Esta vez, realicé mu ultimo rodaje premaratoniano el viernes a fin de recuperar un poco las piernas tras el largo vuelo que me llevó de Madrid a Lima; nada más salir del hotel, noté que la humedad era muy alta, tanto que tenía la camiseta empapada apenas cinco minutos después. No me gusta correr con calor, pero menos aún si la humedad ambiente es elevada y parecía que ambos factores iban a ser protagonistas de mi primera cita con la distancia de Filípedes en Sudamérica.
Me ubiqué pronto en mi cajón, aunque no había demasiados problemas pues la participación en el maratón no es precisamente masiva; sonó el pistoletazo y comencé mi carrera como tenía pensado, conservador y con cabeza, pues tenía miedo al calor y la humedad que me esperaban en las siguientes horas. Sin embargo, mi ritmo no podía ser muy lento porque la primera parte del recorrido baja hacia la playa, así que era necesario aprovechar un poco esa ventaja. Me puse a un ritmo entre 4'40'' a 4'45''/km y a pronto me coloqué en una posición cómoda para correr, sin demasiados atletas a mi lado.
Estaba corriendo bien, pero me agobiaba un poco el calor y la humedad, tanto que desde el principio empecé a beber tanto agua como isotónico en los avituallamientos, aparte de endiñarme dos pastillas de sales cada 10 Km.
Mi momento de crisis llegó entre el km 12 y el 15, pero lo superé concentrando mi mente en llevar un ritmo constante y no pensar en los que me quedaba por delante, así que empezaron a salir los kilómetros con fluidez al ritmo que quería llevar e incluso mejores, No tomé el tiempo de paso por la media porque no estaba indicada, pero calculo que fue en torno a 1h41', dentro de lo previsto y poco antes de llegar al punto más bajo del recorrido, en la playa y comenzar el constante ascenso hasta meta. Ya por entonces, había charlado con atletas brasileños, colombianos y locales y empezaba a disfrutar de la carrera y mucho más aún cuando recibí otro empujón moral de mi afición en el km 26. Quedaba mucho por correr, pero ni siquiera hacía cálculos, simplemente me concentraba en hidratarme bien, tomar los geles en el momento adecuado y por supuesto, las pastillas de sales.
La ligera subida ya se empezaba a notar y comencé a dudar si era conveniente acelerar a partir del km 32 como había hecho en Ravenna y Las Palmas, o bien ser cauto. El caso es que no hice ni lo uno ni lo otro, porque sabía que mi último "gel moral" estaría en el km 34, donde Rafa y Encho bromearon sobre si iba a empezar a correr, así que, obviamente, eso hice.
Aceleré, me puse a rodar entre 4'30 y 4'40'' pero no era fácil porque el terreno se iba complicando y falso llano era cada vez más falso y más empinado; eso si, empecé a recoger cadáveres por el camino, pero sin la soltura que me hubiera gustado, aunque era evidente que los demás iban peor que yo. Apreté los dientes, aguanté el tirón y me conjuré para ir a tope hasta el final, pero ya no podía bajar de 4'45'' porque los últimos 5 kilómetros son realmente complicados. Me había olvidado del calor, de la humedad e incluso de los rayos solares que aparecieron en la última fase de la carrera y es que ya daba igual, solo importaba acabar y al ritmo mayor que pudiera.
Crucé al meta en 3h23'54'', un tiempo excelente teniendo en cuenta las circunstancias, es decir, calor, humedad y un viaje de 12 horas dos días antes a lo que puede sumar el jet lag. Es evidente que no ha sido mi mejor maratón, pero estoy muy satisfecho del resultado de Lima porque hice la carrera que quería hacer y un tiempo que vale mucho en esta carrera; de hecho, a falta de confirmación oficial, creo que hice el 4º ó 5º puesto de mi categoría. En definitiva, un maratón más, un continente más y otra gran experiencia en la que volvieron a ser partícipes activos Marisa y mis amigos, que volvieron a estar a mi lado y por supuesto, todos los que me apoyasteis por las redes. El siguiente, en Varsovia, el próximo mes de septiembre.