Se acabaron las vacaciones de verano. Han sido quince días en Peñíscola que la final se me han hecho un poco largos. La verdad es que he echado de menos la semana en Pirineos y las caminatas con los niños, pero otro año será. Queda todavía verano y calor, pero afortundamente en Villalbilla no hay esa humedad que me ha machacado a orillas del Mediterráneo. Ya he hecho dos salidas y salvo dos desgradables incidentes con perros, todo ha marcahdo bien. Hace calor, pero saliendo a primera hoar es soportable. Lo de los perros no lo es, parece que hay un virus que impide a sus amos sujetarlos cuando van por la urbanización, pero a eso dedicaré otro post.
Con perros o sin ellos, con frío o con calor el caso es que me quedan tres meses, que son doce semanas, para llegar a punto a mi cita otoñal con el maratón. Estoy en la fase decisiva
de mi preparación y quiero llegar en un estado óptimo al 17 de octubre. Para ello cuento con Javier, mi entrenador, pero no vale de nada una buena planificación si no se lleva a cabo correctamente. Así que me toca ponerme las pilas y empezar a entrenar bien, olvidándome de la temperatura y de la que está cayendo en mi trabajo, que espero que no me afecte.
Aunque os contaré por aquí, voy a correr el 31 de julio una distancia corta y quizás alguna carrera más antes de la primera media, en Villanueva de la Serena el 21 de agosto. El 19 de septiembre vuelvo a Pucela, a correr la media y luego ya me quedará un mes para el maratón.
Espera un verano duro, pero aderezado por el final del tour, el campeonato de Europa de atletismo, el mundal de baloncesto... que más puedo pedir para distraerme entre series,¿ no?.