lunes, 18 de septiembre de 2023

Maratón de Adelaida (3) - La carrera

Madrugón y desayuno en la habitación, es lo que toca cuando el horario de comienzo de un maratón es absurdamente temprano, en este caso las 6:30 de la mañana; tras ingerir algunos alimentos con escasas ganas, salimos a la calle para recorrer los dos kilómetros que nos separaban de la salida, Marisa, Pîli y yo. A esas horas, aún había mucha gente por la calle apurando la fiesta de la noche anterior, nos miraban con cierto asombro, supongo que ni siquiera sabían que el maratón de la ciudad se disputaba esa mañana. Llegamos a la zona de salida con bastante tiempo y nos pusimos en la fila del baño, muy larga debido a la escasez de cabinas; la espera era larga y se acercaba la hora, así que decidí salir de la fila y buscar la zona de urinarios para no perderme el inicio de la prueba. Después de una preparación escasa, un largo viaje y una semana complicada previa a la cita, mis sensaciones no eran precisamente buenas; una caída a principios de semana me había dañado la rodilla, a lo que se unió un inoportuno episodio de fiebre y sido remate  un pinchazo el viernes antes de viajar a Adelaida, lo cque me privó de horas de sueño, necesarias después de mucho cansancio acumulado, pero como me dijo Depa el día previo a la carrera, ya había pasado todo lo malo y había que pensar en positivo.

Y así lo hice tras el pistoletazo de salida, tranquilo, con un ritmo estable que fui ajustando en los primeros kilómetros hasta rodar alrededor de 4'50'', suficiente para mi estado de forma; los kilómetros pasaban rápido y muy pronto recibí los primeros ánimos de Marisa que me ayudaron a seguir corriendo y olvidarme de lo incómodo que me estaba encontrando. El recorrido irregular debido a las raíces en los parques, los giros, bordillo etc, me impedían llevar un ritmo estable pero el plan se iba cumpliendo y se mantenía en los valores que yo había planeado.Tras más ánimos, ya con Alonso y Ángela acompañando a Marisa, empecé a plantearme la segunda mitad de la prueba, no estaba para mucho e incrementar el ritmo podría ser una locura, pero decidí chequear mi estado a partir del kilometro 18, cuando normalmente empiezo a atisbar lo que puede pasar al final.

El caso es que mis sensaciones no eran malas, pero tampoco buenas; mi paso por la media en 1h40'52'' era esperanzador, pero empecé a perder fuelle poco a poco, bajando al ritmo a 4'55''; me encontraba cansado, el recorrido era aburrido y la animación inexistente, salvo los encuentros con mi familia y algunos cruces con Pili que rodaba un poco por detrás de mi. Claro que en el km 21 me había tomado el primer gel y al poco me hizo un efecto muy positivo, empecé a encontrarme mejor y poco a poco me puse en ritmos entre 4'40'' y 4'45'' lo que me permitió alejarme de atletas que rodaban a tiempo similares a los míos. La distancia con ellos se fue incrementando y mi moral también aumentó, pensando que iba a poder acabar la carrera en positivo, como mandan los cánones, pero no iba a poder ser.

Poca preparación, viaje largo, problemas previos a la carrera... el cóctel perfecto para que las piernas empezaran a darme avisos a partir del km 30, los calambres me amenazaban e intenté bloquearlos tomando pastillas de sales minerales, pero ya era tarde, en el km 34 tuve el primer calambre fuerte que me obligó a parar alrededor de 20 segundos, estirar y seguir. No había perdido mucho tiempo, pensé que con esa parada podría ser suficiente, pero estaba muy equivocado y un rato después llegó el segundo, el tercero, el cuarto parón... Era imposible, no podía correr más de 500 metros sin acalambrarme, hasta se me pasó por la cabeza retirarme, pero no podía hacerlo en mi intento de completar los continentes, había que seguir, caminando o corriendo más lento.

Los segundos se fueron acumulando cada kilómetro y junto a los parones recurrentes provocaron que me sobrepasaran infinidad de atletas, mientras yo era incapaz de correr un kilómetro seguido; pasé un mal rato, calambres, dolor, desesperación,  la meta se acercaba muy  lentamente, pero se acercaba. No recuerdo cuantas veces paré, ni cuantas veces estiré hasta llegar al último kilómetro que tampoco pude hacer del tirón porque era prácticamente imposible. Al final, tras un giro en el vi la corta recta de meta y Angela al fondo, con la cámara inmortalizando mi llegada,  que fue caminando porque las piernas ya no me respondían. Sin embargo considero muy digno mi tiempo de 3h33'02'' que me ha permitido completar mi maratón en Oceanía y completar mi particular vuelta al mundo. No fue mi mejor carrera, pero conseguí esa medalla que tanto significa para mi.

Muchos me habéis preguntado ¿Y ahora que? He completado los majors, los continentes ¿que es lo siguiente?. La verdad es que no me planteo nada, las marcas y los números no son el motivo por el que corro, lo hago para disfrutar y compartir mis experiencias con familia y amigos; no sé si buscaré otro objetivo, pero el fundamental sigue siendo el mismo, correr maratones por el mundo y seguir contando mis sensaciones por aquí, sin más, pero nada menos.

martes, 12 de septiembre de 2023

Maratón de Adelaida (2) - La organización

 No es fácil organizar un maratón teniendo en cuenta la cantidad de factores que influyen para que todo se desarrolle con normalidad, aunque la dificultad aumenta si el objetivo es organizar una prueba que deje totalmente satisfechos a los participantes, e incluso es más difícil si tu objetivo es que acaben encantados con la organización; tras pasar unos cuantos días por tierras australianas, puedo asegurar que el país funciona con eficiencia, unas ciudades ordenadas, limpias y agradables para sus ciudadanos y unos medios de transporte que funcionan muy bien a pesar de las dificultades que entraña un país tan extenso; resumiendo, los australianos son eficientes, pero un poquito (o mucho) de pasión latina les vendría al pelo. Digo esto porque la organización del Adelaide Marathon es bastante correcta, pero no pasa de eso; todo funciona, se cumplen los mínimos exigidos, pero después de acabar ,te das cuenta que falta algo que hace que el corredor se sienta verdaderamente contento con el resultado global de la prueba.

Pero empecemos, como siempre, por la página web, correcta, con un diseño simple pero suficiente para obtener la información necesaria; sin embargo el proceso de registro en la prueba es farragoso, pues exigen un número de teléfono con prefijo australiano y tras varios intentos fallidos,  decidí inventarme uno y salir del paso. Es evidente que no hay mucha participación foránea en el evento y no tienen en cuenta este problema. Por lo demás, como es habitual, los mensajes al correo se multiplican los días previos a la prueba para que toda la información llegue a los participantes a tiempo; podría decir que la nota es uyn  bien a secas.

Ya en Adelaida, nos vamos a la feria, ubicada en un local posterior del estadio Adelaide Oval; tardamos en encontrar la entrada, no está señalizado y nadie sabe nada. Al fin alcanzamos nuestro objetivo, es un local pequeño, con tres expositores aparte del merchandising oficial, que es bastante escaso. La recogida del dorsal es rápida, la participación no es precisamente masiva y eso lo facilita; te dan el dorsal, unos imperdibles y adiós. ¿Y mi camiseta? No hay camiseta y una voluntaria tampoco aclara si hay camiseta de "Finisher" al acabar la prueba. Toca pagar unos cuantos dóilares y adquirir la camiseta oficial, que no tiene marca conocida, ni calidad suficiente, pero al menos es un buen recuerdo. Luego curioseamos un poco en el expositor de Saucony (patrocinador oficial) donde el descuento no es gran cosa, compramos unos calcetines bastante chulos que venden en un camión y nos vamos porque no hay más que ver. Bueno, he visto ferias peores que esta, pero tampoco muchas.

Vamos con lo importante, el día de la carrera que empieza a las 6:30 de la mañana; la hora de comienzo es inexplicable, supongo que es así para evitar molestias a la población de Adelaida, aunque visto el recorrido tampoco lo entiendo. La prueba se celebra en pleno incvierno, la temperatura es fresca, ¿Es necesario el madrugón? De remate, la salida y meta se ubica en un parque a las afueras de la ciudad, para entendernos, si fuera Madrid no llegaría al Retiro sino a algún parque grande por Vallecas o más alejado aún. Es obvio que "esconden" el maratón.

Y empezamos, recorrido inicial por una carretera separada por conos para internase luego en los parques de la ciudad y digo en los parques porque prácticamente no se corre más que por un par de calles, todo lo demás discurre por zonas peatonales y parques para evitar cortes de tráfico; a mi no me gusta correr por parques, lo reconozco y esta carrera es una auténtica sobredosis de paseos peatonales por el interior de parques, lo cual es muy molesto porque el terreno es irregular debido a las raíces de los árboles. Pero si con eso no tenemos bastante, el recorrido es una sucesión constante de giros en U, subida y bajada de aceras y rampitas muy inclinadas que rompen el ritmo de manera drástica,  es más, hay una súbdita corta pero muy empinada a 200 metros de meta, que lógicamente se pasas dos veces porque es un circuito de dos vueltas. 

El resto es correcto, está todo muy bien señalizado y las mesas de hidratación son grandes a un lado y siempre repletas de vasos, aunque yo eché de manos que algún voluntario  me ofreciera algún vaso en mano porque cogerlos de la mesa es incómodo y eso que soy chaparro, no digo nada para los atletas altos. Como ya he dicho, las necesidades básicas están cubiertas, pero no se esfuerzan para dar un buen servicio al corredor.

La meta está ubicada en el parque lejano, la recta de meta es ridícula y la llegada, por tanto, un poco sosa, a tono con la carrera; la medalla es bonita, te dan camiseta de Finisher y luego hay avituallamiento de agua, isotónicos y fruta, correcto sin pasarse.

No se puede decir que la organización del Maratón de Adelaida sea mala, pero tampoco que sea buena, con un suficiente lo apaño y es una pena porque cruzarse el mundo para correr en un recorrido tan feo da rabia, pero al menos puedo decir que he corrido en Oceanía, mejor olvidar el resto.


domingo, 10 de septiembre de 2023

Maratón de Adelaida (1) - El ambiente

 La elección de Adelaida para correr un maratón en Oceanía se fundamentó principalmente en su fecha de celebración, compatible con la disponibilidad de mi familia para viajar; Brisbane, Gold Coast, Melbourne y sobre todo Sydney son las pruebas más reconocidas por los atletas, pero tampoco podemos pasar por alto que la ciudad que cruza el río Torrens y que alberga el enorme Adelaide Oval, tiene una población de casi 1,5 millones de habitantes, que hacía suponer que su prueba tenía un considerable impacto en la ciudad.

Pero dicha suposición se empieza a esfumar en el momento en el que se aterriza en el modesto aeropuerto y de camino al hotel me doy cuenta que no hay ninguna referencia que indique que un día después (llegué el sábado) se iba a celebrar una prueba tan importante. Pero cuando ratifique el escaso impacto de la carrera en la vida de la ciudad, fue cuando me acerqué a recoger el dorsal en un pequeño espacio habilitado en la parte de atrás del estadio Adelaide Oval; allí, casi escondido, se encuentra el centro neurálgico de la prueba, como poca afluencia de atletas ya que la feria se reduce a dos o tres puestos y poco más. 

Había que ser positivo y pensar que la prueba en si tendría algo más de ambiente, pero tampoco, pues todo está pensado para que la carrera no impacte en la vida cotidiana de los ciudadanos adelaidanos, empezando por el horario de comienzo, las 6:30 de la mañana en pleno invierno con temperaturas alrededor de los 8 grados. Tampoco ayuda la ubicación de la salida, en un parque bastante apartado del centro donde no hay nada alrededor, tan solo una carretera. Es fácil imaginar que la presencia de público es escasa o casi nula en la salida, pero la animación tampoco mejora con el paso de los kilómetros, es más, parece que nadie sabe que se está disputando un maratón y el devenir de la prueba es tan soso como una tirada larga dando vueltas a la manzana.

Como la carrera discurre fundamentalmente por las afueras de la ciudad y por parques, no es fácil encontrar zonas de afluencia de público, tan solo algunos paseantes de parques y poco más; la llegada a meta tampoco mejora la estadística, casi nadie animando a los sufridos atletas que llega a la pequeña recta de meta. Y no se puede comentar nada más de un ambiente que es inexistente en este maratón.

Capítulo aparte merece mi afición, nunca falla y en Adelaida tampoco lo hicieron a pesar de ser una pequeña expedición formada por Marisa, Alonso y Angela, que me animaron en bastantes puntos de un recorrido bastante cómodo para los acompañantes; en realidad, creo que fueron los únicos animadores que vi en carrera y es una pena, porque los ánimos de los espectadores son la salsa de cualquier carrera que se precie.