viernes, 31 de diciembre de 2021

Crónica de una decepción

En condiciones normales, en este blog ya estaría publicada la crónica del maratón De Cognac, dividida en tres apartados, para seguir la tradición; sin embargo, los hechos acaecidos durante dicha prueba, modificaron mis planes y además del retraso en la publicación por otras razones que no vienen al caso contar, he decidido escribir todo en un post, ya que las cosas no fueron como esperaba.
Llegué a Jarnac el viernes, en un día soleado que transmitía optimismo de cara  a mi vuelta a la distancia de Filípedes; el dorsal se recoge en una nave en la que sólo hay recogida, sin feria, ni merchandising. El ambiente es escaso en esa zona, aunque en el centro del pueblo ya está montada la zona de salida y meta que tiene anexa una feria de productos alimentarios que se celebra simultáneamente, pero que no visité.
La prueba se disputa en sábado y desde muy temprano esa "zona cero" de la carrera contaba con una buena  afluencia de gente, tanto corredores como curiosos y animadores. Tras aparcar en las afueras, nos dirigimos a la zona de salida para cambiarnos y pasar por el baño, que no estaba tan congestionado como en otros maratones, una muestra del buen funcionamiento de una organización modesta.
La carrera se puso en marcha a la hora prevista y comencé a un ritmo tranquilo, unos 4'50 min/Km, sabedor de que mi estado de forma no era demasiado bueno y que no podía arriesgar recién salido de la lesión. Pili, que empezó más lenta que yo, se puso a la par en pocos kilómetros y rodamos bastante tiempo juntos disfrutando del recorrido, que discurre entre viñedos y pequeños pueblos, un bonito paisaje aunque sin presencia de público, que casi es testimonial; pero lo que más me gustó fue cruzar una bodega de cognac en cuyo interior estaba ubicado el avituallamiento, una gran idea. Después de unos cuantos kilómetros juntos, dejé marchar un poco a Pili pero sin perderla de vista de manera que la adelantaba en los avituallamientos donde ella paraba a beber y yo no. Me di cuenta que empezaba a bajar mi ritmo y no quería dejarme ir, así que incrementé el ritmo, adelanté a Pili n otro avituallamiento y volví a poner un paso similar al del principio de la carrera.
Pasé la media en 1h43' con buenas sensaciones y ganas de hacer una buena segunda parte de la prueba; empecé a adelantar atletas manteniendo el ritmo, pues no era prudente acelerar aunque lo iba a intentar al final. Todo iba bien, sin molestias en el tendón ni nada parecido, pero en el kilómetro 30, en una bajada pronunciada tuve que frenar y forzar un poco el tobillo, no me gustaron las sensaciones pero parecía que no había secuelas porque seguía corriendo sin problema; digo parecía porque poco después, en el km 31, un agudo dolor en el tobillo me impedía seguir corriendo, así que paré estiré, intenté volver a carrera, seguía cojeando, volvía a parar, volvía a intentarlo y volvía el dolor; imposible seguir, se había acabado la carrera.
No podía correr, tan solo caminar y cojeando, así que no me planteé la posibilidad de continuar, más si cabe, porque no quería exponer más mi tendón; con dificultad, logré hacerme entender con un miembro de la organización, ya que nadie hablaba inglés y yo no hablo francés; me trasladaron en un coche a la meta, donde estaba ubicada la carpa de Cruz Roja donde me pusieron una bolsa. de hielo en el tobillo, no necesitaba más. Ese el fue el final, viendo como los corredores paseaban orgullosos con su medalla mientras yo paseaba a duras penas con mi bolsa de hielo en el tobillo. Por lo menos tenía a mi afición cerca, me consolaron, me arroparon y nos fuimos a comer, con la alegría de la segunda posición lograda por Pili, una sensación agridulce.
Afortunadamente, la lesión no ha empeorado, simplemente fue un problema de malos apoyos que ya estoy intentando solucionar y que me permite seguir entrenando a tope; la San Silvestre Vallecana Popular será mi segunda y última prueba de 2021 y espero que sea un punto de inflexión para que las aguas vuelvan a su cauce. Los retos del año nuevo están ahí, solo falta cumplirlos.


lunes, 8 de noviembre de 2021

Un maratón con aroma

Dice mi amigo Darío que la elección de mis maratones es muy random; sin entrar a valorar este anglicismo, tengo que decir que mi "colección" de maratones no responde a un patrón establecido y es cierto que mis elecciones se pueden considerar un tanto anárquicas, pero para cada prueba, han de ser considerados diversos factores, tales como vacaciones, opinión de mis acompañantes, país de destino o simplemente la facilidad para acceder a esa ciudad. En el caso de Cognac, la elección se ha fundamentado en varias razones: en primer lugar, es un lugar al que se puede llegar en coche y así evitar problemas de anulaciones; además, es un maratón modesto, con una participación alrededor de los 30 corredores y por eso, más seguro que un maratón masivo; por último, la pandemia está relativamente controlada en Francia y así todo será más sencillo.
El maratón de Cognac no se disputa en la ciudad que lleva ese nombre, es más, ni siquiera pasa por dicha ciudad, ya que estamos hablando del maratón de la región de Cognac se desarrolla entre varias localidades de la zona, con inicio y fin en la ciudad de Jarnac. Es fácil imaginar, que la prueba se disputa por la carretera que une las diferentes localidades, por lo cual, atisbo que el recorrido no va ser muy divertido, aunque espero disfrutar de los paisajes de viñedos franceses, eso si, durante muchos kilómetros. El recorrido es bastante plano y si el viento no molesta, preveo unas condiciones bastante favorables, pues la temperatura pronosticada  también es de mi agrado.Tras la vuelta a la competición en Laredo y con buenas sensaciones, afronto este maratón con ilusión, sin presión en cuanto a ritmo, pero con la preocupación de una posible recaída; no obstante, los entrenamientos realizados en la última semana han sido positivos y parece que las molestias en el tendón están casi erradicadas, aunque no hay que lanzar las campanas al vuelo, por si acaso. Saldré a rodar y a disfrutar de la experiencia maratoniano después de 22 meses, pues Murcia fue el último reto de 42 K que completé antes de la pandemia. Espero que esta prueba sea un punto de inflexión para volver a retomar mi patrón de competición que se vio interrumpido por causas que todos conocemos.Y para que el punto de inflexión funcione, viajo con mis habituales animadores, una expedición de diez personas que tiene previsto visitar la zona de Burdeos para conocer su cultura vinícola, antes de desplazarse a la región del afamado licor. Entre los expedicionarios, se encuentra Pili Isidro, que desgastará zapatillas conmigo en esta peculiar prueba que se celebrará el próximo sábado. El objetivo es claro, completar el maratón disfrutar después de tanto tiempo en el dique seco. Seguro que lo conseguimos.


jueves, 7 de octubre de 2021

Volver

 Ha pasado un año y medio desde que corrí mi último maratón, en febrero de 2020 en Murcia;  sólo unas semanas después, el mundo se confinó debido a la pandemia y todas las competiciones fueron suspendidas o aplazadas para ser suspendidas definitivamente con posterioridad. No es este el lugar adecuado para hablar de los efectos globales de la pandemia, por eso prefiero centrarme en las consecuencias que hemos sufrido los corredores, que pasamos de un estado de confinamiento total, o sea, sin posibilidad de correr, a uno posterior de restricciones para poder practicar nuestra aporte favorito y afortunadamente ya estamos en lo que parece el final del túnel, con un estado de casi total normalidad, aunque no del todo, pues, por ejemplo, hace poco tiempo que he podido volver a entrenar en pista.

Pero mi caso particular ha sido un poco más complicado, porque me lesioné en agosto de 2020, una lesión a la que en principio no di importancia y cuya recuperación se ha alargado casi un año, alternando temporadas sin correr con otras en las que pude hacerlo con restricciones; una inflamación en el talón de Aquiles que ha puesto en jaque mi paciencia y voluntad para volver a disfrutar de este deporte, pues puedo asegurar que hubo momentos en los que pensé que no volvería a calzarme unas zapatillas. En la parte positiva de la balanza, el parón en la carrera a pie me ha permitido recuperar mi afición a la bicicleta, que me ha servido para seguir activo, ayudar a mi recuperación y mantener una forma física aceptable.

Aún no estoy recuperado completamente, pero ya tengo fijada la fecha de vuelta al maratón, obviamente acordada con Gonzalo, el fisio que me ha llevado en esta larga recuperación; será en noviembre, en el Maratón de Cognac, una modesta carrera que considero ideal para volver a la mítica distancia en estas épocas tan turbulentas; antes de eso, retornaré a la competición el 16 de octubre en Laredo, para  disputar sus famosos y rápidos 10K, aunque con la única pretensión de recuperar sensaciones, porque no sería prudente ir a tope y exponerme a una recaída.

Para llegar a Cognac en las condiciones apropiadas, estoy llevando a cabo un entrenamiento especial, forzando lo justo y alternando bicicleta con la carrera a pie; el objetivo es completar el maratón sin recaer en la lesión y hasta el momento voy por buen camino. La marca es obviamente accesoria, lo importante es sentar de nuevo las bases para retomar mi afición atlética y volver a correr maratones regularmente.

Curiosamente, estaba preparando un maratón en Francia, concretamente Nantes, antes de iniciarse la pandemia, una carrera en la que pensaba competir con la camiseta de la selección española de atletismo que me regaló Pili, así que tendré que sacarla del cajón para competir con ella en Cognac y volver a  disputar un maratón. Mi última competición antes de la pandemia fue la media maratón de Palencia, el 8 de marzo de 2020; han pasado muchas cosas desde ese día, todos hemos aprendido a valorar cosas que no parecía no interesarnos y creo que después de esto, todos hemos cambiado un poco; personalmente, he aprendido a ser más paciente y a valorar más el poder disfrutar de algo tan simple como es correr y todo lo que me aporta, por eso, estoy preparado para volver.


Volver para  sentir ilusión cuando me inscribo a una carrera; volver a preparar todos los detalles del viaje; volver a recibir lo entrenamientos de Depa y pensar: "este tío me quiere matar; volver a decidir con mis amigos que maratón debo correr, volver a quedar con Alfredo para hablar de mis competiciones, volver a estudiar recorridos, perfiles y características de cada maratón; quiero retomar mi proyecto de correr en los cinco continentes y seguir sumando maratones en lugares exóticos, como le gusta a Rafa; quiero volver a visitar una feria del corredor y respirar ese ambiente especial, volver a compartir la distancia de Filípedes con Pili y con Jaime (como en Murcia), con Mario, Roberto, Lobo, Alex, Beto, Abel etc y espero que que alguna vez pueda hacerlo con con Darío o con Rubén; quiero volver a recibir el calor del público y sobre todo de mi gran afición, Carlos, Myriam, Rafa, Encho, Toli, Jorge, Ana, Camilo, Marta etc y también quiero volver a ver a mi sobrino Daniel o a mi hermana animándome en las calles; volver a leer los comentarios de la carrera de mis amigos atletas en el grupo y leer eso de "para lo que te va a servir" que siempre escribe Torroles. Quiero volver a chocar manos con los niños que animan en el recorrido. beber en los avituallamientos, tomar los geles, mirar el reloj para comprobar el ritmo, sudar, sufrir, hundirme o recuperarme, volver a oler la meta a falta de un kilómetro y posteriormente cruzarla cumpliendo un sueño que siempre se repite en ese preciso instante. Quiero volver a hacerme las fotos post-maratón, aunque no me aguanten las piernas y por supuesto, quiero volver a recibir el abrazo de mis hijos tras finalizar el recorrido y sobre todo recibir el beso de Marisa que siempre he recibido al final de todos mis maratones. 

Por todo esto y muchas más razones quiero volver a correr un maratón.
Y voy a volver.