sábado, 29 de diciembre de 2018

La cuenta atrás

Desde hace ya bastantes años he seguido la tradición de correr una San Silvestre (generalmente la Vallecana) el día de nochevieja y así acabar el año de la mejor manera, pero este año esa tradición va a cambiar, aunque no de manera significativa; en realidad cambiará sólo por unas horas y por una fecha, ya que no acabaré el año corriendo, sino que empezaré el año nuevo corriendo. Me enteré de la existencia del Neujahrsmarathon ya hace unos años, pero por unas u otras razones no me han cuadrado bien las fechas hasta este año en el que voy a poder disputar esta competición para "frikis".
Para los que no lo sepáis, esta carrera comienza a las 00:00 del día uno de enero de cada año, es decir, justo con las campanadas, pero ya se sabe que lo de la Puerta del Sol es una tradición típicamente española, así que es de suponer que empecemos a correr después de la típica cuenta atrás que se practica en casi toda Europa; además, el recorrido no es urbano sino que discurre por caminos con escasa o nula iluminación, por lo que es necesario usar una linterna frontal para ver donde pisas. Todo esto, unido a las "frescas" temperaturas que se registran en Suiza durante el mes de enero por la noche, hacen que esta maratón sea más una aventura que una competición, pero sobre todo apunta a ser una experiencia distinta para comenzar un nuevo año.
Es evidente que correr a medianoche, por caminos, sin demasiada luz y con una temperatura que estará en torno a los cero grados no da lugar a hacer pronósticos veraces en cuanto a un tiempo a batir, más bien el único objetivo debe ser acabar y disfrutar la experiencia, algo que espero hacer con holgura porque llego a esta cita en buena forma, después de haber conseguido mi mejor marca en la Legua de Navidad de Camarma, con un tiempo de 21'46'' que no es extrapolable a una distancia larga, pero que indica que en condiciones normales no tendré problema para hacer un tiempo de los que acostumbro, entre 3h15 y 3h20'. En cualquier caso, ha sido un broche de oro para un año en el que he corrido cuatro maratones con resultados buenos (Seattle y Chisinau) y malos (Rotterdam y Tenerife) y en el que también he conseguido batir mi mejor marca en los 10k en una vertiginosa carrera disputada en Laredo.
Zurich será el primer maratón de 2019, un año en el que espero correr otros cuatro más y donde espero volver a intentar batir mi mejor marca en media y en maratón, pero de eso ya hablaré más adelante, ahora toca centrarse en este maratón de año nuevo en el que no estaré solo, pues Marisa y Ángela me animarán durante toda la carrera a pesar de  las intempestivas horas y las bajas temperaturas. Sin embargo, hay una importante baja de última hora y es la de Pili por motivos personales; Pili iba a correr conmigo, pero no va a poder viajar a Zurich ni compartir conmigo un nuevo maratón. Estoy seguro que nos quedan mucho por correr juntos, pero voy a echarla especialmente de menos en éste en el que habíamos planeado ir juntos todo el camino; en fin, aunque no sirva de mucho, dedicaré esta competición a la mejor maratoniana que conozco.
El próximo día uno, cuando todos vosotros estéis acabando de comer  las uvas, comenzaré una nueva aventura maratoniana en las afueras de Zurich, a cero grados y con una linterna en la cabeza; me falta decidir si como las uvas antes o después de competir, pero eso influye en que os desee a todos un feliz año 2019, en el que seguiré corriendo y contándolo por aquí.

domingo, 23 de diciembre de 2018

La penúltima del año

Quedan pocos días para que 2018 eche la persiana y las competiciones navideñas se multiplican en todas las localidades de España repletas de solidaridad y buenos deseos; diciembre siempre ha me ha parecido un buen mes para competir y este año lo ha vuelto a ser pues han caído tres carreras y queda una más aún, la que disputaré en la ya clásica Legua de Navidad de Camarma de Esteruelas en el día de nochebuena. Pendiente del resultado de Camarma, el balance de diciembre ha sido esperanzador, pero mejorable, ya que en ninguna de las competiciones he logrado buenos registros, pero han estado ajustados a los entrenamientos que había realizado y las condiciones en las que corrí.
La última de esas competiciones se desarrolló en Santovenia de Pisuerga, una localidad cercana a Valladolid que organiza una media maratón a mediados de mes que me venía de perlas cara a la preparación del maratón de Zurich; no tenía referencias de la carrera y me hubiera venido muy bien tenerlas porque al llegar a la salida me enteré que prácticamente todo el trazado discurría por caminos, un handicap agravado por un lluvioso fin de semana que afortunadamente nos respetó durante la carrera; dejando a un lado el enfado que me llevé al descubrir que la carrera no iba a servir para evaluar mi estado de forma, considero que no es de recibo que en la página web del evento no hubiera ninguna referencia acerca del recorrido de la carrera, más aún teniendo en cuenta que diciembre suele ser un mes húmedo, aunque ni siquiera hace falta que sea húmedo para calificar de irregular una media maratón que discurre por caminos, yo lo llamaría cross.
Salvo quejarse, no quedaba más opción que correr y a eso me puse desde el pistoletazo de salida y tras subir una cuestecilla tras lo cual ya se entraba por un camino en el que había que ir sorteando charcos y tras eso, un tramo horroroso pisando piedras de las que ponen en medio de las vías del tren; sinceramente, después de los dos primeros kilómetros pensaba que iba a ser muy difícil llegar a meta, pero afortunadamente las cosas cambiaron, el camino se volvió más practicable y aunque mojado, se podía correr más o menos, eso si, yendo de un lado a a otro para buscar la mejor senda y pisando algún que otro charco. 
Simultáneamente a la media de disputan una carrera de 7 km y otra de 14 km,  de manera que los de la carrera corta abandonaron el recorrido alrededor del kilómetro 6, cuando hay que subir un paso elevado sobre la vía para encarar un recorrido muy expuesto al intenso y frío viento que nos acompaña; ya por entonces empecé a tener las piernas más calientes y mi ritmo empezó a ser más cómodo, siempre en torno a los 4'35'' /km y gracias, porque no estaba el panorama para muchas licencias; de hecho, me molestaba el gemelo derecho y además notaba como poco a poco los isquios se iban cargando debido a la pesadez del terreno y al esfuerzo extra que había que hacer para no resbalarse, pisar en plano, cambiar de senda...
Alrededor del km 11 nos abandonan los de los 14 Km y es entonces cuando decido dar un pequeño paso adelante y empezar a rebasar atletas, a pesar del viento de cara y el mal estado del terreno, ya pisado por los anteriores ya que se repite un tramo del recorrido; Mi crono me indicaba que podía llegar por debajo de la 1h36', pero no contaba con los últimos dos kilómetros, que discurren por un camino arcilloso, embarrado y muy resbaladizo donde era un triunfo mantenerse en pie; tuve que reducir drásticamente el ritmo, cargarme de paciencia, tirarme a la cuneta y esperar no lesionarme hasta llegar en 1h37'17'' a la meta de una carrera que a buen seguro no voy a repetir. Un resultado digno teniendo en cuenta las circunstancias, pero que no me da pistas a cerca de lo que puede pasar en la nochevieja de Zurich.
Dejando al margen esta "carrera", la última semana ha sido bastante positiva en cuanto a entrenamientos y espero estar a tope para la cita de nochebuena, la última de este año en el que no correré la San Silvestre Vallecana y es que me espera el Neujahrsmarathon de Zurich, una carrera que comienza a las 00:00 del día 1 de enero de 2019 y que será una excelente manera de comenzar el año nuevo junto a mi familia que me animará durante la competición.
Se acaba un buen año atlético, no solo en cuanto a resultados sino porque he podido disfrutar de este maravilloso deporte acompañado de familia y amigos, sin lesiones y logrando mi objetivo principal, ser un poco más feliz. Inmerso plenamente en las fiestas navideñas, me gustaría acabar este post deseando lo mejor para todos los que os pasáis alguna vez por mi blog y espero que vuestra Navidad sea tan feliz como el resto del año que nos espera a la vuelta de la esquina. Feliz Navidad.



miércoles, 12 de diciembre de 2018

Semana de Clásicas

Una vez superada la decepción vivida en Tenerife tocaba volver a los entrenamientos de manera progresiva y por supuesto volver a competir para ir asimilando de nuevo ritmos que me permitan afrontar un reto tan complicado como el maratón de año nuevo de Zurich. Afortunadamente, diciembre es un mes excelente para correr ya que varias clásicas del atletismo madrileño se celebran durante los últimos días del año, pero volví a decantarme por el Akiles, que cumplía ya 38 ediciones.
El Akiles sigue siendo una carrera muy bonita que se desarrolla íntegramente en la Casa de Campo y cuya organización nunca defrauda, aunque este año tuvieron la mala idea de dar los dorsales en una tienda ubicada en la Avenida de Valladolid y sólo el sábado por la mañana, por lo que la mayoría de los atletas optamos por escribir a la organización y solicitar la recogida el mismo día de la prueba en la mesa de incidencias; la recogida de los dorsales en los últimos años merece una reflexión y no sólo en el caso del Akiles, pues cada vez hay más carreras que te obligan a recoger los "bártulos" antes de la carrera y eso supone un perjuicio para el corredor en la mayoría de los casos. Entiendo que pueda Aranjuez, carrera a la que no acudo porque es obligatorio recoger el dorsal los días previos y en la localidad y en mi caso la distancia desde mi ronda los 70 kilómetros, es decir, que tengo que hacer casi 150 km para recoger el dorsal y   los mismo para ir a correr el domingo, Obviamente, elijo la opción de no asisitir.
haber escasez de voluntarios, pero que te obliguen desplazarte durante viernes o sábado a un local determinado no siempre es posible y además supone un gasto extra que en algunos casos puede ser importante, como ocurre en el caso de los 10K de
Volviendo al Akiles, insisto en la buena organización del evento, el buen funcionamiento del ropero y la óptima señalización del circuito, dejando aparte el excelente ambiente atlético que se respira en la Casa de Campo durante toda la mañana. Esta vez, mi participación no fue tan brillante como esperaba, pues no llegaba en la mejor forma y este circuito es muy exigente ya que la subida al Garabitas condiciona claramente el resultado final y yo no estuve muy fino subiendo, ni tampoco aproveché la bajada al 100%, aunque mis sensaciones generales fueron buenas, sin más; no obstante, conseguí hacer rápidos los últimos dos kilómetros y acabar en 41'56'', marca discreta pero válida para asimilar ritmos altos.
Cuatro días más tarde decidí participar en la Carrera de la Constitución de Torrejón, otra carrera clásica que ya suma 31 ediciones; mi única aparición en esta carrera fue en 2010 así que tocaba repetir y así competir en un 5K donde el ritmo siempre es elevado; es una carrera muy popular, gratuita para los vecinos de la ciudad y relativamente barata para los que no residimos allí y eso se nota en la lenta recogida del dorsal y en la inexperiencia de algunos voluntarios. En esta edición han cambiado el recorrido y sinceramente no han acertado, porque aparte del elevado número de giros de casi 180 grados, han introducido el paso por un túnel tan estrecho que hay que ir en fila de a uno y de esta manera es muy difícil mantener un ritmo alto.
Evidentemente este hecho afectó a mi marca, unos modestos 20'26'' muy condicionados por los factores antes relatados; de hecho, creo que con un trazado más "amigable" hubiera podido correr por debajo de los 20 minutos, pero si bien comencé a ritmo de 3'50'' en en el primer kilómetro, el segundo y el tercero se me fueron mucho debido a los giros y la aglomeración de corredores, así que al acabar la primera vuelta ya había perdido unos segundos que no puede recuperar en la segunda vuelta.
En resumen, no estoy satisfecho con ninguna de las marcas logradas en estas carreras, pero hay que ver el lado positivo y ese es que mis sensaciones han sido positivas y que he vuelto a correr a ritmos cercanos a los 4 min/km y eso me da confianza de cara a mi cita de año nuevo.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Maratón de Tenerife (3) La carrera

Tenerife amaneció soleado y con una temperatura muy agradable para salir de paseo, pero no precisamente adecuada para salir a correr 42,195 kilómetros, sobre todo para mi; salí del hotel en pantalón corto y camiseta para dirigirme a la zona de salida mascullando lo que podía pasar en la carrera, nada bueno sin duda. Luego calenté ligeramente, empecé a sudar y me preparé para tomar la salida convenientemente sudado.
Me coloqué junto a Pili en nuestro cajón sin que nos importara mucho la ubicación pues íbamos a salir tranquilos,m aunque en realidad no fue tanta la tranquilidad porque empezamos a buen ritmo, rondando los 4'30''; no me cosr¡taba mantener el ritmo en las primeras cuestas, pero notaba las piernas demasiados rígidas y cansadas y las sensaciones no eran nada positivas, así que antes dle km 3 dejé marchar a Pili y decidí seguir a buen ritmo, pero sin pasarme. Los kilómetros por el recorrido urbano de Santa Cruz seguían cayendo en ritmos cercanos a las 4'40'', pero ya empezaba a estar completamente empapado de sudor, las piernas seguían acorchadas y empecé a entrar en fase de miedo, la que antecede al pánico.
No iba bien, hacía calor, me había descolgado muy pronto de Pili y además me empezaban a pasar atletas, la cosa pintaba mal cuando cruzaba el kilómetro 9 y me abandonaba el centro de la ciudad para recorrer por primera vez la carretera que lleva a San Andrés, en la que como me había pronosticado un atleta local en la salida, el sol pegaba de lo lindo y eso me molestaba bastante, pero conseguía mantener un ritmo razonable, sin bajar de los 4´45´´´. Cuando me crucé con Pili en la recta, me di cuenta que no había perdido tanto, pero al girar para volver hacia la ciudad las cosas empezaron a ponerse feas, mi ritmo disminuía paulatinamente y el sol seguía sin dar tregua, elevando la temperatura a mucho más de los 20 grados que se calculaban a la sombra.
El caso es que había cruzado el kilómetro 14 en un razonable tiempo de 1h06', pero mi rendimiento había caído súbitamente, no podía mantener el ritmo e incluso alrededor del kilómetro 18 tuve  un momento de crisis cuando la vista se tornó borrosa por unos instantes; me asusté, peor me conjuré para llegar a la media y quizás retirarme y pasé esos tres kilómetros pensando que hacer porque ya lo estaba pasando mal. No sé si animado por el público que había en meta decidí seguir mi camino e intentar llegar al Parque García Sanabria, donde se ubicaba mi hotel, otro posible punto de retirada.
Crucé el túnel de la avenida Anaga y mejoré mi estado debido al descenso momentáneo de la temperatura, pero al salir me paré frente al auditorio, no podía más; un atleta canario me animó a seguir y me ofreció agua, pero le respondí que necesitaba un frigorífico para refrigerar un poco mi cuerpo. Decidí volver a correr y volver a sufrir, no me apetecía, me dolían las piernas y el calor no cesaba, claramente estaba deshidratado. Crucé sin pena ni gloria las ramblas y al llegar al parque decidí seguir, ya había decidido acabar la carrera costara lo que costara.
Un poco más adelante vi a mi afición, que ya me había animado previamente en dos ocasiones y me paré a hablar con Marisa, pero estaba más adelante sacando fotos, así que seguí tras contarles que iba fatal: Al salir otra vez hacia San Andrés volví a ver a Marisa y me paré a decirle que la cosa iba mal, pero yo no quería parar así que me dirigí otra vez a recorrer la "carretera de la muerte".
Mi ritmo ya se había ido alrededor de 5'10'' y a eso se unían las paradas que hacía en los avituallamientos para beber y refrescarme un poco; en algún momento noté mejoría en mi estado físico e intenté incrementar el ritmo, pero las piernas ya no me iban demasiado bien, aunque conseguí hacer los últimos 4 kilómetros a 5 min/km y así acabar en unas modestas 3h37'36''.
En definitiva, una mala carrera, muy condicionada por el clima y en la que he disfrutado muy poco que es siempre el objetivo final; la medalla de finisher es el único recuerdo positivo de una maratón que se me hizo muy dura, pero que logré acabar a base de coraje y sufrimiento. Ahora toca descansar y pensar en la siguiente.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Maratón de Tenerife (2) La organización

Analizar la organización del Maratón de Tenerife puede resultar complicado pues alterna aspectos positivos y otros negativos que parecen que parten de diferentes organizaciones, aun que aparentemente sólo hay una; así que voy a desarrollar mis opiniones, a ver si estáis de acuerdo conmigo o no.
Mi buena amiga Pili y yo teníamos marcada esta competición desde 2018 y lógicamente queríamos saber la fecha cuanto antes par air reservando vuelos, hoteles etc, o sea lo que cualquier maratoniano friki como nosotros suele hacer; normalmente los organizadores de grandes maratones fijan la fecha del año siguiente  justo después de celebrar el maratón, pero eso no suele pasar en los más modestos, así que tras una espera razonable, Pili y yo intentamos averiguar la fecha por diversas fuentes, ella preguntando a la federación tinerfeña y yo via twitter, ya que esta carrera tiene cuenta en la red del pájaro, pero no la deben usar mucho fuera de temporada porque no me hicieron ni caso, como tampoco se lo hicieron a Pili. Cuando ambos llegamos a la conclusión que la fecha era casi tan difícil de descubrir como los misterios de Fátima, un buen día la cuenta resucita e informa que en breve se abrirán las inscripciones y fue muy breve el periodo de espera que se abrió con una fase bonificada también breve, tan breve que sólo duraba 48 horas, pero que pudimos aprovechar. Nunca entenderé el interés en demorara tanto la fecha y aún menos un periodo incentivado de 48 horas.
Una vez cumplido el trámite de la inscripción, visité la página web alguna que otra vez, pero la información no variaba mucho, aparte de anunciar un nuevo circuito en un mapa casi ilegible y sin puntos kilométricos, vamos, que había que hacer un curso de topografía para averiguar donde estarían ubicados los pasos.
Una vez aterrizados el espectacular aeropuerto de Tenerife Norte, del que guardo grandes recuerdos, nos apresuramos en recoger nuestro dorsal en un pequeño local que se ubica entre el Parque García Sanabria y la Plaza del Chicharro; a pesar de estar un tanto escondida, conseguimos llegar a la feria, que no sé si calificar como tal, donde hay tres expositores o quizás cuatro, aunque con la grata noticia que hay una mesita de merchandising donde pudimos adquirir algún recuerdo a precios razonables. La recogida del dorsal es en el piso de arriba, en un amplia mesa para los de la media, mientras que queda un rinconcito para los maratonianos donde me encuentro con una sorpresa desagradable, mi dorsal no está personalizado porque me han cambiado el número a última hora y me han asignado el último número, el 386; no sé la razón, aunque quizás tenga que ver con el guarismo que debería haber lucido en mi pecho, el 69, pero al parecer alguien cometió un fallo que no me explicaron en la oficina de reclamaciones y me quedé sin mi número original y sin mi nombre impreso en el. Obviamente es un incidente sin importancia, pero me dio mal fario. Que no se me olvide hacer una sugerencia y es que la camiseta podría ser mucho más bonita o al menos, no tan fea como la que dan.
Llegamos al día D, la carrera, cuya salida estaba bastante animada desde muy temprano, aunque no tan temprano como debiera, porque salir a las 8:30 de la mañana en Tenerife y en noviembre, es una invitación al calor, lo que algunos vienen a denominar buen tiempo. La salida está bien organizada, con bastantes baños, una zona amplia para calentar y cambiarse y hasta una pequeña representación del archifamoso carnaval de Tenerife bailando y dando ambiente en la salida. esto me gustó.
Salimos, todo bien, aunque sin mucha animación en las calles y con una señalización escasa, tirando a deficiente que se notaba más en la segunda vuelta cuando quedamos sólo los maratonianos; como dato curioso, los hitos kilométricos se indican con unas enormes pegatinas pegadas en el asfalto, un original sistema, pero inexacto porque marcaba los pasos  kilométricos de las dos vueltas, que no coincidían, lo que generaba una inexactitud no muy importante, pero relevante; además, como bien dice Pili, en caso de lluvia más de uno podría haberse resbalado en el invento de marras.
Vamos con los avituallamientos, cortos, en un sólo lado de la carretera, con botellas de agua y con aquarius como bebida isotónica donde había, porque no había en todos; también daban un gel más o menos por el kilómetro 30, aparte de frutas desde aproximadamente el kilómetro 10. No se pueden calificar como malos, pero los voluntarios que los atendían estaban poco preparados para atender a los atletas, salvo excepciones, o como dice Pili, algunos estaban "a otra cosa". El caso es que ha sido la carrera donde más veces se me han escapado las botellas que me ofrecía un despistado voluntario.
Y sin ánimo de hacer sangre, también me gustaría sugerir a la organización que ponga un poco de animación en los lugares menos frecuentados por el público, sobre todo en el tramo que va y vuelve a San Andrés; no hace falta una banda ni anda por el estilo, tan solo un reproductor de música y un altavoz que suelen animar mucho, al menos a mi.
Por último quiero comentar un tema que no suelo tratar, al ser un corredor que no suele subir al podio, pero que suele correr con una amiga a que si lo hace y que se llama Pili Isidro; pues bien, Pili hizo un carrerón en Tenerife, quedó segunda, pero debió quedar primera si se hubiera descalificado a la ganadora que recibió avituallamiento externo de la organización en los últimos kilómetros, una acción completamente irregular que demuestra que a esta organización le falta mucho por aprender, por ejemplo que con una sola  botella de agua al acabar la carrera no se reponen líquidos convenientemente y ya que no daban bebida isotónica me hubiera gustado que me dieran dos de agua, como el petit suise.
En fin, hay organizaciones mejores que esta y también peores, aunque no demasiadas; de momento, esta carrera debería tener otra ganadora, pero la segunda no reclamó; tuvieron suerte los organizadores de topar con una participante tan honesta.


sábado, 24 de noviembre de 2018

Maratón de Tenerife (1) - El ambiente

Santa Cruz de Tenerife celebraba este año su quinta edición, una prueba joven que ha ido creciendo poco a poco hasta alcanzar un nivel aceptable de competidores sobre todo en la carrera de 8 Km y en la Media Maratón que se disputa simultáneamente con la prueba reina del atletismo, en la que la participación es más modesta, 386 atletas este año, que casi duplican el número del año pasado, pero aún así, un número modesto de competidores.
Es evidente que en una isla tan turística interese atraer a participantes extranjeros, atraídos por la belleza de los paisajes y el templado clima de las islas Canarias, o quizás no tan templado, pero en definitiva intentar que vacaciones y deporte vayan de la mano, como ocurre en mi caso particular; pero aunque nos cruzamos con bastantes "guris" en la pequeña feria del corredor, la ciudad no presenta ningún cambio perceptible los días antes del evento, salvo los carteles que anuncian la carrera y los preparativos que empiezan a percibirse en la Avenida de Anaga; pero en realidad no se ven demasiados corredores pululando por las calles como ocurre en otras pruebas evidentemente más masivas y es que de momento, esta competición es masivamente seguida por los atletas locales que precisamente no suelen dar ambiente.
Tampoco ofrece mucho ambiente la feria del corredor, ubicada en el centro de la ciudad, pero  en un edificio muy pequeño que no aporta mucho al evento, pues la gente entra y sale sin más sin que se perciba que es una parte importante del evento.
Metidos ya en la harina del domingo, la zona de salida presenta una gran animación a pesar de ser temprano, pero con la ventaja de la temperatura agradable, sobre todo para los que no compiten; una vez que la prueba echa a andar las cosas cambian pues las calles de Santa Cruz están prácticamente vacías durante los primeros kilómetros, salvo el paso por el mercado en el que hay gente pero dedicada a otras labores y el paso por los aledaños de la meta en el que hay algunos animadores dispersos. Como era de imaginar, en el tramo que va de Santa Cruz a San Andrés y vuelta no hay nadie animando, ni una sola persona y es que es una zona de difícil acceso en la que además no hay prácticamente nada. En la segunda vuelta hay algunas persona más por Santa Cruz, pero nada destacable y el mismo comentario puedo hacer del tramo junto al mar que lleva a San Andrés; para compensar, la meta está bastante animada y llena de gente en los laterales, sin duda atraídos por los finishers de la media.
Yo doy mucha importancia al ambiente de los maratones, de hecho escribo siempre un capítulo dedicado a este aspecto, pero tengo la suerte de llevar siempre conmigo el gran ambiente que dan mis animadores; en esta ocasión volvieron a estar conmigo Paco, Maribel, Daniel, Encho, Toli y Pastora que acompañaba una vez más a Pili que también fue de la partida conmigo. A ellos hay que añadir a Mayte, una animadora de la tierra que volvió a animarme en las islas Canarias y también merecen mención mi gran amiga Rosa y otra buen amiga y ex-compañera, Nieves, más conocida por Gruesi que me animó casi llegando a meta. Obviamente no me olvido de la persona que les volvió a capitanear y que también sumó 33 maratones en Tenerife, Marisa, que volvió a colocar a sus huestes para que la animación fuera perfecta y a pesar del resultado final, mi animación particular volvió a merecer un sobresaliente.


jueves, 8 de noviembre de 2018

De vuelta a Tenerife

"Que linda está Santa Cruz, cuando va naciendo el día, cruza el aire una folía allá por el horizonte; las parras de Tacoronte, el Teide sobre la bruma y un cielo azul que perfuma los tamarindos del monte"... Así comienza el precioso bolero "Ay Santa Cruz" dedicado a una isla que conozco muy bien porque tuve la fortuna de vivir allí durante cinco años repletos de recuerdos felices, sobre todo, el del nacimiento de mi hijo Alonso. Me fui de la isla en 2000 y desde entonces sólo he vuelto una vez a la isla,  así que ya es hora de volver aprovechando la tercera edición del maratón de Tenerife, una prueba  con un atractivo especial para mi.
El maratón de Tenerife es una prueba joven que ha aprovechado el tirón del boom atlético de los últimos años; aunque no tengo demasiadas referencias, parece que la organización está haciendo una buena labor y la participación sigue creciendo año a año sacando partida de las bondades climatológicas del archipiélago canario, de los múltiples atractivos de la isla y de un circuito que considero bonito e interesante, aunque no rápido, pues los pasos por las ramblas le otorgan un importante plus de dureza. Sin embargo, hay un gran tramo de la carrera que discurre al lado del mar, absolutamente plano y supongo que muy atractivo para la vista.
Teniendo en cuenta el peculiar recorrido, la temperatura y la humedad que me esperan durante la prueba, mi rendimiento es una incógnita pues como todo el mundo sabe no me gusta nada correr con calor; en el otro lado de la balanza, debo decir que he entrenado bien en las últimas semanas y aunque  me falta un poco de chispa, espero poder rendir a un nivel similar a Seattle y si puedo acercarme a la marca que conseguí en Chisinau hace un mes y medio.
Sea como sea, mi objetivo vuelve a ser disfrutar de la distancia de Filípedes en un lugar tan entrañable para mi donde espero disfrutar la prueba en compañía de nuevo de Pili y celebrarlo con mis amigos tinerfeños además que con los seguidores que me volverán a acompañar en esta cita: Encho, Toli, Daniel, Paco, Maribel, Pastora y por supuesto Marisa.
Me espera un fin de semana cargado de recuerdos; me espera el Teide, la basílica de la Candelaria, un recorrido colonial por La Laguna, un baño en las piscinas Martianez,  un vino en un guachinche de Tacoronte, un paseo por la playa de las Teresitas, un pescado al borde del mar en Bajamar y una carrera que cruza una ciudad que aún llevo en mi corazón; espero que Santa Cruz siga tan linda como la dejé hace años y me permita disfrutar de la consecución de mi 33º maratón.


viernes, 2 de noviembre de 2018

Carrera por la Vida y CSIC

Una vez finalizada la aventura moldava, decidí regresar pronto a la acción a petición de mi hermano Viry, pues el 14 de octubre se disputaba la carrera "Madrid corre por la Vida" que organiza el Samur y a la que no había podido acudir en sus dos ediciones anteriores. La gracia de esta competición es que aparte de colaborar en una bonita causa, se puede participar por equipos. así que se lo comenté a mis amigos Charly y Lucas que junto con Viry y yo mismo formamos un equipo dispuesto a ir a por todas.
La carrera se disputa íntegramente en la Casa de Campo, en un circuito bonito pero difícil, pues se suceden los tramos cuesta arriba y cuesta abajo, de manera que no es fácil mantener un ritmo constante; más favorable era el clima, pues la mañana era fresca a pesar del calor que habíamos sufrido durante la semana. Comencé la carrera en los puestos delanteros y me lancé en tromba en el primer kilómetro cuesta abajo que completé en alrededor 3'50'', pero enseguida se acabó lo bueno y continuamos por el circuito rompepiernas que he comentado. Tras subir Garabitas por un sendero que no conocía, me volví a lanzar cuesta abajo para luego llanear en la última fase de la carrera hasta que se llega al último kilómetro en el que se vuelve a subir, sobre todo al final con una rampa de un alto porcentaje.
Crucé la meta en 41'51'' y satisfecho con mis sensaciones, aunque también con el primer puesto en mi categoría y por supuesto, por el primer puesto absoluto que logramos por equipos y es que los cuatro integrantes rallamos a gran altura por la Casa de Campo aquella mañana.
Una semana más tarde iba a regresar a la competición y es que me tocó un dorsal para la  carrera del CSIC y decidí competir, aunque no estuviera previsto a priori. Había disputado una vez esta carrera, una auténtica clásica del atletismo madrileño, no en vano van 38 ediciones y aunque sabía que tampoco es un circuito favorable, esperaba un rendimiento mejor.
Empecé colocándome muy atrás en la salida y aunque ingenuamente pensaba que era la ubicación correcta, tras el pistoletazo de salida, tuve que adelantar a mucho corredor lento, de esos que salen a trote cochinero y en la zona de adelante, sin ningún respeto por los que corren más; aún así el primer kilómetro se fue sólo 2 segundos por encima de los 4 minutos, pero yo sabía que no iba bien y aunque mantuve el tipo en el segundo kilómetro, una vez que abandoné Serrano y entré en la Castellana , la cuesta arriba constante y el viento de cara hicieron mella en mi rendimiento y fui perdiendo tiempo en cada kilómetro que no pude recuperar en la parte final de la prueba, más favorable.
Los 42'24'' en meta me resultaron decepcionantes después del buen rendimiento exhibido una semana antes en la Casa de Campo, pero aún peor me resultaron las pobres sensaciones que tuve.
En cualquier caso, no hay que obsesionarse con estos resultados, pues los entrenamientos hasta la fecha están resultando positivos y espero rendir a buen nivel en Tenerife, en poco más de una semana; pero de eso hablaré en el próximo post.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Maratón de Chisinau (3) - La carrera

El sol brillaba en el cielo, la temperatura rondaba los 10 grados y el viento soplaba ligeramente en Chisinau cuando quedé en la puerta del hotel con Pili y Antonio para dirigirnos a la salida junto con Marisa; mis 32 maratones se quedan cortos al compararlos con los 52 de Pili o los más de 100 de Antonio, un soriano amigo de Pili al que le gusta correr en sitios "raros" y en este caso acertó de pleno; en fin, más de 200 maratones entre los tres, ahí queda eso.
Había mucha animación en los parques aledaños a la zona neurálgica de la carrera, donde se ubican salida, meta y feria del corredor; tras prepararme en un banco del parque, me fui a calentar un poco, lo justo para soltar músculos y nervios para empezar tranquilo. No tenía un objetivo claro después del accidentado verano que he pasado en el que no he entrenado con regularidad y como Pili había corrido en Berlín dos semanas antes, decidimos salir tranquilos, mientras Antonio se iba para atrás.
El caso es que comenzamos tranquilos o no tanto, porque la salida es cuesta abajo y con la euforia del inicio nos aceleramos un poco en los primeros kilómetros, justo hasta que la carretera pica hacia arriba y cada vez pica más y acaba en una rampa de un kilómetro aproximadamente en la que hay que regular bien para no perder fuerzas antes de tiempo. En esa primera subida Pili se fue un poco, pero conseguí recuperar terreno durante la bajada, de manera que recibimos juntos los primeros ánimos de nuestro grupo de seguidores.
Tras el primer paso por meta, es evidente que vamos ràpido, sobre todo porque Pili se da cuenta que va bien clasificada, huele el podio e instintivamente pone una marcha más, así que la sigo, pero tras completar la primera vuelta, cuando volvemos a comenzar la subida la dejo ir porque no quiero pagarlo más tarde. Poco a poco pierdo de vista a Pili y aunque intento "hacer la goma" se me va, pero sigo a mi ritmo sin ponerme nervioso, en la bajada y en la posterior subida (más tendida hasta meta) donde me vuelve a animar mi afición justo antes de llegar la contrameta, donde aún hay que completar un bucle para pasar por la media, cosa que hago en un tiempo de 1h38'15'':
El tiempo es bueno y me da un horizonte por debajo de las 3h20', pero Pili se ha ido mucho y tengo que tomar una decisión, seguir a mi ritmo o bien intentar ponerme de nuevo a su rueda; aunque no estoy muy seguro de poder aguantar un ritmo fuerte hasta el final, decido acelerar y ya veremos si me sale bien o me toca sufrir, así que me tiro a tumba abierta en la bajada a ritmo de 4'15'', pero es difícil recortar terreno, así que decido mantener un ritmo alto en la interminable y tercera subida que hago a un ritmo alrededor de 4'30''. Ya por entonces había tomado un primer gel que me había ayudado a recuperar fuerzas y a disminuir el hueco que nos separaba, que se redujo aún más en la bajada en la que volví a rodar a ritmos cercanos a 4'15''.
No estaba tan bien de piernas como en Seattle, pero mantenía un buen ritmo que auguraba una marca intersante; además el tiempo acompañaba, pues no hacía calor y soplaba un viento, ya moderado que refrescaba bastante. En la subida hacia la zona de meta pillé a Pili que me dijo que siguiera, que iba muy fuerte y así lo hice, aunque ni yo iba tan fuerte, ni ella tan mal, pues no la distancié  mucho y me tuvo como referencia hasta el final.
Comencé la última vuelta a ritmo fuerte, volví a bajar a buen ritmo hasta que comencé la última subida, que se me hizo dura, pero sin más, porque en la bajada volvía meter la quinta marcha y a darme cuenta que iba a bajar de las 3h15. Recibí los últimos ánimos, crucé por última vez la contrameta y aunque ya las fuerzas escaseaban me conjuré para ir a tope hasta el final en ese último bucle de 1'5 km aproximadamente. Enfilé la recta de meta feliz, esprinté y crucé el arco en 3h13'17'' celebrando mi 33º maratón con euforia, pues la marca y la estrategia de carrera lo merecían. La alegría fue completa, pues unos segundos después llegó Pili, que quedó clasificada segunda en la general.
El balance del maratón de Chisinau es realmente positivo, no solo por hacer una buena marca, también por haber corrido mucho más rápido la segunda media y por supuesto por quedar clasificado el 26º de la general y primero en mi categoría. Todo esto, lo he conseguido después de un duro verano, con los problemas de salud que conocéis y tras unos entrenamientos que no fueron lo regulares que es deseable.  La preparación de mi entrenador, Depa, sigue siendo, sin duda, una de las claves de mis éxitos, como también lo son el apoyo de todos mis amigos y familia y en especial de mi inagualable afición que me sigue a lo largo y ancho del planeta. A todos ellos, gracias.

lunes, 8 de octubre de 2018

Maratón de Chisinau (2) - La organización

El Maratón de Chisinau ha cumplido su cuarta edición en 2018, un dato que puede explicar en parte los fallos organizativos que he podido apreciar en esta edición; otro factor a tener en cuenta sería el bajo presupuesto de esta carrera e incluso me atrevería a decir que intuyo una escasa implicación de las autoridades en el evento, pero todas estas reflexiones y alguna más que pueda surgir, deben fundamentarse en la exposición de unos hechos que vienen a continuación.
Empiezo, como siempre, por la página web, que no es de las mejores que conozco, aunque tampoco se puede calificar como mala, pero tiene muchos defectos; el más evidente es el problema del idioma, pues la página se puede consultar en moldavo, ruso e inglés, pero cuando te inscribes, y al efectuar el pago tienes que hacerlo en rumano o ruso, es decir, casi a ciegas y eso no me parece muy correcto. Quizás por esa razón hubo fallos en las banderas que lucían los dorsales de los participantes; yo lucía la bandera moldava en mi dorsal y a la hora de consultar la clasificación, me adjudicaron la bandera de una colonia francesa de ultramar; fallos sin importancia, pero supongo que fácilmente subsanables. Por lo demás, la página da una información precisa, pero se queda corta, sobre todo en la semana previa a la carrera.
Pasamos a la feria del corredor,, ubicada al aire libre y frente al parlamento moldavo, en pleno centro neurálgico de la ciudad; al puro estilo de Boston, esa zona se cierra al tráfico desde el viernes por la noche, de manera que atletas y aficionados pueden acceder facilmente a la zona para disfrutar de las competiciones o de una cerveza Chisinau y unas salchichas en los puestos que se ubican al efecto.  Me sorprendió,que la feria fuera tan grande y animada, aunque obviamente faltan las grandes marcas deportivas, salvo Garmin, pero hay bastantes puestos de productos locales y hasta un carpa con merchandising a buen precio. La recogida del dorsal se ubica en un extremo de la feria y es muy ágil, sin esperas y los voluntarios hacen un trabajo muy bueno facilitando las cosas a los atletas. El dorsal es de plástico (la primera vez que lo veo) muy práctico, con chip incluido y con bandera, aunque con los problemas reseñados.
Con toda la zona debidamente cortada y acotada, el acceso a la zona de salida es muy cómoda, con muchos atletas, pero suficiente espacio para cambiarse y calentar sin problemas, pues está rodeado por dos parques; aunque la organización dispone dos zonas de salida, una para maratón y media y otra para los 5 y 10K, en la práctica todos los atletas se mezclan y los cajones establecidos no sirven prácticamente para nada; aún así, la salida es rápida pues la avenida es muy ancha y el número de participantes no es muy elevado. 
El circuito sirve es el mismo para todos y en el caso del maratón son cuatro vueltas que resultan un tanto "pesadas" sobre todo porque el perfil no es plano y básicamente o se sube o se baja; hay "pacers", aunque sin mucho éxito de público, pero los hitos kilométricos no están señalados, así que se corre un pooc a ciegas, salvo que lo hagas con tu GPS. Los avituallamientos están ubicados solo en un lado de la carretera y solo dan agua y algo de fruta, aunque hay un puesto oficial de Red Bull, algo que me parece sorprendente pues esa bebida no es precisamente para deportistas.
El circuito está correctamente definido y no es posible equivocarse, pero las vallas que dividen la avenida son escasas, unidas con cinta de plástico y además no resistían la fuerza del viento, de manera que en ocasiones había que esquivar algún obstáculo; sólo la zona de meta está totalmente acotada por vallas, pero el resto del circuito no y como la presencia policial es inexistente, la gente cruzaba entre los atletas sin que nadie les indicara el mejor momento o lugar.
Cuando cruzas la meta, te colocan una bonita medalla y puedes avituallarte con agua, cerveza  y fruta, no muy abundante, pero suficiente para reponer fuerzas. Por último, me parece que una buena idea es celebrar la entrega de trofeos por la tarde, de manera que se evitan las interminables esperas de los corredores una vez acabada la carrera.
La organización de Chisinau es mejorable, pero no es mala teniendo en cuenta que es una carrera muy modesta y con una participación reducida de maratonianos; lo positivo, es que las mejoras que se pueden implementar no son muy complicadas, ni muy costosas. Yo empezaría ampliando el circuito en una ciudad suficientemente extensa para hacer un maratón de una vuelta, instalando hitos kilométricos y mejorando los avituallamietnos; en paralelo, deberían intentar un incremento de la participación foránea a fin de conseguir que la humilde pero pintoresca Moldavia sea puesta en el mapa por más europeos.

sábado, 6 de octubre de 2018

Maratón de Chisinau (1) - El ambiente

Una de las preguntas que más me han repetido en los últimos meses ha sido la relacionada por la ubicación de Chisinau, la ciudad que elegí para completar mi 33º maratón; espero que todos los que me lo habéis preguntado y los que no , hayáis puesto ya a esta ciudad en el mapa, pues es la capital de Moldavia, un pequeño y humilde país que linda con Rumanía por el sur y con Ucrania por el norte. Esta ciudad tiene un pasado muy turbulento pues ha sufrido varias destrucciones, pero actualmente conserva cierto aire soviético heredado de su pertenencia a la extinta URSS mezclado con nuevos edificios que parecen intentar abrirse a la cada vez más amplia Unión Europea.
Dejando a un lado temas políticos, se puede decir que Chisinau no es una ciudad bonita, pues. a pesar de ser una de las capitales europeas con más zonas verdes, carece de un centro histórico definido y sus monumentos más visitados serían ignorados en cualquier otro lugar. Lógicamente no estamos hablando de una ciudad turística, es más, los turistas que pululan por la ciudad son escasos o casi nulos y estoy convencido que pocos corredores foráneos se acercaron a disputar el maratón de Chisinau como único propósito, pues por lo que vimos, la mayoría era gente que trabajaba por la zona.
Pero como bien sabéis, mi grupo y yo nos desplazamos a Moldavia con la única intención de hacer turismo, empaparnos de la cultura y gastronomía moldava, catar sus afamados caldos y en mi caso, correr un maratón, más en un país que poca gente pone en el mapa, pero que aconsejo descubrir a aquellos que se sientan aventureros.
Dicho esto, es fácil deducir que el ambiente maratoniano foráneo estaba reducido a un grupo de animosos españoles, pero el objetivo  principal de la prueba no es atraer a numerosos corredores extranjeros sino a crear una auténtica fiesta deportiva que implique a todos los habitantes de la ciudad, desde niños a adultos, mejor o peor preparados, porque se disputan distancias desde los 1,5 Km hasta los 42,195 que hizo famosos Filípedes.
Y la fiesta se celebra por todo lo alto, en pleno centro de la ciudad, con el arco de triunfo moldavo como testigo de la salida y llegada de los esforzados atletas; la explanada ubicada sirve de base de operaciones donde se celebra la feria del corredor y la recogida de dorsales; las calles aledañas se cortan al tráfico desde el sábado para la disputa de las pruebas infantiles y no se vuelven a abrir hasta el domingo por la tarde; no es difícil imaginar, que esa zona se convierte en el centro neurálgico de la vida de Chisinau durante ese fin de semana, con constante movimiento de atletas y voluntarios.
Durante la disputa de las pruebas, la animación es la calles es mejorable, pues la mayoría de la gente mira inopinadamente el paso de los corredores, aunque hay una serie de puntos en los que voluntarios o espontáneos montan un pequeño show con música y animadoras que hacen más agradable el recorrido. Teniendo en cuenta que es un circuito al que se dan cuatro vueltas, se podría decir que cumplen con dignidad, aunque sin pasar de eso.
Mención especial merecen los únicos aficionados que portaban banderas y animaban a a los atletas, lógicamente, mis afición, que dieron una nota especial a la carrera y fueron el centro de atención de muchos moldavos que se acercaron a fotografiarlos o hablar con ellos; Carlos, Myriam, Encho, Toli, Jorge; Ana y Rafa, capitaneados por Marisa, volvieron a demostrar que son los auténticos número uno.
Por todo lo anterior, considero que el ambiente de este humilde maratón es bastante mejor que el de muchas otras pruebas que se celebran en ciudades mucho más grandes y con más recursos; el centro  Chisinau se respira un ambiente sano y deportivo que suele gustar a los maratonianos como yo y estoy convencido que poco a poco irán consiguiendo aumentar la participación de atletas extranjeros que tanto anhelan.


martes, 25 de septiembre de 2018

The wine country

La República Moldavia es un pequeño país que se ubica entre Rumanía y Ucrania, sin salida al mar y sin grandes recursos naturales; un país de los más pobres de Europa actualmente y que e prácticamente desconocido por la mayor parte de los europeos occidentales, pese a los esfuerzos de su pueblo para mejorar las condiciones de vida de sus 2,5 millones de habitantes.
La historia de este humilde pueblo ha sido difícil desde siempre, pues fueron invadidos por el imperio otomano allá por el siglo XVI, posteriormente sirivieron de campo de batalla de las disputas entre rusos, turcos y austriacos, fueron anexionado por Rumanía y por Rusia en el siglo XVIII y finalmente pasaron a formar parte de la Unión Soviética en1917. El yugo soviético perduró hasta 1981, fecha en la que lograron la independencia y el autogobierno de una sociedad que aún está dividida entre pro-rusos y pro-europeos, pero que intenta modernizarse y acercarse a Europa poco a poco.
Para lograr ese acercamiento, los moldavos están intentando mostrar su mejor recurso, el vino, al resto del mundo y es que este pequeño país es el séptimo exportador vinícola del planeta y posee varias bodegas que ofrecen una elevada producción y además con una calidad notable en sus caldos; Purcari y Cricova son las bodegas con más producción y renombre, aparte de Milesti Micii, que tiene el honor de ser la  bodega subterránea más grande del mundo, pues  suma 250 Km de galerías subterráneas.
Aún así, Moldavia sigue siendo uno de los países menos visitados del mundo, razón por la cual se las autoridades se han afanado en crear acontecimientos que atraigan a turistas europeos y mundiales, como la feria del vino que cada año tiene mayor afluencia de visitantes, pero sin descuidar los eventos deportivos con la celebración del la Wine Run y sobre todo del maratón de Chisinau, que este año cumplirá cuatro ediciones. Obviamente, a un ávido buscador de maratones como yo además de amante del vino, le interesó esta carrera desde un primer momento, hice la oportuna propuesta a mi grupo de seguidores y ellos decidieron apuntarse a esta nueva aventura que también compartirá conmigo la inigualable Pili Isidro, con sus 52 maratones en el zurrón, que sumados a los 32 del mío, suman 84 maratones en el asfalto moldavo dividido entre sólo dos atletas; eso si, a Pili no le gusta el vino y la oferta cultural de la ciudad no parece muy abundante, así que espero que no se aburra mucho, pero no debe preocuparse de las catas de vino, pues Marisa y yo mismo nos encargaremos de beber las copas que deje abandonadas.
El maratón de Chisinau se celebra junto a una media, una carrera de 10Km y una Kid Run, de manera que consiguen reunir a casi 15.000 participantes, de los cuales unos 1500 disputan la distancia de Filípedes; la salida y la llegada se ubican en el centro de la ciudad y el circuito es de 10 km, por tanto hay que dar cuatro vueltas en un perfil casi plano. A priori, No parece el recorrido más atractivo, ni la mejor organización, pero estoy seguro de que voy a disfrutar la experiencia de correr en Chisinau con el inestimable apoyo de mi afición, que volverá a ser numerosa: Carlos, Myriam, Encho; Toli, Jorge, Ana, Rafa y lógicamente, Marisa.
El país del vino me espera para disputar mi 33º maratón tras una preparación condicionada por mis problemas de salud, que han sido decisivos para evitar que tuviera la continuidad necesaria para afrontar con garantías una carrera de este tipo; sin embargo, las sensaciones de las últimas semanas han sido buenas y aunque mi estado de forma no es tan bueno como hace unos meses en Seattle, estoy convencido de poder hacer una buena carrera, aunque no un gran tiempo. Aún así, lo importante siempre es disfrutar de la competición, vivir una nueva experiencia y cosechar una medalla más, la que espero conseguir en esta modesta, pero apasionante ciudad.

jueves, 13 de septiembre de 2018

I Cross Milanito y Media de Torralba

Una vez olvidadas mis dolencias, era necesario volver a calzarse las zapatillas y seguir con el plan establecido para llegar a Chisinau en las mejores condiciones posibles; la primera tarea era retomar los entrenamientos de manera gradual y sin forzar para evitar problemas y tras unos días corriendo sin molestia alguno decidí competir en la primera edición el Cross "El Milanito" que ya tenía programado desde julio.
Esta prueba se celebra en Montemayor de Pililla, pueblo vallisoletano en el que residí hace tiempo y donde mi padre ejerció como médico; aparte del componente sentimental, la carrera es atractiva de por si, pues está integrada en una fiesta de la cerveza artesanal que se lleva a cabo en una preciosa arboleda del lugar, la Hontana, que se llena de puestos de degustación del "zumo de lúpulo" amenizados con interesantes conciertos  de grupos cantando en directo. Este año, la organización del evento han tenido la gran idea de integrar una prueba atlética entre las actividades del festejo y para dar más categoría al experimento han contado con la colaboración de grandes nombres del atletismo español, como Sergio Gallardo, Mayte Martínez, Juan Carlos Higuero y Arturo Casado.
La carrera se disputa por los caminos anexos a la Hontana, entre los abundantes pinares que salpican el lugar; una carrera difícil, con repechos y piso irregular, pero muy divertida; mi actuación no fue precisamente buena, no corría  gusto en ningún momento y mi ritmo se resintió, de manera que acabé en unos pobres 25'14'', aunque tercero en mi categoría.
El resultado de la prueba demostraba que no estaba precisamente en forma y por eso tenía que seguir entrenando a pesar de los rigores meteorológicos que hemos soportado a finales de agosto en Madrid; quedaban tres semanas para la siguiente competición y había que aprovecharlas, pero los entrenamientos buenos y los malos se han alternado y las buenas sensaciones no han llegado hasta la semana previa a la Media Maratón de Torralba, un test tres semanas antes del maratón que se puede considerar muy significativo.
La media maratón de Torralba es la tercera más antigua de España, comienza en Ciudad Real y finaliza en la localidad manchega por un recorrido que discurre por una carretera parcialmente cortada al tráfico bajo un sol manchego de justicia; es una carrera bien organizada, que parte de las pistas estadio Rey Juan Carlos, un lugar ideal para cambiarse, ir al baño y calentar tranquilamente antes de comenzar a correr a las nueve en punto de la mañana. Tras un recorrido breve por la capital de la provincia, se llega a la carretera que se sigue sin desvíos hasta Torralba por un paisaje un tanto aburrido que sólo varía al cruzar la localidad de Bolaños a mitad de carrera y en los últimos kilómetros que discurren por las calles del pueblo donde se ubica la llegada.
Consciente de mi estado de forma, me propuse poner un buen ritmo pero cómodo desde el principio y ver como evolucionaba la carrera a medida que iban cayendo los kilómetros; empecé rodando entre 4'21'' y 4'25'' por kilómetro y a pesar de los repetidos falsos llanos del recorrido, pude mantener el paso hasta la mitad de la prueba, en la que el calor y los kilómetros erosionaron un poco mi rendimiento hasta cruzar la meta de Torralba en 1h33'45''.
No se puede decir que sea un gran tiempo, pero tampoco es malo teniendo en cuenta las condiciones de meteorología y perfil; sin embargo, estoy contento porque he recuperado sensaciones y creo que aún tengo margen suficiente para afinar mi preparación en las tres semanas que restan hasta disputar el maratón en Chisinau. 

domingo, 12 de agosto de 2018

Un paseo por el centro de Madrid

Una vez terminado mi viaje por EE.UU. comencé a preparar un nuevo reto maratoniano, el que tendrá lugar el próximo 30 de septiembre en Chisinau, una fecha que implica entrenar duro en verano, pero también implica la necesidad de competir para no perder ritmo;  por eso, a finales de junio me puse a buscar una competición apetecible entre la escasa oferta de carreras urbanas en Madrid en el mes de julio y me topé con el clásico Trofeo de San Lorenzo, una prueba que ya disputé hace unos años y que me gustó mucho, así que no fue necesario buscar más y tomé la decisión de repetir experiencia en esta bonita carrera.
El Trofeo de San Lorenzo se anticipa a las fiestas del mismo nombre que se celebran en el centro de Madrid en agosto ya que se corre a finales de julio, entiendo que para eludir la "huída" masiva de madrileños en el mes más vacacional por excelencia. La salida de la prueba  se ubica en el barrio de Lavapiés y tras un recorrido de 10 km por el centro de Madrid vuelve al populoso barrio madrileño para cruzar la meta de la calle Argumosa. Los que conozcan la capital de España, habrán intuido que no es un perfil sencillo pues las cuestas proliferan en la zona y la organización no ha hecho grandes esfuerzos para evitarlas, lo cual es una acierto, pues el recorrido es muy atractivo ya que se recorren los puntos más emblemáticos del centro de la ciudad.
El evento comienza a las 9 de la mañana a fine de mitigar los rigores veraniegos de la capital de España y aunque la temperatura no se podía calificar precisamente de "fresca", tampoco hacía una calor insoportable y además un ligero viento permitía refrescar un poco el ambiente. Un gran número de atletas calentaban en las calles aledañas a la salida ubicada en la Ronda de Atocha a la que me dirigí trotando con Miguel, un auténtico veterano de esta prueba. No tenía ni idea de como me podía salir la carrera, pues los entrenamientos en verano despistan mucho ya que es muy complicado entrenar, pues hay que madrugar para evitar el calor, a lo que hay que unir el deficiente descanso nocturno debido a la temperatura y las pocas horas de sueño provocadas por el madrugón citado.
Sonó el disparo y empezamos cuesta abajo, muy rápido hasta completar el primer kilómetro por debajo de 4 min/km, pero es solo la primera toma de contacto, porque el perfil empieza a complicarse con cuestas en principio cortas, pero que anticipan la llegada a la cuesta de San Vicente hasta donde llegué con un crono bastante aceptable; sin duda, dicha cuesta es la más larga y empinada del recorrido y por ende donde se pierde más tiempo, pero cuando "coroné" llegando al Palacio Real, me di cuenta que no había supuesto un esfuerzo importante y pude recuperar un ritmo vivo junto a Miguel, que pasó toda la carrera junto a mi.
Una vez en el "centro centro", el perfil se vuelve más fácil, aunque aún quedan rampas por subir, pero es una delicia correr por calles emblemáticas como la calle Toledo o la calle Mayor, aprovechando su sombra bajo la mirada sorprendida de los turistas que ya pululan por allí; enseguida se llega a Sol, se cruza y tras un corto paso por Carrera de San Jerónimo se gira a la izquierda para bajar Alcalá, comenzando la parte final y de nuevo propicia de la prueba. Llegaba relati
vamente fresco a ese último tramo de carrera, así que me lancé cuesta abajo, aceleré un poco el ritmo y volví a correr por debajo de los 4 min/km hasta llegar a la calle Argumosa donde esperaba una meta muy animada que crucé en unos dignos 42'24'' teniendo en cuenta el perfil y las condiciones meteorológicas  de la prueba.
En definitiva, un buen test que ha demostrado que el plan diseñado por Depa está dando sus frutos, aunque es difícil percibirlo en el día a día a causa de la meteorología, adversa para mis condiciones; el trabajo de escaleras y multisaltos sustituyendo al gimnasio me permite tener las piernas fuertes pero más frescas, mientras el trabajo interválico sigue mejorando mis prestaciones de cara a mantener ritmos altos, a pesar de la dureza de realizarlo con este calor.
La próxima cita será un cross de 6 km en Montemayor de Pililla, donde intentaré gestionar ritmos fuertes, para luego rematar con la media maratón de Torralba a tres semanas del maratón, en la que espero calibrar mis posibilidades en la capital de Moldavia. Hasta entonces, habrá que seguir soportando el calor y entrenar más duro todavía.

jueves, 28 de junio de 2018

St Jude Rock&Roll Seattle Marathon (3) - La carrera

Las estadísticas meteorológicas corroboran que en Seattle llueve casi todos los días del año, pero cuando me levanté a eso de las 4 de la mañana para desayunar, el cielo estaba despejado y se podía atisbar que el sol luciría durante la carrera que iba a comenzar dos horas y media después junto al magnífico museo MoPop; lo habéis leído bien, la salida del St Jude Rock&Roll Seattle Marathon se da a las 6:30 de la mañana y por eso tuve que desayunar a las 4 de la mañana, para luego echarme una cabezadita y salir hacia la salida caminando, pues mi hotel estaba ubicado a escasos 500 metros de la zona neurálgica de la prueba.
Ya había amanecido y el cielo seguía despejado, pero afortunadamente la temperatura no superaba los 10 grados y a pesar del molesto viento, las condiciones parecían bastante buenas para mis características. Marisa me acompañó hasta la zona de salida, donde calenté, bebí un poco de agua y enseguida me dirigí a mi "corral" el número 1, donde no había demasiados atletas; escuché con respeto y cierta emoción el himno americano cantado a "capella" por un chico y sin más preámbulos, la carrera echó a andar. No estaba nervioso, no me jugaba nada y además estaba en buena forma, así que nada podía salir mal, aunque el perfil de la carrera me preocupaba y pronto se iban a disipar mis dudas.
Aproximadamente 800 metros después de la salida, una rampa de un 10% de inclinación o superior, me deja bien claro que la carrera no iba a ser nada fácil y que mis temores tras pasear por las empinadas calles del centro el día anterior eran fundadas, en Seattle el concepto plano debe existir, pero con cuentagotas. La empinada cuesta no me asustó demasiado, yo seguía a lo mío, con tranquilidad, sin ponerme nervioso y disfrutando de la animación inicial de la carrera, un grupo de Elvis que chocaban la mano con manoplas gigantes; era una fase de la carrera con constantes subidas y bajadas por una zona residencial que desembocaba en la orilla del Lake Union. En esa fase, se sube la famosa cuesta que corona al King y a la Queen of the Hill, una cuesta de aproximadamente un 15% de desnivel y unos 200 metros de largo en la que se miden los tiempos de los atletas, que en su mayoría dejan de correr para caminar; yo, subí corriendo. El terreno era complicado pero  pude mantener un ritmo de 7'30'' por milla hasta la milla 5,5 en la que una inesperada necesidad me hizo pasar por el baño y perder un minuto en la tarea.
No me gustó mucho el parón, pero había que seguir sin volverse loco en la fase más plana del recorrido, alrededor del lago hasta que la carrera gira para volver al centro de la ciudad de camino a la media maratón; volvían las cuestas, mantenía ritmo y tras una cuesta abajo prolongada recibía por primera vez los ánimos de mi familia, que me habían esperado ya en la milla 6, pero no les pude ver. Poco antes de cruzar la media maratón, la carrera se bifurca y la mayoría de los atletas se quedan en las 13,1 millas mientras que yo sigo mi camino.
La segunda parte de la carrera es mucho más dura que la primera, pero se inicia en un prolongado túnel que pica hacia abajo en el cual un voluntario con una amplificador pone música de los Doors a todo volumen; la música me hace venirme arriba, incremento el ritmo y empiezo a adelantar atletas aprovechando la benevolencia del terreno y a pesar del viento de cara que ya sopla con fuerza. A la salida del túnel se sigue por un viaducto que conduce al Waterfront, el terreno sigue picando hacia abajo, las vistas son preciosas y mis piernas están frescas, así que me pongo el cuchillo entre los dientes y sigo adelantando posiciones con facilidad.
Al final del viaducto se acaba lo bueno, un giro en U frente al Century Link Field me señala el camino inverso, esta vez picando hacia arriba, aunque con el viento a favor; el ritmo se resiente, pero no mi hambre de ganar posiciones, así que sigo adelantando y animado hasta llegar de nuevo al túnel, esta vez suena Nirvana y tras la salida me espera mi familia por tercera vez dándome unos ánimos muy necesarios porque empieza lo realmente duro.
Se sale otra vez del centro para dirigirse hacia el parque Woodland subiendo sin descanso hasta llegar al puente que en laza la ciudad con el parque, de aproximadamente una milla de longitud y con un desnivel considerable que acaba con las fuerzas de muchos atletas que ya se ponen a caminar, pero yo sigo a lo mío, adelantando a atletas y con fuerza suficiente para continuar a un buen ritmo. Se entra en el parque, faltan unas cuatro millas y si alguien no está suficientemente castigado por las subidas y bajadas del recorrido, la organización tiene la deferencia de incluir un demencial recorrido por un parque poco señalizado, con una sucesión de subidas y bajadas cortas y empinadas, giros acusados y además sobre tierra, afortunadamente sin embarrar; personalmente me parece una barbaridad meter la carrera por ese prescindible parque que no aporta nada y supone un esfuerzo extra para las piernas ya al final de la prueba.
Pero a mis piernas les daba igual que hubieran cuestas, giros o arena, seguían frescas y tras salir del parque encaré una nueva subida previa ya a los últimos kilómetros en bajada; seguía pasando atletas, recogiendo cadáveres por doquier y lanzándome a tumba abierta hacia una buena marca teniendo en cuenta el recorrido. Con la Space Needle en el horizonte recorrí los últimos 3 kilómetros oliendo a meta y aunque un atleta consiguió adelantarme (el único en la segunda media que consiguió hacerlo) mi trabajo ya estaba hecho, pero al escuchar los ánimos de Alonso en la recta de meta, me vien un poco arriba y acabé esprintando para adelantar a otro atleta antes de cruzar la línea de meta en 3h20'49''.
La marca tiene mucho valor teniendo en cuenta el circuito y estoy convencido que si hubiera llegado a Seattle en un estado bajo de forma, hubiera sufrido mucho, pero como ya comenté por aquí, tenía buenas sensaciones que he corrobado durante la carrera consiguiendo además el segundo puesto en mi categoría, además del puesto 89 en la general. No obtuve premio específico por ese segundo puesto, en realidad, ni me preocupé de ello porque tras las fotos de rigor, me fui con mi familia al hotel para seguir disfrutando de mis vacaciones.
Con el de Seattle, he completado 32 maratones, pero me faltan dos más por correr este año que espero acabar con 34 maratones y listo para encarar muchos más en un futuro; está claro que el trabajo que me programa Depa cada semana está dando sus frutos, pues a mis 52 años me encuentro en un estado de forma excelente y con mucha hambre para seguir corriendo maratones hasta que ·el cuerpo aguante". Tras la amarga experiencia de Ritterdam, en Seattle he vuelto a disfrutar corriendo y eso es mucho más positivo que una buena marca o una buena clasificación general. Y ahora a seguir entrenando, el 30 de septiembre me espera Chisinau.

martes, 26 de junio de 2018

St Jude Rock&Roll Seattle Marathon (2) - La organización

A pesar de la propagación de la franquicia Rock&Roll Marathon por Europa, la de Seattle ha sido mi primera experiencia  con una de estas pruebas y tengo que decir que he acabado satisfecho y eso que tenía ciertos recelos pues tras su compra de los derechos del Maratón de Madrid no se observó una mejora notable en su organización, más bien, todo siguió igual.
Una franquicia tan potente como esta tiene, obviamente, una potente página web, con un diseño atractivo, actualizaciones periódicas de información y facilidades para el usuario que desea registrase al evento; no tengo queja de su funcionamiento, aunque personalmente prefiero las páginas que están dedicadas a una sola prueba, pues en este caso hay veces que te lías un poco cuando entras en la página general de la franquicia.
Por lo tanto, registro sencillo, actualizaciones eficientes y newsletters completas suponen un buen comienzo antes de llegar a Seattle donde al corredor le espera una visible publicidad en las zonas más emblemáticas de la ciudad y una feria del corredor ubicada en el magnífico estadio Century Link Field, sede de los Seahawks de fútbol y los Sounders de soccer.
La feria es amplia y muy bien organizada, con muchos voluntarios que evitan que se produzcan esperas a la hora de recoger el dorsal o la camiseta. Se visita con facilidad, sin aglomeraciones ya que los expositores tienen espacio suficiente y la afluencia no es masiva; aparte de grandes marcas  y tiendas deportivas locales, exponen varios maratones USA e incluso algunos expositores "frikis" como los que intentaron vender a Marisa una crema antiarrugas cuyo coste de 1000 dolares era rebajado al módico precio de 500 por motivo de la feria; un chollo, vamos...
La salida y la llegada de la prueba se ubican en la misma calle, a escasos metros del Museo MoPOP y de los Chihuly Gardens, en la zona donde se erige la imponente Space Needle, testigo de lujo del evento; la zona está libre de tráfico, con espacio suficiente para calentar, prepararse y evitar aglomeraciones; también cuenta con un número suficiente de inodoros y se ofrece agua de manera gratuita a todos los participantes.
Tras el pistoletazo inicial, la carrera discurre por un circuito bien señalizado y asistido por voluntarios salvo en la última parte de la carrera, cuando se pasa por el parque Woodland en el que no hay apenas indicaciones ni personal  que ayuden a adivinar los múltiples cambios de dirección en el recorrido de la prueba por dicho espacio.
Es destacable la numerosa animación que coloca la organización a lo largo del recorrido, fundamentalmente en las zonas más aisladas y vacías de público, lo que hace mucho más agradable el paso por dichos lugares.
Los avituallamientos se encuentran a ambos lados de la calzada, suministrando agua, isotónicos, así como geles y alimento sólido en abundancia y desde el kilómetro 15; hay puestos sanitarios cada 10 km aproximadamente. No use el ropero, por eso no opino.
Al ser un maratón USA, la distancia se mide y se señala en millas, pero además de dicha señalización, también se señaliza el paso por los km 5,10,15,20,25,30,35 y 40.
Tras cruzar la línea de meta, te ponen una bonita medalla además de  bebida fruta y otros alimentos sólidos.
En definitiva, se puede concluir que la organización es muy eficiente y el trato al corredor es bastante correcto, características comunes en los maratones que se celebran en EEUU.

domingo, 24 de junio de 2018

St Jude Rock&Roll Seattle Marathon (1) - El ambiente

La capital del estado de Washington es una gran ciudad que se extiende en la margen del Océano Pacífico y alrededor del impresionante Lake Union; en Seattle se disputan dos maratones anuales y el St Jude es el segundo en importancia, uno más de los Rock&Roll Series abundan en EEUU. No es comparable, por tanto, a cualquiera de los majors que he disputado en Norteamérica, y ni siquiera es un maratón masivo, más bien, el grueso de los participantes se registran en la media maratón, dejando las 26,2 millas a unos escasos 3.000 corredores.
Conocía estos datos antes de aterrizar en Seattle, así que no me pilló de sorpresa que en la animada ciudad norteamericana no hubiera mucho ambiente atlético, a pesar de algunos carteles que anunciaban en el evento en los lugares más concurridos por los numerosos turistas que deambulan por el centro y el downtown. 
Sin embargo, la feria del se celebra en un pabellón integrado en el Century Link Field, sede de los equipos de soccer y fútbol de la ciudad que se ubica justo al lado de otro de los grandes templos de la ciudad, el Safeco Field de beisbol, sede de los Mariners; la feria es grande y muy animada, aunque el público es mayoritariamente local, lo que no impide que se respire un bonito ambiente atlético con muchos expositores e información sobre otros maratones de EE.UU.
La salida de la prueba ese realiza a una hora muy temprana, las 6:30 de la mañana,  pero eso no evita que la zona de salida sea un hervidero de gente, atletas y también acompañantes que se dan el madrugón para animar a los suyos; eso si, una vez lanzada la carrera, las primeras millas están prácticamente desiertas, aunque pronto se adentra por zonas residenciales donde algunos valientes vecinos animan a los esforzados atletas; a medida que la prueba avanza, el número de aficionados aumenta, aunque de manera intermitente, ya que se pasa por zonas en las que el acceso es imposible, como túneles o el viaducto que conduce al Waterfront. Para mitigar esos vacíos, la organización coloca numerosas bandas por todo el recorrido que animan bastante, destacando una de "Elvis" al principio de la prueba, pero sin desdeñar el resto de animadores que ofrecen calidad y buenos temas.
Los kilómetros finales tampoco son excesivamente masivos, pero hay bastante gente en la recta de meta y la zona de llegada, pues se suman los maratonianos y los medio maratonianos con sus respectivos animadores.
Como dije en el anterior post, mi animación particular se compuso, en esta ocasión, de Marisa y mis hijos que me animaron en tres puntos diferentes y en la recta de llegada, dándome ese extra que tanto me ayuda en la prueba de Filípedes; de nuevo, el "vamos Papi" de Ángela se volvió a escuchar en un maratón, quizás fue una de las claves de mi buena actuación final.