El Maratón de la Paz de Moscú cumplirá treinta y dos ediciones el próximo de 9 de septiembre; su nacimiento coincidió con las primeras y únicas olimpiadas celebradas en suelo ruso, los Juegos Olímpico de Moscú 80, que estuvieron marcados por el boicot de Estados Unidos y otros 70 países en protesta por la invasión de Afganistán por parte de la, por entonces, Unión Soviética. Al margen de lo acontecido en la competición, los Juegos de Moscú fueron los primeros en el que el concepto de mascota se introdujo como un elemento esencial y ese honor fue otorgado al simpático osito Misha, un oso pardo que simbolizaba a la nación soviética. Por aquel entonces yo tenía 14 años y seguí con interés el evento deportivo y las evoluciones de Misha, que además de mascota, se convirtió en protagonista de una serie de dibujos animados japoneses creados para la ocasión; incluso me compraron una camiseta conmemorativa de las olimpiadas en las que aparecía, como no, el osito Misha.
Dos años más tarde, España organizó el evento deportivo más importante que acogía nuestro país hasta entonces; creo que aquel mundial sirvió para que los españoles nos quitáramos unos cuantos complejos y disfrutáramos de un precioso espectáculo que tuve la oportunidad de vivir en directo en Valladolid. La mascota de aquel torneo fue Naranjito, una naranja cheposa y un poco simplona que, a pesar de generar ciertas críticas, fue el símbolo de nuestro mundial. La popular naranja también tuvo su serie de dibujos animados, aunque yo no la seguí mucho, seguramente porque con 16 años ya no me hacía gracia; sin embargo, tuve mi camiseta de Naranjito y algún producto más de lo que ahora se llama merchandansing y me sentí orgulloso de pertenecer a esa generación del Naranjito, que al borde de la mayoría de edad, vivió este acontecimiento con gran intensidad.
El próximo 9 de septiembre tomaré la salida en el XXXII edición del Maratón de la Paz de Moscú y no tengo ninguna duda que junto a mi, correrán muchos rusos pertenecientes a la generación del osito Misha e incluso algún representante de Naranjito, como yo. No competiremos por nuestros países, sino por nosotros, por mejorar nuestras marcas; no seremos rivales, sino compañeros en una dura prueba en la que la solidaridad siempre aflora entre participantes; ellos habrán preparado su maratón en el fresco verano ruso y yo en el agobiante verano español que nos ha tocado. Pero el día 9, a las 12 de la mañana todos estaremos en la línea de salida, más o menos nerviosos, más o menos preparados, más o menos emocionados, pero todos con la ilusión de completar los 42,195 km de una prueba apasionante, sea cual sea el lugar donde se corra.
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