Hablar del ambiente de Tel Aviv no es complicado si tenemos en cuenta la animación permanente que presentan las calles de esta coqueta ciudad costera en la que bares, restaurantes y mercados son foco de atención de turistas y locales en busca de diversión; me habían hablado muy bien de la "marcha" de esta ciudad, pero mis expectativas se han quedado cortas tras pasar el fin de semana maratoniano allí. Pero este blog no está dedicado al ocio de las ciudades que visito, sino a los aspectos más relacionados con el atletismo y toca escrutar el ambiente deportivo de este evento.
Empezando por lo que debería ser el final, el Samusung Marathon Tel Aviv no es de los mejores ambientes atléticos que he conocido, pero tampoco se le puede colocar en el furgón de cola: en principio, he de reconocer que tiene un formato extraño para lo que estoy acostumbrado y que ese puedo provocar lagunas informativas de mi relato. Digo esto porque tras aterrizar en el moderno aeropuerto de Ben Gurion y registrarme en el hotel, me fui directamente a recoger el dorsal a un centro comercial y salvo los stands de recogida de dorsal no había nada más, es decir, no había feria del corredor, era exclusivamente un punto de recogida de dorsal y camiseta. Es de imaginar que el ambiente allí era inexistente por completo, pues los corredores se limitaban a recoger su pack y marcharse ya que no había nada más por allí; sin embargo la feria del corredor existía y estaba ubicada en la salida del maratón el mismo día de la carrera por la mañana temprano, aunque ignoro si los stands que allí había, fundamentalmente de artículos deportivos como relojes, gafas, alimentación para deportistas etc estuvieron allí los días previos.
El centro neurálgico de la competición se establece en el precioso y enorme parque Yarkon donde se celebran las carreras para los más pequeños y la comida de la pasta el día antes de la gran cita, pero no se me ocurrió pasar por allí antes del maratón porque estaba bastante alejado del centro; supongo que todo estaba montado desde los días previos, pues había muchas carpas e hinchables publicitarios en la enorme explanada en la que se inicia y acaba las diversas pruebas del fin de semana. Pero el centro de la ciudad no es ajeno a la celebración de la prueba, pues hay infinidad de carteles anunciadores esparcidos por el centro, aparte de las señalización en las calles por las que pasa y también unos pequeños escenarios preparados para la animación que la organización ofrece durante la carrera; en resumen, es muy complicado no enterarse de la celebración de la prueba si vives en Tel Aviv.
El día de la prueba, viernes, la zona de la salida luce sus mejores galas para acoger a los 40.000 participantes que disputan carreras de diferentes distancias; el ambiente previo es inmejorable, con multitud de corredores y acompañantes en la zona ultimando detalles antes de la salida escalonada por distancias. Una vez comienza la prueba, la presencia de público en la calles es intermitente, baja en la zona que discurre al lado de la playa, pero aumenta progresivamente cuando se adentra en el antiguo puerto de Jaffo y posteriormente en el centro de la ciudad. La organización instala bastantes escenarios esparcidos por el recorrido que animan el cotarro con música a todo volumen, pero lo que me resultó realmente bonito fue la presencia de varios grupos de niños pequeños que junto a sus monitores se colocaban a ambos lados de la calle para animar sin descanso y chocar manos a los corredores; ignoro si es una idea de la organización o una idea espontánea de los colegios de la zona, pero me parece una iniciativa muy original y gratificante para los corredores que se ven jaleados por pequeños de 6 a 8 años y obviamente para los niños y niñas que participan en este importante evento.
Capítulo aparte merecen mis animadores, Encho, Toli, Camilo, Rafa, Magüy y Marisa, que me dieron esos ánimos necesarios en tres puntos del recorrido incluyendo la meta y que volvieron a dar la nota de color española en un maratón fuera de nuestras fronteras. Es evidente que no soy el mejor corredor que puede competir por las primeras plazas, pero estoy seguro que mis seguidores siempre conseguirían subir al podio; no puedo decir más, simplemente agradecer su incansable apoyo.
El centro neurálgico de la competición se establece en el precioso y enorme parque Yarkon donde se celebran las carreras para los más pequeños y la comida de la pasta el día antes de la gran cita, pero no se me ocurrió pasar por allí antes del maratón porque estaba bastante alejado del centro; supongo que todo estaba montado desde los días previos, pues había muchas carpas e hinchables publicitarios en la enorme explanada en la que se inicia y acaba las diversas pruebas del fin de semana. Pero el centro de la ciudad no es ajeno a la celebración de la prueba, pues hay infinidad de carteles anunciadores esparcidos por el centro, aparte de las señalización en las calles por las que pasa y también unos pequeños escenarios preparados para la animación que la organización ofrece durante la carrera; en resumen, es muy complicado no enterarse de la celebración de la prueba si vives en Tel Aviv.
El día de la prueba, viernes, la zona de la salida luce sus mejores galas para acoger a los 40.000 participantes que disputan carreras de diferentes distancias; el ambiente previo es inmejorable, con multitud de corredores y acompañantes en la zona ultimando detalles antes de la salida escalonada por distancias. Una vez comienza la prueba, la presencia de público en la calles es intermitente, baja en la zona que discurre al lado de la playa, pero aumenta progresivamente cuando se adentra en el antiguo puerto de Jaffo y posteriormente en el centro de la ciudad. La organización instala bastantes escenarios esparcidos por el recorrido que animan el cotarro con música a todo volumen, pero lo que me resultó realmente bonito fue la presencia de varios grupos de niños pequeños que junto a sus monitores se colocaban a ambos lados de la calle para animar sin descanso y chocar manos a los corredores; ignoro si es una idea de la organización o una idea espontánea de los colegios de la zona, pero me parece una iniciativa muy original y gratificante para los corredores que se ven jaleados por pequeños de 6 a 8 años y obviamente para los niños y niñas que participan en este importante evento.
Capítulo aparte merecen mis animadores, Encho, Toli, Camilo, Rafa, Magüy y Marisa, que me dieron esos ánimos necesarios en tres puntos del recorrido incluyendo la meta y que volvieron a dar la nota de color española en un maratón fuera de nuestras fronteras. Es evidente que no soy el mejor corredor que puede competir por las primeras plazas, pero estoy seguro que mis seguidores siempre conseguirían subir al podio; no puedo decir más, simplemente agradecer su incansable apoyo.