jueves, 28 de junio de 2018

St Jude Rock&Roll Seattle Marathon (3) - La carrera

Las estadísticas meteorológicas corroboran que en Seattle llueve casi todos los días del año, pero cuando me levanté a eso de las 4 de la mañana para desayunar, el cielo estaba despejado y se podía atisbar que el sol luciría durante la carrera que iba a comenzar dos horas y media después junto al magnífico museo MoPop; lo habéis leído bien, la salida del St Jude Rock&Roll Seattle Marathon se da a las 6:30 de la mañana y por eso tuve que desayunar a las 4 de la mañana, para luego echarme una cabezadita y salir hacia la salida caminando, pues mi hotel estaba ubicado a escasos 500 metros de la zona neurálgica de la prueba.
Ya había amanecido y el cielo seguía despejado, pero afortunadamente la temperatura no superaba los 10 grados y a pesar del molesto viento, las condiciones parecían bastante buenas para mis características. Marisa me acompañó hasta la zona de salida, donde calenté, bebí un poco de agua y enseguida me dirigí a mi "corral" el número 1, donde no había demasiados atletas; escuché con respeto y cierta emoción el himno americano cantado a "capella" por un chico y sin más preámbulos, la carrera echó a andar. No estaba nervioso, no me jugaba nada y además estaba en buena forma, así que nada podía salir mal, aunque el perfil de la carrera me preocupaba y pronto se iban a disipar mis dudas.
Aproximadamente 800 metros después de la salida, una rampa de un 10% de inclinación o superior, me deja bien claro que la carrera no iba a ser nada fácil y que mis temores tras pasear por las empinadas calles del centro el día anterior eran fundadas, en Seattle el concepto plano debe existir, pero con cuentagotas. La empinada cuesta no me asustó demasiado, yo seguía a lo mío, con tranquilidad, sin ponerme nervioso y disfrutando de la animación inicial de la carrera, un grupo de Elvis que chocaban la mano con manoplas gigantes; era una fase de la carrera con constantes subidas y bajadas por una zona residencial que desembocaba en la orilla del Lake Union. En esa fase, se sube la famosa cuesta que corona al King y a la Queen of the Hill, una cuesta de aproximadamente un 15% de desnivel y unos 200 metros de largo en la que se miden los tiempos de los atletas, que en su mayoría dejan de correr para caminar; yo, subí corriendo. El terreno era complicado pero  pude mantener un ritmo de 7'30'' por milla hasta la milla 5,5 en la que una inesperada necesidad me hizo pasar por el baño y perder un minuto en la tarea.
No me gustó mucho el parón, pero había que seguir sin volverse loco en la fase más plana del recorrido, alrededor del lago hasta que la carrera gira para volver al centro de la ciudad de camino a la media maratón; volvían las cuestas, mantenía ritmo y tras una cuesta abajo prolongada recibía por primera vez los ánimos de mi familia, que me habían esperado ya en la milla 6, pero no les pude ver. Poco antes de cruzar la media maratón, la carrera se bifurca y la mayoría de los atletas se quedan en las 13,1 millas mientras que yo sigo mi camino.
La segunda parte de la carrera es mucho más dura que la primera, pero se inicia en un prolongado túnel que pica hacia abajo en el cual un voluntario con una amplificador pone música de los Doors a todo volumen; la música me hace venirme arriba, incremento el ritmo y empiezo a adelantar atletas aprovechando la benevolencia del terreno y a pesar del viento de cara que ya sopla con fuerza. A la salida del túnel se sigue por un viaducto que conduce al Waterfront, el terreno sigue picando hacia abajo, las vistas son preciosas y mis piernas están frescas, así que me pongo el cuchillo entre los dientes y sigo adelantando posiciones con facilidad.
Al final del viaducto se acaba lo bueno, un giro en U frente al Century Link Field me señala el camino inverso, esta vez picando hacia arriba, aunque con el viento a favor; el ritmo se resiente, pero no mi hambre de ganar posiciones, así que sigo adelantando y animado hasta llegar de nuevo al túnel, esta vez suena Nirvana y tras la salida me espera mi familia por tercera vez dándome unos ánimos muy necesarios porque empieza lo realmente duro.
Se sale otra vez del centro para dirigirse hacia el parque Woodland subiendo sin descanso hasta llegar al puente que en laza la ciudad con el parque, de aproximadamente una milla de longitud y con un desnivel considerable que acaba con las fuerzas de muchos atletas que ya se ponen a caminar, pero yo sigo a lo mío, adelantando a atletas y con fuerza suficiente para continuar a un buen ritmo. Se entra en el parque, faltan unas cuatro millas y si alguien no está suficientemente castigado por las subidas y bajadas del recorrido, la organización tiene la deferencia de incluir un demencial recorrido por un parque poco señalizado, con una sucesión de subidas y bajadas cortas y empinadas, giros acusados y además sobre tierra, afortunadamente sin embarrar; personalmente me parece una barbaridad meter la carrera por ese prescindible parque que no aporta nada y supone un esfuerzo extra para las piernas ya al final de la prueba.
Pero a mis piernas les daba igual que hubieran cuestas, giros o arena, seguían frescas y tras salir del parque encaré una nueva subida previa ya a los últimos kilómetros en bajada; seguía pasando atletas, recogiendo cadáveres por doquier y lanzándome a tumba abierta hacia una buena marca teniendo en cuenta el recorrido. Con la Space Needle en el horizonte recorrí los últimos 3 kilómetros oliendo a meta y aunque un atleta consiguió adelantarme (el único en la segunda media que consiguió hacerlo) mi trabajo ya estaba hecho, pero al escuchar los ánimos de Alonso en la recta de meta, me vien un poco arriba y acabé esprintando para adelantar a otro atleta antes de cruzar la línea de meta en 3h20'49''.
La marca tiene mucho valor teniendo en cuenta el circuito y estoy convencido que si hubiera llegado a Seattle en un estado bajo de forma, hubiera sufrido mucho, pero como ya comenté por aquí, tenía buenas sensaciones que he corrobado durante la carrera consiguiendo además el segundo puesto en mi categoría, además del puesto 89 en la general. No obtuve premio específico por ese segundo puesto, en realidad, ni me preocupé de ello porque tras las fotos de rigor, me fui con mi familia al hotel para seguir disfrutando de mis vacaciones.
Con el de Seattle, he completado 32 maratones, pero me faltan dos más por correr este año que espero acabar con 34 maratones y listo para encarar muchos más en un futuro; está claro que el trabajo que me programa Depa cada semana está dando sus frutos, pues a mis 52 años me encuentro en un estado de forma excelente y con mucha hambre para seguir corriendo maratones hasta que ·el cuerpo aguante". Tras la amarga experiencia de Ritterdam, en Seattle he vuelto a disfrutar corriendo y eso es mucho más positivo que una buena marca o una buena clasificación general. Y ahora a seguir entrenando, el 30 de septiembre me espera Chisinau.

martes, 26 de junio de 2018

St Jude Rock&Roll Seattle Marathon (2) - La organización

A pesar de la propagación de la franquicia Rock&Roll Marathon por Europa, la de Seattle ha sido mi primera experiencia  con una de estas pruebas y tengo que decir que he acabado satisfecho y eso que tenía ciertos recelos pues tras su compra de los derechos del Maratón de Madrid no se observó una mejora notable en su organización, más bien, todo siguió igual.
Una franquicia tan potente como esta tiene, obviamente, una potente página web, con un diseño atractivo, actualizaciones periódicas de información y facilidades para el usuario que desea registrase al evento; no tengo queja de su funcionamiento, aunque personalmente prefiero las páginas que están dedicadas a una sola prueba, pues en este caso hay veces que te lías un poco cuando entras en la página general de la franquicia.
Por lo tanto, registro sencillo, actualizaciones eficientes y newsletters completas suponen un buen comienzo antes de llegar a Seattle donde al corredor le espera una visible publicidad en las zonas más emblemáticas de la ciudad y una feria del corredor ubicada en el magnífico estadio Century Link Field, sede de los Seahawks de fútbol y los Sounders de soccer.
La feria es amplia y muy bien organizada, con muchos voluntarios que evitan que se produzcan esperas a la hora de recoger el dorsal o la camiseta. Se visita con facilidad, sin aglomeraciones ya que los expositores tienen espacio suficiente y la afluencia no es masiva; aparte de grandes marcas  y tiendas deportivas locales, exponen varios maratones USA e incluso algunos expositores "frikis" como los que intentaron vender a Marisa una crema antiarrugas cuyo coste de 1000 dolares era rebajado al módico precio de 500 por motivo de la feria; un chollo, vamos...
La salida y la llegada de la prueba se ubican en la misma calle, a escasos metros del Museo MoPOP y de los Chihuly Gardens, en la zona donde se erige la imponente Space Needle, testigo de lujo del evento; la zona está libre de tráfico, con espacio suficiente para calentar, prepararse y evitar aglomeraciones; también cuenta con un número suficiente de inodoros y se ofrece agua de manera gratuita a todos los participantes.
Tras el pistoletazo inicial, la carrera discurre por un circuito bien señalizado y asistido por voluntarios salvo en la última parte de la carrera, cuando se pasa por el parque Woodland en el que no hay apenas indicaciones ni personal  que ayuden a adivinar los múltiples cambios de dirección en el recorrido de la prueba por dicho espacio.
Es destacable la numerosa animación que coloca la organización a lo largo del recorrido, fundamentalmente en las zonas más aisladas y vacías de público, lo que hace mucho más agradable el paso por dichos lugares.
Los avituallamientos se encuentran a ambos lados de la calzada, suministrando agua, isotónicos, así como geles y alimento sólido en abundancia y desde el kilómetro 15; hay puestos sanitarios cada 10 km aproximadamente. No use el ropero, por eso no opino.
Al ser un maratón USA, la distancia se mide y se señala en millas, pero además de dicha señalización, también se señaliza el paso por los km 5,10,15,20,25,30,35 y 40.
Tras cruzar la línea de meta, te ponen una bonita medalla además de  bebida fruta y otros alimentos sólidos.
En definitiva, se puede concluir que la organización es muy eficiente y el trato al corredor es bastante correcto, características comunes en los maratones que se celebran en EEUU.

domingo, 24 de junio de 2018

St Jude Rock&Roll Seattle Marathon (1) - El ambiente

La capital del estado de Washington es una gran ciudad que se extiende en la margen del Océano Pacífico y alrededor del impresionante Lake Union; en Seattle se disputan dos maratones anuales y el St Jude es el segundo en importancia, uno más de los Rock&Roll Series abundan en EEUU. No es comparable, por tanto, a cualquiera de los majors que he disputado en Norteamérica, y ni siquiera es un maratón masivo, más bien, el grueso de los participantes se registran en la media maratón, dejando las 26,2 millas a unos escasos 3.000 corredores.
Conocía estos datos antes de aterrizar en Seattle, así que no me pilló de sorpresa que en la animada ciudad norteamericana no hubiera mucho ambiente atlético, a pesar de algunos carteles que anunciaban en el evento en los lugares más concurridos por los numerosos turistas que deambulan por el centro y el downtown. 
Sin embargo, la feria del se celebra en un pabellón integrado en el Century Link Field, sede de los equipos de soccer y fútbol de la ciudad que se ubica justo al lado de otro de los grandes templos de la ciudad, el Safeco Field de beisbol, sede de los Mariners; la feria es grande y muy animada, aunque el público es mayoritariamente local, lo que no impide que se respire un bonito ambiente atlético con muchos expositores e información sobre otros maratones de EE.UU.
La salida de la prueba ese realiza a una hora muy temprana, las 6:30 de la mañana,  pero eso no evita que la zona de salida sea un hervidero de gente, atletas y también acompañantes que se dan el madrugón para animar a los suyos; eso si, una vez lanzada la carrera, las primeras millas están prácticamente desiertas, aunque pronto se adentra por zonas residenciales donde algunos valientes vecinos animan a los esforzados atletas; a medida que la prueba avanza, el número de aficionados aumenta, aunque de manera intermitente, ya que se pasa por zonas en las que el acceso es imposible, como túneles o el viaducto que conduce al Waterfront. Para mitigar esos vacíos, la organización coloca numerosas bandas por todo el recorrido que animan bastante, destacando una de "Elvis" al principio de la prueba, pero sin desdeñar el resto de animadores que ofrecen calidad y buenos temas.
Los kilómetros finales tampoco son excesivamente masivos, pero hay bastante gente en la recta de meta y la zona de llegada, pues se suman los maratonianos y los medio maratonianos con sus respectivos animadores.
Como dije en el anterior post, mi animación particular se compuso, en esta ocasión, de Marisa y mis hijos que me animaron en tres puntos diferentes y en la recta de llegada, dándome ese extra que tanto me ayuda en la prueba de Filípedes; de nuevo, el "vamos Papi" de Ángela se volvió a escuchar en un maratón, quizás fue una de las claves de mi buena actuación final.


domingo, 3 de junio de 2018

Someone in the crowd

Algún cinéfilo avezado habrá caído en la cuenta del título de este post, un título idéntico a la canción que interpreta Emma Stone en el musical "La la Land"; el porqué de este título es fácil de explicar pues la película es una de las favoritas de mi hija, Ángela, que ha pasado este curso escolar estudiando en EEUU y a la que volveremos a ver en unas días cuando vayamos a recogerla para luego disfrutar las vacaciones por la zona. De hecho, decidí correr el Rock and Roll Seattle Marathon  cuando supe el destino escolar de mi hija, allá por el mes de agosto pasado tras estudiar las numerosas opciones de maratones que se disputan por la costa noroeste norteamericana en el mes de junio; por tanto, este título no es casual y me viene al pelo para hablar de mi próxima cita maratoniana.
La capital del estado de Washington siempre me ha atraído como un bonito lugar para hacer turismo, aunque nunca me había planteado correr allí... hasta el pasado agosto; en Seattle se disputan dos maratones, uno en otoño y el que voy a correr yo, el St Jude Rock&Roll Seattle Marathon, una prueba atractiva pues recorre los lugares más emblemáticos de la ciudad, pero también dura, pues a pesar de ser una ciudad costera, tiene muchas colinas lo que genera un recorrido cuyo perfil impresiona.

Tras la pequeña decepción vivida en Rotterdam, acudo este maratón sin grandes pretensiones en cuanto a marca, con el único objetivo de hacer una buena carrera y disfrutar del recorrido y el ambiente; no obstante, voy a llegar en un buen estado de forma, no tan bien como en Rotterdam, pero no mucho peor, como demostré en Azuqueca, donde vovlvía bajar de la hora y treinta en una media después de cuatro años; por eso, aunque la idea inicial es salir a rodar cómodo, podría cambiar de opinión e incrementar mi ritmo si me veo con fuerza suficiente,  pero sin volverme loco, pues repito que el perfil es muy complicado y no es conveniente desgastarse cuando se sabe que hay pocas opciones de conseguir una buena marca. Además, la semana previa al maratón estaré haciendo turismo y eso también me puede pasar factura el día de la prueba. Como dato positivo, todo indica que la climatología será benigna para mi, porque se espera un domingo lluvioso y frío

Para los amantes de la estadística, este será mi trigésimo segundo maratón, el cuarto en Estados Unidos (Boston, New York y Chicago) y el quinto en norteamérica, pues corrí también en Quebec; correré mi segundo maratón del año y me quedarán dos más para completar esta temporada, Chisinau y Tenerife. Y como dato anecdótico, estrenaré la camiseta que me ha regalado mi amigo y gran maratoniano, Jaime, con el dorsal  20158 en el pecho.
Afronto este nuevo reto con ilusión, pues me gusta correr en Estados Unidos, donde los maratones gozan de un gran ambiente con mayor afluencia de público y animación en las calles que en Europa  y con un carácter menos competitivo entre los participantes; sin presión, sin la obligación de mirar mi reloj en cada hito kilométrico, volveré a ser "someone in the crowd", uno más de los participantes cuyo objetivo principal es difrutar de la prueba y cruzar la línea de meta, aunque no descarto fijarme un objetivo una vez comenzada la prueba.
Para ello, volveré a contar con los ánimos de toda mi familia, algo que no ocurría desde el maratón  Frankfurt en 2016 y es que los nueve meses que Ángela ha pasado fuera de casa se nos han hecho eternos y por eso considero que es una buena idea dedicarle este maratón a mi hija, que volverá a estar al borde de la calle animándome con esa frase que tanto me gusta y que ya es famosa en varios continentes: Vamos Papi. Lo dicho, este va por ti Ángela.