No sabía nada de la media de Tordesillas hasta que llegué una hora antes de la carrera y aparqué junto al monumento al Toro de Vega. La carrera conmemoraba los 500 años de la firma del tratado que firmó la reina Isabel la Católica con Portugal en esta localidad, que aún conserva muchos edificios de aquella época en la que era una ciudad de gran importancia. Tordesillas es un pueblo bonito no solo por su enorme historia, sino porque está ubicado en un alto, al lado del majestuoso Duero, cuyos árboles ribereños lucían tonos verdes y ocres debido a las fechas en las que estamos. Imaginaba, por tanto, que durante la carrera iba a disfrutar de un recorrido bonito, pero me equivoqué, aunque poco.
La salida estaba situada en la Plaza del Ayuntamiento, en pleno centro del pueblo. No había demoras para recoger dorsal y chip, se podía calentar sin problemas en las calles aledañas y además muchos bares habían abierto ya, por lo que tomar un café de última hora o ir al baño era bastante fácil. A la hora establecida, se dio la llamada para la salida, pero tras una incierta espera, se nos informa que la Guardia Civil no ha cerrado aún las carreteras y que hay que esperar un poco. Volvemos a calentar y unos quince minutos después volvemos otra vez a la línea de salida para, esta vez si, comenzar la carrera por las angostas calles de esta villa medieval, insuficientes para tanto corredor, pero es lo que hay, es Tordesillas. Enseguida salimos del pueblo, cruzamos el río y llegamos al Parador, donde damos la vuelta para cruzar de nuevo el Duero y volver a la salida, eso si, tras subir una rampa durísima de 400 metros adoquinados... que os voy a contar. Se cruza otra vez por la plaza y la carrera se dirige a la salida opuesta del pueblo, hacia la carretera que va a Serrada.
Habíamos recorrido unos dos kilómetros, pero la carrera de verdad empezaba ahora, discurriendo por una carretera comarcal en la que los tonos marrones de los campos castellanos en otoño, contrastaban con la variedad cromática de las camisetas de los participantes. No era un recorrido espectacular, pero tampoco feo, al menos eso piensa un castellano como yo, pero la estética del recorrido quedaba rápidamente en el olvido cuando te dabas cuenta que la carretera era una sucesión constante de toboganes. Apenas se podía disfrutar de tramos planos, la carretera o bien picaba hacía arriba o bien picaba hacia abajo, por lo que no era nada difícil prever que las piernas lo iban a notar tarde o temprano. Y aunque mis piernas estaban a comienzo de temporada, pudieron aguantar dignamente los envites orográficos, ayudadas por una buena táctica en carrera que consistió en unirme a grupos numerosos para evitar el viento y marcar un ritmo constante.
Tras pasar por Serrada, dar la vuelta y encarar infinidad de cuestas, se llega a Tordesillas, donde el cruce de la autopista se convierte en el último esfuerzo antes de entrar en las calles, atestadas de gente que anima sin parar hasta llegar a la meta de la Plaza del Ayuntamiento. Mi tiempo, 1 h 35' 27'' no fue brillante, pero teniendo en cuenta el recorrido y el tramo de temporada en la que estoy, creo que demuestra que no estoy tan mal y que si la planificación es buena, en 2010 podré estar en los niveles de 2008, en cuanto a tiempos.
En la llegada, medalla, camiseta, polvorones... un bonito broche para una bonita y bien organizada carrera. Una carrera que me gustaría repetir, porque soy de Valladolid y porque me gusta el paisaje castellano y a la media Tordesillas le sobra carácter castellano por todos los sitios.
La salida estaba situada en la Plaza del Ayuntamiento, en pleno centro del pueblo. No había demoras para recoger dorsal y chip, se podía calentar sin problemas en las calles aledañas y además muchos bares habían abierto ya, por lo que tomar un café de última hora o ir al baño era bastante fácil. A la hora establecida, se dio la llamada para la salida, pero tras una incierta espera, se nos informa que la Guardia Civil no ha cerrado aún las carreteras y que hay que esperar un poco. Volvemos a calentar y unos quince minutos después volvemos otra vez a la línea de salida para, esta vez si, comenzar la carrera por las angostas calles de esta villa medieval, insuficientes para tanto corredor, pero es lo que hay, es Tordesillas. Enseguida salimos del pueblo, cruzamos el río y llegamos al Parador, donde damos la vuelta para cruzar de nuevo el Duero y volver a la salida, eso si, tras subir una rampa durísima de 400 metros adoquinados... que os voy a contar. Se cruza otra vez por la plaza y la carrera se dirige a la salida opuesta del pueblo, hacia la carretera que va a Serrada.
Habíamos recorrido unos dos kilómetros, pero la carrera de verdad empezaba ahora, discurriendo por una carretera comarcal en la que los tonos marrones de los campos castellanos en otoño, contrastaban con la variedad cromática de las camisetas de los participantes. No era un recorrido espectacular, pero tampoco feo, al menos eso piensa un castellano como yo, pero la estética del recorrido quedaba rápidamente en el olvido cuando te dabas cuenta que la carretera era una sucesión constante de toboganes. Apenas se podía disfrutar de tramos planos, la carretera o bien picaba hacía arriba o bien picaba hacia abajo, por lo que no era nada difícil prever que las piernas lo iban a notar tarde o temprano. Y aunque mis piernas estaban a comienzo de temporada, pudieron aguantar dignamente los envites orográficos, ayudadas por una buena táctica en carrera que consistió en unirme a grupos numerosos para evitar el viento y marcar un ritmo constante.
Tras pasar por Serrada, dar la vuelta y encarar infinidad de cuestas, se llega a Tordesillas, donde el cruce de la autopista se convierte en el último esfuerzo antes de entrar en las calles, atestadas de gente que anima sin parar hasta llegar a la meta de la Plaza del Ayuntamiento. Mi tiempo, 1 h 35' 27'' no fue brillante, pero teniendo en cuenta el recorrido y el tramo de temporada en la que estoy, creo que demuestra que no estoy tan mal y que si la planificación es buena, en 2010 podré estar en los niveles de 2008, en cuanto a tiempos.
En la llegada, medalla, camiseta, polvorones... un bonito broche para una bonita y bien organizada carrera. Una carrera que me gustaría repetir, porque soy de Valladolid y porque me gusta el paisaje castellano y a la media Tordesillas le sobra carácter castellano por todos los sitios.