Tras unos días en San Petersburgo, me trasladé por tren a Moscú, una ciudad gigantesca y gris en el que ni el más ávido explorador hubiera descubierto que se iba a celebrar un maratón. Era previsible, pues la organización de esta prueba no parece estar interesada en hacer de Moscú uno de los maratones de referencia en Europa, algo que no sería muy difícil de conseguir en una ciudad tan apropiada para conseguir un buen recorrido, acompañado de un atractivo viaje turístico. me sorprendió, sin embargo, que se podían ver algunos anuncios luminosos de una carrera de 10 Km organizada por la marca deportiva Nike para el domingo posterior al maratón; ignoro cual va a ser la participación en dicha carrera, pero a priori no me parece una fecha adecuada, pues no se tiene ninguna consideración con los participantes en la prueba reina del atletismo.
Como era previsible, el lugar donde se recogía el dorsal distaba mucho de ser algo parecido a una feria del corredor; el ambiente era escaso, por no decir nulo, pues los pocos participantes que pululaban por las oficinas de la piscina olímpica moscovita, recogían su dorsal y se marchaban; sólo algunos echábamos un vistazo al pequeño stand de Asics, organizador del evento.
Y llegó el día de la carrera, una mañana desapacible y lluviosa en la que participantes ya acompañantes se resguardaban de la lluvia como podían en la explanada de la catedral de San Basilio. Paralelamente al maratón, se corre una carrera de 10 kilómetros, de manera que los participantes eran numerosos, calculo que alrededor de 3.000; ellos, sumados a los acompañantes y organización, generaban un ambiente bastante atlético los minutos previos a la prueba. A primera vista no había demasiados foráneos y aún menos animadores de otros países, salvo unos españoles de El Escorial y por supuesto, mi hinchada particular.
La salida está repleta de público, que saludó con aplausos el pistoletazo de salida, algo poco común para el carácter frío de los rusos; pero fue sólo un espejismo, pues tras ese momento, los únicos gritos de aliento y ánimo que se escucharon durante el recorrido fueron los de mi equipo particular de animadores y animadoras: Ana, Elena, Almudena, Susana, Carlos, Rafa y por supuesto, Marisa, dieron todo un espectáculo en la ribera del río Moscova. Cada vez que pasaba por su lado, sólo se escuchaban sus aplausos, sus ánimos e incluso una "ola" que me dedicaron al pasar el km 20 y pusieron una bonita nota de color con sus pancartas, sus sudaderas con matrioscas bordadas y sus banderas rojigualdas.
En otras palabras, el ambiente del Maratón de la Paz de Moscú 2012, lo pusieron un grupo de 7 españoles, que fueron entrevistados, grabados y fotografiados por la prensa rusa, aparte de elogiados por los participantes que en algún momento corrieron junto a mi. Un diez para ellos, como siempre.
Y llegó el día de la carrera, una mañana desapacible y lluviosa en la que participantes ya acompañantes se resguardaban de la lluvia como podían en la explanada de la catedral de San Basilio. Paralelamente al maratón, se corre una carrera de 10 kilómetros, de manera que los participantes eran numerosos, calculo que alrededor de 3.000; ellos, sumados a los acompañantes y organización, generaban un ambiente bastante atlético los minutos previos a la prueba. A primera vista no había demasiados foráneos y aún menos animadores de otros países, salvo unos españoles de El Escorial y por supuesto, mi hinchada particular.
La salida está repleta de público, que saludó con aplausos el pistoletazo de salida, algo poco común para el carácter frío de los rusos; pero fue sólo un espejismo, pues tras ese momento, los únicos gritos de aliento y ánimo que se escucharon durante el recorrido fueron los de mi equipo particular de animadores y animadoras: Ana, Elena, Almudena, Susana, Carlos, Rafa y por supuesto, Marisa, dieron todo un espectáculo en la ribera del río Moscova. Cada vez que pasaba por su lado, sólo se escuchaban sus aplausos, sus ánimos e incluso una "ola" que me dedicaron al pasar el km 20 y pusieron una bonita nota de color con sus pancartas, sus sudaderas con matrioscas bordadas y sus banderas rojigualdas.
En otras palabras, el ambiente del Maratón de la Paz de Moscú 2012, lo pusieron un grupo de 7 españoles, que fueron entrevistados, grabados y fotografiados por la prensa rusa, aparte de elogiados por los participantes que en algún momento corrieron junto a mi. Un diez para ellos, como siempre.
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