El sol brillaba en el cielo de Alcalá cuando llegamos a la zona de salida a las 8 de la mañana , con una temperatura fresca, pero buena para la carrera a pie; había desayunado tranquilamente en mi casa tras una noche plácida, sin nervios, inusual para mi antes de correr un maratón, pero esta vez era especial, había dormido en mi cama y corría en casa. Pili y yo nos preparamos dentro del centro comercial Alcalá Magna y nos dirigimos a la zona de salida unos cinco minutos antes de la hora prevista, sin presión y bien situados.
Sonó el pistoletazo y empezamos a correr, el plan era similar al del resto de maratones de 2017, rodar a un ritmo cómodo e intentar llegar con fuerza a la parte final de la carrera; sabía que estaba mejor que el mes pasado en Varsovia y los primeros kilómetros se nos fueron casi a ritmo de 4'30''/Km, pero estaba fresco y podía perfectamente con el ritmo. Tras el recorrido por "El Ensanche", volvimos a la zona de salida, donde recibimos los primeros ánimos de la afición, que siempre vienen bien, aunque faltaran muchos kilómetros por recorrer. Tras cruzar la vía por un túnel, la carrera se encamina a un polígono y desde ahí gira por el Camino de los Afligidos hacia una carretera por la que normalmente hago los rodajes largos; Pili reconoce la carretera porque también ella ha rodado por allí; todo marcha sin contratiempos.
Nos metemos de nuevo en Alcalá y tras pasar cerca del colegio de mis hijos, nos vamos acercando al casco histórico, no sin antes pasar al lado de la casa de Araceli y Javi, que nos animan con entusiasmo. Volvemos a salir del centro paralelos al río y enseguida viramos para ya dirigirnos al Parador, la espléndida Universidad y por fin la Plaza de Cervantes, que está prácticamente desierta a esas horas. Ha empezado el adoquinado, a veces regular y en otras resbaladizo, en los tramos más antiguos, pero son tramos intermitentes y no molestan; tras llegar a Los Santos Niños, se toma la Calle Mayor donde el adoquín está en peor estado, pero solo un pequeño tramo hasta llegar de nuevo a la Plaza de Cervantes donde se vuelve a girar para asentarse en la calle De Santiago, es decir, más adoquines hasta llegar a la puerta de Madrid, donde se vuelve al asfalto.
Nuestro ritmo se había estabilizado alrededor de 4'45''/Km, pero al llegar al Km16, Pili me dice que tiene que pasar por el baño y que siga; ya por entonces, nos habíamos unido a un grupo con otros tres atletas, con los que recorrí la interminable Vía Complutense hasta el final, donde Marisa y cía volvieron animarme justo antes de la media. No sabía donde estab Pili, ni si estaba bien, pero justo al pasar le media me alcanzó después de hacer un gran esfuerzo; fue entonces cuando llegó un avituallamiento y me adelanté un poco, mientras Pili se quedaba rezagada al beber agua como acostumbra; seguí hacia adelante esperando que me alcanzara, pero en realidad empecé hacer hueco con todos los miembros del grupo y empecé a quedarme solo.
Faltaba mucho para la llegada y no quería pasarme de ritmo, pero cayeron algunos kilómetros a 4'40'' hasta que salí de nuevo de "El Ensanche" y me encaminé hacia el polígono, mucho más desierto que antes; la carrera ya era un reguero constante de atletas y aunque empezaba a "recoger cadáveres", quedaba mucho por recorrer y había que mantener un buen ritmo. Pensé bajar el ritmo y esperar a Pili, pero no estaba seguro si podía reducir el ritmo y luego subirlo sin más, así que lo descarté. Recibí más ánimos justo antes de volver a entrar en la ciudad, donde ya había más gente, peor no animando, sino haciendo su vida y mirando con perplejidad el paso de los atletas, ya bastante tocados.
Tras pasar el km 32 se volvía a recorrer el casco histórico, con sus giros y sus adoquines, un mal terreno para incrementar el ritmo, sin contar que mis piernas no daban para mucho; sin embargo mantuve el ritmo, completé el recorrido del casco y me dispuse a rematar la faena recorriendo de nuevo la Vía Complutense. Son los últimos cinco e interminables kilómetros por un carril de una avenida ya repleta de vehículos con los que hay que compartir calzada; el viento soplaba ligeramente de cara y el final de esta interminable avenida se iba acercando muy poco a poco. No me podía venir abajo y traté de acelerar, sacando una buena media hasta llegar al final de la avenida donde se vuelve a cruzar la vía cuando restan solo 500 metros para llegar. Una llegada solitaria, disfrutando de los ánimos de mis amigos y del tiempo realizado, 3h19'14'', mi mejor tiempo en 2017.
Acabo satisfecho de un maratón que ha sido especial desde el inicio, pues ha coincidido con mi 23 aniversario de boda y de remate es mi maratón número 30 en la ciudad donde vivo desde hace unos años; con esta prueba, cierro el capítulo maratoniano en 2017, un buen año, con unas marcas decentes y en el que he disfrutado mucho compitiendo, lo más importante, al fin y al cabo. Ahora toca descansar, competir en distancias cortas y empezar a preparar el gran reto dd 2018, aunque eso, mejor lo cuento en otro post.