Mi primera participación en Laredo data del año 2014, cuando por primera vez fui atraído por su famoso recorrido, "probablemnte el más rápido del mundo"; en aquella edición mi marca fue de 40'10'', en un día lluvioso y ventoso que me perjudicó de cara al asalto del sub40', sin embargo quedé enmorado de la carrera, tanto por su recorrido como por su ambiente. Tras una discreta participación en 2016 (41'07''), me quedé otra vez con la miel en los labios el año pasado (40'02''), así que era obligatorio volver para intentar, al menos, arañar esos tres segundos que rompieran la barrera psicológica del los cuarenta minutos.
A pesar de disputarse tres semanas antes de la cita más importante de mi temporada, el Maratón de Rotterdam, decidí programar esta prueba en mi calendario porque me gusta correr en Laredo y porque podría servir para reforzar mi estado anímico de cara al maratón; teniendo en cuenta estos factores, Depa me ha programado una preparación un tanto atípica para maratón, pero que tampoco se ha centrado en esta prueba exclusivamente, basada en un buen trabajo interválico, ritmos controlados y un volumen de kilómetros inferior a una preparación normal, ya que en ese aspecto tengo bastante base acumulada.
El caso es que mi forma ha ido mejorando progresivamente desde el inicio de la prpeparación, allá por noviembre, hasta ahora, como se puede deducir de los tiempos realizados en las competiciones de 10 km que he disputado, mejorando en cada una ellas del orden de 20 segundos respecto a la anterior; además de las competiciones de 10.000 metros, en enero hice la media de Getafe en 1h30'15'' y justo una semana antes de acudir a Laredo, me marqué unos buenos 19'38'' en los 5k de la Popular Cervantina que me valieron para ser segundo en mi categoría.
Es indudable que el resultado de esta última prueba me aportó confianza, además de subir mi moral de cara a afrontar la prueba cántabra; mis sensaciones eran muy buenas y estaba plenamente convencido de correr por debajo de 40 minutos, de no ser por unas condiciones meteorológicas muy desfavorables. Con ese espíritu viajé a Laredo el sábado por la mañana, en la que la nieve nos acompañó durante la primera hora de viaje, pero afortunadamente remitió con el paso de los kilómetros, de manera que al llegar a tierras cántabras los rayos de sol asomaban entre las nubes que se movían por la fuerza de un molesto viento. Recogí mi dorsal alrededor de las 2 de la tarde y el viento soplaba con fuerza en el Parque de los Tres Pescadores, lugar de inicio y final de la prueba; no me gustaba el panorama, pero me fui a descansar sin dar demasiada importancia a las condiciones climáticas y me centré exclusivamente en preparar mi estrategia de carrera, que no era otra que salir fuerte pero sin volverme loco, a fin de llegar a la segunda vuelta con fuerza suficiente para acelerar si era necesario.
Una hora antes del comienzo, el ambiente ya era espectacular en los aledaños de la salida, lleno de atletas calentando y de un numeroso público ocupando poco a poco los laterales de las calles principales del recorrido; hice un calentamiento largo, unos 25 minutos dando vueltas al polideportivo Emilio Amavisca, sopesaando la influencia del viento y la incipiente amenza de lluvia. Unos 15 minutos antes del inicio me dirigí a los cajones de salida, pues quería ubicarme bien para evitar los problemas del año pasado; este año, la organización ha acertado estableciendo más cajones de salida y como el nivel atlético es muy alto, mi ubicación no era muy adelantada, pero conforme a los ritmos que pensaba mantener en la prueba; el viento soplaba con fuerza y de cara a la recta de salida, mientras el cielo se cerraba cada vez más, presagiando el chaparrón posterior, pero no era el momento de lamentarse, simplemente había que centrase en correr.
Tras el pistoletazo de salida me puse en marcha a un buen ritmo, pero sin pasarme como había planeado; hubo algún empujón sin importancia en los primeros metros, pero la carrera, a pesar de multitudinaria, era fluída. Al paso por el primer kilómetro mi reloj marcaba 3'50'', dentro de lo razonable, aunque un poco rápido, pero mis sensaciones eran inmejorables. Seguí manteniendo un ritmo fuerte, picando en 3'53'' y 3'52'' los siguientes kilómetros y así encarar la última parte de la primera vuelta con el viento de espalda, aunque un poco más lento para cruzar el km 5 en 19'32'', un tiempo prometedor pero que había que ratificar en la segunda vuelta.
La lluvia hizo acto de aparición en esta segunda parte, junto a un viento que seguía siendo molesto, más aún con las piernas ya cansadas, pero me afané por mantener el ritmo, siguiendo la estela de otros atletas o simplemente apretando los dientes; se me hizo interminable del km 5 al km 6, pero seguía manteniendo el ritmo entorno a los 4 min/km a pesar de todo; mantuve el mismo patrón al cruzar los kilómetros 7 y 8 y empecé a saborear mi sub40', pero no quería descartar el premio gordo: mejorar mi MMP. A pesar de tener el viento a favor, crucé el km 9 en 35'35'', así que tocaba sufrir para lograr el objetivo y así lo hice, incrementando el ritmo todo lo que pude para cruzar la meta en 39'32'', nueva Mejor Marca Personal por 5 segundos y con casi 52 años en la mochila.
A falta de tres semanas para la cita maratoniana de Rotterdam, este tiempo es un importante espaldarazo moral, pues disipa las dudas respecto a mi estado de forma; estoy bien, quizás al máximo nivel de mi vida en competiciones de 10 Km, pero el maratón es otra histroia y aunque se que puedo manejar la prueba con cierta solvencia debido a mi experiencia acumulada tras 30 maratones, no es menos cierto que la atípica preparación y las lógicas dudas que plantea mi edad, me hacen ser prudente de cara a pronosticar un resultado en Rotterdam; lo que si puedo asegurar, es que voy a salir a por todas y no me voy a guradar anda, porque este será, previsiblememnte, mi último cartucho. O quizás el penúltimo.
El caso es que mi forma ha ido mejorando progresivamente desde el inicio de la prpeparación, allá por noviembre, hasta ahora, como se puede deducir de los tiempos realizados en las competiciones de 10 km que he disputado, mejorando en cada una ellas del orden de 20 segundos respecto a la anterior; además de las competiciones de 10.000 metros, en enero hice la media de Getafe en 1h30'15'' y justo una semana antes de acudir a Laredo, me marqué unos buenos 19'38'' en los 5k de la Popular Cervantina que me valieron para ser segundo en mi categoría.
Es indudable que el resultado de esta última prueba me aportó confianza, además de subir mi moral de cara a afrontar la prueba cántabra; mis sensaciones eran muy buenas y estaba plenamente convencido de correr por debajo de 40 minutos, de no ser por unas condiciones meteorológicas muy desfavorables. Con ese espíritu viajé a Laredo el sábado por la mañana, en la que la nieve nos acompañó durante la primera hora de viaje, pero afortunadamente remitió con el paso de los kilómetros, de manera que al llegar a tierras cántabras los rayos de sol asomaban entre las nubes que se movían por la fuerza de un molesto viento. Recogí mi dorsal alrededor de las 2 de la tarde y el viento soplaba con fuerza en el Parque de los Tres Pescadores, lugar de inicio y final de la prueba; no me gustaba el panorama, pero me fui a descansar sin dar demasiada importancia a las condiciones climáticas y me centré exclusivamente en preparar mi estrategia de carrera, que no era otra que salir fuerte pero sin volverme loco, a fin de llegar a la segunda vuelta con fuerza suficiente para acelerar si era necesario.
Una hora antes del comienzo, el ambiente ya era espectacular en los aledaños de la salida, lleno de atletas calentando y de un numeroso público ocupando poco a poco los laterales de las calles principales del recorrido; hice un calentamiento largo, unos 25 minutos dando vueltas al polideportivo Emilio Amavisca, sopesaando la influencia del viento y la incipiente amenza de lluvia. Unos 15 minutos antes del inicio me dirigí a los cajones de salida, pues quería ubicarme bien para evitar los problemas del año pasado; este año, la organización ha acertado estableciendo más cajones de salida y como el nivel atlético es muy alto, mi ubicación no era muy adelantada, pero conforme a los ritmos que pensaba mantener en la prueba; el viento soplaba con fuerza y de cara a la recta de salida, mientras el cielo se cerraba cada vez más, presagiando el chaparrón posterior, pero no era el momento de lamentarse, simplemente había que centrase en correr.
Tras el pistoletazo de salida me puse en marcha a un buen ritmo, pero sin pasarme como había planeado; hubo algún empujón sin importancia en los primeros metros, pero la carrera, a pesar de multitudinaria, era fluída. Al paso por el primer kilómetro mi reloj marcaba 3'50'', dentro de lo razonable, aunque un poco rápido, pero mis sensaciones eran inmejorables. Seguí manteniendo un ritmo fuerte, picando en 3'53'' y 3'52'' los siguientes kilómetros y así encarar la última parte de la primera vuelta con el viento de espalda, aunque un poco más lento para cruzar el km 5 en 19'32'', un tiempo prometedor pero que había que ratificar en la segunda vuelta.
La lluvia hizo acto de aparición en esta segunda parte, junto a un viento que seguía siendo molesto, más aún con las piernas ya cansadas, pero me afané por mantener el ritmo, siguiendo la estela de otros atletas o simplemente apretando los dientes; se me hizo interminable del km 5 al km 6, pero seguía manteniendo el ritmo entorno a los 4 min/km a pesar de todo; mantuve el mismo patrón al cruzar los kilómetros 7 y 8 y empecé a saborear mi sub40', pero no quería descartar el premio gordo: mejorar mi MMP. A pesar de tener el viento a favor, crucé el km 9 en 35'35'', así que tocaba sufrir para lograr el objetivo y así lo hice, incrementando el ritmo todo lo que pude para cruzar la meta en 39'32'', nueva Mejor Marca Personal por 5 segundos y con casi 52 años en la mochila.
A falta de tres semanas para la cita maratoniana de Rotterdam, este tiempo es un importante espaldarazo moral, pues disipa las dudas respecto a mi estado de forma; estoy bien, quizás al máximo nivel de mi vida en competiciones de 10 Km, pero el maratón es otra histroia y aunque se que puedo manejar la prueba con cierta solvencia debido a mi experiencia acumulada tras 30 maratones, no es menos cierto que la atípica preparación y las lógicas dudas que plantea mi edad, me hacen ser prudente de cara a pronosticar un resultado en Rotterdam; lo que si puedo asegurar, es que voy a salir a por todas y no me voy a guradar anda, porque este será, previsiblememnte, mi último cartucho. O quizás el penúltimo.