miércoles, 31 de diciembre de 2014

El año de los cuatro maratones y medio

Cuando cruce la meta de la San Silvestre Internacional dentro de pocas horas, haber finalizado mi año atlético con 2060 kilómetros recorridos en unas 200 horas repartidas en 260 sesiones. En el año que termina no he conseguido mejorar mi marca en ninguna de las distancias en las que compito, pero por contra, he conseguido terminar cuatro maratones, a lo que sumado a la retirada en Sevilla, me ofrece un balance de cuatro maratones y medio.
Locura para algunos, proeza para otros, en mi opinión, lo realizado este año sólo puede ser considerado como una bonita experiencia que me ha ayudado a disfrutar de una prueba tan bonita como el maratón: Tras la dolorosa lesión de Sevilla, me preparé para batir mi marca en Coruña, pero allí el viento impidió que bajara de las tres horas, en una carrera que Depa considera como mi mejor maratón. Dos semanas después, Acabé Praga con bastante cansancio, pero buenas sensaciones, disfrutando de una prueba realmente espectacular.
La aventura canadiense de Quebec fue peor de la esperado, aunque correr una maratón tiene esas cosas, lo que sumado el calor dio como resultado el peor maratón de mi vida. Y para rematar, la mítica carrera de Atenas, donde fueron mucho más importantes las sensaciones que la marca, pues cumplí un sueño, el realizar el recorrido clásico, aquel que hizo Filípedes por primera vez.
Inmerso en la preparación de Marrakech, hoy disputo mi segunda San Silvestre Internacional, en busca de una buena marca, pero sobre todo, de volver a disfrutar de la prueba más bonita del calendario. 
Hoy acabo el año corriendo, como es tradicional. Buena suerte y feliz 2015 a todos.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Felices Fiestas

Hace ya más de seis años que comencé a escribir este blog; por aquel entonces había completado cuatro maratones (Madrid, Madrid, San Sebastián y París) y decidí compartir mis experiencias con amigos y conocidos. Es fácil adivinar que siempre me ha gustado escribir, así que encontré en el "running" la horma de mi zapato, pues quería contar al mundo no tanto los aspectos técnicos de una preparación atlética, sino las sensaciones que experimentaba al realizar esta actividad. 
Correr es un deporte muy sencillo, pues sólo necesitas unas zapatillas y un camino que seguir; lo mejor, es que una actividad tan sencilla te proporcione tantas sensaciones positivas, como disfrutar el viento en tu cara, observar el cambio de estaciones en tu recorrido habitual, el nerviosismo inevitable previo a la competición, los gritos de ánimo del público anónimo en una carrera, o lo que es mejor, de tu propia familia o amigos y por supuesto, la sensación de satisfacción cuando cruzas la línea de meta. Es difícil de creer, pero disfruto cada vez que me calzo unas zapatillas y salgo a correr, cada entrenamiento, cada tirada larga, cada serie, haga frío o calor, llueva o granice, correr me ayuda a ser más feliz.
Desde que empecé a escribir, he intentado contagiar mi pasión por este deporte a todos los que me leéis, he intentado transmitir mis sensaciones, mis inquietudes, mis alegrías y compartirlo con vosotros. Como es normal, me gusta tener muchos lectores y afortunadamente y ayudado por la difusión que hago en redes sociales, mis posts llegan cada vez a más gente, amigos e incluso lectores anónimos.
Por eso, en esta noche tan especial en la que todos nos reunimos con nuestros seres queridos y deseamos paz y amor a nuestros semejantes, quiero aprovechar para dar las gracias a todos los que me seguís y me animáis con vuestros comentarios por la red o en persona; os aseguro que sin vosotros esto de correr no sería lo mismo, porque no podría compartir mis experiencias. A todos los que estáis siempre ahí, os deseo una Feliz Navidad.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Bajarse al moro

Supongo que muchos de los que leéis este blog os acordáis de la película que rodó Fernando Colomo en el año 1988, en la que unos chavales "bajan" a Marruecos a comprar hachís para luego venderlo en España y sacarse unas "pelas". No soy un conocedor profundo del tema, pero creo que ese tipo de viajes, más o menos habituales en los 80, ya no se dan actualmente. En cualquier caso, la divertida comedia de Colomo, me viene como anillo al dedo para hablar de mi próximo maratón, donde me esperan varios objetivos pendientes.
El Maratón Internacional de Marrakech es una excelente excusa que utilizan muchos atletas españoles para "bajarse al moro"; obviamente, la motivación es bien distinta a la de la película, pues los que vamos a correr allí tan solo pretendemos disfrutar de esa bonita ciudad y ya de paso correr un maratón muy llano con unas condiciones climáticas bastante buenas para la época del año.
En mi caso, acudo a la "ciudad roja" para cumplir varios objetivos, pues si cruzo la línea de meta habré llegado a la cifra de veinte maratones completados, será el primer maratón que corra en África (con lo cual habré corrido maratones en cuatro continentes) y ya de paso, intentaré, una vez más, acabar por debajo de las tres horas, un objetivo que aún no he conseguido lograr.
No tengo demasiadas referencias de esta carrera, pero me han hablado bien de la organización y del trazado, muy rápido; si a eso unimos que es un viaje cómodo, una participación no masiva y que la temperatura será fresca y sin demasiada humedad, se puede decir que cumple unas condiciones aceptables para intentar conseguir una buena marca.
Tras correr tres maratones por el puro placer de correr, he decidido volver a intentar conseguir superar esa mítica barrera de las tres horas; aunque pueda parecer raro, tras los cuatro maratones de 2014, no estoy cansado y la preparación de Atenas me ha servido de base para comenzar un entrenamiento específico de 10 semanas en las que espero afinar mi estado de forma. Durante este tiempo, sólo voy a competir en la San Silvestre Internacional, pues quiero centrarme en el objetivo principal. Creo que es factible bajar de tres horas, lo pude hacer en 2013 en Sevilla, cuando conseguí mi mejor marca (3h01'35'') y lo pude hacer el pasado abril en Coruña, donde el fuerte viento fue fundamental para no poder bajar de 3h 04' 46'', mi segunda mejor marca. En Marrakech, espero que el estómago y la meteo me respete, no como me pasó en esas otras carreras.
Me queda mucho trabajo por hacer, pero sé que no voy a estar solo, pues cuento con la ayuda de un genio como Depa que sigue haciéndome mejor corredor día a día y con el apoyo de todos los que leéis mis andanzas en este blog. Y por supuesto, cuento con el ánimo de Marisa y mis incondicionales amigos/seguidores, que volverán a apoyarme como saben en las calles de la ciudad marroquí y eso, aunque suene raro, sigue siendo mi principal baza.

martes, 18 de noviembre de 2014

Maratón de Atenas (3) - La carrera

Las previsiones meteorológicas anunciaban llovizna el día de la carrera, e incluso Zeus lanzó alguno de sus truenos sobre la ciudad helena el sábado por la mañana, pero cuando me desperté a las 5:30 de la mañana del domingo, el cielo estaba despejado y las previsiones para la carrera eran de sol y temperatura agradable (unos 15º).
Me monté en el autobús de la organización a las 6:45 de la mañana, tras haber desayunado en el hotel con tranquilidad; el trayecto no me resultó muy pesado, pues eché una cabezada larga y cuando desperté, ya estaba llegando a Maratón, donde parece ser que están las llanuras de la famosa batalla, aunque yo sólo veía montes por todos los sitios. Me encontré con unos gaditanos con los que había coincidido en el avión, nos hicimos una foto y los animé un poco, pues era su segunda experiencia maratoniana.  Había mucha gente en la zona de salida y me costó alcanzar la pista de atletismo, donde, tras pasar por el baño, me cambié, me preparé y tras entregar la bolsa en el correspondiente camión, me puse a calentar.
Tenía tiempo suficiente para calentar, de manera que me relajé y me puse a dar vueltas por la pista animado por estar en un lugar tan emblemático y por el sirtaki que sonaba por megafonía, interrumpido a veces por un speaker  hiperactivo que ofrecía información y eslóganes sin parar.
Unos diez minutos antes de la salida se realiza un juramento (creo que un juramento maratoniano) y aunque el speaker lo recita en griego, me uno a la mayoría levantando el brazo derecho, supongo que para jurar algo que no entiendo, pero que respeto y me resulta emocionante. Por fin nos mandan a la salida, me sitúo en mi cajón, donde hay espacio suficiente para empezar sin agobios y mientras suena  música de Vangelis (1992, El Descubrimiento), me conjuro para hacer una buena carrera sin desgastarme. Con la cuenta atrás, la música cambia y la salida se anima al ritmo de "Misión Imposible", una buena manera de comenzar un maratón tan duro como este.
El perfil de la prueba que da la organización parece plano al principio, pero mi percepción es que la carretera pica hacia arriba desde el primer kilómetro, en el que se cruza la ciudad de Maratón, para luego desviarse y hacer un recorrido circular alrededor de un monumento a los caídos. En esos momentos llevo un ritmo pausado, sin forzar, entre los 4'30'' y los 4'35'', consciente de que queda mucho terreno empinado y es necesario guardar fuerzas.
Coincidí con varios españoles en estos primeros kilómetros, unos de Cáceres, otro de Asturias, otro canarión... y con todos ellos hablé un rato antes de dejarlos atrás; por entonces ya se respiraba una tensa calma, pues todos sabíamos que a partir del kilómetro 10 se desataba batalla.
Y vaya si se desató, porque el terreno que picaba ligeramente hacia arriba, se había convertido en una subida constante y cada uno tuvo que elegir el ritmo que más le convenía para aguantar el tirón. Yo bajé un poco el pistón, rodando a unos 4'40'', con la vana esperanza que el terreno me se aplanara con los kilómetros; me estaba engañando, sabía que la subida duraría hasta el kilómetro 30, pero hasta el kilómetro 17 el recorrido daba algunos respiros en forma de bajadas de corta duración.
Empezaba a estar cansado cuando pasé por la media en 1h 38'14'' y empecé a dar vueltas a la cabeza sobre lo que me quedaba, aún la mitad de un recorrido en el que ya habían finalizado los descansos y la carretera seguía subiendo por tramos, que cuando se acababan enlazaban con otra subida. Además hacía calor y humedad debido a las lluvias de los día previos y los fantasmas de Quebec surgieron en mi mente; pensé en pararme, en volver a rendirme, pero no podía hacerlo, no me iba a rendir por segunda vez consecutiva y afortunadamente pude sopesar la situación y darme cuenta que el calor no era tan fuerte como el de Quebec y además la cuesta se iba a acabar el km 31, por tanto, había que echarle valor, seguir y olvidarse del cansancio.
Como el recorrido es lineal y el metro sólo llega hasta el km 28, Marisa y mis amigos decidieron que sería ese punto en el que me iban a animar y así les daría tiempo suficiente para volver al estadio a verme entrar. Yo sabía que me esperaban en ese kilómetro, así que establecí el  28 como primer objetivo y el km 31  como el segundo; había que llegar a ver a mi afición y  la diosa Atenea me iba a echar una mano en forma de nubes que me permitieron olvidarme un poco del calor. Entonces decidí tomar mi segundo gel (el primero cayó en el km 20) y mientras lo hacía vi a un chavalín de unos 4 años al otro lado de la carretera con su brazo estirado para chocar palmas; no me lo pensé, me crucé de lado y le choqué los cinco al pequeño heleno, lo cual me supuso un aplauso y ánimos de la gente allí congregada. Esos aplausos me animaron tanto que avivé el ritmo y me fui directo a ver a mi afición, que como siempre, estaban en el lugar pactado con sus banderas y pancartas para darme ese empujón que vale mucho más que cien geles.
Por entonces yo volvía a estar animado, volvía a aplaudir al público y a animar a atletas a mi alrededor y además, sólo faltaban 3 kilómetros de subida; "está chupado Chuli" me repetía una y otra vez.
Llegó el 31 y comenzó una bajada tendida de casi 800 metros en la que empecé a disfrutar de la carrera, a pesar del dolor de mis cuadriceps, que tenían que adaptarse al nuevo perfil. Pero el dolor no importa cuando sabes que vas bien y yo me notaba fuerte, había soportado los durísimos primeros 30 kilómetros y me quedaba lo fácil, pues el terreno ya picaba hacia abajo o era plano.
Aceleré el ritmo, tomé mi último gel, adelanté al único español que me había dejado atrás (un chico de Navalmoral de la Mata) y me fui a tumba abierta hacia la meta, con fuerza, sin signos de agotamiento, pues había regulado bien y estaba entero, a pesar de los agobios pasados. El recorrido por Atenas es más divertido, porque hay más gente y se corre por avenidas amplias donde puedes disfrutar de la carrera. Pero lo realmente bueno llega al final, cuando se alcanza la plaza de Syntagma y se es consciente que el imponente Panathinaikó te espera, como esperó a Spiridon Louis y los maratonianos de la primera prueba olímpica de la distancia en 1896.
El público ya llenaba las aceras, jaleando a los atletas, que como yo, disfrutaban del momento. El último repechito estaba en el km 41, pero a partir de ahí se gira a la izquierda por una calle en bajada con árboles a los lados y abarrotada de público que son el preludio de la llegada a un estadio que ya se atisba en el horizonte. Apreté los dientes, aceleré, estaba hecho, iba a entrar en el Panathinaikó.
Me emocioné al entrar y enseguida giré la cabeza para intentar ver a Marisa en la abarrotada grada de meta; no estaba, pero la gente animaba sin parar, así que les hice gestos de alegría mientras notaba el suave tacto de la pista negra en mis zapatillas. Por fin vi a Jorge y a Rafa en la grada, con sus banderas y me permití la licencia de esprintar porque podía e iba entero. Crucé la línea de meta con una emoción increíble, mientras veía a Marisa que me esperaba justo pasada la meta. Acababa de terminar mi decimonoveno maratón, el cuarto de 2014, con una marca de 3h18'32'', pero sin duda lo importante es que había completado el Maratón Clásico de Atenas en el recinto más espectacular que he conocido y que seguro, será un recuerdo imborrable en mi vida atlética.
Después de cruzar la meta levanté los brazos y me dirigí a la grada a abrazar a Marisa; os podéis imaginar que en esos momentos yo era un hombre feliz y una vez más, me di cuenta porqué corro.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Maratón de Atenas (2) - La Organización

Tengo que reconocer que acudía a Atenas con ciertas reservas al respecto de la organización, pensando que por algún lado iba a fallar. Una vez finalizado el fin de semana maratoniano, no he encontrado sino fallos de muy poca importancia y aciertos a la altura de los grandes maratones internacionales.
Parece que los organizadores del Maratón Clásico de Atenas han decidido aprovechar la peculiaridad de las que hacen gala y eso es que es la única carrera que se disputa entre las poblaciones de Maratón y Atenas, un slogan que se repite una y otra vez en la salida de la prueba; es evidente que hay maratones más espectaculares, con más ediciones y con recorridos más atractivos, pero si quieres rememorar la gesta de Filípedes, no hay más remedio que acudir a Atenas.
Un stand de la organización recibe a los corredores en el aeropuerto para resolver cualquier duda; es una primera toma de contacto que te permite darte cuenta de la eficiencia organizativa, algo que ya se atisbaba cuando realicé la inscripción en una web que ha venido informando de todos los detalles de manera actualizada hasta el día de la prueba. 
La feria del corredor está situada en un pabellón nuevo al que se puede acceder con transporte público, aunque usé el taxi, que es bastante asequible en la ciudad helena; son dos niveles de feria, en la que se pueden encontrar muchos stands de productos para el atleta y en el que también se han colado algunos expositores que no vienen al caso; eché de menos la presencia de grandes maratones y de grandes firmas, aunque creo que el tiempo los llevará, pues no en vano, este año la cifra de participantes era de 30.000. Una cifra, que no influye en una recogida rápida del dorsal, atendidos por voluntarios que hablan inglés sin problema y que resuelven cualquier duda; además, te dan una tarjeta con la que puedes usar gratis el transporte público todo el fin de semana y te hacen descuento en las principales visitas turísticas; una gran idea, por cierto.
Pero el gran reto organizativo llegaba el día de la carrera, no por el recorrido en si, sino por el traslado de los participantes hasta la localidad de Maratón, donde se inicia la prueba; la carrera comenzaba a las 9, pero los primeros autobuses se podían tomar desde las 4:30 en cuatro puntos céntricos de la ciudad. Yo no madrugué demasiado y decidí subir en alguno alrededor de las 6 de la mañana (el último partía a las 6:45), de manera que cuando salí del hotel, justo al lado de la plaza Syntagma, el panorama era espectacular, pues miles de personas llenaban la calle en una larguísima cola a la espera de los autobuses; por un momento temí que se iba a desatar el caos, pero no fue así porque los autobuses llegaban a decenas y partían con rapidez en cuanto se llenaban, siempre observados por voluntarios que evitaban que pudiera colarse algún corredor sin asiento. En alrededor de una hora llegamos al centro deportivo de Maratón, donde todo estaba preparado para evitar problemas y aglomeraciones. Una pista de atletismo con gradas era el lugar ideal para cambiarse y calentar, tras un paso previo por los camiones donde podías dejar la ropa en una bolsa especial que nos habían dado con el dorsal. Los baños portátiles eran numerosos, sin apenas colas y además se podía acceder a un pabellón cubierto con más baños y con posibilidad de cambiarse bajo techo.
El speaker repetía machaconamente en varios idiomas que sólo se podía correr entre Maratón y Atenas en esta carrera, mientras iba indicando los tiempos límite para dejar la ropa o para dirigirse a la salida; una salida, en la los cajones eran controlados minuciosamente por los voluntarios y así se eliminaba cualquier posibilidad de picaresca. 
Tras el pistoletazo de salida, la carrera discurre por una carretera, un recorrido monótono pero bien asistido, con avituallamiento de agua e isotónicos cada cinco kilómetros y un intermedio de agua y esponjas entre ellos; el agua se da en botella y  los isotónicos en vaso. En cuanto al avituallamiento sólido, se ofrece fruta a partir del kilómetro 10 junto al avituallamiento completo y en el km 20 se ofrece un gel. La mayoría de los avituallamientos se despliegan a ambos lados del recorrido.
Los hitos kilométricos son fijos, señales de tráfico que siempre están ahí, aunque se complementan con otros más grandes que pone la organización. Una vez que se entra en Atenas, el recorrido sigue estando cerrado al tráfico por completo y discurre por avenidas muy amplias y con una animación considerable.
La llegada al estadio es espectacular, con mucha gente en las calles y un estadio perfectamente engalanado para recibir a los esforzados atletas. Tras cruzar la línea te hacen andar un rato por la pista, te dan la medalla y un poco más adelante agua, fruta y alimentos sólidos, junto con una manta térmica. Desde ahí, se recorren unos metros vallados hasta la salida, donde pude recibir el abrazo y las felicitaciones de mis acompañantes.
No me atrevería a dar una calificación a esta prueba, pero me ha dejado muy buen recuerdo, uno de los mejores de mis maratones (y ya llevo 19). Si alguno se anima a correr en Atenas, os aseguro que seréis tratados como se debe tratar a un maratoniano: con eficiencia y respeto.

Maratón de Atenas (1) - El ambiente

Todo buen deportista sabe que la prueba conocida como "maratón" tiene su origen en la distancia que el soldado Filípedes recorrió entre las llanuras de Maratón y Atenas para anunciar la victoria del ejército ateniense sobre el persa; hoy en día, se disputan maratones en casi todas las ciudades importantes alrededor del mundo, pero Atenas tiene el privilegio de poder organizar la carrera por el recorrido original, aquel que recorrió Filípedes hace más de 2.000 años. Correr en Atenas supone poder revivir esa primera "maratón" y por eso, cualquier maratoniano que se precie y pueda, debería correr en Atenas alguna vez.
Hasta que corrió mi amiga Pili el año pasado, no tenía buena opinión del Maratón de Atenas, pues me habían comentado que la organización era bastante mala, el recorrido muy duro y la animación escasa, pues a los atenienses les preocupaban más los problemas de su país que la mítica carrera. Sin embargo, cuando desembarqué del avión y vi los primeros carteles anunciadores de la carrera e incluso un stand informativo para los participantes, me di cuenta de que las cosas habían cambiado y que la carrera era el principal acontecimiento de la ciudad durante el fin de semana.
Acudí a la feria del corredor a última hora del viernes tarde, ubicada en el pabellón de Taekwondo utilizado en las Olimpiadas de 2004 y aún había mucha gente por allí recogiendo su dorsal o dando una vuelta por sus numerosos stands; había animación, aunque es evidente que en Atenas no acuden las grandes firmas, de momento. Pero no era necesario ir a la feria para ver a los 30.000 participantes (sumando a los participantes en los 5 y 10 km), pues el centro de la capital griega estaba repleto de deportistas, fácilmente reconocibles al estar ataviados de sus zapatillas de competición y en muchos casos, de cortavientos en los que se hallaban impresas sus procedencias: Alemania, Italia, Francia, Sudáfrica, China, USA... Además, la organización ofrecía descuentos en los monumentos más significativos, por lo que el sábado por la mañana era imposible hacer turismo sin ver corredores por la calle; la misma historia se repetía por la noche, en la que muchos restaurantes habían preparado menús especiales a base de pasta.
Ya el día de la carrera, los corredores se dejaron ver desde primeras horas, llenando los puntos de recogida de los autobuses que se dirigían a la salida de la carrera: Maratón. El centro deportivo de esta ciudad griega lucía sus mejores galas para acoger a los miles de participantes que desde muy temprano fueron preparándose y calentando alrededor de la pista del estadio de maratón. Luego, tras el pistoletazo, la carrera recorre la cartera que une la histórica ciudad con Atenas, de modo que el público sólo aparece en el cruce de núcleos urbanos y apenas se ve a gente en los kilómetros intermedios. A partir del kilómetro 28 se entra en la capital griega y es entonces cuando la animación aumenta, sobre todo en los últimos siete kilómetros, aunque la parte más emotiva son los últimos dos, en los que las calles están repletas de público vitoreando a los atletas, preludio de la espectacular entrada al impresionante estadio Panathinaikó, donde una de las gradas brilla repleta de público de todas las nacionalidades; sin duda, una de las mejores llegadas, sino la mejor, de mis diecinueve maratones.
Una vez analizado el fin de semana, me pregunté porqué llegué a pensar que el Maratón Clásico de Atenas no tenía ambiente; realmente estaba muy equivocado y la experiencia griega, ha sido muy productiva para mi espíritu maratoniano.



lunes, 3 de noviembre de 2014

Chulípides, a la conquista del Estadio Panathinaikó

En el año 490 a.c. el soldado griego Filípedes recorrió unos 40 km que separan la llanura de Maratón y Atenas para anunciar la victoria del ejército ateniense ante los persas; años más tarde, en 1896, la distancia recorrida por este soldado fue  utilizada como referencia para disputar el primer "maratón" de la historia, el de los Juegos Olímpicos de Grecia; aquella carrera fue ganada por el pastor griego Spiridion Louis. Sin embargo, la distancia que se recorre actualmente en un maratón, fue fijada en los Juegos Olímpicos de Londres de 1908, debido a un capricho del rey Jorge, que realizó una variación del recorrido para que su esposa pudiera ver a los esforzados atletas pasando enfrente del palacio de Windsor sin mojarse (ese día llovía); a partir de entonces, el maratón consta de 42,195 km.
Ha pasado mucho tiempo y se han disputado infinidad de maratones desde entonces hasta ahora y la  prueba se ha convertido en un auténtico fenómeno de masas. El maratón ya no es una competición reservada sólo para atletas profesionales, sino que cada año, millones de corredores aficionados recorren esa distancia mítica que inauguró, sin querer, Filípedes.
Yo soy uno de esos aficionados, como bien sabéis. Por si alguien no lo recuerda, llevo terminadas 18 maratones y si el próximo domingo todo va bien, cruzaré por décimonovena vez la pancarta de meta de un maratón, pero esta vez, la cruzaré en el imponente Estadio Panathinaikó, sede de los antiguos Juegos Olímpicos y de los primeros de la nueva era en 1896.
El Maratón Clásico de Atenas recorre aquel camino que tuvo que cubrir Filípides, aunque con ligeros retoques para adaptar la distancia y terminar en el histórico Estadio Panathinaikó. Supongo que cualquier maratoniano que se precie disfrutaría realizando este mítico recorrido, que tendré la oportunidad de disfrutar el próximo domingo.
El perfil del maratón ateniense es duro, plagado de repechos y con poca animación en la primera parte del recorrido, debido a que discurre por una carretera alejada de núcleos urbanos; no es, por tanto, una buena carrera para intentar conseguir un buen registro y no voy con intención de hacer una gran marca, pero tampoco voy a ir a pasearme y voy a tratar de hacer una carrera digna. Además, después de lo ocurrido en Quebec, tengo una espina clavada que quiero extraer cuanto antes.
Llego a esta cita en buena forma, pero sin estar a tope, pues mi preparación se centra en atacar mi marca el próximo enero en Marrakesh. Sin embargo, llego mucho mejor preparado que en Quebec, después de haber hecho series más largas y duras y muchos más kilómetros; no sé que marca podría hacer con un perfil plano, pero no me importa, sólo quiero acabar bien Atenas y seguir entrenando con intensidad.
Al margen de la marca y del perfil, Atenas es el maratón por excelencia, el recorrido que completó Filípedes y sobre todo, la llegada al histórico Panthinaikó, con su óvalo cerrado y sus gradas de mármol; creo que vale la pena correr un maratón para cruzar la línea de meta en ese estadio. Será el domingo y con el dorsal 1024 en el pecho.
Nota: el nombre "Chulípides" no es una invención mía, sino de mis amigos foreros.

domingo, 26 de octubre de 2014

Medio Maratón de Cuenca

La semana que hoy termina se preveía complicada el pasado domingo, al repasar los duros entrenamientos que me había programado Depa, con una sesión de 8x1000+1000, un controlado de 10 km y una tirada de 30 km, aderezada con varios rodajes más suaves.  Desgraciadamente no he podido realizar todas las sesiones programadas, pues un inoportuno virus me ha visitó el pasado martes y no me ha soltado hasta el sábado; las consecuencias han sido importantes, pero no catastróficas, pues tuve que abandonar la sesión del martes con dos series por cumplir y además cancelar el controlado del jueves, aunque he cumplido con los rodajes, reduciendo kilómetros.
Todos estos contratiempos no han conseguido que abandonara la idea de correr la media maratón de Cuenca, como tenía programado a fin de realizar el rodaje largo junto a unos kilómetros de propina; aunque Depa me dijo que lo dejara si no estaba bien y mi amigo Juanjo me aconsejó evitar riesgos, el sábado me encontraba algo mejor y me desplacé a la preciosa capital manchega con la intención de participar en esta peculiar media.
En la media de Cuenca no es obligatorio madrugar pues su hora de comienzo son las 10:30 de la mañana, lo que me permitió desayunar con tranquilidad y posteriormente rodar unos 5 km calentando antes de desplazarme a la salida, ubicada en la parte más alta de la ciudad: el barrio del Castillo. Llegué con el tiempo justo a la pancarta de salida, después de subir correteando las empinadas calles del centro de Cuenca, pero sin cansarme demasiado. 
Por eso pude hacer una buena salida y poner un buen ritmo desde el principio, cuatro kilómetros de bajada en los que no quise acelerar, porque mi objetivo era mantener un ritmo vivo, pero sin desgastarme, mucho menos después de la semana que había pasado. Una vez finalizada la bajada, se toma un sendero a la ribera del Júcar y se recorren unos tres kilómetros por un camino estrecho, lleno de subidas y bajadas y terreno en un estado "mejorable". 
Se acaba el sendero y comienza un recorrido por un amplio carril bici que pica hacia arriba; por aquel entonces, mi ritmo era estable y aunque me sentía con fuerzas, evitaba tirar más de lo debido, pues quería llegar entero a la parte final. Alrededor del kilómetro trece, la carretera vuelve a girar y tras subir un pequeño repecho, se regresa en dirección contraria, pero por una carretera más estrecha al otro lado del río Júcar. Como podéis imaginar, el paisaje que se recorre es espectacular, entre árboles cuyas hojas ya amarillean y al lado de las imponentes hoces en las que se ven aficionados al montañismo practicando su deporte.
Por fin se vuelve a llegar al sendero, faltan 6 kilómetros y las piernas ya notan los pequeños e irregulares repechos y sufro una pequeña crisis de la que me recupero tras unos 500 metros malos y decido avivar el ritmo hasta el final. Esta vez, al final del sendero ya no se gira por la carretera, sino que se entra en la ciudad por un parque en el que hay que subir ¡dos tramos de escaleras!; si alguien de la organización lee esto, por favor, que busquen una alternativa.
En el último kilómetro se recorre la zona comercial consuenes hasta llegar a un polideportivo en cuyos aledaños está instalada la meta, algo escondida y no acorde a la belleza natural del recorrido; en otras palabras, deberían poner la meta en un sitio un poco más significativo, porque parece que están escondiendo a los corredores.
La bolsa del corredor es buena, te regalan un paravientos, una medalla y algunos productos alimenticios y además disponen de servicio de masaje, duchas y vestuarios. En general la organización es buena, aunque yo creo que se puede mejorar el recorrido.
Mi tiempo final, 1h34'03'' es bastante bueno considerando las circunstancias y me deja buen sabor de boca, pues la semana ha sido complicada, aunque por otro lado, el volumen de kilómetros que preveía en esta semana (alrededor de 100) se han quedado en 70. Sin embargo y a dos semanas de Atenas, creo que los deberes están hechos y que toca descansar y viajar a Atenas con la esperanza de hacer una buena carrera, sin más, pues ese es mi objetivo y me veo capaz de conseguirlo.

domingo, 5 de octubre de 2014

II Media Maratón Ávila Monumental

Tenía programada una tirada larga para acabar los entrenamientos de esta semana, pero mi amigo Abel me ofreció un dorsal para correr en Ávila y no me lo pensé dos veces, porque aparte de ser más divertido correr una media que hacerlo solo, la ciudad amurallada siempre me ha gustado para  competir y para tomar unas cañas; no en vano, ya había corrido dos veces antes una media en Ávila, aunque con distintos organizadores y distinto trazado al de hoy.
La nueva organización de esta carrera ha cambiado radicalmente el recorrido, para que sea más vistoso y sirva para recorrer los puntos más significativos de la ciudad; ese cambio se nota desde la salida, ubicada en los famosos "Cuatro Postes", donde se recoge el dorsal sin agobios y posteriormente una buena bolsa de corredor, aunque con sólo tallas "S" disponibles, un error que es recurrente en muchas carreras y que se resolvería preguntando talla en la inscripción. En cualquier caso, una bolsa decente.
Se sale de la carretera, justo enfrente del monumento y cuesta abajo, aunque no se tarda en encontrar alguna pendiente que pica hacia arriba, pues toda la carrera es un sube y baja constante, más acusado en la segunda parte y algo más favorable hasta el kilómetro 10. Como a mi no se me había perdido nada en esta carrera, decidí salir al "tran tran", sin agobios, a mi ritmo, con el único objetivo de hacer un rodaje largo. Se podía correr bien y rápido, pues el asfalto predominaba en esta primera mitad, así como las pendientes hacia abajo. Me sentía bien de piernas, pero no quería acelerar, pues preveía una segunda parte complicada, aunque me molestó un poco el tener que hacer una "parada técnica" y dejar ir al grupo con el que corría.
Tras un prolongada cuesta arriba de casi un kilómetro, pasé el kilómetro 10 en 47', el ritmo que perseguía y además sin desgaste demasiado, porque seguía sintiéndome cómodo y con fuerza como para incrementar un poco más la velocidad, pero no quería arriesgar. Empezaba la segunda parte, prácticamente entera por el interior de las murallas, lo cual resultaba muy agradable por las vistas, pero muy molesto por tener que correr casi todo el tiempo por calles adoquinadas, irregulares y peligrosas y además con muchos giros que cortaban el ritmo. Y aunque esta parte era la más difícil, yo me sentía cada vez mejor y fui adelantando atletas hasta la meta, aunque sin poner ritmos muy fuertes, porque el piso no daba para más y además las bajadas irregulares me dan bastante respeto.
La carrera pasa por la catedral, por el ayuntamiento, por las iglesias más reconocidas y por supuesto, por las murallas y varias veces, lo que unido a los ánimos del público y en mi caso particular de Marisa, hacen que la dureza pase a un segundo plano y lo pases realmente bien.
El ultimo kilómetro es descaradamente cuesta abajo, aunque por un peligroso adoquinado que te deja en una explanada donde se cruza una muy animada meta; tras cruzarla, se llega a una zona donde se puede estirar con comodidad y ya de paso cargar las pilas con cerveza artesanal, yemas de Ávila, fruta, bizcochos, zumos... Todo un lujo.
Acabé mi tirada larga con otros dos kilómetros más, que junto al calentamiento suman los últimos 25 km de una semana de más de 90 Km en la que he vuelto a tener sensaciones positivas; parece que cada vez estoy más en forma, pero hay que ir paso a paso y ser prudente, porque Atenas no es objetivo y aún queda mucho para lograr un estado óptimo de forma que me de la confianza necesaria para atacar mi marca maratoniana. 

martes, 23 de septiembre de 2014

II Cross de Villalbilla

El domingo pasado se celebraba la segunda edición del Cross de Villalbilla y aunque no era mi intención participar en la carrera de mi "pueblo" una semana después de la media de Valladolid, mi amigo Duquito me convenció para acompañarle; teniendo en cuenta que tenía programado un rodaje de noventa minutos, me pareció buena idea integrar la carrera en el rodaje y hacer unos kilómetros antes para completar en entrenamiento.
Me presenté en Villalbilla con tiempo suficiente para recoger el dorsal tras hacer una pequeña cola y tras ello, me fui a rodar por el mismo circuito por donde discurría la carrera, caminos entre campos de cereal segados, muy apropiado para un castellano viejo como yo.
Llegué a la salida con el tiempo justo para saludar a Duquito que me insistió en seguir su estela, pero decliné su amable ofrecimiento, porque yo quería salir a rodar y no hacer sobre esfuerzos que no llevan a nada en una temporada tan cargada. Aún así, salí rápido en el primer kilómetro, que pica hacia abajo, pero enseguida me puse a un ritmo más tranquilo para intentar no sufrir innecesariamente.
El recorrido me gustó, pica hacia abajo durante los primeros cinco kilómetros y luego se recupera lo perdido en una segunda mitad ligeramente hacia arriba en la segunda mitad, pero sin repechos importantes, de manera que se puede mantener bien el ritmo; además, los caminos por lo que discurre están en buen estado, un poco pedregosos, pero más o menos planos, sin piedra suelta.
Poco más hay que contar de mi participación, salvo que llegué por encima de los 46', satisfecho por el rodaje general que había realizado y por las buenas sensaciones que tuve en carrera, aunque con la espinita de no haber corrido más deprisa y haberme acercado a alguno de los puestos de honor, que por marcas, no eran muy caros para mi. En cualquier caso, no tenía las piernas para grandes bravatas, así que doy por buena mi participación.
En cuanto a la organización, me complace decir que está bien organizada, el recorrido es correcto y al final te agasajan con un ágape que se agradece, sobre todo la cerveza fría. Creo que a partir de ahora, seta carrera va a formar parte de mi calendario habitual. 

viernes, 19 de septiembre de 2014

Correr en Canadá

Que Canadá es un gran país lo sabe todo el mundo y he tenido la fortuna de comprobarlo por mi mismo durante el viaje que he realizado en agosto por el este de este país norteamericano; lógicamente no os voy a relatar los múltiples atractivos de este país, porque en este blog escribo de atletismo, así que lo que toca es hablar de mi experiencia con el asfalto y los caminos canadienses, al margen de lo sucedido en el Maratón de Quebec, pues eso ya os lo he contado.
Antes de hacer un repaso de los lugares por donde he "rodado", quiero comentar que ha sido muy sencillo encontrar una buena ruta para correr en todos los lugares que he visitado, porque en cualquier ciudad o pueblo hay un cómodo carril que usan de manera compartida runners y ciclistas. Estos carriles bici/runner suelen estar en perfecto estado, son anchos, bien asfaltados y por lo general sin demasiados toboganes.
No me crucé con muchos runners los días que salí a correr, quizás porque yo salía muy temprano a correr y apenas había gente por la calle, todo lo contrario a lo que sucede en EE.UU., donde por runners son muy madrugadores. Pero quiero destacar dos cosas más, una la educación de las personas con las que me cruzaba, que siempre saludaban y otra es que no vi ni un solo perro suelto, todos iban atados y vigilados por sus respectivos amos; prefiero no hacer comparaciones...
He corrido por paisajes muy bonitos, quizás no tan espectaculares como algunos por los que corrí en California, pero ha sido una gran experiencia, a pesar de la poca duración de los rodajes y es que os imaginaréis que después de hacer el maratón de Quebec, mis piernas no estaban para hacer grandes esfuerzos, solamente rodajes suaves a ritmo tranquilo, lo que me permitía disfrutar aún más del paisaje.
Y ahora, un repaso somero de los lugares por los que he corrido:

- Quebec: como os he contado en la crónica maratoniana, Levis y Quebec son lugares ideales para correr con vistas al río San Lorenzo.
- Shawinigam: recorrido llano, con vistas espectaculares al río con la Ciudad de la Energía al fondo.
- Mont Tremblant: nada más salir de este pueblo de ensueño, me crucé con dos ciervos, para seguir luego por un carril bici que discurre al lado de la carretera por un entorno espectacular de vegetación y vida animal.
- Cornwall: tras pasar al lado del puesto fronterizo que separa Canadá de EE.UU., se recorre un precioso paseo "Frontview" al lado del lago, dentro de un parque perfectamente cuidado, salpicado con parques infantiles y campos de béisbol.
- Huntsville: este pueblo cercano a Algonquin Park no es de lo más bonitos de Canadá, pero el entorno de casas bajas y edificios de ladrillo resulta muy acogedor antes de cruzar su bonito puente colgante.
- Collingwood: tiene una extensa red de senderos que se extienden por los alrededores del pueblo.
- Niágara: supongo que nadie puede dudar que correr justo al lado de las cataratas, mientras el agua te salpica a tu paso, es una experiencia inolvidable, sin dejar de lado el resto del recorrido al lado de los rápidos. Impresionante.

En resumen, Canadá es un buen sitio para correr, porque es fácil encontrar una buena ruta, porque el paisaje suele acompañar siempre al esfuerzo y porque respetan a los deportistas.



martes, 16 de septiembre de 2014

Otra media en Pucela

No recuerdo el número de veces que he corrido la Media de Valladolid, pero, sin duda, es la carrera que más he repetido en mi vida atlética; obviamente me gusta correr en mi ciudad, pero además de la motivación sentimental, la Media de Valladolid me gusta por su recorrido llano, por su inicio y final en el Campo Grande (aunque la llegada a la Plaza Mayor era espectacular) y porque normalmente el clima suele ser benigno. Por sacarle alguna pega, no estaría mal que la carrera pasara más por el centro de la ciudad.
Este año la fecha no era muy propicia, tan solo dos semanas después del palizón de Quebec, pero también me podía servir para ver mi estado de forma después del verano, pues faltan sólo dos meses para correr en Aenas y espero llegar mejor que a Quebec, aunque con idéntico objetivo, disfrutar y acabar.
Llegué pronto a la salida y como ya tenía dorsal, me tomé un café tranquilamente con Alex (que también corría) y con Marisa. Una vez con la camiseta y el dorsal puestos, me dirigí a la salida sin preocuparme demasiado por la posición. Salí tranquilo, a ritmo y sin forzar, porque mis piernas no estaban aún recuperadas del esfuerzo de hace dos semanas, pero yo me veía capaz de hacer una buena carrera, sin más pretensiones. El ritmo era cómodo, alrededor de los 4'25'' y aunque me sentía con fuerzas, había que ser prudente, pues mi musculatura no está todavía para hacer grandes esfuerzos. Además, el calor empezaba a apretar y mi intención era mantener el ritmo durante toda la carrera, sin bajones.
Al acabar la primera vuelta me anima Marisa y aunque mi ritmo no es exigente, agradezco la ayuda; un poco más adelante Alex (que había salido con retraso) me adelanta y me anima, pero no quiero seguirle, sigo cómo. Paso  por el km 10 en 44'03'', no está mal y un poco después completo la segunda vuelta donde vuelvo a ver a Marisa y a Depa, que me pide tranquilidad y me anima.

En la última vuelta ya el sol calienta bastante, pero no estoy desgastado y soy capaz de mantener el ritmo sin problemas e incluso intento incrementar un poco mi paso, pero unas molestias en el gemelo izquierdo me hacen desistir y continuo hasta meta sin grandes cambios para acabar en 1h33'37'', una marca bastante interesante teniendo en cuenta que no estaba para mucho más; de hecho, parece ser que la carrera estaba mal medida y que hemos corrido trescientos metros más, lo que supondría bajar de 1h33', es decir, mucho mejor.
He vuelto a correr bien en Valladolid, una buena manera de iniciar la preparación de Atenas, que será sólo un aperitivo antes de encarar un objetivo ambicioso en Marrakesh; pero eso será en enero y seguro que antes llueve bastante.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Maratón de Quebec (3) - La carrera

La noche antes de la carrera pude ir a cenar en manga corta, local no me daba muy buena espina para el día siguiente; acerté, pues cuando sonó el despertador a las 6:00, hacía una mañana agradable, no corría el viento, no había nubes y la temidas humedad se hacía notar. Que no suene a disculpa, pero el calor y la humedad nunca han sido favorables en mis competiciones y si a eso le añado que no había preparado la carrera específicamente, los dos maratones y medio que ya había corrido en 2014 y el largo viaje de ida desde España a Canadá a lo que hay que sumar los 800 km en coche de Toronto a Quebec, no es fácil sospechar que no parecía que fuera a tener una mañana plácida, como yo pretendía.
Desayuné con Alonso y nos fuimos en taxi hasta la línea de salida, donde nos separamos pues nuestras salidas partían de punteos distintos; el corto paseo en ferry desde Quebec a Levis fue relajante y además de acordarme de aquel día en el que crucé el Hudson en ferry para acceder a la salida del maratón de New York, me sirvió para volver a revisar la táctica de carrera, que era muy sencilla: salir reserven, continuar reserven y acabar sin problemas.
Llegué a la zona de salida con tiempo para ir al baño, dejar la bolsa sin agobios e incluso tumbarme un rato en la fresca hierba de Levis. Una vez que llegó la hora de la verdad, me coloqué bastante bien porque en Quebec ningún atleta lento tiene la osadía de colocarse entre las primeras unidades; algo tienen que aprender algunos atletas europeos...
Salí tranquilo, sin mirar el reloj y atendiendo a los carteles que me señalaban cuanto faltaba para llegar (como ya he comentado, en Quebec se hace una cuenta atrás en la señalización de los kilómetros). La salida pica ligeramente hacia arriba en los dos primeros kilómetros y luego desciende hasta el 9 más menos; sin forzar, los ritmos que me marcaba el Garmin era buenos (corrí por primera vez con Garmin), alrededor de 4'35'' el kilómetro y aunque me sobraban fuerzas, intentaba no aumentar el ritmo a pesar de la cuesta abajo, había que guardar fuerzas. Era un paseo muy agradable, pues Levis es un pueblo muy coqueto, una sucesión de casas de madera con su césped bien cortado, su árbol y sus moradores animándote con sinceridad.
A partir del km 10 la cosa se complica y el terreno vuelve a picar ligeramente hacia arriba, de manera que mi ritmo se resiente ligeramente y se va a los 4'45''; no me importa, voy bien, sin forzar, disfrutando, pero sudando mucho, pues no hay ni una sola nube y es difícil ponerse a la sombra, de manera que el calor aprieta cada vez más. No llevaba gorra ni protección solar, pues no pensaba que el calor fuera a apretar tanto, lo que unido a la humedad que genera el río San Lorenzo, hacía que la carrera se pusiera cada vez más antipática.
El recorrido sale del pueblo y se interna en una carretera paralela a la ribera del río, de manera que las vistas de Quebec son impresionantes, pero apenas me doy cuenta porque empiezan a sucederse los toboganes y el viento sopla descaradamente de cara; las cosas se ponen feas, empiezo a cansarme, pero aún así recupero ritmos de 4'30'' antes de la media. Paso la media en 1h39', no está mal, pero empiezo a notar la falta de kilómetros de mis entrenamientos y sobre todo los toboganes que continúan aliñándose con el viento de cara que cada vez sopla más fuerte.
Aún así voy contento, bromeo con los espectadores, pienso en cruzar la meta, en la medalla que tanto le gusta a mi amiga Pili y sobre todo en mi familia, pues sé que me esperan justo a la entrada de Quebec. Ahora el ritmo ya ha bajado a 4'50'' y el terreno cada vez se empina más, pues hay que cruzar el puente que une Levis y Quebec que se encuentra en alto; parece que no llega, pero al fin alcanzo el puente, harto del viento, del calor y de las cuestas, pero ahora confío en el terreno plano y en el viento de espalda, pero como siempre pasa, no voy a poder aprovechar las ventajas que me da esa última parte.
Marisa y los niños me esperan en el kilómetro 30 más o menos, les saludo, sonrío, pero voy muerto y lo peor, el calor es asfixiante, cercano a los 30º y no veo ni una sola sombra el el recorrido que tengo que hacer hasta meta a la ribera del San Lorenzo; para remate, el recorrido no es plano, vuelven los toboganes y entonces mi ritmo empieza a subir hasta 5'10''; se masca el drama.
En el kilómetro 32 bebo agua, me atraganto y paro para toser; quedan diez kilómetros, el sol me agonía, mis piernas no pueden más y decido andar un rato; no estoy lesionado, no me duele nada, no me pasa nada, tan sólo estoy muerto. El calor, el viento, la humedad y el trazado están pasando factura.
Vuelvo a arrancar, pero no duro mucho y me vuelvo a parar hasta cinco veces más y aunque bajar de 3h30' es factible, decido tirar la toalla y no sufrir demasiado, aunque estaba sufriendo tanto que tenía hasta para regalar.
Mis ritmos se han ido al garete, pero en un ataque de amor propio, decido correr los últimos tres kilómetros como es debido y los hago por debajo de 5' el kilómetro, aunque ya no sirva de nada. Mi hermana, mi sobrino y mi cuñado me esperan en el km 40, pero apenas puedo sonreír, sólo pienso en cruzar la meta, en parar y en recibir la medalla, se lo debo a mi familia y a mi amiga Pili, pues no me puedo ir de Quebec sin la medalla que tanto le gusta.
Por fin cruzo la meta, derrotado, cansado, quemado, exhausto, pero orgulloso a pesar de mis 3h39'20''. Ha sido el peor maratón de mi vida, pero he cruzado la meta y he llegado, era mi objetivo y lo he cumplido. 
Con este he corrido 18 maratones completos  y aún me queda por correr en Atenas en noviembre, pero tampoco lo voy a disputar. Ahora hay que recuperarse, volver a entrenar a tope y volver a las buenas marcas en 2015 y espero que así sea, porque ni he tirado la toalla del sub3h ni la voy a tirar.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Maratón de Quebec (2) - La Organización

Como ya os he comentado en la primera parte, el maratón de Quebec no se puede considerar masivo, ni mucho menos, pero sería demasiado simple evaluar la calidad de su organización teniendo en cuenta sólo este parámetro, porque hay muchos ejemplos de carreras modestas mal organizadas, algo que no se puede decir en este caso.
Empezaré, como es habitual, hablando de la página web, en la que la inscripción se hace de manera sencilla y los contenidos informativos sobre la prueba son bastante buenos y se actualizan los días previos a la carrera para dar toda la información necesaria. Se puede leer sólo en francés y en inglés y es que, como ya he dicho, no parece una prueba que interese al público internacional.
La feria del corredor es modesta, pero muy amplia, pues está ubicada en un gran pabellón de la feria de congresos de Quebec. La recogida del dorsal es muy ágil con un personal muy atento. Te dan una camiseta con la inscripción junto a una bolsa que valdría para ir a hacer la compra al súper. El resto de la feria es un conjunto de stands de tienes de deporte donde puedes encontrar ropa de atletismo y suplementos alimenticios. No vi stands de otros maratones, ni de marcas deportivas importantes, a tono con el resto.

Pero vamos con lo importante, la carrera, en la que la organización roza a gran altura; se disputan tres pruebas, con salidas independientes y llegadas a la misma meta pero con un amplio margen horario. Los de los 10k (donde corrió Alonso) son transportados por School Buses (como en Boston) hasta la línea de salida, que se sitúa en el mismo recorrido del maratón, en los últimos 10.000 metros. Los de la media también son transportados en autobús, pero son recogidos en un punto diferente y son trasladados a la salida, también situada en el mismo recorrido y 21 km antes. Por último, los maratonianos tenemos que coger in ferry que nos lleva hasta Levis, donde nos esperan unos autobuses que nos trasladan a la zona de salida. En mi opinión, el transporte de los corredores a la salida, es ejemplar.
La zona de salida es pequeña, no hay muchos corredores, pero hay un buen número de sanitarios, te ofrecen agua e isotónicos y además hay zonas de hierba donde te puedes tumbar para relajarte antes de la prueba. Se puede dejar tu propia bolsa en unos camiones que funcionan bien y sin colas. La salida no tiene cajones, pero no son necesarios porque hay pocos corredores y además se ordenan civilizadamente, es decir, no vi a ningún atleta lento por delante en los primeros metros.
En Canadá no se utilizan millas y afortunadamente para los europeos se cuenta por kilómetros, pero de una manera peculiar, pues no se señalizan los kilómetros realizados, sino los que faltan para el final, de manera que a los 200 metros ya puedes ver el cartel que señala que te faltan 42 km para llegar. Nunca había probado este método, pero me ha gustado porque te permite calcular mejor el ritmo.
El recorrido está bien señalizado, es amplio y bien señalizado, con muchos voluntarios que evitan posibles equivocaciones. Hay avituallamientos cada 2,5 km y en la mayoría de los casos en ambos lados del recorrido. Los voluntarios te dan el vaso en la mano (agua e isotónicos) lo que evita pérdidas de tiempo y a partir de la media hay avituallamiento sólido, consistente en plátanos, naranjas y geles.
Tras cruzar la meta te ponen la famosa medalla luminosa y te dan agua, isotónicos y fruta a demanda; por lo que vi, también había capas para el frío, innecesarias en este caso porque acabamos con una temperatura de 30º.
Se puede decir que la organización del maratón de Quebec roza a gran altura y que está capacitado para asumir la presencia demás corredores, aunque es evidente que las fechas no acompañan demasiado, porque correr un maratón en el hemisferio norte y en agosto, es un poco friki.

Maratón de Quebec (1) - El ambiente

Se puede decir que Quebec es la ciudad más bonita de Canadá y eso siempre es atractivo para un maratoniano que busca carreras por el mundo, como yo. La ciudad más francesa de la nación americana tiene un casco histórico digno de visitar, pero de reducidas dimensiones y además separado en dos alturas y con un desnivel considerable entre ellas. Supongo que es difícil encontrar un recorrido atractivo que comprenda sólo la ciudad, por eso, el maratón discurre entre Levis, la ciudad que se encuentra al otro lado del río San Lorenzo y Quebec.
Todos estos factores ya expuestos y la intempestiva fecha, hace que la carrera "quebecois" no tenga una gran participación, unos 2000 corredores solamente. Por eso, el ambiente atlético que reina en la ciudad en los días previos es escaso e incluso para un atleta como yo, es difícil reconocer a priori quién serán tus compañeros de batalla el domingo y es que sospecho que la participación es casi completamente local.
Tras un interminable viaje por carretera desde Quebec, llegué con la hora justa a la feria del corredor el sábado antes de la carrera; no puedo hablar de lo que no he visto, porque cuando yo llegué la feria estaba casi desierta y muchos expositores ya estaban recogiendo, por lo que valorar el ambiente sería injusto; sin embargo, no parece que hubiera un gran ambiente en la feria, a pesar de que paralelamente  se celebraban carreras de 10 y media maratón.
El día de la carrera había que madrugar para coger a tiempo el transporte hacia la salida; me acompañaba mi hijo Alonso que corrió el 10.000. Al llegar a la zona de salida, había un montón de gente dirigiéndose hacia el transporte pertinente, entonces empecé a respirar ambiente atlético de verdad. Dejé a Alonso en la fila del bus de la salida de los 10K y me dirigí al ferry que tras cruzar el río San Lorenzo me dejó en la ciudad de Levis, donde unos autobuses esperan a los corredores para llevarlos a la línea de salida.
Aunque el método es idéntico a New York, la línea de salida de Quebec está mucho menos poblada, pero se respira un buen ambiente de compañerismo y nervios previos a la salida. Luego, tras el pistoletazo, se empiezan a recorrer las calles del coqueto Levis, sin mucha gente en las aceras, pero con animación, porque los vecinos salen a las puertas de sus casas para animar, o bien animan en los parques por donde pasean e incluso sacan sus mangueras a la calle para refrescar a los participantes.
Así transcurren tres terceras partes del maratón,  hasta que se cruza el puente que une a las ciudades y se empieza a correr por Quebec, por una larguísima avenida a la ribera del río que mide unos 12 km. Entonces las cosas cambian y el público desaparece casi por completo, aunque en mi caso, Marisa y los niños me esperaban en el km 28 y me dieron ese ánimo especial que sólo ellos me dan con sus banderas y su pancarta. Sólo en los últimos 4 kilómetros se vuelve a ver público, muy entusiasta animando a los atletas en la parte más dura, lo cual se agradece y mucho.
No esperaba una gran animación en esta carrera y no la he tenido, pero me quedo con la buena voluntad de los habitantes de Levis que con sus modestos ánimos te hacen muy agradable correr en un entorno tan bonito. 

miércoles, 20 de agosto de 2014

El domingo, Quebec

Faltan sólo cuatro días para correr en Quebec; esta vez no estoy nervioso, ni temo que las cosas salgan mal, pues mi objetivo es claro: disfrutar.
En la ciudad canadiense me espera un recorrido atractivo, una temperatura agradable y 42,195 kilómetros que intentaré completar sin contratiempos.  Las apuestas de mis amigos se mueven entre las 3h30 min o algo más, pero espero bajar de ese registro y acercarme a las 3h15min, sobre todo, después de una semana de buenas sensaciones en los entrenamientos.
La próxima, os escribiré desde Canadá.

martes, 12 de agosto de 2014

I Legua de Fontanar

La legua de Fontanar no pasará a la historia como una de mis mejores actuaciones, ni siquiera la puedo calificar de regular, más bien de decepcionante. Eso si, como ya sabía antes de iniciar la prueba, conseguí hacer MMP de la primera legua en la que he competido y a partir de ahora será una marca a batir; salvo eso, poco más.
Después de una semana no muy brillante de entrenamientos, me presenté en Fontanar con ganas de correr a tope, aún sabiendo que no estoy en un gran momento. Llegué temprano, recogí rápidamente el dorsal y me tomé un café antes de comenzar el calentamiento, un rodaje de unos 10 minutos y ejercicios específicos; aunque a decir verdad, el calentamiento se alargó, pues la salida se fue retrasando hasta las 10:10, hora en la que con un calor considerable, empezó la prueba.
El recorrido era de esos que no me gustan, empezaba subiendo, luego se pasaba a un camino con muchas piedras, subiendo y cuando por fin llegó la bajada, ésta fue seguida por una rampa que subía y así sucesivamente; es decir, toboganes y bajadas resbaladizas, en las que perdía lo poco que ganaba en la subida previa. Así que, aunque completé el primer kilómetro por debajo de cuatro minios, a partir de ahí, todos se me fueron por encima, incluso en la última parte en la que ya se retornaba al pueblo por una carretera ya asfaltada. Mi registro, malo, 24'19'' y malas sensaciones en general.
El objetivo de esta carrera no era más que competir antes de la cita maratoniano de Quebec. Quedan dos semanas en las que voy a seguir entrenando como hasta ahora, es decir, sin una preparación específica de maratón. Obviamente, mi objetivo en Quebec es terminar lo mejor posible y aunque mi experiencia maratoniana es notable, va a ser la primera vez que me ponga en la línea de salida de un maratón sin haber hecho una preparación específica; lo positivo es que voy sin presión alguna, sin preocuparme del corno y con intención de disfrutar de la animación y el paisaje de un maratón en Canadá. Y aunque, como dice Murakami, el dolor es inevitable y el sufrimiento es opcional, en este caso volveré a optar por sufrir y esforzarme a tope, con cabeza, pero con dignidad.

lunes, 4 de agosto de 2014

Un tropezón y a continuar

Puede que me esté haciendo viejo o simplemente que tuve un mal día el pasado jueves, cuando tropecé y caí al suelo mientras hacía un rodaje previo a una sesión de gimnasio. Después de un rato tirado en el suelo hasta que me dejó de doler la rodilla, reanudé el entrenamiento y lo acabé, completando incluso la sesión de gimnasio a pesar de tener una muñeca "tocada". Todo marchaba bien, hasta que por la tarde empezó a dolerme la muñeca, tanto que me tuvieron que vendar el brazo; pero eso no fue todo, porque al día siguiente rodilla y tobillo también me avisaron de que algo iba mal.
Afortunadamente, el final ha sido feliz y los médico me han asegurado que no tengo nada roto, de manera que he podido realizar mis entrenamientos sin problema y completar una semana de 71 Km, a veinte días de la disputa del maratón de Quebec.
Es evidente que no estoy en forma y que mi preparación no está orientada a llegar a tope a la cita canadiense, pero espero llegar en urnas condiciones para hacer un papel digno y no sufrir demasiado. El verano no es una buena época para entrenar y aunque no está siendo demasiado caluroso, me resalta muy duro entrenar, siempre estoy cansado y me cuesta acabar las sesiones. Las series no están funcionando mal, pero me gustaría mejorar un poco, pero parece que también estoy atascado.
Espero que parte de mis dudas se disipen el próximo domingo en Fontanar, donde voy a correr una legua que puede indicarme si mi estado de forma es suficiente para afrontar el reto que me espera o si bien estoy mejor o peor de lo que pensaba. 
Seguro que será una buen a piedra de toque, pero pase lo que pase en la legua, llegaré a Candá con la mochila llena de ilusión y la intención de disfrutar al máximo de una maratón que voy a correr por el simple placer de correr.

domingo, 27 de julio de 2014

You can't always get what you want

YOU CAN´T ALWAYS GET WHAT YOU WANT...but if you try sometime you might find you get what you need.
A los fans de los míticos Rolling Stones, les sonará este estribillo, que fue magistralmente interpretado por la banda británica en el concierto hace aproximadamente un mes en el estadio Santiago Bernabeu. Fue por entonces, cuando iniciaba de manera más intensa mi preparación para el maratón de Quebec, que está a solo cuatro semanas vista. No puedo decir que esté satisfecho de lo que he entrenado hasta ahora, pues salvo en contadas ocasiones, mis sensaciones han sido malas, con tendencia a malísimas, pero no he perdido la ilusión de recuperar un estado de forma que me lleve a afrontar la cita canadiense con ciertas garantías.
Después de casi dos semanas de "vacaciones" tras el maratón de Praga, comencé poco a poco a correr sin más pretensiones que ir recuperando el tono muscular; a partir de junio, las sesiones han comenzado a ser más serias, pero de poco kilometraje y mucha intensidad, es decir, buscando un aumento de mi velocidad. Todos sabéis que no soy un atleta veloz y las series cortas se me suelen atragantar, pero he ido progresando poco a poco, de manera que mis ritmos actuales son bastante decentes, pero no así los ritmos que llevo en los rodajes, mucho más lentos y dolorosos que los que hacía en abril.
Queda poco para el maratón y es obvio que no voy a llegar con una preparación específica para la prueba, pero espero llegar en unas condiciones que me permitan disfrutar y no sufrir demasiado. Espero que pueda de tirar de mi "fondo acumulado" por que tampoco estoy haciendo demasiados kilómetros, pero, afortunadamente, tengo bastante experiencia en la prueba e imagino que podré encontrar el ritmo óptimo con facilidad.
Por si alguno lo duda todavía, el asalto a las 3 horas no se va a ejecutar en Quebec, ni siquiera en mi próxima cita maratoniano, Atenas de noviembre, pero no me he olvidado de ese reto y el año que viene volveré a intentarlo y espero que lo consiga. 
Sé perfectamente que no siempre se puede conseguir lo que se anhela, pero eso no supone que haya que tirar la toalla, así que voy a seguir intentándolo, porque estoy seguro que valgo dmnos de tres horas. Sin embargo, ahora debo intentar recuperar sensaciones, volver a correr con "alegría" y llegar a  Quebec con fans de disfrutar la carrera y de hacer una marca digna. Canciones como la de los Stones y otras muchas que escucho en mi ipod mientras entreno, me ayudan a encontrar esa motivación que, esperemos, de sus frutos.

martes, 20 de mayo de 2014

Maratón de Praga (3) - La carrera

Cuando Depa me propuso correr en Coruña tras mi retirada en Sevilla, le dije que no podía ser, pues en dos semanas tenía Praga, carrera a la que ya estaba inscrito; para mi sorpresa su respuesta fue clara: puedes correr las dos. No me lo pensé y decidí intentar la "machada", sin saber muy bien si iba a ser capaz de superar un rato así, aunque confieso que no me parecía tan difícil correr una maratón a ritmo de rodaje, aunque fuera sólo dos semanas después de otro en el que corrí en busca de marca.
Acabé tocado después del Maratón Atlántico y tras una semana de reposo absoluto, le siguió una semana típica de previa de maratón, es decir, muy floja, antes de viajar a la capital checa. A pesar del descanso, me notaba cansado antes esa semana previa, aunque confiaba en estar a punto en la línea de salida; de hecho, en el rodaje suave del día previo a la carrera, me encontré muy bien de piernas, con buenas sensaciones y con ganas de correr.
Dormí bien la noche previa a la carrera, es la ventaja de afrontar un maratón con el único objetivo de disfrutar; sin embargo mi rutina no debía cambiar y desayuné a las 6:30 de la mañana, como siempre y tras preparar las cosas en el hotel, me dirigí caminando hacia la zona de salida en la Plaza Vieja, que estaba a escasos quince minutos. Me acompañaba mi familia, así que dimos una vuelta para ver el ambiente, me tomé un café con ellos y me fui a calentar un poquito y enseguida a la zona de salida, donde coincidí con un compañero de mi centro de trabajo, que me quería acabar sobre las 3h05'.

Se dio la salida y me puse al ritmo que tenía previsto, a unos 4'37'', sin forzar, dejándome llevar y con la sensación de ir cómodo. En los primeros kilómetros se da una vuelta por el centro, se cruza el río para luego volver a cruzarlo por el espectacular Puente de Carlos y volver a cruzarlo por tercera vez para recorrer unos tres kilómetros por la ribera del Moldava antes de volver al centro tras el cuarto cruce del río. Empecé a darme cuenta que Depa llevaba razón cuando me dijo que no era un buen maratón para hacer marca; y es que aparte de algún que otro repechito y un molesto viento, hay que mirar bien por donde pisas, porque las zonas de adoquín son extensas y los cruces de vías de tranvía numerosos. Con todo, pasé por el kilómetro 10 en 46', conforme a lo previsto o incluso un poco más rápido, pero me sentía bien. Ya por entonces, he coincidido con dos pucelanos, Jose y Chini, con los que hablo un ratillo, pero acabo descolgándome para no forzar demasiado.
La carrera vuelve al centro de la ciudad y tras pasar de nuevo por la Plaza Vieja, me dirijo a la Torre de la Pólvora donde me espera mi familia por primera vez y claro está, primer subidón a seguir corriendo. Otra vez nos llevan al río, pero hacia el otro lado, por una zona no demasiado bonita, pero con gente animando. Por esa zona, me empiezo a cruzar con los corredores que vuelven y por fin veo a mi amigo Andrés, a buen ritmo y concentrado en su tiempo; nos animamos, la carrera va bien.

Paso la media en 1h37'55'', un buen tiempo teniendo en cuenta que voy al "tran tran", pero empiezo a notar cansancio en mis piernas y me doy cuenta que va a ser imposible mantener el ritmo por mucho tiempo. Me tomo el primer gel y parece que mejoro; el viento sopla con más fuerza, mientras sigo corriendo al lado del río en el tramo más soso de la carrera, pero me anima pensar que pronto volveré a ver a mi afición animarme. Sigo viendo corredores españoles y también aficionados que me animan por mi nombre, impreso en la camiseta, pero ya no voy tan alegre porque me cuesta mover las piernas y mi ritmo ya no baja de 4'50''.
Empieza a llover, pero dura muy poco y cuando vuelvo a cruzar otro puente, me encuentro de nuevo con mi familia y ahora me fijo en las pancartas que han preparado para esta ocasión, geniales. Sonrío, les animo, pero por dentro estoy cansado y aún quedan 10 kilómetros. Ha caído el segundo gel en el km 28 y el último cae en el 34, uno que pruebo por primera vez como experimento y que resulta bastante positivo, porque me animo de nuevo e intento acelerar. Las piernas dan ya para muy poco y para empeorar las cosas, el viento sopla de cara tras el último giro para enfilar el último tramo paralelo al río que me lleva a la Ciudad Vieja. Son los últimos cuatro kilómetros contra el viento, como me pasó en Coruña (vaya añito de viento), pero hay que aguantar, la meta está muy cerca y mis piernas están cansadas, pero sin rastros de contracturas ni de rigidez, pues el ritmo no es tan alto. 

Llego al último kilómetro y enseguida giramos a la izquierda para enfilar la calle que lleva a la Plaza Vieja, llena de gente animando y entre ellos mi familia me da el último aliento a escasos 300 metros de la llegada. Pienso que va a caer mi decimoséptimo maratón, que me lo he currado, pero también que he sufrido más de lo que ingenuamente esperaba. Cruzo la meta en 3h21'32'', lejos de mi mejor marca, pero también lejos de la peor; lo he conseguido, dos maratones en quince días y sigo entero.
Tras cruzar me ponen la pesada y bonita medalla  y una capa para el frío, con la que salgo de la zona de corredores mientras me dirijo a encontrarme con mi familia; pienso en que he completado una "machada", que estoy orgulloso de lo que he hecho, pero que no voy a repetir, ha sido una buena experiencia, pero desgastarse tanto en dos semanas no creo que conlleve ningún beneficio, aunque afortunadamente, tampoco ha supuesto ningún perjuicio; he llegado entero, sin lesionarme y con las piernas mejor que tras la carrera de Coruña, más cansadas, pero mejor muscularmente.
Ahora toca descansar y empezar a planificar carreras más cortas en las que espero competir en verano; sin embargo, aún tengo dos citas pendientes con la distancia de Filípedes antes de que acabe el año, pero en ninguna de las dos voy a salir a tope. Si todo va bien, el asalto a las 3 horas ya será en 2015 y hasta entonces, a seguir disfrutando de este deporte con menos presión.