La publicidad de la Maratón Atlántica 2014 repetía machaconamente un mensaje en sus originales carteles: "Un respeto". Aunque el mensaje se refiere a los casi tres mil atletas que participamos sumando el maratón y la carrera paralela de 10 kilómetros, creo que es conveniente ampliar ese respeto a la organización del evento, que raya a gran altura, aunque haya aspectos mejorables que también comentaré.
Empezaré por la página web, realizada con un buen diseño, de fácil navegación y con información suficiente para los participantes; la inscripción también se realiza de modo sencillo y como guinda, el precio no es tan elevado como en otras carreras.
Ya en el fin de semana maratoniano, el escaparate más vistoso lo proporciona la feria del corredor, situada en Palexco, justo en el puerto. Es un lugar céntrico y el espacio dedicado a la feria es suficiente, pues no hay apenas expositores debido al modesto número de atletas; lo que se agradece es que no hay colas ni para recoger dorsal y chip, ni para recoger la camiseta, a lo que hay que sumar la amabilidad de los voluntarios que te atienden. Otro aspecto destacable es la comida de la pasta, organizada por un restaurante coruñés y que según mi amigo Alex (yo no acudí) fue bastante buena. Sin duda, otra ventaja de correr un maratón "pequeño".
En cuanto a la carrera, la nota que merece es también alta; la salida se organiza en cajones, lo que unido a la amplitud de la avenida por la que se comienza, asegura unos primeros metros sin agobios para los corredores. El circuito discurre constantemente por calles muy anchas, aunque en el debe, hay que anotar dos giros muy cerrados que podrían haberse resuelto de una manera más favorable.
Los avituallamientos están bien ordenados, sólo a un lado de la carretera, pero es suficiente; se puede reponer agua en botella e isotónicos en vaso, pero también fruta (plátanos y naranjas). Eché de menos que los voluntarios no ofrecieran los vasos de isotónicos, aunque ofrecían agua; imagino que es un problema de escasez de voluntarios. También hay puestos sanitarios y patinadores asistentes del corredor, muy útiles en ocasiones.
También es destacable que el circuito estuviera muy bien definido y cerrado completamente al tráfico, pues hay veces que cuelan muchos coches si la participación no es masiva.
La llegada a meta es muy bonita y tras cruzar el arco te puedes sentar tranquilamente en una silla para quitarte el chip y reponerte con agua y bebida isotónica. No te dan capa para el frío, aunque no era necesaria y según sales de la zona acotada, te ponen la medalla y te dan unos bollos, un plátano y una naranja, quizás algo escaso, pero suficiente.
No utilicé el ropero, así que no puedo juzgar su funcionamiento, pero aparentemente lo hizo bien, pues en la feria se daba a cada corredor bolsa y pegatina, lo que suele ser garantía de éxito.
En resumen, mi experiencia en La Coruña ha sido positiva, pues considero que no siempre es necesario correr una gran maratón para disfrutar de un buen ambiente y un buen recorrido. La organización de la Atlántica se ha esforzado en hacer una carrera en la que se trata de manera muy correcta al verdadero protagonista de la prueba, el corredor popular, al que se le ofrece por un precio ajustado un circuito vistoso, más bien rápido y unos servicios a la altura que cualquier otra prueba; por eso, quiero acabar diciendo que está organización se merece un respeto.