Ha pasado ya una semana desde que corrí la carrera de las 21 lunas y media, pero no he tenido tiempo para contarlo hasta hoy, en este verano intenso de entrenos. En Ponferrada las cosas fueron mal, como habréis adivinado al leer el título; no solamente quedé muy lejos de mi objetivo, sino que para encontrar un tiempo similar a la marca realizada, debería remontarme varios años; entonces, ¿qué falló si mis entrenos eran buenos y las sensaciones inmejorables? He aquí mi análisis:
Depa me había programado una semana ligera a fin de llegar descansado a la cita del sábado noche, de manera que tras el corto rodaje del viernes, me sentía con fuerza suficiente para afrontar la carrera de con ambición. Nunca he sido excesivamente estricto a la hora de cuidar detalles antes de una carrera, a excepción de los maratones, pero creo que últimamente estoy empezando a ser un desastre y como me pasó en la Liberty y más adelante en la Proniño, lo acontecido antes de la media de Ponferrada pudo condicionar el mal resultado, a pesar de mi buen nivel de entrenamientos. Quizás es el momento de darme cuenta que me estoy haciendo mayor y que ciertas "locuras" ya no son tan bien asimiladas por mi cuerpo, como pasaba hace unos años.
Pero vamos al grano; el día de la carrera trabajé por la mañana y a la salida emprendí camino al Bierzo, no sin antes comer un ligero plato de pasta. Eran las tres de la tarde y me esperaban 400 kilómetros de autopista, cómodos, pero pesados para las piernas, pues la posición de las piernas en el coche provoca una rigidez difícil de recuperar después de tanto tiempo. Llegué a la ciudad berciana a eso de las siete y media y me fui directo a la feria del corredor a recoger mi dorsal; era una tarde calurosa, unos 28º, a lo que se sumaba una desagradable humedad, que hacía poco "respirable" el ambiente.
Con el dorsal en la mochila, me fui al hotel a descansar un poco, pero ya era tarde y el plato de pasta estaba tan digerido, que decidí bajar a un bar a comer un sandwich, a fin de llegar con algo de alimento al inicio de la carrera. De postre me comí una barrita energética y esperé relajado la hora para salir del hotel a calentar hasta la zona de salida.
A las diez de la noche la temperatura había descendido aproximadamente hasta los 21 grados, pero la humedad seguía siendo muy alta, tanto que tras el calentamiento mi camiseta estaba ya empapada de sudor. El ambiente era excelente en la zona de salida, justo al pie del imponente Castillo de los Templarios; me coloqué entre las primeras unidades del pelotón, muy confiado en mis posibilidades y tras la cuenta atrás del speaker, salí como una bala en busca de una buena marca a la luz de la luna de julio.
Mis piernas aparentemente estaban frescas, pero no quería precipitarme y puse un ritmo de 4'10'', necesario para bajar de la hora ventiocho; el recorrido era bastante llano en el comienzo, con la excepción de un pequeño repecho en el que pasé por delante del portal del edificio donde vivió mi hermana, circunstancia que me motivó para seguir mi ritmo; pero la alegría de mis piernas iba a resultar efímera, pues a partir del kilómetro cinco mi ritmo comenzó a decaer coincidiendo con una zona de falso llano en el que empecé a sufrir; las piernas no iban, el cansancio del viaje empezaba a afectarme y mis sensaciones eran cada vez peores: cansancio, piernas rígidas, calor y muy pocas expectativas de mejora.
Pensé en pararme y mandar todo al carajo, pero esa no es una solución valida para mis problemas, así que decidí que si me dolía me aguantaba y seguía tirando "palante". Restaban 10 km de sufrimiento un tanto estéril, así que decidí no pensar en la marca y centrarme en correr lo mejor que podía... y resultó, porque a partir del kilómetro diez empecé a sentirme mejor, el ritmo seguía siendo pobre, pero mis sensaciones mejores, así que había que aprovechar la mejoría para acabar de manera digna. No conseguí acelerar la marcha, pero al menos mantuve un buen ritmo que me permitió, incluso, adelantar a algunos corredores que me habían dejado atrás al principio de la prueba. Sin pena ni gloria llegué a las pistas de atletismo "Colomán Trabado", donde el ambiente era inmejorable para haber celebrado una buena marca, pero me tuve que conformar con la alegría de lograr finalizar una prueba tan bonita como esta.
Es evidente que hice una mala carrera, seguramente a causa del largo viaje, el escaso descanso, la hora intempestiva de comienzo, la elevada temperatura y la temperatura ambiente, pero una vez sumados estos factores, me parecen insuficientes para que hayan influido en una marca tan mala. Tengo que ser más cuidadoso con esos detalles, pero pienso que ha fallado algo más que aún no acierto a explicarme. Aún así, estoy contento por haber corrido una prueba tan bonita, tan bien organizada y con un recorrido bastante rápido, no plano del todo, pero con posibilidades de hacer una buena marca.
Este resultado supone un golpe moral importante en mi preparación para Moscú, pero hay que seguir mirando hacia delante, entrenando bien y seguir mejorando para estar a punto el día 9 de septiembre. Un corredor puede tener días malos y resultados decepcionantes, pero eso sirve para darse cuenta que esto no es tan fácil y que para mejorar hay que seguir trabajando y sufriendo día a días. Y en eso estamos...