Los amantes del vino sabemos que los buenos caldos mejoran con el tiempo, aunque no siempre es así, porque hay veces que a veces una bodega comienza su andadura con mucha fuerza y al cabo de unos años de fama, la calidad se disipa. La Ribera Run es un proyecto que se inició ya hace seis años con la intención de ofrecer un evento deportivo diferente a los corredores populares; la Ribera no es una carrera más, es un evento el que se fusiona deporte, enología, cultura, naturaleza, música y muy buen rollo. Puedes inscribirte por muchas razones, principalmente porque quieres completar uno de los atractivos recorridos que discurren por los campos castellanos, los viñedos a punto de vendimia con el río Duero como testigo de excepción; pero además de esto, tu participación te permite conocer múltiples bodegas de la Ribera del Duero, catar sus afamados caldos, disfrutar del Museo del Vino de Peñafiel, o de la inimitable Plaza del Coso, centro neurálgico de la carrera, pues allí se instala la meta, el escenario y se celebra la fiesta final después comer una deliciosa paella ¿Se puede pedir más para un finde deportivo? Difícilmente y es que esta carrera es de esas en las que puedes disfrutar con amigos o familia.
Pero volvamos al inicio para hablar de esta sexta edición, quinta para mi porque no pude asistir a la segunda edición a pesar de estar inscrito; podría decir que la sexta edición se parece poco a la primera, aunque quizás me equivoco, pero lo que puedo asegurar es que la sexta edición ha sido la mejor de las que he corrido. Los pequeños fallos acaecidos en las pasadas ediciones se han ido limando y ahora todo funciona a la perfección, desde la recogida de dorsales en un precioso hotel/convento hasta la fiesta final en la Plaza del Coso. Parece ser que este año se ha batido récord de participación, pero eso no ha influido en la excelente atención al corredor, una seña de identidad de la prueba desde su primera edición.
En cuanto a mi participación, este año he vuelto a disputar la prueba larga, pero corriendo solo, pues mi compañero de fatigas del año pasado (mi sobrino Rubén) estaba trabajando y ningún amigo se ha animado, espero que lo hagan el año que viene; sin embargo, en esta prueba no se corre nunca solo, hay un gran ambiente, las conversaciones entre corredores son frecuentes e incluso los brindis en las bodegas de avituallamiento.
Empezamos con una temperatura fresca, en torno a los 7 grados en las Bodegas Carramimbre, donde los corredores pueden avituallarse con café, agua y dulces de la zona antes de hacer una foto de grupo e iniciar camino. Los primeros kilómetros discurren entre pinares y viñedos, se cruza el yacimiento de Pintia para posteriormente llegar a la Bodega Dehesa de los Canónigos, primer avituallamiento donde además de agua e isotónico, ya te ofrecen vino, pero preferí no beber tan temprano. Una verdadera pena porque es un gran vino, como lo es el Jaro, segundo avituallamiento y último antes de llegar a Pesquera de Duero. En Pesquera se pasa por Lágrima Negra al entrar al pueblo, posteriormente se cruza la plaza y el recorrido se dirige a la Bodega Servilio donde empieza el camino que conduce la subida a la gran dificultad de la carrera, una cuesta de alrededor de dos kilómetros que separa Pesquera del siguiente paso, Curiel de Duero donde se ubica las Bodegas Comenge.
Al abandonar Curiel ya se ve al fondo el Castillo de Peñafiel, queda menos, pero no está hecho ni mucho menos; el recorrido se dirige ahora a la parte más bonita, el sendero que discurre al lado del Duero, corriendo solo, entre árboles, un lujo. Aún falta el avituallamiento de Carramibre antes de afrontar los último kilómetros que llevan a Protos y desde allí la subida al castillo. Yo no soy corredor de trail y lo del castillo siempre se me atraganta, este año me caí al bajar, pero creo que es la guinda final de un bonito recorrido que acaba en la Plaza del Coso ante los aplausos de los aficionados congregados.
Después de cruzar la meta, hay un generoso avituallamiento y te dan la copa de finisher con la que puedes catar cuatro vinos más, excelente noticia para los amantes del vino como yo. Y luego la paella, la música y el fin de fiesta.
La sexta cosecha de la Ribera Run ha deparado un resultado excepcional, un evento con cuerpo, equilibrado y con persistencia en la memoria de los participantes. Ahora toca afrontar otros retos, pero en septiembre de 2025 volveré a estar en la salida del la Ribera Run, esto no te lo puedes perder.