canillejas. Espero que el próximo lunes os pueda contar que por fin bajé de los 40 minutos.


jueves, 8 de noviembre de 2012

A Behobia

A los que nos dedicamos a esto de correr, nos gusta mucho hablar del tema con los colegas, de ese entrenamiento que te salió "niquelao" o de esa carrera en el que ibas como un tiro; pero aparte de las batallitas personales, nos gusta hablar de pruebas atléticas que nos han marcado, pedimos consejo acerca del recorrido, la dureza del trazado y del ambiente. Tras unos años metido en esto, he descubierto que casi todo el mundo del running sabe perfectamente cuales son las mejores pruebas del calendario nacional y dentro de esas, la Behobia- San Sebastián es considerada por muchos como la mejor carrera popular de España.
Dicen los que la han corrido, que la Behobia es una carrera distinta, no por la rapidez de su trazado o por la importancia de la participación de atletas de elite, sino por el gran ambiente que se vive en su recorrido de escasos 20 km y por el espléndido trato que se le da a los verdaderos protagonistas de la prueba: los corredores populares. Al parecer, las carreteras que unen la ciudad fronteriza de Behobia con la Bella Easo, se llenan de aficionados que no paran de animar y aunque he vivido un ambiente similar en Siete Aguas, parece que esta carrera los supera.
Va a ser mi primera participación en esta prueba, pues hasta ahora mis compromisos maratonianos me había privado de tener libre esta fecha para poder correr con garantías. Esta vez, llego en un gran momento de forma, con la moral alta y con ganas de hacer una buena carrera. Según Depa, tengo que ir a hacer 1h20', pero a mi me parece que en una carrera tan dura no va a ser posible y me conformaría con bajar de 1h24'. Todo eso os lo contaré después del domingo, tras una carrera que se prevé dura, animada y húmeda, pero claro, ¿que se puede esperar en San Sebastián en estas fechas?

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Un entrenamiento con vistas

He pasado el puente de todos los Santos en Italia, visitando Venecia y Florencia y como pasa en todos mis viajes, fui cargado con mis zapatillas para salir a entrenar, pues las vacaciones no implican que haya  que hacer un parón en los entrenamientos.
Mi primera parada fue Venecia, peor me alojé en la isla del Lido, famosa por su playa y sus casinos y obviamente más propicia para correr que el centro de la ciudad de los canales. Madrugué para hacer un rodaje de 40 minutos y aunque inicialmente mi intención era correr paralelo a la playa, mi sentido de la orientación no funcionó y acabé corriendo por una carretera que cruzaba la población, sin ningún atractivo más que alguna construcción peculiar y algún que otro parque al lado del mar.
Mucho más agradables fueron las salidas que realicé días después en Florencia, una ciudad en la que se respira arte por todos sus rincones, la ciudad en la que residió el gran Miguel Ángel y donde se puede admirar su obra cumbre: el David. Pero como este no es el lugar adecuado para hablar de estos temas, voy a centrarme en la ruta que realicé esas mañanas, saliendo de mi hotel, en pleno centro de la urbe y tras callejear alcanzar la ribera del río Arno, que seguía en dirección al parque de La Cascine, a las afueras del núcleo urbano. En mi recorrido, podía admirar los puentes que cruzan este río toscano, con especial mención al famoso Puente Veccio, tras el cual, aún restaban unos dos kilómetros para llegar a la entrada del parque que he mencionado, un auténtico pulmón de la ciudad y un lugar muy adecuado para la práctica del running. No en vano, me crucé con varios corredores que hacían el recorrido de ida o de vuelta al pulmón verde de Florencia, dentro del cual me encontré con muchos más, a pesar de lo temprano de la hora. El parque es muy adecuado para correr, con caminos amplios, asfaltados o compactados, llanos y con una longitud adecuada para realizar un buen entreno.
En definitiva, si vais a Venecia y os quedais en el Lido podéis correr sin problema, porque imagino que en la ciudad no hay espacios adecuados para hacerlo; en cuanto a Florencia, la experiencia de correr por sus calles es realmente irrepetible y aconsejo que todo corredor que pase unos días en la ciudad toscana, se lleve las zapatillas para disfrutar del arte... corriendo.

lunes, 22 de octubre de 2012

Buena marca, pero sin gloria

He logrado rebajar mi marca en los diezmil metros; dicho así, suena  bien, pero en realidad mi actuación en la XXXII Carrera de la Ciencia ha concluido un sabor agridulce, porque la rebaja es tan solo de tres segundos y porque el sub40 sigue resistiéndome, aunque ahora lo tengo más cerca.
El día ha amanecido despejado, sin viento y con una temperatura no demasiado baja, ideal para correr; tras aparcar, me he dirigido a la zona de dorsales y sin apenas demora ya tenía todo para prepararme y empezar a calentar. En el calentamiento he coincidido con un amigo forero, Joaquín (Aegis) y los dos nos hemos colocado en la zona de salida, muy bien colocados para intentar  conseguir nuestros objetivos. Aegis intentaba bajar de 38', así que he decidido no seguirle y he seguido mi propio ritmo, un ritmo fuerte, pues he pasado el kilómetro 2 en 7'15'', como las balas. Poco después del 2, se gira a la derecha para enfilar Castellana, que pica hacia arriba desde el principio; he aguantado el tirón, pasando por el 4 en 15'14'', de manera que he hecho un cálculo rápido y sólo necesitaba rodar ligeramente por encima de 4 min/km para lograr mi objetivo.
He aguantado bien al pasar por la mitad de la carrera en 19'21'', con bastante margen de tiempo, pero entonces me he venido abajo, pues los kilómetros 6 y 7 los he corrido por encima de 4'24'' y como ya dije, en un diezmil eso se paga. A falta de 3 kilómetros, el tiempo ya se me había ido por encima de los 4min/km, a 28'08'', pero confiaba que tras el giro a la derecha para volver al CSIC el terreno me pudiera favorecer y recuperar tiempo; pero yo sabía que no, porque esos tres kilómetros son una sucesión de toboganes y la ansiada recuperación era casi imposible; en el 8el paso ha sido de 32'14'', así que me he centrado en sufrir hasta el final y hacer el mejor tiempo posible.
He sufrido mucho al final, pues tras pasar el km 9 en 36'25'', he visto perdida hasta la posibilidad de superar mi marca, así que he apretado los dientes, he sufrido y con un último kilómetro en 3'52'', he conseguido llevarme el premio de consolación: una MMP que sabe a poco.
No he preparado específicamente esta carrera, no estoy en el mejor momento de la temporada, ni el CSIC es la carrera ideal para hacer marca, pero creo que tengo calidad suficiente para superar la barrera de los 40 minutos y creo que terminará cayendo, sin obsesionarse y sin prepararlo específicamente. De hecho, hoy me han sobrado 17 segundos y espero que la próxima vez que me enfrente a la distancia en un circuito más llano, esta pequeña decepción de hoy sea una simple anécdota.



jueves, 18 de octubre de 2012

Sin miedo

Ya queda lejos aquella preparación especial que llevé a cabo durante los meses de mayo y junio para intentar bajar la barrera de los cuarenta minutos en un diezmil. Aquella intentona no salió, pero el trabajo realizado no fue estéril, porque sirvió para poner la base de la preparación que me llevó a lograr mi mejor marca maratoniana en Moscú. Una marca que me invita a soñar con bajar de las tres horas en maratón y ese es mi objetivo fundamental en estos momentos, lo cual, no supone que no me moleste la espina que tengo clavada en esa distancia que tanto se me ha atragantado, los diez kilómetros.
Nunca he superado la barrera de los cuarenta minutos, es decir, correr por debajo de 4 min/km, en una carrera de 10 kilómetros, pero creo que tengo calidad suficiente para lograrlo, aunque hasta ahora no lo haya hecho por unas u otros motivos: a veces por una mala preparación, otras por competir de manera deficiente y otras muchas por no llegar en condiciones óptimas el día de la carrera. Sea como sea, no valen excusas y creo que mi palmarés se merece una marca digna en la distancia.
El próximo domingo tendré una nueva oportunidad para lograr ese objetivo en la XXXII Carrera de la Ciencia, una prueba clásica del atletismo madrileño que se disputa por el centro de Madrid en un circuito homologado, que si bien no es rápido, tampoco se puede calificar como duro y puede ser propicio para correr deprisa. Va a ser mi segunda participación en la Carrera del CSIC, pues ya participé en 2009, un año en el que el trazado de la prueba se vio afectado por las obras en la calle Serrano, lo que provocó que la medición final fuera unos 500 metros más de la debida. No hice una gran carrera, pero tampoco estaba en un buen momento para hacerla.
Y el domingo ¿es el mejor momento? Pues quizás no, porque no he preparado la prueba específicamente y mi preparación está enfocada a hacer un buen papel en la Behobia del próximo noviembre. Sin embargo, he comenzado la nueva temporada con bastante chispa; Depa ha optado por programarme entrenos más cortos, pero más intensos, de manera que pueda conseguir mejorar mi ritmo de competición. De momento parece que las cosas funcionan y esta  semana me he despachado unas series de 8x500 metros con unas sensaciones inmejorables, rematados con un mil a 3'40''. Acabé realmente contento del entreno, pero eso no significa que me vaya a salir el domingo, ni mucho menos.
En cualquier caso, voy a intentar salir a correr sin presión, pero en busca de los 39 minutos desde el primer kilómetro; un diezmil es una carrera con poco margen de error, pues es muy difícil recuperar tiempo en tan poca distancia. Hay que salir por debajo de los 4 min/km desde el primer kilómetro y mantener el ritmo sin sufrir demasiado para intentar un tirón final. Creo que soy capaz de hacerlo y que antes o temprano los 40 minutos van a caer, pero para eso hay que correr sin miedo al fracaso, sólo pensando en lograr un objetivo perseguido durante muchos años. Creo que ya toca, espero que sea el domingo.

jueves, 11 de octubre de 2012

Sevilla, primer asalto

El maratón de Sevilla 2013 es el que he elegido para hacer mi primer intento para bajar de 3 horas en un maratón; esto no supone que no lo haya intentado hasta ahora, pero es evidente que mis opciones de lograr esa marca eran muy escasas en mis anteriores participaciones maratonianas. Ahora, tras dos años a las órdenes de Depa y después de experimentar muy buenas sensaciones en mis dos últimas citas maratonianas, ha llegado la hora de intentar superar esas 3 horas, un objetivo que persiguen la mayoría de los que corren habitualmente la distancia de Filípedes.
Y ¿por que Sevilla? Por varias razones: la primera y fundamental es que Depa me lo ha aconsejado; aparte de eso, el circuito es plano, favorable para intentar hacer una buena marca; además, el viaje a la capital andaluza es cómodo, puedo hacerlo en coche y evito demoras inoportunas; por otro lado, tampoco tengo que adaptarme a horarios distintos al español y por último, como ya conozco Sevilla, no necesito hacer mucho turismo; en definitiva, voy a Sevilla en busca de mi marca, ni más, ni menos. En cuanto a los inconvenientes, también hay alguno, como la meteorología, que teóricamente debe ser benigna, pero nunca puedes fiarte si se trata de Andalucía; y también puede influir negativamente el circuito, no demasiado bonito y con una afluencia de público no muy numerosa, aunque comparado con lo vivido en Moscú, es obvio que va a estar a años luz.
Restan cuatro meses y medio para prepararme convenientemente y ya he comenzado con entrenos cortos, pero intensos; la idea es ganar un poco de velocidad en mis ritmos y aumentar el volumen los dos meses previos al maratón. Entre medias, disputaré varias pruebas, no todas confirmadas, que me ayudarán a ponerme a punto: El domingo 21 comenzaré corriendo la clásica Carrera de la Ciencia en Madrid, para continuar con otra carrera que no sólo es clásica, sino que quizás es la carrera popular más importante de España y que por fin voy a disputar: La Behobia- San Sebastián, el 11 de noviembre. A partir de entonces, me centraré más en el maratón y puede que caiga algún 10.000 más antes de correr la San Silvestre para cerrar el año; también es probable que corra una media en diciembre, quizás Vitoria, pero lo que es seguro es que volveré a estar en la línea de salida de la Media de Getafe, una carrera que me trae buenos recuerdos, a pesar del tropiezo del año pasado.
En definitiva, faltan 135 días para que inicie mi primer asalto a las 3 horas; toca entrenar, esforzarse y sufrir, no queda otra. Entrar en el club de los sub3 horas no es sencillo, lo sé, pero no se puede perseguir un sueño sin trabajar para ello, así que, manos a la obra.


jueves, 20 de septiembre de 2012

Fin de temporada

El pasado domingo di por concluida la temporada; es cierto que estamos en septiembre y que aún me quedan tres meses para acabar el año corriendo, pero me refiero a mi temporada maratoniana, es decir, después de mejorar mi marca en Barcelona y hace unos días en Moscú, es necesario tomarse un respiro y comenzar a preparar el asalto a las 3 horas en 2013.
Pero antes de hablar del futuro, es preciso comentar lo que pasó en las calles de Valladolid, en un precioso día de primavera, exento de viento y con unas condiciones ideales para intentar lograr una buena marca; pues bien, ni el factor meteorológico, ni el factor emotivo de correr en mi ciudad natal, ni el factor de tener a mi familia animándome, fueron suficientes para contrarrestar el cansancio muscular de mis piernas, que no pudieron aguantar más que 12 kilómetros, rápidos intensos y esperanzadores, pero sólo 12.
Tenía claro que el "experimento" que me propuso Depa allá por el mes de julio era atractivo, intentar mejorar mi marca aprovechando mi estado de forma postmaratoniano, pero a su vez, corría el riesgo de no poder aguantar la dureza de esas dos competiciones tan seguidas. Por eso, decidí salir a por todas en el circuito pucelano, no me valía una buena marca, había que jugar a todo o nada, es decir, o superaba mi marca o me iba a casa.
Comencé rápido la carrera y enseguida me integré en un grupo de unos diez corredores que circulaban a 4'05'' el kilómetro; el ritmo me resultaba cómodo y apropiado a mis objetivos; las piernas iban bien, aunque con ligeras molestias que pensaba que irían remitiendo cuando se fueran calentando. Hasta el kilómetro 5 todo iba sobre ruedas y mi reloj señalaba que estaba en tiempo de bajar de 1h27', quizás algo deprisa, pero me sentía bien y había que arriesgar. Pero los problemas iban a llegar y de golpe a partir del kilómetro 9, porque las piernas comenzaron a dolerme más y mi musculatura empezaba a ponerse rígida, de manera que me costaba mantener el ritmo. Me descolgué un poco y continué siguiendo al grupo a cierta distancia, sin aminorar mucho la marcha, pues seguía rodando a unos 4'08'', es decir, en tiempo de marca. Los dolores iban a más, mis piernas ya no funcionaban tan bien, mi ritmo fue perdiendo velocidad poco a poco y empezaban a adelantarme corredores; no me puse nervioso e intenté mantener un ritmo cercano a los 4'10'', aún válido. Pero a partir del kilómetro 11, mis piernas ya no daban más de si, no podía alargar la zancada y notaba como cuadriceps y gemelos estaban a punto de contracturarse. Aprovechando el paso por la Plaza de Colón, donde me esperaban Marisa y los niños, decidí pararme, pues mi ritmo era ya lentísimo e intentar acabar parecía absurdo, teniendo en cuenta que era inviable conseguir marca y que me estaba jugando una lesión. Mi retirada no me ha supuso desilusión alguna, aunque reconozco que me hubiera gustado seguir para bajar de una hora ventiocho, pero mis piernas no podían después de una temporada tan intensa.
Después de correr maratón en marzo y septiembre, toca descansar y olvidarse un poco de la distancia de Filípedes; ha sido una temporada corta e intensa. He descartado correr en Dubai para preparar mejor mi asalto a las 3 horas y ya de paso correr en un lugar más favorable para hacer marca. Aún no he decidido donde haré la intentona de primavera, aunque Sevilla y Viena son las candidaturas más fuertes. Pero antes de eso, hay que acabar el año, porque aún me queda una gran cita: la Behobia San Sebastián 2012; una carrera que siempre he querido correr, pero nunca he podido por problemas de calendario. Además de la Behobia, mi participación en la San Silvestre 2012 es casi segura y supongo que caerá algún 10.000 más y quién sabe si alguna media. En fin, os iré contando, porque ha finalizado esta temporada, pero en unos días comienza otra.


sábado, 15 de septiembre de 2012

A Pucela y con carrerilla

Mañana correré por cuarta vez la Media Maratón de Valladolid, que ya ha pasado a ser todo un clásico de mi carrera atlética; me gusta correr en Valladolid, no sólo porque es mi ciudad, sino porque es un bonito circuito que conozco a la perfección y porque la temperatura de la ciudad del Pisuerga a mediados de septiembre, suele ser bastante adecuada para disputar una media maratón.
Supongo que a alguno le extrañará que corra una media una semana después de mi actuación en Moscú y es cierto que no es una práctica habitual, pero Depa me lo ha programado para intentar aprovechar mi buen estado de forma y conseguir mejorar mi tiempo también en esta distancia. Es lo que algunos atletas llama "compensación" y en términos más coloquiales, ya que voy con carrerilla, voy a intentar rebajar mi registro de la media, conseguido también en Valladolid hace dos años.
Después de la gesta moscovita, mi moral está por las nubes, no sólo por mi marca sino por la manera de conseguirla; mis amigos corredores y Depa coinciden en afirmar que bajar de 3 horas en un maratón está, más que nunca, al alcance de mis piernas. He descartado el maratón de Dubai para llevar a cabo esa intentona y en unos días elegiré la prueba en la que voy a buscar esa marca que tanto anhelo, pero antes no estaría mal maquillar un poco mi marca en la media, pues no es acorde con un posible sub3h en el maratón.
Es evidente que estoy en un gran estado de forma, pero también que mis piernas están muy castigadas después de un verano tan duro y de una maratón tan exigente como la que corrí el pasado domingo. Con estas premisas, mi planteamiento es salir en busca de mi marca personal, es decir, a tope desde el principio y si las cosas no funcionan optar por la retirada o por un rodaje tranquilo hasta el final, pues no creo que forzar en balde sea una buena opción. En mi opinión, si aguanto muscularmente, las posibilidades de éxito son altas, pues conozco bien el recorrido, la temperatura va a ser buena y volveré a contar con la inestimable ayuda de mis amigos pucelanos y de mi familia que se acercarán a darme ese aliento que siempre agradezco.
Espero que mañana os pueda dar buenas noticias y consiga redondear una gran semana atlética en el terreno personal. La suerte está echada

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Maratón de Moscú (3) - La carrera

Llevaba ya 33 km en las piernas, cuando Jon me comentó que si quería acabar la carrera en 3h05' iba a tener que aumentar el ritmo, pero que lo hiciera a partir del kilómetro 37, nunca antes, para evitar un desfallecimiento. Yo debía esperar su señal, pero no iba a llegar; y es que, pasando por el 36, calculamos que a 4'20'' el kilómetro mi tiempo en meta rondaria las 3h06', MMP, pero lejos de mi objetivo. Tras comentarlo con Javi, su compañero, Jon decidió hacerme de "liebre" durante los kilómetros finales, a fin de que pudiera acabar la carrera por debajo de 3h05'; acepté sin dudar su propuesta, a pesar de avisarme que íbamos a tener que hacer unos 4'15'' por kilómetro y todo esto con el isquiotibial derecho dándome algún que otro aviso. Voy a intentarlo, le dije y hasta donde llegue; al dar el último giro, Jon empezó a acelerar y me fui tras el, me dijo que no hablara y que corriera con todas mis fuerzas; empezaban los cinco kilómetros más apasionantes de mis trece maratones.
Pero ¿que pasó hasta entonces?, os preguntareis. Claro, debo comenzar por el principio, cuando sonó el despertador de mi teléfono alrededor de las 8 de la mañana; había dormido bien, teniendo en cuenta que la hora de comienzo era un tanto atípica, las 12 de la mañana. Desayuné con Marisa y volví a la habitación para preparar todo y tumbarme otro rato para concentrarme en la carrera que estaba a punto de comenzar. Tras cuatro días de turismo, no las tenía todas conmigo; mis piernas no parecían frescas tras las visitas y el día había amanecido lluvioso y desapacible, con mucho viento. Además, el circuito había sido modificado a última hora y constaba de 4 vueltas de 10 km, que rollo. Pero quejarse no sirve para nada y tras un verano de duro entrenamiento había que demostrar que el esfuerzo había valido la pena y que, como ya adelanté en este blog, estaba como un tiro. Así que me puse mi equipación de España, me calcé mis Aegis y bajé al hall del hotel, donde mis amigos y yo nos hicimos unos fotos antes de salir hacia la batalla en metro.
En veinte minutos me planté en la salida, donde seguía lloviendo y hacía frío; la catedral de San Basilio era testigo de excepción de los últimos preparativos de la salida, de los calentamientos de los participantes... por fin se respiraba ambiente de atletismo y empezaron a entrarme los nervios típicos y mis dudas iban a más. Me quité la ropa de abrigo y tras embadurnarme de vaselina, guardar los geles y ajustarme bien las zapatillas, me puse a calentar; un calentamiento suave, para entrar un poco en calor, porque lo que me quedaba por delante no exige un desgaste previo.
Me fui a la salida con cinco minutos de antelación y aunque pretendía colocarme adelante, me encontré con unos españoles de El Escorial y me puse hablar con ellos, como no, de manera que me quedé rezagado y cuando sonó el pistoletazo de salida me puse a correr y a adelantar a numerosos corredores lentos, niños incluidos, que participaban en la carrera de 10 Km. Por suerte, pude colarme por una amplia acera lateral y mi retraso no fue excesivo, pues al apso del primer kilómetro ya estaba en las posiciones de cabeza. Mi ritmo era bueno, alrededor de 4'18'' el kilómetro, las piernas iban bien, sin forzar y me puse a otear el panorama, en busca de algún grupo al que pegarme.
Al dar el primer giro, a los 5 km, divisé a dos atletas de blanco con una cinta en la cabeza, con pinta de españoles; eran españoles, nada más y nada menos que Javier Conde y Jon Salvador, que están realizando una serie de maratones solidarios por todo el mundo. Me puse a hablar con ellos y me comentaron sucintamente su aventura y ya de paso me comentaron su intención de acabar en 3h30', a pesar de ser atletas de bajan de las 2h20'. Rodé unos kilómetros con ellos, pero al llegar al primer diezmil decidí seguir hacia adelante para intentar unirme a un grupo que se había formado por delante de nosotros. Tras desearnos suerte, me fui para adelante y tardé otros cinco kilómetros en dar caza a ese grupo, en el que tiraban unos atletas rusos, bastantes más altos y corpulentos que yo, es decir, ideal para ir resguardado del viento y a buen ritmo.
La carrera iba bien; mi paso por la media en 1h31'50'' demostraba que a pesar de las condiciones meteorológicas, todo iba de acuerdo a lo previsto; comenzaba la segunda parte de la carrera y había que seguir igual y era posible, porque no me sentía fatigado muscularmente. Al paso por la media Jon y Javier se unen al grupo, parece que han decidido acabar en 3h15' y han acelerado la marcha. Jon se pone al frente  a marcar el ritmo al grupo, en el que algunos empiezan a flaquear. Yo me pego a la rueda que me ofrecen estos dos grandes corredores, pero sigo rodando cómodo, a pesar de que el grupo empieza a desquebrajarse. Al paso por el kilómetro 25, ya hemos perdido a unos cuantos, pero en el 30 sólo quedamos seis. Comienza la última vuelta y me encuentro bien, con fuerza y empiezo a contemplar la posibilidad de acelerar al final de la prueba.
Entonces pasamos el km 33, sólo quedamos cuatro atletas y se produce la conversación que os he relatado al principio. En el 37 Jon empieza a tirar de mi, Javier y otro atleta quedan atrás; Jon me pide que no vuelva a hablar, que me concentre y que sufra y vaya si lo hago. Ya por el km 38 me indica que lo puedo conseguir, que estamos corriendo a 4'10'', pero hay que seguir así. Me grita, me anima, me dice que piense en mi familia, en mis animadores... y lo hago. El viento sopla de costado, pero cuando molesta más frena y me ofrece resguardo; voy bien, lo sé, las tiradas largas y los duros fartleks que me ha programado Depa durante el verano están dando sus frutos.
Al pasar el 40 el crono marca 2h56', se empieza a ver la muralla del Kremlin y un poco más allá, la meta; huelo el final, Jon me grita cada vez más y me dice que ya sólo queda sufrir, que piense en mi familia, en la meta y que lo de todo. Y en esos dos kilómetros pienso en esa meta, pienso en Marisa, en los niños, en mis amigos que me han acompañado hasta allí, en mis amigos que se quedaron en Madrid, en mis compañeros del foro, en todos los compañeros que me desearon suerte antes de partir y pienso en Depa, que me ha dicho miles de veces que tengo piernas para bajar de 3h03' y me doy cuenta que, como siempre, tiene razón. aprieto los dientes, no sé si me quedan fuerzas o no, pero es el momento de correr con el alma y echarle huevos y de eso, afortunadamente, no me falta.
En el km 41 están mis animadores, gritan, agitan las banderas, pero sólo soy capaz de esbozar una sonrisa, ya no puedo más. Doy el último giro y enfilo una recta en de la que sale el desvío para meta, 200 metros en subida. Jon me deja, se queda a esperar a Javi, que viene por detrás, pero antes me dice: no te pares en la cuesta, sube a lo que puedas. Y eso hago, a pesar de que me da alguna arcada al comenzar a subir por el esfuerzo, pero no es el momento de hundirse y sacando fuerza de donde no hay esprinto para acabar en 3h04'41''. He fulminado mi marca anterior en 3 minutos.
Estoy muerto, pero soy el tío más feliz del mundo. Marisa y mis amigos me saludan desde las vallas, pero no puedo acercarme. Me dan la capa, agua, comida y mi medalla, la que he ganado con tanto esfuerzo. Jon y Javi llegan a meta, les abrazo y les doy las gracias; sin ellos mi marca no hubiera sido posible. Jon me comenta que en el próximo tengo que bajar de 3 horas y  me confiesa que me había mentido cono los tiempos, porque hemos llegado a correr tramos a 3'45'', pero no quería que me asustara. Que gran tipo.
En mi decimotercer maratón he bajado de 3h05' y en 2012 he bajado mi marca en casi 6 minutos, no está nada mal. Pero me quedo con mis últimos cinco kilómetros que he realizado a una media de unos 4'07'' el kilómetro. Empiezo a creérmelo, Depa siempre me lo ha dicho y repito, siempre tiene razón: puedo bajar de 3 horas. Espero poder contarlo en 2013.


martes, 11 de septiembre de 2012

Maratón de Moscú (2)- La organización

No esperaba gran cosa de la organización del maratón de Moscú y la verdad es que no me decepcionaron, porque es, con diferencia, la peor de los maratones que he disputado.
Empecemos por el principio, la inscripción: como ya he comentado, la inscripción se abrió alrededor de un mes y medio antes de la prueba; se puede hacer por internet, pero hay que confirmarla en Moscú, así que te da igual hacerlo antes. así que me fui con mi preinscripción impresa a la piscina olímpica de Moscú, donde se realiza la recogida de dorsales; no penséis en una gran superficie con voluntarios por todas partes, pues se trata de una oficina en la que dos chicas apuntan tu nombre en un ordenador, te entregan el dorsal y luego recoges la camiseta en la mesa de al lado. Pero yo, al ser extranjero, tuve que pasar antes por otra mesa, donde un señor muy simpático y  eficiente escribió mi nombre en un cuaderno con una caligrafía digna del Códice Calixtino. No se puede considerar que la entrega de dorsales sea rápida, más bien al contrario, pues parece que todo se hace sobre la marcha, pero hay que destacar la voluntad y las ganas de agradar que tienen los voluntarios que atienden a los corredores.
El dorsal tiene incorporado el chip, en la versión de cable y tiene dos troquelados para dejar la bolsa en el guardarropa y recogerla, aunque no usé ese servicio. La camiseta es técnica, bonita y el resto de la bolsa es publicidad y un folio con el recorrido fotocopiado; un recorrido que cambia respecto ala nunciado en la página web, pues hay que dar cuatro vueltas a un circuito de 10,5 Km, con el agravante que se va y se vuelve por la misma avenida. En resumen, un coñazo de circuito, aunque plano. 
Vamos con el día de la carrera. Llegué a la zona de salida con una hora  de antelación, pues la escasa participación no requiere más; no puedo opinar sobre el guardarropa, pero lo que me pareció un buen detalle fueron las carpas habilitadas para que los corredores se cambiasen al resguardo de la lluvia. El resto es muy similar a cualquier carrera popular en España, es decir, una salida poco organizada, sin cajones ni nada por el estilo y un circuito de ida y vuelta delimitado por unos pocos pivotes.  No había globos y los controles de paso se hacían por medio de jueces, es decir, a mano, aunque debido al frío algunos decidieron terminar su trabajo con antelación y en las últimas vueltas desaparecieron. En cuanto a los avituallamientos, había suficientes y lo ofrecían  en vaso; sólo daban agua y té caliente y creo haber visto alguna especie de bollos en algún momento, pero no me fijé.
La llegada está bien organizada; se toma el tiempo global, es decir, no se pica el tiempo en la salida de cada corredor, de manera que si sales atrás (como yo), debes fiarte de tu crono. Al llegar te ponen una manta para el frío y tu medalla y luego ofrecen agua, fruta e incluso crepes y comida caliente, que no llegué a probar.
En definitiva, un maratón de andar por casa en una ciudad que merece mucho una prueba mucho mejor. Ni siquiera el precio moderado de la inscripción (40$) evita sentir una pequeña decepción por disputar un maratón de tercera en una de las capitales más importantes del planeta.

Maratón de Moscú (1)- El ambiente

Tras unos días en San Petersburgo, me trasladé por tren a Moscú, una ciudad gigantesca y gris en el que ni el más ávido explorador hubiera descubierto que se iba a celebrar un maratón. Era previsible, pues la organización de esta prueba no parece estar interesada en hacer de Moscú uno de los maratones de referencia en Europa, algo que no sería muy difícil de conseguir en una ciudad tan apropiada para conseguir un buen recorrido, acompañado de un atractivo viaje turístico. me sorprendió, sin embargo, que se podían ver algunos anuncios luminosos de una carrera de 10 Km organizada por la marca deportiva Nike para el domingo posterior al maratón; ignoro cual va a ser la participación en dicha carrera, pero a priori no me parece una fecha adecuada, pues no se tiene ninguna consideración con los participantes en la prueba reina del atletismo.
Como era previsible, el lugar donde se recogía el dorsal distaba mucho de ser algo parecido a una feria del corredor; el ambiente era escaso, por no decir nulo, pues los pocos participantes que pululaban por las oficinas de la piscina olímpica moscovita, recogían su dorsal y se marchaban; sólo algunos echábamos un vistazo al pequeño stand de Asics, organizador del evento.
Y llegó el día de la carrera, una mañana desapacible y lluviosa en la que participantes ya acompañantes se resguardaban de la lluvia como podían en la explanada de la catedral de San Basilio. Paralelamente al maratón, se corre una carrera de 10 kilómetros, de manera que los participantes eran numerosos, calculo que alrededor de 3.000; ellos, sumados a los acompañantes y organización, generaban un ambiente bastante atlético los minutos previos a la prueba. A primera vista no había demasiados foráneos y aún menos animadores de otros países, salvo unos españoles de El Escorial y por supuesto, mi hinchada particular.
La salida está repleta de público, que saludó con aplausos el pistoletazo de salida, algo poco común para el carácter frío de los rusos; pero fue sólo un espejismo, pues tras ese momento, los únicos gritos de aliento y ánimo que se escucharon durante el recorrido fueron los de mi equipo particular de animadores y animadoras: Ana, Elena, Almudena, Susana, Carlos, Rafa y por supuesto, Marisa, dieron todo un espectáculo en la ribera del río Moscova. Cada vez que pasaba por su lado, sólo se escuchaban sus aplausos, sus ánimos e incluso una "ola" que me dedicaron al pasar el km 20 y pusieron una bonita nota de color con sus pancartas, sus sudaderas con matrioscas bordadas y sus banderas rojigualdas.

En otras palabras, el ambiente del Maratón de la Paz de Moscú 2012, lo pusieron un grupo de 7 españoles, que fueron entrevistados, grabados y fotografiados por la prensa rusa, aparte de elogiados por los participantes que en algún momento corrieron junto a mi. Un diez para ellos, como siempre.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Señoras, señores... hagan sus apuestas

Esta mañana he finalizado la última semana seria de entrenamiento con un rodaje de 22 km, acabando a 4'10'' los últimos cinco; ha sido un buen colofón para una semana en los que he corrido 80 km con unas sensaciones excelentes; es un alivio haber llegado, por fin, hasta aquí. Me quedan tres entrenos de mantenimiento antes de afrontar mi decimotercer maratón, uno en casa, el siguiente en San Petersburgo y el rodajito suave previo a la carrera ya en Moscú. El domingo, en la capital rusa me espera el circuito de la ribera del Moskova, con una temperatura que rondará los 10º y amenaza de chubascos; las condiciones meteorológicas son casi óptimas, el estado de mis piernas también y mi moral está por las nubes, ¿hay una manera mejor de afrontar una competición?
Pero es mejor no desatar la euforia, porque estoy hablando de un maratón, una prueba en la experiencia me ha demostrado que es muy difícil de predecir como se va a desarrollar. He entrenado bien, pero en condiciones de elevada temperatura, de manera que los ritmos no han sido todo lo altos que me hubiera gustado; el día de la prueba, afrontaré los 42,195 kilómetros a una temperatura muy inferior y habrá que ver como va a responder mi cuerpo. En principio, pensar que con unos 10º va a aumentar mi rendimiento, es lo más lógico, pero también hay que considerar el factor "humedad" y la posible lluvia que puede caer durante la carrera.
Hay una pregunta recurrente que me han formulado en cada maratón que he corrido; una pregunta que suele repetirse en las últimas dos semanas antes de la prueba: ¿que tiempo quieres hacer? No me molesta que me la hagan, pues yo mismo estoy dando vueltas a la cabeza al respecto y eso que aún me quedan 7 días. Lógicamente, mi objetivo primordial es superar mi mejor marca, realizada en marzo en Barcelona,  pero creo que estoy preparado para ser un poco más ambicioso y buscar las 3h05' o incluso algo menos. Depa cree que estoy preparado para ello y aunque yo también lo creo, es necesario analizar como voy a plantear la carrera. El equilibrio es difícil, porque no quiero arriesgar demasiado al principio para que luego me pase factura, pero tampoco quiero salir a un ritmo conservador que me impida atacar la marca que busco. En Barcelona las cosas fueron bien y eso que mi paso por la media no fue tan bueno como en Nueva York, pero si quiero acercarme a 3h05', no tengo más remedio que pasar el km 21 por debajo de 1h32', porque en ese caso, me costaría demasiado recuperar tiempo en la segunda mitad.
En fin, tengo una semana para seguir dándole vueltas, para hablarlo con Depa e incluso con mi "entrenador psicológico" den alguna barra de un bar ruso. Una semana de dudas, nervios, dolores insospechados e ilusión; una semana que pasaré en parte en territorio ruso, haciendo turismo prudente y esperando que esta vez, vuelva a lograr batir mi marca, como pasó en primavera. He luchado mucho este verano por eso y creo que tengo la marca en las piernas, pero no lo sabremos hasta el domingo, alrededor de las res de la tarde hora de Moscú, una de la tarde, hora española. Hasta entonces, os invito a que vosotros, los que me seguís, hagáis vuestras apuestas. La suerte está echada, así que a apostar.

miércoles, 29 de agosto de 2012

El osito Misha vs Naranjito

El Maratón de la Paz de Moscú cumplirá treinta y dos ediciones el próximo de 9 de septiembre; su nacimiento coincidió con las primeras y únicas olimpiadas celebradas en suelo ruso, los Juegos Olímpico de Moscú 80, que estuvieron marcados por el boicot de Estados Unidos y otros 70 países en protesta por la invasión de Afganistán por parte de la, por entonces, Unión Soviética. Al margen de lo acontecido en la competición, los Juegos de Moscú fueron los primeros en el que el concepto de  mascota se introdujo como un elemento esencial y ese honor fue otorgado al simpático osito Misha, un oso pardo que simbolizaba a la nación soviética. Por aquel entonces yo tenía 14 años y seguí con interés el evento deportivo y las evoluciones de Misha, que además de mascota, se convirtió en protagonista de una serie de dibujos animados japoneses creados para la ocasión; incluso me compraron una camiseta conmemorativa de las olimpiadas en las que aparecía, como no, el osito Misha.
Dos años más tarde, España organizó el evento deportivo más importante que acogía nuestro país hasta entonces; creo que aquel mundial sirvió para que los españoles nos quitáramos unos cuantos complejos y disfrutáramos de un precioso espectáculo que tuve la oportunidad de vivir en directo en Valladolid. La mascota de aquel torneo fue Naranjito, una naranja cheposa y un poco simplona que, a pesar de generar ciertas críticas, fue el símbolo de nuestro mundial. La popular naranja también tuvo su serie de dibujos animados, aunque yo no la seguí mucho, seguramente porque con 16 años ya no me hacía gracia; sin embargo, tuve mi camiseta de Naranjito y algún producto más de lo que ahora se llama merchandansing y me sentí orgulloso de pertenecer a esa generación del Naranjito, que al borde de la mayoría de edad, vivió este acontecimiento con gran intensidad.

El próximo 9 de septiembre tomaré la salida en el XXXII edición del Maratón de la Paz de Moscú y no tengo ninguna duda que junto a mi, correrán muchos rusos pertenecientes a la generación del osito Misha e incluso algún representante de Naranjito, como yo. No competiremos por nuestros países, sino por nosotros, por mejorar nuestras marcas; no seremos rivales, sino compañeros en una dura prueba en la que la solidaridad siempre aflora entre participantes; ellos habrán preparado su maratón en el fresco verano ruso y yo en el agobiante verano español que nos ha tocado. Pero el día 9, a las 12 de la mañana todos estaremos en la línea de salida, más o menos nerviosos, más o menos preparados, más o menos emocionados, pero todos con la ilusión de completar los 42,195 km de una prueba apasionante, sea cual sea el lugar donde se corra.

lunes, 27 de agosto de 2012

Vaya semanita...

La semana pasada os conté que empezaba a "deskilometrar" y que lo más duro había pasado; es obvio que me equivoqué, porque Depa me había programado una de las semanas más duras de esta preparación. El aperitivo fue un rodaje de 40 minutos más pesas que realicé el lunes, pero a partir de entonces las cosas se complicaban con dos rodajes de 90 minutos, un duro fartlek en el que me fui a 20 km y tras un día de descanso, dos series de sis y cuatro mil y para rematar los 30 km de esta mañana; en total, más de 100 km que me han dejado hecho picadillo, pero contento.
Ha sido duro, pero pienso que el balance es muy positivo; he rodado a buenos ritmos a principio de semana con la ola de calor en su apogeo e incluso hice un buen fartlek, a pesar  de que la temperatura se acercó a los 30º; los entrenos del fin de semana han sido más frescos y quizás por ello las series fueron realmente buenas y la tirada larga de hoy me ha salido a 4'41'' y eso que no tenía ritmos prefijados. 
A falta de dos semanas, tengo buenas sensaciones, estoy rápido, resistente y con una moral de hierro, pero debo reconocer que mis últimos fracasos atléticos en los diezmiles y en Ponferrada, me tienen un poco preocupado. Es cierto que no llegué a esas carreras tan fuerte como creo que estoy ahora y también que no hice bien las cosas en los días previos, así que me preocupa es verme fuera de la carrera a las primeras de cambio, como me pasó en la Proniño o en Ponferrada, mis dos últimas pruebas. Es fundamental intentar correr muy concentrado en Moscú, más aún en un circuito de ida y vuelta y al parecer, tedioso, pues discurre constantemente por la orilla del río Moscova. Además en Moscú no va a haber globos de ritmos y espero no tener problemas con la numeración de los kilómetros, pues si la organización  decide escribirlos exclusivamente en cirílico, voy a tener un problema. Supongo que alguno se preguntará que se me ha perdido en Moscú, pero a pesar de las dudas que expreso, estoy ilusionado por correr en una ciudad tan interesante y en un maratón no tan organizado como en los que he competido hasta ahora; será una bonita experiencia.
Queda lo más fácil, una semana ligera y la última, prácticamente de descanso, en la que espero hacer las cosas bien, es decir, estirar, descansar y planear bien el asalto a las 3 horas 5 minutos; creo que soy capaz de hacer esa marca o menos, pero si soy capaz, tengo que demostrarlo.


lunes, 20 de agosto de 2012

Último rodaje largo

Ayer domingo realicé mi último rodaje largo en una calurosa mañana de domingo; sé que me repito, pero el verano que estamos padeciendo este año está siendo muy duro a causa las sucesivas olas de calor que han llegado a la Península Ibérica, sin dar una mínima tregua ni en julio, ni en agosto. Ayer, completé 34 kilómetros a una temperatura media de unos 24º, pues empecé a correr con 20º y acabé con 27º, con un calor asfixiante; y eso, que lo hice en los alrededores de Alcazarén, entre pinares, pero cuando las temperaturas son tan altas, es muy difícil que las sombras las mitiguen.
Pase lo que pase en Moscú, voy a recordar siempre la preparación de esta prueba, debido a la dureza que me supone entrenar con estas altas temperaturas. Dicen los entendidos, que el secreto para entrenar bien un maratón consiste en aguantar los entrenamientos con cansancio y con las piernas doloridas y si eso es verdad, me espera una buena marca en la meta del Kremlin; estoy descansando mal, madrugo mucho para entrenar, paso el día cansado debido a la influencia del calor... Creo que este será mi primer y último maratón de verano, pues lo correré en a estación estival.
Pero hay que ser positivo, porque el cansancio y el dolor de piernas están ahí, pero también los kilómetros de calidad que he soportado en condiciones tan desfavorables; he tenido malos días, sobre todo en los rodajes largos, pero también he completado entrenos de calidad con muy buenas sensaciones, tanto haciendo series, como ritmos controlados o últimamente fartleks. Creo que voy a llegar bien preparado a Moscú, aunque no soy capaz de percibirlo a falta de tres semanas para que comience la prueba. Además, en la capital rusa las condiciones climáticas van a ser mucho más bnévolas, pues espero correr a unos 10 grados de temperatura y tras una preparación en la que no he entrenado por debajo de los 20º, es probable que el efecto sea positivo.
Faltan 21 días y esta semana empiezo a bajar el kilometraje, aunque todavía va a ser dura, pues remataré con un rodaje de 30 km, pero sin ritmos exigentes que cumplir. me queda lo fácil, si se puede considerar así lo que tengo por delante, pero lo que tengo claro es que después de ayer la cuenta atrás ha comenzado definitivamente; no es hora de relajarse, sino de apretar los dientes y realizar el último esfuerzo que evite que tire por la borda lo sembrado hasta ahora. Y a falta de tres semanas, creo que la siembra va a ser productiva y espero que la cosecha llegue el día 9 en forma de una marca ligeramante por encima de las tres horas; para eso he trabajado tan duro.

viernes, 10 de agosto de 2012

Inscrito en Moscú... por fin

Falta un mes para que el Maratón de la Paz de Moscú comience al pie de la catedral de San Basilio y por fin puedo asegurar que estaré en la línea de salida junto al resto de participantes; digo esto, porque las inscripciones se han abierto en estos días, a falta de poco más de un mes para la celebración del evento, un hecho poco común. Pero debo mentalizarme, porque desde el primer momento he sabido que la capital de Rusia no cuenta con un maratón al nivel de los que he corrido hasta ahora, no sólo por sus inscripciones tardías, sino por su recorrido poco atractivo en una ciudad tan grande y la aparente desidia de sus organizadores para atraer runners a una carrera que no cuenta con una elevada participación. Además, he consultado con varios participantes españoles de otras ediciones y todos coinciden en la pobre organización de una carrera que podría estar entre las mejores de Europa. Sin embargo me sigue atrayendo correr en esta peculiar ciudad, a pesar de que lo voy a hacer en un circuito de doble vuelta que discurre alrededor del río Moscova y que comienza, agarraos, a las 12 de la mañana, una hora muy poco atlética, más propia de de paseo dominguero y vermut posterior.
Pues si, correré en Moscú y para eso sigo entrenando en este verano tan caluroso que estamos padeciendo; sabía que la preparación iba a ser dura, pero no pensaba que iba a pasarlo tan mal como lo estoy pasando. El calor es asfixiante, lo cual me obliga a madrugar mucho para entrenar de 20 a 25 grados, es decir, con mucho calor. Alterno días buenos y malos; las series de momento están saliendo, pero los rodajes largos se me están atragantando, quizás porque tras dos horas corriendo, mi cuerpo es incapaz de refrigerar y mi rendimiento se resiente. Como ya he comentado otras veces, lo más duro del entrenamiento maratoniano llega durante el último mes y medio y está coincidiendo con un mes y medio de aupa en cuanto a la meteorología.
Pero no voy a ser pesimista, creo que las cosas saldrán bien si aguanto un poco más; estoy en la fase más dura, pues la semana pasada cayeron 106 km y en esta voy a acabar acercándome a los 90 con un rodaje de 32 Km en un día en el que se pueden alcanzar los 40%. ¿Conseguiré llegar a punto entrenando con estas condiciones? Yo espero que si, es más, espero que me sirva para hacer una buena marca, considerando que la temperatura en Moscú rondará los 10 grados el día de la prueba.
Queda poco, pero muy duro y voy a darlo todo para estar a punto el próximo 9 de septiembre a las 12 de la mañana junto a la catedral de San Basilio. Será mi decimotercer maratón y quién dice que que ese número no me va a dar suerte para conseguir para mi crono en  ¿3 horas 05'?.



lunes, 30 de julio de 2012

Fracaso en el Bierzo

Ha pasado ya una semana desde que corrí la carrera de las 21 lunas y media, pero no he tenido tiempo para contarlo hasta hoy, en este verano intenso de entrenos. En Ponferrada las cosas fueron mal, como habréis adivinado al leer el título; no solamente quedé muy lejos de mi objetivo, sino que para encontrar un tiempo similar a la marca realizada, debería remontarme varios años; entonces, ¿qué falló si mis entrenos eran buenos y las sensaciones inmejorables? He aquí mi análisis:
Depa me había programado una semana ligera a fin de llegar descansado a la cita del sábado noche, de manera que tras el corto rodaje del viernes, me sentía con fuerza suficiente para afrontar la carrera de con ambición. Nunca he sido excesivamente estricto a la hora de cuidar  detalles antes de una carrera, a excepción de los maratones, pero creo que últimamente estoy empezando a ser un desastre y como me pasó en la Liberty y más adelante en la Proniño, lo acontecido antes de la media de Ponferrada pudo condicionar el mal resultado, a pesar de mi buen nivel de entrenamientos. Quizás es el momento de darme cuenta que me estoy haciendo mayor y que ciertas "locuras" ya no son tan bien asimiladas por mi cuerpo, como pasaba hace unos años.
Pero vamos al grano; el día de la carrera trabajé por la mañana y a la salida emprendí camino al Bierzo, no sin antes comer un ligero plato de pasta. Eran las tres de la tarde y me esperaban 400 kilómetros de autopista, cómodos, pero pesados para las piernas, pues la posición de las piernas en el coche provoca una rigidez difícil de recuperar después de tanto tiempo. Llegué a la ciudad berciana a eso de las siete y media y me fui directo a la feria del corredor a recoger mi dorsal; era una tarde calurosa, unos 28º, a lo que se sumaba una desagradable humedad, que hacía poco "respirable" el ambiente.
Con el dorsal en la mochila, me fui al hotel a descansar un poco, pero ya era tarde y el plato de pasta estaba tan digerido, que decidí bajar a un bar a comer un sandwich, a fin de llegar con algo de alimento al inicio de la carrera. De postre me comí una barrita energética y esperé relajado la hora para salir del hotel a calentar hasta la zona de salida.
A las diez de la noche la temperatura había descendido aproximadamente  hasta los 21 grados, pero la humedad seguía siendo muy alta, tanto que tras el calentamiento mi camiseta estaba ya empapada de sudor. El ambiente era excelente en la zona de salida, justo al pie del imponente Castillo de los Templarios; me coloqué entre las primeras unidades del pelotón, muy confiado en mis posibilidades y tras la cuenta atrás del speaker, salí como una bala en busca de una buena marca a la luz de la luna de julio.
Mis piernas aparentemente estaban frescas, pero no quería precipitarme y puse un ritmo de 4'10'', necesario para bajar de la hora ventiocho; el recorrido era bastante llano en el comienzo, con la excepción de un pequeño repecho en el que pasé por delante del portal del edificio donde vivió mi hermana, circunstancia que me motivó para seguir mi ritmo; pero la alegría de mis piernas iba a resultar efímera, pues a partir del kilómetro cinco mi ritmo  comenzó a decaer coincidiendo con una zona de falso llano en el que empecé a sufrir; las piernas no iban, el cansancio del viaje empezaba a afectarme y mis sensaciones eran cada vez peores: cansancio, piernas rígidas, calor y muy pocas expectativas de mejora.
Pensé en pararme y mandar todo al carajo, pero esa no es una solución valida para mis problemas, así que decidí que si me dolía me aguantaba y seguía tirando "palante". Restaban 10 km de sufrimiento un tanto estéril, así que decidí no pensar en la marca y centrarme en correr lo mejor que podía... y resultó, porque a partir del kilómetro diez empecé a sentirme mejor, el ritmo seguía siendo pobre, pero mis sensaciones mejores, así que había que aprovechar la mejoría para acabar de manera digna. No conseguí acelerar la marcha, pero al menos mantuve un buen ritmo que me permitió, incluso, adelantar a algunos corredores que me habían dejado atrás al principio de la prueba. Sin pena ni gloria llegué a las pistas de atletismo "Colomán Trabado", donde el ambiente era inmejorable para haber celebrado una buena marca, pero me tuve que conformar con la alegría de lograr finalizar una prueba tan bonita como esta.
Es evidente que hice una mala carrera, seguramente a causa del largo viaje, el escaso descanso, la hora intempestiva de comienzo, la elevada temperatura y la temperatura ambiente, pero una vez sumados estos factores, me parecen insuficientes para que hayan influido en una marca tan mala. Tengo que ser más cuidadoso con esos detalles, pero pienso que ha fallado algo más que aún no acierto a explicarme. Aún así, estoy contento por haber corrido una prueba tan bonita, tan bien organizada y con un recorrido bastante rápido, no plano del todo, pero con posibilidades de hacer una buena marca.
Este resultado supone un golpe moral importante en mi preparación para Moscú, pero hay que seguir mirando hacia delante, entrenando bien y seguir mejorando para estar a punto el día 9 de septiembre. Un corredor puede tener días malos y resultados decepcionantes, pero eso sirve para darse cuenta que esto no es tan fácil y que para mejorar hay que seguir trabajando y sufriendo día a días. Y en eso estamos...




jueves, 19 de julio de 2012

Ventiún lunas y media

El próximo sábado, a las 22:30 horas, tomaré la salida en la media maratón nocturna de Ponferrada, rebautizada este año como las Ventiún lunas y media.  Es complicado encontrar una media maratón a estas alturas de temporada, lógicamente porque las altas temperaturas y las vacaciones no aconsejan la organización de estos eventos; pero a esta capital berciana se le ocurrió hace dos años celebrar una carrera nocturna, a una hora en la que el sol ya no molesta y la temperatura ha bajado unos grados, una solución atractiva y novedosa, que, según dicen, ha tenido algún problema en sus dos primeras ediciones, pero que se ha reinventado en esta edición, ofreciendo un circuito más apropiado y una buena organización.
Esta carrera forma parte de mi preparación para afrontar el maratón de Moscú el próximo 9 de septiembre; quizás no sea la carrera ideal, debido al largo desplazamiento, las altas temperaturas y la intempestiva hora, pues, aunque correr de noche me parece una bonita experiencia, también puede resultar perjudicial si la iluminación no es muy adecuada, aparte de que yo no suelo correr a esas horas. En cualquier caso, seré uno de los 700 participantes y con una intención que va más allá de cubrir la distancia en un tiempo aceptable, pues pienso salir a por todas, a pesar de los incovenientes. Estoy bien de forma, tengo unas sensaciones excelentes después de la semana de entrenamientos en Ribadesella, así que sólo falta corroborarlo en el campo de batalla.

miércoles, 18 de julio de 2012

Corriendo bajo el orbayu

Como os he comentado en el anterior post, he pasado una semana de vacaciones en la localidad asturiana de Ribadesella, un bonito pueblo en la desembocadura del río Sella, que cuenta con una preciosa playa, la de Santa Marina, por cuyo paseo he realizado todos mis entrenamientos de la semana. El clima de Asturias no es precisamente el más adecuado para pasar unas vacaciones playeras, pero es óptimo para entrenar, porque a primera hora de la mañana la temperatura es bastante fresca, lo que permite ejercitarse sin agobios de temperatura; además, uno de los entrenos lo realicé bajo el "orbayu", es lluvia casi imperceptible, muy agradable, pero que acaba empapándote hasta los huesos; una gran experiencia, sin duda.
En cuanto a los recorridos, la localidad no es muy grande, pero la playa tiene 1.200 metros, que se amplían a unos 1.800 si se llega hasta una escollera; además, los alrededores son llanos y es posible ampliar el recorrido cruzando el puente (no es un cruce cómodo) y girar o bien a la derecha siguiendo un camino paralelo a la vía del FEVE, o bien a la izquierda tomando el paseo que lleva a la ermita de Guía; en cualquiera de los dos casos, se puede llegar a unos 2 Km más, que sumados a la vuelta, permiten ganar kilómetros con facilidad. De hecho, hice una tirada de 26 Km y no me resulto nada monótonaEn fin, Ribadesella es un buen ligar para correr, no sólo por la belleza de sus calles y paseos marítimos, sino también por su privilegiado clima, que permite al runner ejercitarse en cualquier época del año y en algunos casos disfrutar de una experiencia inolvidable: correr bajo el orbayu

lunes, 16 de julio de 2012

Unas vacaciones duras

Las vacaciones estivales de 2012 han terminado ayer para mi, después de dos semanas en las costas mediterránea y cantábrica. Con el maratón de Moscú a menos de dos meses, era evidente que Depa no podía apiadarse de mi en mis días de "descanso" y me ha programado dos semanas intensas, que han contado con la dificultad añadida de los madrugones y la temperatura atmosférica.
La primera de las dos semanas la pasé en Peñíscola, donde el calor no ha apretado tanto como en años anteriores, pero los kilómetros han aumentado considerablemente, llegando a 80, repartidos en una tirada de 24 Km, unas series de 1.000 metros, otras de 3.000 y tres días de rodaje más suave: no fue una gran semana, supongo que a causa del calor y de los madrugones, lo que me provocó un cansancio "constante" que, sin embargo, no me impidió hacer algún buen entreno.

Tras la semana mediterránea, puse rumbo a Asturias, donde me recibió un clima mucho más templado y la preciosa playa de Santa Marina, en Ribadesella, alrededor de la cual realicé mis entrenamientos. El primero de ellos fue una tirada larga de 26 Km en el que mis sensaciones fueron inmejorables y siguieron siéndolo el resto de la semana, más ligera, debido a la cercanía de la media de Ponferrada, pero también dura, pues he llegado a los 70 kilómetros, repartidos en dos rodajes, unas series de 800, un ritmo controlado de 8 Km y los 18 kilómetros a mi aire con los que he rematado la semana, ya en casa.
En fin, quedan 55 días para correr en Moscú, pero antes probaré mi estado de forma en Ponferrada, el próximo sábado; la media nocturna de la localidad berciana va a ser una piedra de toque importante en mi preparación y espero confirmar las buenas sensaciones que tengo en estos momentos. Hay tiempo para analizar la carrera del sábado, porque lo importante, en estos momentos, es comprobar que mi estado de forma es óptimo, yo diría que superior al de maratones anteriores y creo que se debe al entrenamiento específico para los diezmil metros, que me ha aportado más chispa a las piernas.
Claro que no hay que precipitarse, hay nueve duras semanas por delante, con madrugones, calor, cansancio, esfuerzo... Nada nuevo, es verdad, pero hay que pasar por ello para llegar a Moscú con opciones de volver a batir mi marca; el recorrido plano y una temperatura fresquita pueden ayudar, pero antes es necesario entrenar bien y en eso estamos.