El domingo en Cabezón de la Sal completé la peor media maratón de mi historia de atleta. El adjetivo, no sólo lo aplico basándome en mi pobre marca (1h 42' 50'') sino también en mi equivocada táctica y las malas sensaciones vividas en carrera.
La verdad es que no esperaba mucho de esta carrera por varios motivos; el primero es que la lesión me ha hizo parar tres semanas y después de que se consolidara la cicatriz los entrenamientos han sido muy ligeros. Para los que sepáis de que va esto, comentaros que hice mis últimas series el 1 de junio, dos días antes de la lesión y esas cosas se pagan. Además el calor y la humedad me sientan fatal y si ya lo pasé mal entrenando en Castelldefels la semana previa, os podéis imaginar que en Cabezón la cosa no fue mucho mejor, pues crucé la línea de meta pasadas las 12 de la mañana con un sol de justicia en todo lo alto.
A pesar de todo, siempre hay que extraer cosas positivas de las carreras; una de ellas es que me sentí bien de piernas, tanto que las agujetas de los días posteriores han sido ligeras. También considero positivo el hecho de haber sabido regularme para acabar la carrera a pesar de mi hundimiento a partir del kilómetro 10. Y por último, estoy seguro que con menos temperatura la marca hubiera sido mejor.
En cuanto a la carrera en si, sólo decir que el primer 5.000 lo acabé en 22'30'' y que el 10.000 lo pasé en 46', pero a partir de ahí comencé mi declive, pero no sé los pasos porque mi reloj debió fallar, supongo que porque se mojó en alguno de los manguerazos que me echaron los vecinos. Lo llevaré al relojero, pero esto del reloj me empieza a preocupar...
Por último comentar que en mi segunda participación en Cabezón he vuelto a salir satisfecho de su organización. El limitado número de participantes contribuye a la escasez de problemas a la hora de recoger el dorsal o la bolsa del corredor al acabar; el recorrido es plano, aunque se hace un poco pesado dar cuatro vueltas; sin embargo, lo realmente positivo es ver como mucha gente del pueblo y de su club de atletismo se vuelcan en la prueba, tanto en tareas organizativas, como en la animación e incluso en los manguerazos que alivian tanto en un día de calor. No creo que repita el año que viene porque espero correr el maratón de otoño a finales de octubre, pero me gustaría volver a disfrutar la experiencia de correr en Cantabria para disfrutar de su espléndido paisaje y de su sabrosa gastronomía.