domingo, 8 de diciembre de 2019

Maratón de Valencia (3) - La carrera

Estaba amaneciendo cuando abandoné el hotel para acudir a mi cita con Depa, que me esperaba de camino a la salida; la temperatura rondaba los 14 grados, con bastantes nubes en el cielo y una ligera brisa que apenas se percibía por momentos. El año pasado, cuando planifiqué la temporada, decidí preparar Valencia para volver a intentar el sub3h, pero que para conseguirlo, sabía que debería entrenar muy bien y además tener fortuna con la meteorología y que saliera un día poco caluroso; uno de los objetivos estaba cumplido, había entrenado muy bien, pero el día no era precisamente fresco, aunque tampoco excesivamente caluroso. Depa y yo sabíamos que tendría que estar por debajo de las 3h05' si la carrera discurría con normalidad y que si todo saliera a la perfección podría intentar la gesta, pero en cualquier caso tocaba pelearlo mucho y sufrir durante la carrera. Habíamos quedado con unos atletas de Valladolid amigos de Depa que iban a correr con idéntico objetivo al mío guiados por Dani, otro vallisoletano que iba a hacer de liebre;  calentamos juntos y eso me ayudó a olvidar los nervios y centrarme en la carrera que tenía que hacer, saliendo fuerte pero sin pasarme y manteniendo tras la media para intentar incrementar el ritmo en la última parte si era capaz.Tras el calentamiento, Marisa nos hizo las fotos de rigor y nos metimos en los cajones correspondientes; la suerte estaba echada.
Valencia es un maratón para hacer marca, por eso no me extrañó que mi cajón y los anteriores estuvieran abarrotados de corredores que iniciaron la prueba a un ritmo alto; desde un primer momento intenté seguir a mi reducido grupo, pero la empresa se antojaba complicada pues los atletas se cruzaban constantemente y no estaba por la labor de zigzaguear o dar acelerones para coger una posición mejor, así que los llevaba siempre a la vista pero a distancia. Los kilómetros iban saliendo según lo previsto, entre 4'10'' y 4'16'', pero fui perdiendo de vista al grupo poco a poco sin ponerme nervioso porque mi ritmo era el adecuado.
Hacía calor, las nubes se habían retirado, estaba sudando desde los primeros kilómetros y eso no era buena señal, pero tras completar los primeros kilómetros en los que siempre voy un poco "atascado" empecé a sentirme mejor, parecía que el calor había desaparecido y los kilómetros salían con bastante facilidad. Fueron mis mejores momentos del maratón, en los que recibí los ánimos de mi afición alrededor del kilómetros 10 y en esos momentos creía firmemente que bajar de las 3 horas estaba a tiro. Pero el maratón es una carrera muy larga y a los ratos de euforia les sucedía otros un poco peores en los que tocaba irremediablemente sufrir para mantener el ritmo.
Segundo a segundo fui acumulando retraso respecto al tiempo previsto, de manera que mi paso por la media se iba 30 segundos por encima de la hora y media; no era una buena noticia, pero lo peor es que empezaba a notar cansancio, no me encontraba bien y quedaba mucha carrera. Tocaba sufrir y mantener un buen ritmo a pesar de todos, para lo cual tiré de geles a fin de meter algo de energía en el cuerpo y eso me ayudó, pero la carrera se me empezaba a hacer muy dura, el viento había aparecido y estaba recorriendo los tramos de falso llano picando hacia arriba del trazado, Pasé malos ratos, pensé en pararme y olvidarme de la marca, pero decidí hacer lo que hacen los buenos maratonianos, sufrir y luchar hasta el final para hacer el mejor tiempo posible. Además sabía que la parte final era más favorable y que si aguantaba podría acabar fuerte.
El tiempo me dio la razón porque a partir del km 32 las cosas empezaban a ir mejor, se recorría el centro y la presencia de público animando era muy numerosa, ya olía la meta y de remate los últimos kilómetros pican hacia abajo, de manera que pude incrementar el ritmo, apretar los dientes e intentar llegar a meta con una buena marca, porque el objetivo principal estaba descartado desde el paso de la media. Estaba sufriendo, pero valía la pena, sobre todo cuando avisté la Ciudad de las Artes y volví a incrementar el ritmo para acabar lo mejor posible; Marisa me animó cuando faltaban 500 metros, estaba hecho, sólo quedaba doblar a la derecha y enfilar esa moqueta azul sobre el lago que lleva a meta, en la que me pasaron muchas cosas por la cabeza, pero me dio tiempo a lanzar un beso al cielo, agradecer a Marisa nuestros 39 maratones juntos y como guinda cruzar en 3h04'27'', mi segunda mejor marca en maratón de siempre y eso que ya no soy precisamente un alevín.
No he superado la barrera de las tres horas, es cierto, pero en Valencia he vuelto a correr muy rápido, algo muy gratificante pues ha premiado un trabajo bien hecho desde el verano; he cumplido caso al 90% los objetivos marcados en los planes de Depa, he bajado de peso siguiendo las pautas nutricionales que me marca Marisa e incluso he llegado a la cita más tranquilo con la compañía de mis amigos en los días previos que me permitieron evadirme un poco del objetivo y disfrutar de todas las pequeñas cosas que rodean un maratón y que le hacen tan especial. Volveré a intentar el sub3h, seguro, seré más viejo, más experto y seguramente mejor corredor y lo consiga o no, volveré a disfrutar de los más importante, vivir la experiencia.

viernes, 6 de diciembre de 2019

Maratón de Valencia (2) - La organización

Los organizadores del Maratón de Valencia han conseguido en pocos años aupar a esta prueba al primer lugar del ranking de los maratones españoles, pero según dicen ellos mismos, su objetivo es aún más ambicioso, pues persiguen colocarlo entre los mejores maratones del mundo; para conseguirlo, están haciendo un esfuerzo presupuestario importante que les ha permitido en los últimos años aumentar el número de participantes, así como contratar mejores  atletas de élite que ya han convertido a Valencia en el maratón más rápido de España. Como aficionado, me gusta que un maratón español pueda colarse entre los mejores del mundo y quien sabe si en un futuro podremos disfrutar en Valencia de los primeras espadas del fondo mundial, pero como corredor, lo que realmente me interesa analizar es si esta carrera cuenta con los elementos necesarios para que la experiencia del popular sea provechosa.
Como es habitual, el análisis debe comenzar por la página web, al ser el primer contacto con la prueba; en esta ocasión, me  inscribí con un año de antelación para aprovechar el precio reducido, una práctica que ya está generalizada en todos los maratones y que no pudo criticar pues yo soy de esos que siempre se apuntan en cuanto salen las inscripciones ya que planifico mi calendario con mucho tiempo de antelación; la página es muy atractiva, proporciona toda la información necesaria y el proceso de inscripción es bastante bueno. Además, envían regularmente correos para informar de plazos o cambios y obviamente la frecuencia se incrementa en las últimas semanas en las que proporcionan a los atletas toda la información necesaria previa a la gran cita.
Con toda la información en el mail, nos vamos directamente a la feria del corredor, que se ubica en varios espacios  del Palacio de las Artes y de las Ciencias, un lugar privilegiado para su realización, no sólo por su simbolismo para la ciudad, sino porque su localización es bastante céntrica y cómoda para deplazarse; la feria comienza el viernes y finaliza el sábado y el horario es muy amplio, pero sería una buena idea inaugurar el jueves tarde para absorber algunos atletas locales; la realidad es que hay espacio suficiente y además está todo muy bien organizado, pero según parece hubo bastantes colas el sábado por la tarde para recoger el dorsal y aunque se pueda achacar a los atletas que dejan todo para última hora, no estaría mal poner algún mostrador más.
La feria es atractiva, más pequeña de lo que esperaba pues no hay presencia de grandes marcas de productos para atletas y la oferta se antoja un poco escasa: unas cuantos stands de maratones, unos cuantos de calcetines y ropa deportiva en general y como más específicos, el de Garmin y otro con los geles que usa Kipchogue, Maurten, donde te "venden la moto" de una manera muy convincente. También hay un stand de Luanvi, que proporcionan la camiseta oficial y el merchandising de la prueba a unos precios razonables. En mi opinión, la feria se queda un poco corta para 25.000 maratonianos más otros 7.000 que corren el 10 km, así que deberían plantearse algún cambio para seguir progresando.
El día de la carrera, los aledaños están abarrotados de corredores y acompañantes, pero no hay demasiados problemas porque la zona es muy amplia, se corta convenientemente el tráfico y por tanto se puede calentar con cierta tranquilidad; no usé los baños, pero parece que hay suficientes pues las colas no eran muy grandes, aunque pienso que los urinarios para hombres que se instalan en algunas carreras agilizan bastante el proceso. La entrada a los cajones es revisada por dos voluntarios y aunque he oído que hubo problemas en algunos de ellos, en mi caso todo fue perfecto y eso que entré con sólo 10 minutos de antelación; el tema de los cajones es complicado de gestionar porque normalmente los corredores llegamos a última hora y siempre hay problemas, aunque en mi caso particular en Valencia la gestión es mucho mejor que algunos de los majors en los que he participado.
Una vez en marcha, la salida es amplia, no hay problemas para correr, pero hay muchísima gente en los primeros kilómetros y eso siempre puede frenar a un corredor rápido, aún así, está bien; después, el recorrido siempre lleva a los corredores por grandes avenidas y según explica la organización a bombo y platillo en la revista, sólo hay 34 giros, una cantidad muy pequeña que permite a los corredores mantener una velocidad crucero constante durante toda la prueba; de hecho, sólo hay un giro de 180 grados en toda la prueba y creo que e general el recorrido es de los mejores  que conozco por esta razón y porque es totalmente plano, con pequeños matices.
Los avituallamientos son largos, cada 5 kilómetros, dan botellas de agua y el isotónico en vasos, aparte de geles y fruta en varios puntos; mi experiencia en los avituallamientos fue buena, no me quedé sin beber ninguna vez y se nota que los voluntarios no son novatos, aunque me han comentado que más atrás la cosa fue un poco peor. Por último, la llegada a meta sobre el lago, muy bonita y emocionante que desemboca en una zona muy amplia tras la cual te colocan la medalla y te dan fruta y bebidas, todo muy correcto. Tras salir de la zona acotada, hay puntos de encuentro que no utilicé porque hay suficientes lugares con buenas referencias y además sin grandes agobios de gente.
En mi opinión, la organización del maratón está a gran altura, aunque deben ir ajustando algunos aspectos, sobre todo si quieren incrementar la participación de corredores; creo que Valencia tiene un gran futuro por varias razones, su recorrido, su buen clima (aunque no para mi) y el atractivo de la ciudad, pero habrá que esperar que factores externos (abuso de hoteles fundamentalmente) no afecten negativamente en e
l crecimiento de una prueba que ya se puede considerar entre las mejores del mundo.


miércoles, 4 de diciembre de 2019

Maratón de Valencia (1) - El ambiente

La Comunidad Valenciana siempre ha sido una región con una gran tradición atlética donde se pueden encontrar innumerables pruebas populares en cualquier época del año; pero la eclosión del Maratón de Valencia como uno de los más importantes de España y de Europa, ha sido relativamente reciente, respaldada por la Fundación Trinidad Alfonso y su empeño de hacer de Valencia esa "Ciudad del Running" que tanto publicitan.
Es indiscutible que Valencia se ha convertido en el maratón más importante de España con sus 25.000 participantes sin sumar otras pruebas y ese aumento exponencial de corredores suele ser consecuencia del buen hacer de una organización empeñada en colocar la prueba entre las mejores del mundo a base de hacer correctamente las cosas. De momento van por buen camino, como demuestra esa nutrida participación que genera un ambiente especial en la ciudad durante el fin de semana maratoniano.
La ciudad que del Turia ha experimentado un cambio radical en las últimas décadas, abanderado por la construcción de la moderna Ciudad de las Artes y las Ciencias y su Oceanográfico, Palau de la Música etc. Pero la transformación también se ha producido en el resto de la ciudad que ha añadido el atractivo de su casco histórico a la construccíon de nuevas y modernas zonas y a la transformación de áreas que estaban degradadas como la playa de la Malvarrosa y el fantástico  antiguo caucedel río Turia que es uno de los espacios más atractivos que he conocido para la practica del deporte en una ubicación tan céntrica.
Con estos precedentes, era normal que esperara bastante de esta prueba y de su ambiente, que comencé a palpar en la feria del corredor, ubicada en la Ciudad de las Artes, un entorno maravilloso por donde pululan miles de atletas y curiosos durante el fin de semana; yo acudí el viernes por la tarde/noche con un asistencia poco numerosa, pero el día fuerte, sábado, la feria se quedó un poco pequeña para tanto visitante, aunque de eso ya hablaré en el siguiente post. Pero lo cierto, es que tanto en la feria como y alrededores como en el centro de la ciudad se podía saborear un gran ambiente maratoniano que genera una alta ocupación hotelera y de los negocios de restauración; las personas con una bolsa del corredor al hombro, inundaban la ciudad.
Pero hay que trasladarse al día de la carrera en el que la afluencia de corredores y curiosos en los alrededores de la zona de salida era, lógicamente, masiva; tras el pistoletazo inicial,  se puede ver a bastante gente animando durante los primeros kilómetros, pero pronto desaparece cuando la carrera se adentra en la zona del puerto para posteriormente dirigirse hacia la zona universitaria, donde la afluencia de público no es tan numerosa como al principio de la prueba. En general, hay pocos tramos "vacíos· de gente durante el recorrido, pero a medida que avanza la prueba la presencia de público es mayor convirtiéndose en verdaderamente espectacular en los quince últimos kilómetros y especialmente en los tramos en los que la carrera discurre por el centro de la ciudad. También es fácil averiguar que en la espectacular llegada a meta sobre el lago de la Ciudad de las artes, el público abarrota las gradas y el resto de las zonas para dar el último aliento a los esforzados maratonianos.
Personalmente quedé muy satisfecho con el ambiente de esta carrera, pero aún más satisfecho por el ambiente que me ofreció mi afición, pues aparte de los desplazados desde Madrid (Carlos, Rafa, Encho y Toli), se les unieron  mis amigos valencianos Vicente, Enrique, Reyes, Miguel Ángel y Sonia que me apoyaron y animaron durante todo el fin de semana y por supuesto el transcurso de la prueba; como siempre, su comportamiento fue sobresaliente y muy importante para mi rendimiento. Pero además, a mi grupo de aficionados se unieron la inigualable Pili y el Jaime, que también disputaron conmigo el maratón; como guinda, la presencia de Depa, con el tuve la suerte de rodar el día antes de la prueba y calentar antes del comienzo de la carrera en el que nos separamos pues nuestros ritmos no iban a ser iguales. Y no me quiero olvidar ni de los atletas vallisoletanos que acompañaban a Depa y con los que corrí durante los primeros kilómetros siguiendo su ritmo, ni tampoco de Volcán, Metro y Edu con los que volví a coincidir después de mucho tiempo.
Valencia va a ser, a buen seguro, uno de los maratones que voy a recordar siempre con especial cariño, por muchos motivos, empezando por el ambiente vivido, el apoyo de mis amigos, la presencia de viejos amigos corredores y de nuevas amistades y el privilegio de poder correr un maratón de nuevo junto a Pili, Jaime y por primera vez con Depa, un gran amigo aparte del mejor entrenador que puede existir. Verdaderamente, he vivido un fin de semana muy especial.







jueves, 28 de noviembre de 2019

Un maratón con nombre de madre

Hace pocos meses me surgió una duda ¿quién es Trinidad Alfonso?, la persona que da nombre a la fundación que patrocina numerosos eventos deportivos en la ciudad de Valencia, entre ellos el maratón y tras una sencilla consulta en internet me enteré que se trata de la madre de Paco Roig, el famoso empresario dueño de Mercadona que decidió homenajear a su madre poniendo su nombre a la Fundación. Soy de los que piensa que una madre es posiblemente la persona más importante en la formación de una persona y que el vacío que nos deja cuando se va definitivamente es imposible de compensar. Hace años que perdí a mi madre y sin embargo sigue presente cada día en mi vida. Por esta razón, creo que el homenaje de Paco Roig a su madre es elogiable y es un gesto que quiero imitar, así que el domingo próximo dedicaré mi 39º maratón a mi madre.
Como ya sabéis, acudo a Valencia con la ilusión de conseguir ese sub3h que se me ha resistido después de tantos maratones; es un objetivo muy difícil de conseguir, más aún si tenemos en cuenta que tengo 53 años y que he fallado en todos los intentos anteriores con una edad más joven; sin embargo, hay que tomarse las cosas con tranquilidad y tanto si lo consigo como si no lo consigo, habré cumplido mi objetivo principal que es el de disfrutar de la carrera de Filípedes desde el primer entrenamiento de la preparación hasta el momento que en el cruce la línea de meta. Reducir mi marca en 96 segundos no me va a convertir en mejor atleta, ni será un fracaso volver a estar por encima de la tres horas, pero me haría ilusión conseguirlo no sólo por mi, sino por todos los que siguen creyendo que lo puedo lograr.
Llego a la gran cita satisfecho con mi preparación, pues he cumplido con los objetivos que me ha marcado Depa semana a semana y aunque podría haberlo hecho un poco mejor, creo que lo realizado es suficiente como para albergar esperanzas; además, parece que la meteorología va a ser más favorable de lo esperado pues se pronostican unos 12 grados, aunque con un viento moderado que habrá que ver como afecta. Para los estadistas, comentar que me desplazaré a la ciudad del Turia por carretera y que mis dos mejores marcas maratonianas las he conseguido en territorio español y tras desplazarme a la prueba por medios terrestres (Sevilla y Coruña). Mi tercera mejor marca la conseguí en Moscú, tras haber pasado 4 días en Rusia y desplazarme en tren un día antes, medio por el que también me desplacé a Barcelona, mi cuarta mejor marca. Es evidente que el transporte terrestre es viene bien a mis piernas antes de competir, pero no me puedo engañar, el objetivo que persigo es muy complicado, me tiene que salir una carrera redonda para tener posibilidades de cruzar la meta por debajo de las 3 horas y en caso de hacerlo no sería más que por un puñado de segundos, aunque  evidentemente también vale.
En Valencia me espera un gran ambiente, viajo como siempre con Marisa a la que acompañarán Carlos, Rafa, Encho  y Toly, unos animadores de lujo; pero además, Jaime, Pili, Edu y Volcán serán de la partida, aunque no creo que haga la carrera con ninguno de ellos, pero estarán ahí. Y de remate, esta vez también estará Depa compitiendo conmigo, previsiblemente por delante, pero me motivará convenientemente el día previo a la prueba en el que saldremos a rodar juntos.
Todo está listo y mis sensaciones son positivas; a falta de poco más de 48 horas intento no pensar en lo que puede pasar el domingo, sólo quiero que llegue la hora y empezar a correr, disfrutar de la prueba y cruzar la meta para dedicarle mi esfuerzo a mi madre y ojalá le pueda brindar un gran tiempo otra gran madre, la de mis hijos, que volverá a darme la felicitación más emotiva sin importarle el tiempo en meta, aunque yo creo que ya es hora de que disfrute de una marca que también ella merece.


domingo, 17 de noviembre de 2019

Never say never

Algunos de los que me conocéis sabéis que mi hija Ángela es una "Beleiber", es decir, fan del cantante canadiense Justin Bieber, cuyas canciones suelen escucharse con frecuencia en nuestro coche cuando viajamos juntos; este verano en nuestro "road trip" por Islandia aprovechando la disputa del maratón,  visitamos dos lugares en los que el ya mítico cantante grabó dos de sus videoclips y lógicamente dichas visitas fueron amenizadas con música del protagonista, es resumen,  que dimos un buen repaso a la discografía de Justin en el transcurso del viaje.
Entre los temas que repasamos estaba "Never Say Never", canción que se hizo famosa al formar parte de la banda sonora película "Karate Kid" y que como su título indica, habla de la importancia de no rendirse nunca ante las adversidades y no rechazar ningún objetivo. A algunos les puede parecer una canción motivadora bastante simple, pero es evidente que el mensaje de ésta y de otras canciones o citas de motivación, siempre animan a pensar en intentar cumplir objetivos que parecían incluso descartados.
Mi mejor marca en maratón data de febrero de 2013, la conseguí en Sevilla y me quedé en 3h01'35'', es decir, 95'' por encima de las tres horas, eso quiere decir que si hubiera hecho cada kilómetro alrededor de 2'5s más rápido, hubiera logrado mi objetivo; por entonces estaba pasando por una buena racha de resultados y pensé que el sub3h caería antes o después si seguía trabajando bien en mis entrenamientos, pero la realidad rara vez se ajusta a los deseos y tras la intentona de Sevilla encadené varias decepciones maratonianas que me hicieron darme cuenta que la anhelada marca estaba mucho más lejos de lo que pensaba. De hecho, pasaron tres años hasta que volviera a correr un maratón por debajo de las 3h10' y lo conseguí en Frankfurt en octubre de 2016, tras realizar una buena preparación, aunque no tan buen como en anteriores ocasiones; aquella carrera me ayudó a volver a pensar en hacer otra intentona, a pesar de haber cruzado ya la barrera de los 50, lo cual añade mayor dificultad al propósito. Aposté fuerte por Rotterdam en abril de 2018, haciendo una preparación larga que tampoco dio sus frutos, en parte porque no llegué a estar bien en ningún momento y porque el día de la prueba, la temperatura se disparó en la "fría" ciudad portuaria holandesa.
Precisamente tras cruzar la meta de Rotterdam en unas condiciones lamentables por la deshidratación sufrida, charlé unos minutos con un corredor valenciano que me animó a disputar el maratón en la la ciudad del Turia, una prueba en la que hasta entonces no quería ni pensar por sus condiciones climáticas de humedad y temperatura media/alta. El caso es que volví a dar una vuelta a la posibilidad de intentar una vez más el sub3h y tras planificar 2019 sin objetivos de marca y teniendo en cuenta las buenas sensaciones obtenidas en las pruebas de Seattle y Chisinau, decidí apostar fuerte por Valencia en 2019, sin nada que perder y mucho que ganar.
Comencé la preparación para esta prueba nada más acabar Reikiavik, puede que incluso antes y tras unos inicios moderadamente optimistas, mis entrenamientos han progresado según lo previsto y hoy por hoy me encuentro en un gran estado de forma, a falta de dos semanas para la disputa del evento; tampoco quiero lanzar las campanas al vuelo, ha habido días en que las cosas no han salido nada bien, como en Burgos, pero tras la disputa de la media en la ciudad del Arlanzón, las cosas han mejorado y se puede decir que estoy donde debería estar o muy cerca, en definitiva, satisfecho con mis sensaciones. Pero no puedo engañarme, mis entrenamientos no me garantizan una carrera fácil, pues ni siquiera estoy moviéndome en los tiempos que haría un atleta sub3h al uso, aunque son similares a los tiempos en los que me moví antes de correr en Sevilla allá por 2013, por lo que considero que hay razones para la esperanza. La esperanza de correr en un circuito inmejorable en palabras de Antonio Serrano que me transmitió mi gran amigo Alfredo Varona, animándome a luchar por mi objetivo, la esperanza  de  tener mi mejor día ese primero de diciembre y la esperanza de disfrutar una meteorología que se adapte a mis condiciones, pero con la garantía de que pase lo que pase me va a tocar sufrir y en caso de conseguirlo, va a ser por muy poco segundos, pero como me dijo mi amigo Miguel anteayer, el 2:59:59 también vale.
Tras unos años establecido en una zona de "confort", corriendo por el simple hecho de disfrutar la experiencias maratonianas y de los viajes con mi familia y amigos, voy a volver a intentar un tiempo que se me antoja muy difícil de lograr; imagino que si lo consigo me hará ilusión, pero más que yo, lo merecen todas esas personas que me han animado a volver a intentarlo una vez más, empezando por mi entrenador, Depa, que sigue sacando lo máximo de un atleta mediocre como yo, siguiendo por todos mis amigos corredores que están pendientes de mis evoluciones, continuando por mi personal grupo de animadores que estarán conmigo en Valencia para ver en directo una marca que merecen ver y terminando por mis hijos y por Marisa, que volverá a acompañarme en mi 39º maratón, una vez más, sin perderse ninguno. Pase lo que pase, después de cruzar la línea de meta de Valencia mi obligación será la de ser feliz por haberlo logrado o simplemente por haberlo intentado, porque no tengo intención de rendirme si esta vez tampoco sale, ya sabéis "never say never".

jueves, 17 de octubre de 2019

Paso atrás en Burgos

La ciudad del Cid fue el lugar elegido para hacer la segunda prueba seria de cara al maratón de disputaré en Valencia el próximo 1 de diciembre; en Burgos se celebraba la cuarta edición de su maratón, con el que también se disputan las pruebas simultáneas de media y maratón por equipos, por lo que decidí apuntarme animado por la bondad de su circuito plano y de la cercanía a casa y a pesar de que debido a mi trabajo el viaje tenía que ser un poco "apretado".
Después del buen sabor de boca que me había dejado mi actuación en la media de Valladolid, esperaba esta nueva cita con la moral alta y debo reconocer que con las expectativas igualmente altas; sin embargo, un resfriado a principios de semana trastocó ligeramente mis entrenamientos pues tuve que trasladar la sesión de calidad al jueves pues el miércoles no tenía el cuerpo para muchos esfuerzos. No le di mucha importancia ni a este hecho, ni al hecho de pasar toda la mañana del sábado de pie en el desfile de las Fuerzas Armadas en el que desfilaba mi sobrino, ni siquiera a que tras el desfile me fui a trabajar y al salir me desplacé a la capital castellana para llegar a media noche a un hotel donde me acosté para estar a tope la mañana de la prueba.
La mañana del domingo amaneció fresca, que no fría y es que debido a los caprichos climáticos que nos están acompañando en los últimos años, ya ni siquiera puedes pasar "pelete" en la ciudad que cruza el río Arlanzón; con 14 grados de temperatura no me importa correr, aunque hubiera preferido algún grado menos al inicio de la prueba. El caso es que recogí mi dorsal y bolsa del corredor en el bonito Museo de la Evolución Humana y me puse a calentar por el parque adyacente a la ribera del río hasta completar los 4 kilómetros que tenía programados previos a la carrera. Durante el calentamiento me di cuenta que no tenía las piernas tan frescas como en Valladolid, pero tampoco le di importancia pues confiaba en que esa sensación se disiparía tras los primeros kilómetros.
Me coloqué bien en la salida, a la vista del globo de la 1h30' al que decidí seguir, pero el ritmo del globo en los primeros kilómetros se les fue hasta 4'10'', bastante más rápido de lo que yo necesitaba, de manera que decidí echar el reno al paso por el kilómetro 2 y poner un ritmo que pudiera aguantar con comodidad. No creo que ese inicio tan rápido fuera decisivo en la prueba, aunque me afectó negativamente, porque la realidad era tozuda, no iba cómodo al paso que debía seguir para cumplir mi objetivo de bajar de los 90 minutos. Aún así, en el primer tercio de carrera que discurre por la zona de la universidad y el monasterio de las Huelgas, mi tiempo se quedó por debajo de los 30 minutos en el kilómetro 7, pero poco a poco iba perdiendo fuelle.
la realidad era tozuda, mi ritmo era de 4 a 5 segundos más lento de lo previsto y a pesar de poner todo mi empeño en mejorarlo, las piernas no respondían y no era capaz de conseguirlo; seguíamos por las afueras de la ciudad, la animación era escasa y me fui dando cuenta que tenía que cambiar mi objetivo final, pero también que no podía reducir más el ritmo, así que seguí apretando los dientes y rodando lo más rápido que podía. No era suficiente, por el kilómetro 14 el crono se iba unos 30 segundos por encima de la hora y me di cuenta que si no aceleraba, iba a perder mucho más en el tramo final.
En el tercio final la carrera se adentra en el maravilloso centro de la ciudad, se deja la imponente catedral a la izquierda, la animación era bastante mayor y al salir de la plaza estaba Marisa animando, pero el paso por el centro tampoco fue muy productivo, se callejea demasiado y volví a perder muchos segundos antes de enfilar el paseo del Espolón y comenzar la parte final de la prueba. Pero la parte final tenía un invitado más, el viento que llevaba soplando toda la prueba, pero que aumentó su fuerza en los últimos kilómetros cuando su dirección era completamente desfavorable, es decir, de cara. Iba bien de fuerzas, de hecho empecé a adelantar atletas, pero era muy difícil mantener un buen paso debido al viento de ara; me fui dando cuenta que había que luchar por el sub 1h31', pero tampoco lo logré y aunque hice el último kilómetro a 4'10'', mi crono total fue decepcionante, 1h31'42'', muy lejos de lo que previsto.
Sinceramente esperaba que esta prueba me diera un empujón moral de cara a las decisivas semanas de entrenamiento que me quedan por delante, pero no ha sido así y quizás esto sólo sea un baño de realidad que me indicado para bajar de 3 horas en un maratón; no obstante, rendirse ahora seria demasiado fácil y lo que tengo que hacer es seguir entrenando duro y bien para llegar a Valencia en el mejor estado de forma posible y entonces, veremos que sale. Burgos ya es historia, ha sido una mala carrera, pero una bonita experiencia correr por algunas calles que formaron parte de mi niñez, cuando iba a Burgos con mis padres o en las excursiones del cole; tendré que volver a correr otra vez en esa bonita tierra.



miércoles, 25 de septiembre de 2019

XXXI Media Maratón Ciudad de Valladolid

Correr en Valladolid es correr en casa, a pesar de llevar ya muchos años viviendo fuera de mi ciudad natal; siempre estoy muy atento al calendario atlético de Valladolid y provincia para competir en "casa" si los turnos de trabajo me lo permiten. De hecho, la media maratón en la que más veces he participado es la de Valladolid pues además de tener el aliciente de conocer a la perfección el recorrido, es una prueba bastante rápida que permite la consecución de buenas marcas.
Tras la participación "relajada" en la Ribera Run el pasado fin de semana, Depa y yo decidimos iniciar la puesta a punto para el Maratón de Valencia compitiendo en Valladolid con el objetivo de comprobar mi estado de forma y así planificar de una manera más adecuada el entrenamiento a seguir de cara a la prueba por la que he apostado este año; Depa me propuso bajar de 1h30' en esta primera media, un tiempo muy ambicioso, pero acorde con mi intención de superar la barrera de las tres horas en diciembre. El reto se me antojaba complicado por varias razones, empezando por haber corrido un maratón hace cinco semanas, continuando pro la caída que sufrí en Islandia tras la carrera y que me tuvo una semana sin correr y con la espalda maltrecha y acabando por unos entrenamientos discretos, preludio de la Ribera Run en la que me había pegado una buena paliza seis días antes. Consciente de todo ello, aproveché la semana de entrenamiento para mentalizarme y reencontrarme con las buenas sensaciones que siempre son necesarias para afrontar de confianza una prueba importante.
El sol lucía en la fresca y húmeda mañana vallisoletana, pues no había parado de llover por la noche;tras aparcar y tomarme un café, dejé la ropa en el coche y comencé un calentamiento ligero en el que comprobé que mis piernas estaban descansadas y listas para la acción, pero también sabía que para hacer una buena carrera tendría que estar muy atento a mi ritmo y a mis sensaciones para no cometer errores y desfondarme antes de tiempo. Por esa razón comencé la prueba con cierto conservadurismo a pesar de haberme colocado un poco atrás en la salida lo que me obligó a remontar poco a poco hasta tener el globo de la 1h30' a la vista.
Tras cruzar el Puente Colgante y dar una pequeña vuelta por las calles adyacentes a las Cortes de Castilla y León, la carrera se vuelve a dirigir al túnel de la avenida Salamanca que hay que cruzar dos veces, de ida y de vuelta, un absurdo paso  que deberían cambiar porque se puede hacer el mismo trayecto por la superficie y que me generó una pequeña crisis de la que me pude recuperar en los kilómetros siguientes antes de cruzar el puente que lleva al Paseo de Isabel la Católica. Al paso por la Plaza de San Pablo empecé a sentirme mejor animado porque estaba la primera mitad del recorrido estaba casi hecha y mis sensaciones eran buenas,
Tras pasar por la Acera de Recoletos comencé la vuelta definitiva con muchas ganas y concentrado para no perder ritmo y seguir manteniendo la distancia con el globo que seguía constantemente a la vista. Me fui animando al comprobar que el cansancio no me afectaba y que además iba superando atletas poco a poco mientras caían los kilómetros. Tras el segundo paso del túnel y el recorrido por Huerta del Rey tocaba afrontar los últimos kilómetros con fuerza y aunque ya iba un poco "tostado", apreté los dientes para no perder comba y presentarme de nuevo en la Plaza de Zorrilla para bordear el Campo Grande y completar el último kilómetro a tope lo que me llevó a cruzar la meta en 1h29'35'', cumpliendo el objetivo propuesto y lo que es mejor, con muy buenas sensaciones durante toda la carrera.
Es indudable que este resultado ha elevado mi moral para afrontar las semanas de entrenamiento que aún me quedan para ponerme a punto para disputar el Maratón de Valencia con posibilidades de bajar de las 3 horas; soy realista y sé que mi objetivo es muy  complicado, pero la primera piedra está puesta, así que lo que toca es entrenar duro y seguir progresando. El próximo test será el 13 de octubre en la Media del Maratón de Burgos, donde sólo cabe mejorar.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Ribera Run Experience - Tercera Cosecha

Tras mi ausencia de la edición de 2018, este año volví a acudir a la cita con la Ribera Run Experience que cumplía su tercera "cosecha", presentando cambios significativos respecto a la primera edición en la que participé. Debo aclarar que tanto en la primera como en esta edición, he participado en la Ribera Run Media que se disputa sobre una distancia aproximada de 25 Km y aunque mi intención es hacer la larga (unos 50 Km) algún día, esta no era la ocasión más propicia a causa de mi reciente participación de Reikiavik y el inicio de mi preparación para correr a tope en diciembre en Valencia.
El centro neurálgico de la prueba se ubicó de nuevo en la preciosa Plaza del Coso de Peñafiel, lugar donde partía la media y finalizaba la carrera larga; allí me presenté temprano ante la mirada atenta del castillo en lo alto de la montaña en una mañana en la que lucía un resplandeciente sol castellano. Tras calentar un rato se dio inicio a la prueba, cuyos primeros kilómetros se realizan neutralizados por las calles de Peñafiel incluyendo un espectacular recorrido por las Bodegas Protos en la que corremos entre cubas, una experiencia inolvidable. Un vez fuera de las bodegas os dirigimos hacia el pinar donde empieza la prueba de verdad.
Mi idea inicial era hacer 12 Km a ritmo de maratón y el resto de "paseo", pero pagué cara mi osadía pues el recorrido inicial no es precisamente favorable para llevar un ritmo elevado y la sucesión de toboganes en un estrecho sendero a la ribera del Duero provocaron que me desfondara muy pronto, de manera que tuve que cambiar mi planteamiento, reducir la marca y poner un ritmo menos vivo ya que con tanta cuesta empinada, bajada vertiginosa e incluso escaleras, no había manera de mantener un ritmo constante para un corredor no acostumbrando al trail como yo.
Sufrí bastante hasta llegar a la primera bodega, Tresmano, ubicada en el kilómetro 11, pues aparte de ir haberme pasado de ritmo, tuve problemas digestivos que me obligaron a parar un rato para evitar vomitar; así que decidí tomarme con calma el avituallamiento en la bodega donde me esperaba Marisa que me aconsejó comer algo sólido y membrillo antes de seguir mi ruta. Llenar un poco el estómago me sentó muy bien y empecé a recuperarme, teniendo también en cuenta que el recorrido era más cómodo, por caminos entre pinares tras dejar atrás el espectacular yacimiento de Pintia por el que también se pasa.
Empecé a adelantar corredores en este terreno más propicio que pronto se convirtió es bastante duro al adentrase en pinares y tener que superar zonas arenosas en las que había qe usar las "tracción a las cuatro ruedas"; lógicamente mi ritmo bajó, pero finalmente alcanc´sin problema la segunda bodega, Dehesa de los Canónigos, donde volví a comer y beber para afrontar la última parte del recorrido. Los caminos arenosos seguían siendo protagonistas y con la cabeza puesta en seguir el mejor sendero, unos cuantos atletas cometimos un error y nos perdimos, así que nos tocó dar la vuelta y hacer unos 300 a 400 metros extras, que no es un drama, pero no molesta.
En el tramo final e pasa al lado del Monasterio de Valbuena en la que se ubica un mini avituallamiento en el que paré a pesar de restar sólo 2 Km para meta; allí me refresqué con un exquisito zumo de manzana, jengibre y apio que me ayudaron a coger fuerzas para el último tramo, el único por carretera, que nos guiaba a las bodegas Emina donde crucé la meta en unas discretas 2h 09' 43''.
La Ribera Run Experience no es una carrera adecuada para hacer marca si eres un adicto al maratón como yo, pero es una carrera que hay que correr por el simple motivo de disfrutar de la carrera; en esta prueba hay que olvidarse la marca y del ritmo y hay que disfrutar del Duero, de los senderos entre pinares, del buen rollo entre atletas, de los espectaculares avituallamientos en las bodegas, y de las post-carrera, en la Plaza del Coso, con barra libre de vino de la Ribera aderezado pro una paella multitudinaria a la hora de comer. Ya tengo mi segunda copa de Finisher en la vitrina y no será la última porque disfrutar de una prueba así cada septiembre vale la pena; la Ribera Run 2019 ha terminado, volveremos en 2020.

martes, 3 de septiembre de 2019

Maratón de Reikiavik (3) - La carrera

Amaneció muy temprano en Reikiavik como corresponde en época estival, pero mi despertador sonó a las 6 de la mañana y  el sol ya lucía tímidamente en un cielo casi nublado por completo mientras que el viento había decidido tomar un respiro esa mañana, un factor importante en  una ciudad tan ventosa. Se puede decir que la meteorología era prácticamente ideal pues el termómetro tampoco pasaba de los 10º mientras desayunábamos en nuestra caravana.  Tras descansar otro poco y prepararme, tomamos el autobús que nos acercó a la línea de salida donde llegué con tiempo suficiente para hacer un calentamiento ligero y acabar de prepararme para la carrera. Me coloqué en la parte de adelante en la salida, mientras Pili se retrasaba un poco pues  decía que no iba en  buena forma, así que comencé la prueba solo y horas después la acabaría también solo.
Salí tranquilo,a un ritmo de 4´45´´ que me permitía disfrutar del buen ambiente de los primeros kilómetros, pero sin desgastar mucho pues mi objetivo era ir tranquilo y sin forzar pues en nada toca empezar la preparación de Valencia. Pronto me encontré con atletas españoles a los que saludé mientras seguía a mi ritmo siguiendo de lejos el globo de la 1h40' al que poco a poco me fui acercando hasta llegar a su altura donde también estaban dos atletas españoles que corrían la media, con los que estuve charlando unos cuantos kilómetros, aproximadamente hasta el km 15 en el que decidí descolgarme un poco porque el ritmo era demasiado vivo.
Hasta entonces todo marchaba conforme a lo previsto, manteniendo el paso que me convenía y disfrutando de las bonitas vistas al mar que ofrecía la primera parte del recorrido que culminaba en una avenida que discurre al lado de la costa donde soplaba el viento y además una ligera pendiente hacia arriba que sllega hasta un fondo de saco donde se da la vuelta para dirigirse de nuevo a la zona de salida/meta, a la que no se llega  porque se desvía a los maratonianos hacia el interior de la ciudad. Por entonces ya había recibido los primeros ánimos de Marisa y Ángela en el kilómetro 12 y un poco más adelante en el 18, justo cuando rodaba a la par de un corredor canario muy simpático y otro de Ciudad Rodrigo con los que también departí un rato hasta que el canario se marchó y yo descolgué al salmantino.
Mi paso por la media fue de 1h41'30'', ajustado a mi planteamiento inicial, pero la segunda mitad de la carrera se me empezaba a atragantar por varias razones, la falta de público, los innumerables giros que da el trazado y un buen número de puentes elevados y túneles que convierten el final de la prueba en un rompe piernas. De hecho, de la segunda media sólo me gustó el paso por un barrio de casas de colores cuyos vecinos animaban a los corredores desde sus balcones, pero el resto era un recorrido infumable por parque vacíos, carreteras y los ya mencionados túneles y puentes.
 Todos estos factores me hicieron reaccionar, no quería seguir tan tranquilo y acabar sin más, decidí aumentar un poco el ritmo ya que me sobraban fuerzas y ganas de adelantar atletas y acabar satisfecho de mi actuación. Así que siguiendo la filosofía de Pili esperé al kilómetro 32 para empezar a "correr" y adelantar a atletas mientras iba maldiciendo las cuestecitas que salpicaban el trazado. Mi ritmo se fue incrementando a medida que completaba los últimos diez kilómetros, aunque fue en los dos últimos cuando me vine definitivamente arriba, puse un ritmo de 4'25'' y me dispuse a acabar la prueba como merecía, espoleado por la presencia de público y el bonito final con el mar a la vista, dejando el Harpa a la derecha y enfilando una recta de meta donde Ángela y Marisa me daban los últimos ánimos.
Crucé la meta en 3h20'27'', un tiempo que no está nada mal teniendo en cuenta que la preparación en en verano es muy dura y  los días de turismo conduciendo y durmiendo en una autocaravana previos a la prueba; de nuevo, la segunda mitad fue más rápida que la primera, pero lo más importante es que las sensaciones fueron buenas en la última parte de la carrera y eso demuestra que epa y o estamos haciendo las cosas adecuadamente.
Una vez acabado el bonito viaje por Islandia toca pensar en el objetivo más importante del año, el Maratón de Valencia que correré el próximo 1 de diciembre; no queda tanto y hay que empezar desde ya a trabajar, pero ese tema ya lo trataré en el siguiente post, de momento toca celebrar mi trigésimo octavo maratón y pensar en los nuevos retos por venir.


lunes, 2 de septiembre de 2019

Maratón de Reikiavik (2) - La organización

Siempre que me inscribo a un maratón intento valorar a priori la capacidad organizativa del evento y tengo que reconocer que en la mayoría de los casos me dejo llevar por los tópicos que etiquetan a los diferentes países en los que compito, por ejemplo, parece que la capacidad organizativa de alemanes o suecos siempre está fuera de duda, mientras que griegos o italianos pueden generar más recelos acerca de su eficiencia; desgraciada o afortunadamente los tópicos generalmente no se cumplen como demuestra que  guardo un gran recuerdo de la organización del maratón de Atenas y no tan bueno de la organización del mítico maratón de New York. Pero vamos al grano y analicemos Reikiavik, maratón modesto, país bien organizado, norte de Europa... ¿Que puede fallar?
En mi opinión, la organización de este evento se queda a medias en muchas cosas, o sea que aspectos positivos son contrarrestados por otros negativos y eso se aprecia con la simple consulta de su página web, modesta pero vistosa, en dos idiomas (islandés e inglés) y de fácil acceso a la información; lo mismo puedo aplicar a las newsletter periódicas que he recibido en mi mail; lo malo es que cuando se profundiza un poco en su manejo , a la página se le ven las costuras. Eso pasa, por ejemplo, con la inscripción, que en un momento dado te lleva a una página en islandés en la que no te enteras de nada o cuando te metes en la página personal de tu perfil, a la que accedes con unas claves que ellos mismos te envían y que sirve, presuntamente, para consultar o cambiar Tus datos; pues bien, tu página personal está en islandés, así que olvídate de cambiar o consultar algo si no eres vikingo.
Pero bueno, pasemos por alto estos detalles y vámonos a la feria, primera prueba seria para la organización; está bien ubicada, en un pabellón no muy alejado del centro, más grande de lo que esperaba y con una recogida ágil de dorsal y camiseta. Hay bastantes stands, sobre todo de charities, alguno de maratones, varios de efectos deportivos y algunos más de grandes marcas como Adidas o Garmin.  Por contra, no hay merchandising, los precios  son muy elevados y la camiseta que regalan es bastante mala y además no es Adidas, que presuntamente patrocina la prueba. Por lo visto hay que ahorrar costes a pesar del alto precio de la inscripción.
El día de la carrera todo está listo de las primeras hora para recibir a los corredores en una avenida de la que sale y llega la carrera; el meollo se ubica al al lado de un pequeño parque donde se colocan las casetas de los baños en un número apropiado. Tampoco falta sitio par cambiarse y prepararse adecuadamente con el beneplácito de una buena meteo. La prueba se inicia con una cuenta atrás en islandés y se encamina por esa primera avenida hacia la parte de la ciudad cercana al mar, de manera que se pasa inicialmente por un animado barrio residencial para posteriormente continuar por zonas con bastante afluencia de público y con buenas vistas. Por entonces, los hitos kilométricos se muestran con grandes carteles a un lado de la calzada, pero aproximadamente a partir del kilómetro 10, los carteles desparecen y son sustituidos por un cono de carretera en el que se refleja el punto kilométrico escrito a mano con rotulador, un poco cutre el apaño.
Hay avituallamientos cada 4 kilómetros, sólo a un lado de la carretera y siempre con el isotónico delante y el agua detrás, al contrario de lo habitual en otras pruebas; también se ofrece fruta a partir del kilómetro 15, pero no dan geles en ningún momento. Tanto agua como isotónico se ofrecen en vaso de cartón, grande y manejable, pero hay que recogerlo de la mesa porque no hay voluntarios ofreciendo vasos salvo en casos muy puntuales.
Comentario aparte merecen las liebres (también llamados "pacers" por los "runners", pero insisto en que yo soy corredor y no runner) que sólo están disponibles para los atletas que corren la media, distancia tras la cual terminan su labor dejando tirados a los atletas de maratón, que ienen que hacer la segunda mitad sin utilizar una referencia que resulta muy útil para muchos atletas; no acabo de entender que no se encuentren voluntarios para hacer esa labor completa.
El recorrido es bonito en la primera mitad, se recorre una zona costera, el puerto y finalmente la avenida principal que discurre al lado del mar y donde se ubican la escultura del barco vikingo y el famoso auditorio Harpa; esta primera parte es muy agradable, pero se termina a los 21 km en la que los corredores de media se separan para volver a meta y a los maratonianos se les dirige hacia el interior de la ciudad y alejados del mar. En ese momento el paisaje cambia, las calles se estrechan y las vistas pasan a ser bastantes sosas, pues discurre por las afueras y arques, sin apenas animación y lo que es peor, se empiezan a a dar giros y más giros combinados con pasos elevados y subterráneos que convierten los últimos 10 Km en un auténtico rompe piernas. No me gustó nada la segunda mitad, que además no está cortada al tráfico totalmente de manera que hay algún tramo que compartes con los civilizados conductores islandeses. Finalmente se regresa al centro para acabar en una recta de meta llena de animoso público que ayuda a cruzar la meta para después dirigirte a un pequeño jardín donde te cuelgan la medalla y te ofrecen un trozo de  barrita de Mars o Twix, plátano, manzana y agua, escaso avituallamiento  después de completar 42,195 metros.
Por todas estas razones, se puede concluir que el Maratón de Reikiavik tiene una organización correcta teniendo en cuenta que es una carrera con una participación baja; tendrían que limar muchos defectos y mejorar detallles para conseguir un nive equiparable a un gran maratón. Un país que ofrece unas maravillas naturales tan sorprendentes y que atrae a millones de turistas al año, debería tener una maratón que cumpliera las expectativas de sus participantes; no estaría mal que los organizadores se pusieran manos la obra para que esta prueba creciera y fuera un atractivo más para visitar Islandia, aunque la isla no parece necesitar más alicientes de los que tiene .

domingo, 1 de septiembre de 2019

Maratón de Reikiavik (1) - El ambiente

La tercera parte de la población de Islandia reside en  Reikiavik, capital de un país prácticamente despoblado que no llega a los  400.000 habitantes, cuyo principal atractivo son los soberbios escenarios naturales que se pueden admirar en cada rincón de la isla. Por esa razón casi dos millones de turistas visitan cada año este país y aunque la capital no es uno de los principales puntos de interés, es evidente que a muchos maratonianos les resulta muy interesante combinar su afición atlética con el turismo en la "Isla de Hielo".
No tengo datos acerca de los corredores que se desplazan a Reikiavik sólo para correr el maratón, imagino que muy pocos, pero pude hablar con varios participantes que me comentaron que  su viaje incluía una visita turística anterior o posterior a la prueba. Por esa razón es difícil discernir si la ciudad estaba más animada por la asistencia de corredores o el número de visitantes era el mismo que en cualquier otro momento de la temporada turística en la que la ciudad sirve como punto de partida o llegada de las rutas elegidas.
Lo que es indudable es que la organización sabe perfectamente que tipo de corredores participan en la prueba y por eso dimensiona la feria del corredor para que sirva de centro neurálgico del fin de semana atlético, pues es visita obligada para runners y acompañantes; por eso todos caben en el pabellón donde se celebra y hay stands de interés para todos, sean corredores o no. La feria concentra el ambiente atlético, es cierto, pero no hace falta asistir a ella para darse cuenta que el sábado por la mañana se celebra un importante evento en la ciudad, pues es relativamente sencillo ver a los participantes con sus bolsas pululando por el pequeño centro de la ciudad islandesa.
Satisfecho de lo visto el viernes tarde en la feria y en la ciudad, tampoco decepciona la abarrotada, aunque pequeña zona de salida del sábado y a muy tempranas horas, pues la carrera comienza a las 8:40; obviamente había muchos corredores calentando, pero también muchos acompañantes y aficionados que se acercan a ver la salida y ofrecen un animado ambiente en los primeros kilómetros de carrera, quizás lo más animados de la prueba pues tras el pistoletazo de salida se recorre un barrio residencial donde todos sus vecinos salen a la calle con cazuelas, silbatos o simplemente sus palmas para animar a los esforzados deportistas.
Tras ese paso, se puede decir que hay luces y sombras y no por causa de la falta de ganas de los animosos habitantes vikingos, sino porque la prueba discurre por zonas deshabitadas y de difícil acceso donde apenas hay espectadores, aunque hay otras con una afluencia masiva de espectadores además de los diferentes grupos musicales que pone la organización y que fundamentalmente se centran en la primera mitad de carrera. Digo esto, porque después del paso por los 21 kilómetros, parece que los creadores del trazado llevan a rajatabla el famoso axioma de la "soledad del corredor de fondo" pues  la carrera se adentra por zonas sin apenas viviendas, por jardines lejanos al centro urbano y por carreteras donde el público no puede acceder ni animar, pero que tampoco se mitiga con la animación oficial que es inexistente a partir de la media. Así que toca mirar el paisaje y animar a los corredores con los que te cruzas hasta llegar a los kilómetros finales en los que de nuevo hay asistencia masiva de público para recibir a los maratonianos en una bonita recta de meta.
No sería justo decir que este maratón no tiene buen ambiente, pero tampoco se puede decir que lo tenga si sumas auna buena primera parte la pobre segunda mitad  que resta espectacularidad al recorrido; personalmente yo hubiera preferido dos vueltas, pero tampoco puedo quejarme porque mi afición particular cumplió a gran altura como es habitual, pues Ángela y Marisa me dieron los ánimos necesarios en tres puntos de la carrera y eso que era complicado hacerlo. Pienso que habría que pensar un poco más en el espectáculo y no tener tanto miedo a cortar la ciudad unas horas más, pero claro, es sólo la opinión de un participante.

domingo, 18 de agosto de 2019

Un maratón en el centro de la tierra

Julio Verne publicó en 1864 su ya célebre novela "Viaje al Centro de la Tierra" en la que el joven Axel y su tío Otto se embarcan en una vertiginosa aventura que se inicia en Islandia, más concretamente en el volcán  Snafellsjökull por el que acceden al corazón de la Tierra donde vivirán un sinfín de peripecias; ha pasado mucho tiempo desde que Verne incluyó esta agreste isla en uno de sus relatos, pero no ha sido el único en hacerlo pues las peculiares características de Islandia le han convertido en un lugar propicio para ambientar relatos, películas, series de televisión o videoclips, entre otras cosas.
Es indudable que la isla, cuna de los primeros vikingos, atesora una belleza particular que le otorga su  su ubicación septentrional y su origen volcánico que generan unos paisajes agrestes y caprichosos que atraen cada vez a más turistas, aunque conservando ese carácter casi virgen que la hacen especial. Desde hace bastante tiempo llevo anhelando viajar a Islandia y desde el inicio de mi carrera como maratoniano me fijé en Reikiavik como un destino ideal para competir en la distancia de Filípedes, así que este año me he decidido a cumplir ambos deseos de una sola vez e intentar acabar mi 38º maratón en una isla agreste, plagada de volcanes, cascadas, glaciares, playas mágicas, verdes montañas y por supuesto llena de habitantes básicamente rubios.
Aunque pueda resultar sorprendente en una ciudad de poco más de más 100.000 habitantes, el maratón goza de una nutrida participación, cercana a los 6.000 corredores divididos en diferentes pruebas y además cuenta con una nutrida representación foránea, pues no en vano, la isla es un importante foco turístico a nivel mundial. A primera vista, parece una carrera bien organizada con un bonito trazado en el que se recorre prácticamente toda la ciudad empezando y acabando en el Ayuntamiento. Se corre en agosto, es cierto, pero no hay ningún problema en este caso, porque la temperatura suele rondar los 8 grados en esta época,  y sólo hy que tener en cuenta otro importante factor meteorológico, el viento, que puede ser un molesto compañero si sopla fuerte el día de la competición, o al menos eso me transmitió un maratoniano islandés al que pregunté tras finalizar la prueba de Copenaghe.
Sin duda esa baja temperatura será para mi un alivio después de haber pasado tres calurosos meses entrenando en Madrid donde hemos sufrido los rigores del verano de un modo muy acusado; no ha sido una de mis mejores preparaciones, pero en realidad para esta prueba no tengo un objetivo claro, aparte de acabar, aunque considero que si las cosas van como yo espero, pueda hacer un tiempo cercano a las 3h20', una previsión un poco aventurada pues cuando se entrena con tanto calor, nunca sabes si los ritmos son bajos porque estás en baja forma o porque la temperatura aprieta.  Afortunadamente cuento con Depa que me ha programado unos entrenamientos acordes con las condiciones climáticas evitando forzar en exceso para llegar descansado y en buenas condiciones a septiembre, cuando comenzaré a preparar el Maratón de Valencia, objetivo prioritario de esta temporada.
Claro que la alegría va por barrios y si a mi me encanta correr con frío, a mi compañera de fatigas Pili, con la que volveré a compartir zancadas, no le gusta nada correr con temperaturas frescas, es lo que tiene ser de Alicante; junto a Pili, nos acompañan en la expedición Ángela y por supuesto Marisa que nos animarán en las calles con las típicas banderas españolas que en esta ocasión pueden ser muy útiles pues el color de pelo de mis seguidoras podría dar lugar a que las confundieran con nativas vikingas. A buen seguro, Marisa y Ángela volverán a recorrer un montón de kilómetros para buscar la mejor ubicación y darnos esos ánimos tan necesarios para completar la carrera.
En fin, un reto maratoniano más por cumplir y acercándome a los cuarenta, un número redondo, pero que no me supone reto alguno, pues acumular maratones no es mi objetivo, sino acumular experiencias en nuevas ciudades, nuevos países y  con nuevas gentes, rodeado con las personas que me hacen seguir disfrutando de esta bonita afición; por tanto, que siga la fiesta.


domingo, 26 de mayo de 2019

Maratón De Copenhague (3) - La carrera

El sol ya lucía a las 4 de la mañana de Copenhague abriéndose paso entre unas nubes que cubrían el cielo danés pero que acabaron cediendo ante el empuje del astro rey; en mi hotel las cortinas no eran precisamente opacas y aunque el descanso no fue el adecuado, no me podía quejar cuando sonó el despertador a las 6:30 de la mañana y me dispuse a desayunar en la habitación. Las previsiones meteorológicas auguraban una mañana soleada con temperaturas que llegaría a los 18 grados de máxima y eso no me gustaba nada, pues afrontar un maratón con una temperatura y humedad altas no es precisamente lo que más se adapta a mis condiciones.
Había quedado con Jaime y con Pili en la zona de salida a la que me acompañó Marisa dando un paseo desde el hotel y de camino pude comprobar que las previsiones se iban a cumplir pues ya por entonces a los viandantes les sobraba hasta la chaqueta y se les veía en mangas de camisa. Tras acabar la preparación previa a la carrera, me dirigí a mi cajón  sin calentar y con la intención de hacer la salida con Pili que se había ido a dejar la bolsa y que  me localizó entre la multitud de corredores.
Ni Pili ni yo estábamos al 100% así que lo prudente era salir a un ritmo tranquilo e ir viendo como se desarrollaba la prueba; así lo hicimos desde el principio, marcando un ritmo cómodo entorno a los 4'50''/km que nos permitía ir calentando un poco el cuerpo para lo que nos esperaba. Sin embargo yo no iba cómodo, hacía calor, había muchos atletas y empecé a pasar un mal rato al recordar mis malas experiencias de Rotterdam y Tenerife donde sendos golpes de calor me hicieron sufrir más de la cuenta. Habíamos recorrido sólo 5 km y estaba a punto de entrar en pánico hasta que  la carrera se empezó a abrir al llegar a un parque donde la sombra y una ligera brisa atenuaban un poco la temperatura y un poco más adelante se llegaba a la primera ducha del recorrido ubicada justo delante del primer avituallamiento que me sirvió para bajar mi temperatura corporal y a lavez reponerme y comenzar a correr más tramquilo y concentardo en la carrera.
Los kilómetros iban pasando inexorablemente mientras corríamos  disfrutando del animad ambiente que había enlas calles,  pero sobre todo en el paso por el kilómetro 13 donde nuestros animadores nos dieron nuestro primer empujón que recibimos con alegría pero sin modificar nuestro paso constante, que nos permitió cruzar la media en 1h41'36'', dentro de lo previsto. Por entonces, Pili ya había parado un rato al baño y rodé en solitario unos kilómetros hasta que se pudo integrar de nuevo  a nuestro "duo", pero en el kilómetro 23 se volvió a quedar atrás en un avituallamiento y poco a poco fue rezagándose, pues como me había prevenido no llegaba en las condiciones óptimas a la cita. Yo continuaba llevando un ritmo constante pero ya en la fase en la que se empieza a tirar de geles y  a contar los kilómetros hacia atrás; en el km 29 volví a recibir el calor de mis animadores, a la vez que el calor ambiental subía, pero sin consecuencias para mi rendimiento; mi concentración y mi inteligete decisión de  buscar la sombra durante todo el recorrido y a refrescarme en cada ducha junto a las pastillas de sales evitaron la presencia del temido golpe de calor.
Fui adelantando atletas en casi toda la segunda media e intenté acelerar un poco a partir del km 37 pero yo tampoco estaba a tope después de mi irregular preparación, así que no quise arriesgar demasiado para evitar males mayores; aún así pude hacer la segunda mitad más rápida que la primera cruzando la línea de meta en 3h22'49'' tras recibir el último aliento de Marisa, Jorge y Ana en la recta de llegada. Contento por lo conseguido recibí una merecida medalla y posteriormente pude ver a Jaime que me estaba esperando y tras esperar a Pili que llegó un poco por detrás de mi, nos tomamos una cerveza y nos dirigimos a la salida donde me esperaba Marisa para darme ese tradicional abrazo que tanto necesito en esos momento; hay que conservar las tradiciones y ésta aún más.
Con este ya son 37 maratones completados, una cifra que sigue engordando, pero que no es más que un reflejo de lo que disfruto de este bonito deporte y sobre todo de esta apasionante competición que nació en la Grecia antigua; entrenar, competir, viajar... forma parte de mi vida, me hace feliz y me ayuda a seguir peleando en mi día a día. No lo puedo asegurar, pero todo esto no sería igual si no tuviera la suerte de tener buenos amigos atletas como Jaime, un entrenador que comparte la misma filosofía que yo,  unos fieles animadores que me acompañan cada carrera, si no pudiera compartir zancadas y proyectos con la mejor maratoniana del mundo, Pili, pero sobre todo si no tuviera a Marisa a mi lado, como la he tenido en todas mis competiciones maratonianas, las 37 y las que todavía nos quedan por experimentar juntos.

sábado, 25 de mayo de 2019

Maratón de Copenhague (2) - La Organización

El maratón de Copenhague cumplía cuarenta ediciones en 2019, una buena razón para que los organizadores se esforzaran especialmente en ofrecer un servicio adecuado a los más de 12.000 participantes que se inscribieron en la prueba; la carrera está clasificada como Bronze Label y tras haber vivido la experiencia atlética danesa durante el pasado fin de semana, debo decir que la clasificación no se ajusta a la realidad, aunque reconozco que los criterios que utilizan para clasificar los maratones no son precisamente de mi agrado.
Fotos en blanco  negro en la página web rememoraban el aniversario del evento, cuarenta años son muchos y la organización ha sabido adaptarse perfectamente a la evolución tecnológica a la vista de la página más que correcta que permite una sencilla inscripción ofrece información detallada del evento y además tiene un diseño muy atractivo; también es destacable la información puntual que ofrece la newsletter que envían regularmente a los participantes, detallando todos los aspectos atener en cuenta para los corredores. No se queda a la zaga la app para teléfono móvil que ofrecen, pues aparte de tener un buen diseño y de su uso fácil e intuitivo, permite un seguimiento muy fiable de los participantes durante la prueba y lo que es mejor, te envían las fotos que te han hecho durante la carrera una hora después de finalizada la prueba; realmente espectacular.
Otro importante aspecto organizativo a analizar es la feria del corredor, ubicada en un complejo deportivo de la ciudad, junto al estadio de fútbol, polideportivos, pistas... Pero la feria se ubica en unos barracones a los que se añaden unas carpas para conseguir ampliar el espacio que aún así, es demasiado pequeño para acoger la gran cantidad de público asistente; eso no influye para que la recogida del dorsal sea rápida, así como la entrega de la camiseta y de la espectacular bolsa/mochila del corredor que lejos de ser una bolsa de plástico con cuerdas es una mochila hecha con un material mejor que una bolsa, con un diseño resultón y de gran practicidad, un acierto. La feria en si es animada, con muchos expositores de maratones y bastantes de ropa deportiva y nutrición, complementado por el gran stand de merchandising de Nike, patrocinador de la camiseta del evento en el que se pueden encontrar muchos productos del maratón a precios bastante elevados, eso si.
Pero vamos a los más importante, la carrera, empezando por la salida, bien organizada en un bonito espacio verde junto a un canal en el que es fácil encontrar un lugar para cambiarse, es relativamente fácil calentar y donde hay un atasco mejorable en los baños; luego e pasa a los cajones de salida, ue son orientativos basándose en el buen criterio de los atletas y que a la postre funcionan. Y a partir de ahí, un recorrido bonito, bien señalizado y en buena parte vallado, con bastantes puntos de mucha animación, con duchas en cada avituallamento, pero con el lunar de ubicar los avituallamientos sólo a la derecha, lo cual provoca atascos en la primera mitad de la prueba; el avituallamiento es correcto, agua en vaso de plástico, isotónicos y frutas a partir del km 20. Repito que el recorrido es bueno, se ven varias zonas importantes de la ciudad, pero hay demasiados giros, sobre todo en la zona del centro de la ciudad, aunque la animación es también más intensa en esa zona.
Llegamos al final, en la misma calle donde se comienza donde tras cruzar la línea de meta te colocan la medalla, te ofrecen agua, barritas, cerveza sin alcohol y te hacen una foto con la medalla que te mandan por sms casi ipso facto junto con tu tiempo en la prueba. La zona de llegada también es amplia, la recogida de la bolsa ágil y como punto negro hay que decir que la salida de la zona para encontrarse con la familia es demasiado pequeña y eso provoca un atasco monumental de gente.
Se puede decir que organizativamente hablando esta prueba supera con creces la etiqueta de bronce pues todo se hace pensando en el corredor al que se trata con mucha corrección; además, es un maratón que no se mezcla con otras pruebas con el objetivo de sumar participantes como sea para conseguir popularidad, esta es una prueba sólo para maratonianos y eso es de agradecer en los tiempos que corren, en lo que parece que es más importante aparentar con grandes cifras que ofrecer el servicio que Copenhague da a los esforzados atletas. En resumen, un maratón que hay que correr.



jueves, 23 de mayo de 2019

Maratón de Copenhague (1) - El ambiente

Dicen que  los habitantes de lo países del norte de Europa  están deseando que llegue al primavera para que luzca el sol y salir a la calle a llenar las terrazas de los bares de las ciudades; quizás por esa razón los organizadores de los maratones de lospaises nórdicos eligen fechas que les garanticen el ambiente en su evento, al menos en Estocolmo y en Copenhague, dos pruebas que he corrido en la misma época, primavera avanzada.
La capital del reino de Dinamarca luce un aspecto espectacular a finales de mayo, con verdes jardines llenos de flores de colores vivos y terrazas a rebosar de turistas y nativos pues es necesario  refrescarse con una buena cerveza autóctona; un cartel en el aeropuerto saluda a los participantes que llegan de otros países, pero luego no se aprecian demasiadas referencias visibles en la coqueta ciudad danesa.
En está ocasión decidí participar en la Breakfast Run por su carácter solidario y porque se celebra dentro de los jardines del famoso Tívoli donde el ambiente era bastante bueno a pesar de que apenas 300 corredores fuimos de la partida para completar unas cuantas vueltas solidarias (por cada vuelta se donaban 10 coronas a los niños con cancer)  por los jardines de este bonito parque de atracciones; al evento se apuntaron Marisa, Pili con dos amigas y además Jorge y Ana que lo hicieron andando. Tras completar el recorrido y desayunar el café con bollo de canela que incluye la inscripción dimos un paseo para visitar el parque con tranquilidad y luego nos fuimos a la feria del corredor donde el ambiente era ya espectacular.
La feria está ubicada al lado del estadio de fútbol local, en unos barracones o carpas que estaban atestadas de gente pues aparte de los curiosos y los que recogimos el dorsal, se estaba celebrando la Kid´s Run en una pista anexa. La feria tiene mucho ambiente, pero al estar lejos del centro apenas tiene repercusión, salvo que por las zonas turísticas se puede ver algún que otro corredor con la bonita bolsa/mochila que regalan colgada a la espalda.
Llegamos al día de la carrera y en la línea de salida se puede ver a mucha gente a pesar de ser de 12.000 el número de participantes, pero la hora de inicio (09:30) y la agradable temperatura debió animar a familiares y curiosos a acercarse a la zona de operaciones. Se puede considerar normal una elevada asistencia de público en la salida, pero lo que no me esperaba era la cantidad de gente que iban a estar animando en las calles durante todo el recorrido; es cierto que había tramos de difícil acceso en los que no había nadie, pero calculo que se podía ver público en tres cuartas partes del recorrido y en algunos casos con una animación tremenda usando las palmas o los artilugios regalados por la organización para hacer ruido; creo que es uno de los maratones con más animación de los que he disputado, teniendo en cuenta, insisto, que hablamos de sólo 12.000 particiantes.
Por último, toca hablar de mi equipo de animadores, esta vez era un número reducido, Marisa, Jorge y Ana que animaron sin cesar con las ya míticas banderas españolas que han recorrido medio mundo; como siempre, estuvieron a una gran altura, no sólo animándome a mi, sino al resto de maratonianos con los que compartimos mesa y mantel después de la carrera, a saber, Pili; Martina, Conchi y Jaime. Fuimos un gran equipo durante y después de la carrera y disfrutamos de la mítica distancia de Filípedes en un ambiente tipicamente español.

miércoles, 15 de mayo de 2019

Rosencrantz y Guildenstern se han cruzado en mi camino

Corría el siglo XVII cuando William Shakespeare plasmó en una magnífica obra la leyenda de Hamlet, el príncipe de Dinamarca, un personaje atormentado a causa de la muerte de su padre a manos del usurpador Claudio que a la vez era su tío; sin entrar en los detalles de la obra, supongo que los que hayáis leído el texto os acordareis de Rosencrantz y Guildenstern, dos caballeros a los que el rey usurpador les encomendó la misión de desterrar a Hamlet a Inglaterra para así evitar que desvelara la verdad de lo  ocurrido pues el rey muerto se había aparecido en sueños a su hijo y le había contado las circustancias de su muerte. No pretendo arrogarme el título de príncipe de Dinamarca, por el mero hecho de ser uno más de los participantes en la 40ª edición del Maratón de Copenhague, pero tras la accidentada preparación que he padecido para entrenar esta carrera, bien podría decir que los famosos lacayos del malvado rey Claudio han tenido algo que ver poniendo una piedra tras otra en mi preparación para esta cita, que espero acabe con la consecución de mi 37º maratón.
Como ya apunté en mi anterior post, varias pequeñas lesiones y una gripe han trastocado mi preparación que ha sido muy irregular, con demasiadas paradas inoportunas, la última hace unos días y a falta de diez para la competición a causa de un virus estomacal que me obligó a parar y recomponer varios entrenamientos. No sé si ha sido peor el parón o la sensación de impotencia que me queda cuando no puedo salir a entrenar, pero afortunadamente las series de 1500 que realicé ayer como último entrenamiento de calidad previo a la carrera fueron buenas y por fin volví a notar las piernas frescas y preparadas para afrontar la distancia de Filípedes.
De acuerdo a las previsiones, la capital danesa me recibirá con tiempo inestable, aunque no excesivamente frío y aunque el día de maratón no se preveen lluvias, parece que la temperatura va ser más alta de lo deseable, aunque sin llegar a valores altos; espero que la meteo me ayude a completar un maratón muy llano, un poco revirado según mis informadores y bonito de correr una vez estudiado el recorrido. Mi objetivo está muy claro, colgarme la medalla al cuello tras los 42,195 Km de carrera, pero hoy por hoy soy incapaz de idear una estrategia pues ni yo mismo sé como me podré encontrar el día clave. Pero confío en que la preparación, aunque intermitente, de sus frutos pues en general ha estado muy bien planificada por Depa y creo que he podido asimilar bien todo lo entrenado y así lo demostraré el las calles danesas.
En esta ocasión la expedición de aficionados será más corta de lo habitual pues solamente Jorge y Ana nos acompañarán en este reto, pero como ya demostraron en Varsovia, sus ánimos me serán muy útiles además de dar color español a las coquetas calles de la capital del reino danés. En este maratón la gran Pili Isidro también será de la partida, aunque viaja con un grupo de amigas, pero espero compartir con ella kilómetros y quien sabe si la carrera completa, pues supongo que nuestro ritmo va a ser similar. Asímismo, Jaime, otro amigo, estará en la línea de salida, aunque bastante por delante pues corre por debajo de las tres horas.
Habrá que cruzar los dedos para que Rosencrantz y Guildenstern no hagan de las suyas el próximo fin de semana y que todo transcurra con normalidad para que pueda conseguir cruzar la línea de meta sin contratiempos; me espera de nuevo la distancia de Filípedes, esta vez en un país que está muy al norte, en una época en la que el sol apenas se oculta y por un recorrido entre canales y coquetos edificios en los que Marisa y mis aigos me animarán sin parar; pinta bien, ahora sólo falta empezar a correr y disfrutar de la competición, como siempre.