miércoles, 25 de septiembre de 2019

XXXI Media Maratón Ciudad de Valladolid

Correr en Valladolid es correr en casa, a pesar de llevar ya muchos años viviendo fuera de mi ciudad natal; siempre estoy muy atento al calendario atlético de Valladolid y provincia para competir en "casa" si los turnos de trabajo me lo permiten. De hecho, la media maratón en la que más veces he participado es la de Valladolid pues además de tener el aliciente de conocer a la perfección el recorrido, es una prueba bastante rápida que permite la consecución de buenas marcas.
Tras la participación "relajada" en la Ribera Run el pasado fin de semana, Depa y yo decidimos iniciar la puesta a punto para el Maratón de Valencia compitiendo en Valladolid con el objetivo de comprobar mi estado de forma y así planificar de una manera más adecuada el entrenamiento a seguir de cara a la prueba por la que he apostado este año; Depa me propuso bajar de 1h30' en esta primera media, un tiempo muy ambicioso, pero acorde con mi intención de superar la barrera de las tres horas en diciembre. El reto se me antojaba complicado por varias razones, empezando por haber corrido un maratón hace cinco semanas, continuando pro la caída que sufrí en Islandia tras la carrera y que me tuvo una semana sin correr y con la espalda maltrecha y acabando por unos entrenamientos discretos, preludio de la Ribera Run en la que me había pegado una buena paliza seis días antes. Consciente de todo ello, aproveché la semana de entrenamiento para mentalizarme y reencontrarme con las buenas sensaciones que siempre son necesarias para afrontar de confianza una prueba importante.
El sol lucía en la fresca y húmeda mañana vallisoletana, pues no había parado de llover por la noche;tras aparcar y tomarme un café, dejé la ropa en el coche y comencé un calentamiento ligero en el que comprobé que mis piernas estaban descansadas y listas para la acción, pero también sabía que para hacer una buena carrera tendría que estar muy atento a mi ritmo y a mis sensaciones para no cometer errores y desfondarme antes de tiempo. Por esa razón comencé la prueba con cierto conservadurismo a pesar de haberme colocado un poco atrás en la salida lo que me obligó a remontar poco a poco hasta tener el globo de la 1h30' a la vista.
Tras cruzar el Puente Colgante y dar una pequeña vuelta por las calles adyacentes a las Cortes de Castilla y León, la carrera se vuelve a dirigir al túnel de la avenida Salamanca que hay que cruzar dos veces, de ida y de vuelta, un absurdo paso  que deberían cambiar porque se puede hacer el mismo trayecto por la superficie y que me generó una pequeña crisis de la que me pude recuperar en los kilómetros siguientes antes de cruzar el puente que lleva al Paseo de Isabel la Católica. Al paso por la Plaza de San Pablo empecé a sentirme mejor animado porque estaba la primera mitad del recorrido estaba casi hecha y mis sensaciones eran buenas,
Tras pasar por la Acera de Recoletos comencé la vuelta definitiva con muchas ganas y concentrado para no perder ritmo y seguir manteniendo la distancia con el globo que seguía constantemente a la vista. Me fui animando al comprobar que el cansancio no me afectaba y que además iba superando atletas poco a poco mientras caían los kilómetros. Tras el segundo paso del túnel y el recorrido por Huerta del Rey tocaba afrontar los últimos kilómetros con fuerza y aunque ya iba un poco "tostado", apreté los dientes para no perder comba y presentarme de nuevo en la Plaza de Zorrilla para bordear el Campo Grande y completar el último kilómetro a tope lo que me llevó a cruzar la meta en 1h29'35'', cumpliendo el objetivo propuesto y lo que es mejor, con muy buenas sensaciones durante toda la carrera.
Es indudable que este resultado ha elevado mi moral para afrontar las semanas de entrenamiento que aún me quedan para ponerme a punto para disputar el Maratón de Valencia con posibilidades de bajar de las 3 horas; soy realista y sé que mi objetivo es muy  complicado, pero la primera piedra está puesta, así que lo que toca es entrenar duro y seguir progresando. El próximo test será el 13 de octubre en la Media del Maratón de Burgos, donde sólo cabe mejorar.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Ribera Run Experience - Tercera Cosecha

Tras mi ausencia de la edición de 2018, este año volví a acudir a la cita con la Ribera Run Experience que cumplía su tercera "cosecha", presentando cambios significativos respecto a la primera edición en la que participé. Debo aclarar que tanto en la primera como en esta edición, he participado en la Ribera Run Media que se disputa sobre una distancia aproximada de 25 Km y aunque mi intención es hacer la larga (unos 50 Km) algún día, esta no era la ocasión más propicia a causa de mi reciente participación de Reikiavik y el inicio de mi preparación para correr a tope en diciembre en Valencia.
El centro neurálgico de la prueba se ubicó de nuevo en la preciosa Plaza del Coso de Peñafiel, lugar donde partía la media y finalizaba la carrera larga; allí me presenté temprano ante la mirada atenta del castillo en lo alto de la montaña en una mañana en la que lucía un resplandeciente sol castellano. Tras calentar un rato se dio inicio a la prueba, cuyos primeros kilómetros se realizan neutralizados por las calles de Peñafiel incluyendo un espectacular recorrido por las Bodegas Protos en la que corremos entre cubas, una experiencia inolvidable. Un vez fuera de las bodegas os dirigimos hacia el pinar donde empieza la prueba de verdad.
Mi idea inicial era hacer 12 Km a ritmo de maratón y el resto de "paseo", pero pagué cara mi osadía pues el recorrido inicial no es precisamente favorable para llevar un ritmo elevado y la sucesión de toboganes en un estrecho sendero a la ribera del Duero provocaron que me desfondara muy pronto, de manera que tuve que cambiar mi planteamiento, reducir la marca y poner un ritmo menos vivo ya que con tanta cuesta empinada, bajada vertiginosa e incluso escaleras, no había manera de mantener un ritmo constante para un corredor no acostumbrando al trail como yo.
Sufrí bastante hasta llegar a la primera bodega, Tresmano, ubicada en el kilómetro 11, pues aparte de ir haberme pasado de ritmo, tuve problemas digestivos que me obligaron a parar un rato para evitar vomitar; así que decidí tomarme con calma el avituallamiento en la bodega donde me esperaba Marisa que me aconsejó comer algo sólido y membrillo antes de seguir mi ruta. Llenar un poco el estómago me sentó muy bien y empecé a recuperarme, teniendo también en cuenta que el recorrido era más cómodo, por caminos entre pinares tras dejar atrás el espectacular yacimiento de Pintia por el que también se pasa.
Empecé a adelantar corredores en este terreno más propicio que pronto se convirtió es bastante duro al adentrase en pinares y tener que superar zonas arenosas en las que había qe usar las "tracción a las cuatro ruedas"; lógicamente mi ritmo bajó, pero finalmente alcanc´sin problema la segunda bodega, Dehesa de los Canónigos, donde volví a comer y beber para afrontar la última parte del recorrido. Los caminos arenosos seguían siendo protagonistas y con la cabeza puesta en seguir el mejor sendero, unos cuantos atletas cometimos un error y nos perdimos, así que nos tocó dar la vuelta y hacer unos 300 a 400 metros extras, que no es un drama, pero no molesta.
En el tramo final e pasa al lado del Monasterio de Valbuena en la que se ubica un mini avituallamiento en el que paré a pesar de restar sólo 2 Km para meta; allí me refresqué con un exquisito zumo de manzana, jengibre y apio que me ayudaron a coger fuerzas para el último tramo, el único por carretera, que nos guiaba a las bodegas Emina donde crucé la meta en unas discretas 2h 09' 43''.
La Ribera Run Experience no es una carrera adecuada para hacer marca si eres un adicto al maratón como yo, pero es una carrera que hay que correr por el simple motivo de disfrutar de la carrera; en esta prueba hay que olvidarse la marca y del ritmo y hay que disfrutar del Duero, de los senderos entre pinares, del buen rollo entre atletas, de los espectaculares avituallamientos en las bodegas, y de las post-carrera, en la Plaza del Coso, con barra libre de vino de la Ribera aderezado pro una paella multitudinaria a la hora de comer. Ya tengo mi segunda copa de Finisher en la vitrina y no será la última porque disfrutar de una prueba así cada septiembre vale la pena; la Ribera Run 2019 ha terminado, volveremos en 2020.

martes, 3 de septiembre de 2019

Maratón de Reikiavik (3) - La carrera

Amaneció muy temprano en Reikiavik como corresponde en época estival, pero mi despertador sonó a las 6 de la mañana y  el sol ya lucía tímidamente en un cielo casi nublado por completo mientras que el viento había decidido tomar un respiro esa mañana, un factor importante en  una ciudad tan ventosa. Se puede decir que la meteorología era prácticamente ideal pues el termómetro tampoco pasaba de los 10º mientras desayunábamos en nuestra caravana.  Tras descansar otro poco y prepararme, tomamos el autobús que nos acercó a la línea de salida donde llegué con tiempo suficiente para hacer un calentamiento ligero y acabar de prepararme para la carrera. Me coloqué en la parte de adelante en la salida, mientras Pili se retrasaba un poco pues  decía que no iba en  buena forma, así que comencé la prueba solo y horas después la acabaría también solo.
Salí tranquilo,a un ritmo de 4´45´´ que me permitía disfrutar del buen ambiente de los primeros kilómetros, pero sin desgastar mucho pues mi objetivo era ir tranquilo y sin forzar pues en nada toca empezar la preparación de Valencia. Pronto me encontré con atletas españoles a los que saludé mientras seguía a mi ritmo siguiendo de lejos el globo de la 1h40' al que poco a poco me fui acercando hasta llegar a su altura donde también estaban dos atletas españoles que corrían la media, con los que estuve charlando unos cuantos kilómetros, aproximadamente hasta el km 15 en el que decidí descolgarme un poco porque el ritmo era demasiado vivo.
Hasta entonces todo marchaba conforme a lo previsto, manteniendo el paso que me convenía y disfrutando de las bonitas vistas al mar que ofrecía la primera parte del recorrido que culminaba en una avenida que discurre al lado de la costa donde soplaba el viento y además una ligera pendiente hacia arriba que sllega hasta un fondo de saco donde se da la vuelta para dirigirse de nuevo a la zona de salida/meta, a la que no se llega  porque se desvía a los maratonianos hacia el interior de la ciudad. Por entonces ya había recibido los primeros ánimos de Marisa y Ángela en el kilómetro 12 y un poco más adelante en el 18, justo cuando rodaba a la par de un corredor canario muy simpático y otro de Ciudad Rodrigo con los que también departí un rato hasta que el canario se marchó y yo descolgué al salmantino.
Mi paso por la media fue de 1h41'30'', ajustado a mi planteamiento inicial, pero la segunda mitad de la carrera se me empezaba a atragantar por varias razones, la falta de público, los innumerables giros que da el trazado y un buen número de puentes elevados y túneles que convierten el final de la prueba en un rompe piernas. De hecho, de la segunda media sólo me gustó el paso por un barrio de casas de colores cuyos vecinos animaban a los corredores desde sus balcones, pero el resto era un recorrido infumable por parque vacíos, carreteras y los ya mencionados túneles y puentes.
 Todos estos factores me hicieron reaccionar, no quería seguir tan tranquilo y acabar sin más, decidí aumentar un poco el ritmo ya que me sobraban fuerzas y ganas de adelantar atletas y acabar satisfecho de mi actuación. Así que siguiendo la filosofía de Pili esperé al kilómetro 32 para empezar a "correr" y adelantar a atletas mientras iba maldiciendo las cuestecitas que salpicaban el trazado. Mi ritmo se fue incrementando a medida que completaba los últimos diez kilómetros, aunque fue en los dos últimos cuando me vine definitivamente arriba, puse un ritmo de 4'25'' y me dispuse a acabar la prueba como merecía, espoleado por la presencia de público y el bonito final con el mar a la vista, dejando el Harpa a la derecha y enfilando una recta de meta donde Ángela y Marisa me daban los últimos ánimos.
Crucé la meta en 3h20'27'', un tiempo que no está nada mal teniendo en cuenta que la preparación en en verano es muy dura y  los días de turismo conduciendo y durmiendo en una autocaravana previos a la prueba; de nuevo, la segunda mitad fue más rápida que la primera, pero lo más importante es que las sensaciones fueron buenas en la última parte de la carrera y eso demuestra que epa y o estamos haciendo las cosas adecuadamente.
Una vez acabado el bonito viaje por Islandia toca pensar en el objetivo más importante del año, el Maratón de Valencia que correré el próximo 1 de diciembre; no queda tanto y hay que empezar desde ya a trabajar, pero ese tema ya lo trataré en el siguiente post, de momento toca celebrar mi trigésimo octavo maratón y pensar en los nuevos retos por venir.


lunes, 2 de septiembre de 2019

Maratón de Reikiavik (2) - La organización

Siempre que me inscribo a un maratón intento valorar a priori la capacidad organizativa del evento y tengo que reconocer que en la mayoría de los casos me dejo llevar por los tópicos que etiquetan a los diferentes países en los que compito, por ejemplo, parece que la capacidad organizativa de alemanes o suecos siempre está fuera de duda, mientras que griegos o italianos pueden generar más recelos acerca de su eficiencia; desgraciada o afortunadamente los tópicos generalmente no se cumplen como demuestra que  guardo un gran recuerdo de la organización del maratón de Atenas y no tan bueno de la organización del mítico maratón de New York. Pero vamos al grano y analicemos Reikiavik, maratón modesto, país bien organizado, norte de Europa... ¿Que puede fallar?
En mi opinión, la organización de este evento se queda a medias en muchas cosas, o sea que aspectos positivos son contrarrestados por otros negativos y eso se aprecia con la simple consulta de su página web, modesta pero vistosa, en dos idiomas (islandés e inglés) y de fácil acceso a la información; lo mismo puedo aplicar a las newsletter periódicas que he recibido en mi mail; lo malo es que cuando se profundiza un poco en su manejo , a la página se le ven las costuras. Eso pasa, por ejemplo, con la inscripción, que en un momento dado te lleva a una página en islandés en la que no te enteras de nada o cuando te metes en la página personal de tu perfil, a la que accedes con unas claves que ellos mismos te envían y que sirve, presuntamente, para consultar o cambiar Tus datos; pues bien, tu página personal está en islandés, así que olvídate de cambiar o consultar algo si no eres vikingo.
Pero bueno, pasemos por alto estos detalles y vámonos a la feria, primera prueba seria para la organización; está bien ubicada, en un pabellón no muy alejado del centro, más grande de lo que esperaba y con una recogida ágil de dorsal y camiseta. Hay bastantes stands, sobre todo de charities, alguno de maratones, varios de efectos deportivos y algunos más de grandes marcas como Adidas o Garmin.  Por contra, no hay merchandising, los precios  son muy elevados y la camiseta que regalan es bastante mala y además no es Adidas, que presuntamente patrocina la prueba. Por lo visto hay que ahorrar costes a pesar del alto precio de la inscripción.
El día de la carrera todo está listo de las primeras hora para recibir a los corredores en una avenida de la que sale y llega la carrera; el meollo se ubica al al lado de un pequeño parque donde se colocan las casetas de los baños en un número apropiado. Tampoco falta sitio par cambiarse y prepararse adecuadamente con el beneplácito de una buena meteo. La prueba se inicia con una cuenta atrás en islandés y se encamina por esa primera avenida hacia la parte de la ciudad cercana al mar, de manera que se pasa inicialmente por un animado barrio residencial para posteriormente continuar por zonas con bastante afluencia de público y con buenas vistas. Por entonces, los hitos kilométricos se muestran con grandes carteles a un lado de la calzada, pero aproximadamente a partir del kilómetro 10, los carteles desparecen y son sustituidos por un cono de carretera en el que se refleja el punto kilométrico escrito a mano con rotulador, un poco cutre el apaño.
Hay avituallamientos cada 4 kilómetros, sólo a un lado de la carretera y siempre con el isotónico delante y el agua detrás, al contrario de lo habitual en otras pruebas; también se ofrece fruta a partir del kilómetro 15, pero no dan geles en ningún momento. Tanto agua como isotónico se ofrecen en vaso de cartón, grande y manejable, pero hay que recogerlo de la mesa porque no hay voluntarios ofreciendo vasos salvo en casos muy puntuales.
Comentario aparte merecen las liebres (también llamados "pacers" por los "runners", pero insisto en que yo soy corredor y no runner) que sólo están disponibles para los atletas que corren la media, distancia tras la cual terminan su labor dejando tirados a los atletas de maratón, que ienen que hacer la segunda mitad sin utilizar una referencia que resulta muy útil para muchos atletas; no acabo de entender que no se encuentren voluntarios para hacer esa labor completa.
El recorrido es bonito en la primera mitad, se recorre una zona costera, el puerto y finalmente la avenida principal que discurre al lado del mar y donde se ubican la escultura del barco vikingo y el famoso auditorio Harpa; esta primera parte es muy agradable, pero se termina a los 21 km en la que los corredores de media se separan para volver a meta y a los maratonianos se les dirige hacia el interior de la ciudad y alejados del mar. En ese momento el paisaje cambia, las calles se estrechan y las vistas pasan a ser bastantes sosas, pues discurre por las afueras y arques, sin apenas animación y lo que es peor, se empiezan a a dar giros y más giros combinados con pasos elevados y subterráneos que convierten los últimos 10 Km en un auténtico rompe piernas. No me gustó nada la segunda mitad, que además no está cortada al tráfico totalmente de manera que hay algún tramo que compartes con los civilizados conductores islandeses. Finalmente se regresa al centro para acabar en una recta de meta llena de animoso público que ayuda a cruzar la meta para después dirigirte a un pequeño jardín donde te cuelgan la medalla y te ofrecen un trozo de  barrita de Mars o Twix, plátano, manzana y agua, escaso avituallamiento  después de completar 42,195 metros.
Por todas estas razones, se puede concluir que el Maratón de Reikiavik tiene una organización correcta teniendo en cuenta que es una carrera con una participación baja; tendrían que limar muchos defectos y mejorar detallles para conseguir un nive equiparable a un gran maratón. Un país que ofrece unas maravillas naturales tan sorprendentes y que atrae a millones de turistas al año, debería tener una maratón que cumpliera las expectativas de sus participantes; no estaría mal que los organizadores se pusieran manos la obra para que esta prueba creciera y fuera un atractivo más para visitar Islandia, aunque la isla no parece necesitar más alicientes de los que tiene .

domingo, 1 de septiembre de 2019

Maratón de Reikiavik (1) - El ambiente

La tercera parte de la población de Islandia reside en  Reikiavik, capital de un país prácticamente despoblado que no llega a los  400.000 habitantes, cuyo principal atractivo son los soberbios escenarios naturales que se pueden admirar en cada rincón de la isla. Por esa razón casi dos millones de turistas visitan cada año este país y aunque la capital no es uno de los principales puntos de interés, es evidente que a muchos maratonianos les resulta muy interesante combinar su afición atlética con el turismo en la "Isla de Hielo".
No tengo datos acerca de los corredores que se desplazan a Reikiavik sólo para correr el maratón, imagino que muy pocos, pero pude hablar con varios participantes que me comentaron que  su viaje incluía una visita turística anterior o posterior a la prueba. Por esa razón es difícil discernir si la ciudad estaba más animada por la asistencia de corredores o el número de visitantes era el mismo que en cualquier otro momento de la temporada turística en la que la ciudad sirve como punto de partida o llegada de las rutas elegidas.
Lo que es indudable es que la organización sabe perfectamente que tipo de corredores participan en la prueba y por eso dimensiona la feria del corredor para que sirva de centro neurálgico del fin de semana atlético, pues es visita obligada para runners y acompañantes; por eso todos caben en el pabellón donde se celebra y hay stands de interés para todos, sean corredores o no. La feria concentra el ambiente atlético, es cierto, pero no hace falta asistir a ella para darse cuenta que el sábado por la mañana se celebra un importante evento en la ciudad, pues es relativamente sencillo ver a los participantes con sus bolsas pululando por el pequeño centro de la ciudad islandesa.
Satisfecho de lo visto el viernes tarde en la feria y en la ciudad, tampoco decepciona la abarrotada, aunque pequeña zona de salida del sábado y a muy tempranas horas, pues la carrera comienza a las 8:40; obviamente había muchos corredores calentando, pero también muchos acompañantes y aficionados que se acercan a ver la salida y ofrecen un animado ambiente en los primeros kilómetros de carrera, quizás lo más animados de la prueba pues tras el pistoletazo de salida se recorre un barrio residencial donde todos sus vecinos salen a la calle con cazuelas, silbatos o simplemente sus palmas para animar a los esforzados deportistas.
Tras ese paso, se puede decir que hay luces y sombras y no por causa de la falta de ganas de los animosos habitantes vikingos, sino porque la prueba discurre por zonas deshabitadas y de difícil acceso donde apenas hay espectadores, aunque hay otras con una afluencia masiva de espectadores además de los diferentes grupos musicales que pone la organización y que fundamentalmente se centran en la primera mitad de carrera. Digo esto, porque después del paso por los 21 kilómetros, parece que los creadores del trazado llevan a rajatabla el famoso axioma de la "soledad del corredor de fondo" pues  la carrera se adentra por zonas sin apenas viviendas, por jardines lejanos al centro urbano y por carreteras donde el público no puede acceder ni animar, pero que tampoco se mitiga con la animación oficial que es inexistente a partir de la media. Así que toca mirar el paisaje y animar a los corredores con los que te cruzas hasta llegar a los kilómetros finales en los que de nuevo hay asistencia masiva de público para recibir a los maratonianos en una bonita recta de meta.
No sería justo decir que este maratón no tiene buen ambiente, pero tampoco se puede decir que lo tenga si sumas auna buena primera parte la pobre segunda mitad  que resta espectacularidad al recorrido; personalmente yo hubiera preferido dos vueltas, pero tampoco puedo quejarme porque mi afición particular cumplió a gran altura como es habitual, pues Ángela y Marisa me dieron los ánimos necesarios en tres puntos de la carrera y eso que era complicado hacerlo. Pienso que habría que pensar un poco más en el espectáculo y no tener tanto miedo a cortar la ciudad unas horas más, pero claro, es sólo la opinión de un participante.