martes, 25 de septiembre de 2018

The wine country

La República Moldavia es un pequeño país que se ubica entre Rumanía y Ucrania, sin salida al mar y sin grandes recursos naturales; un país de los más pobres de Europa actualmente y que e prácticamente desconocido por la mayor parte de los europeos occidentales, pese a los esfuerzos de su pueblo para mejorar las condiciones de vida de sus 2,5 millones de habitantes.
La historia de este humilde pueblo ha sido difícil desde siempre, pues fueron invadidos por el imperio otomano allá por el siglo XVI, posteriormente sirivieron de campo de batalla de las disputas entre rusos, turcos y austriacos, fueron anexionado por Rumanía y por Rusia en el siglo XVIII y finalmente pasaron a formar parte de la Unión Soviética en1917. El yugo soviético perduró hasta 1981, fecha en la que lograron la independencia y el autogobierno de una sociedad que aún está dividida entre pro-rusos y pro-europeos, pero que intenta modernizarse y acercarse a Europa poco a poco.
Para lograr ese acercamiento, los moldavos están intentando mostrar su mejor recurso, el vino, al resto del mundo y es que este pequeño país es el séptimo exportador vinícola del planeta y posee varias bodegas que ofrecen una elevada producción y además con una calidad notable en sus caldos; Purcari y Cricova son las bodegas con más producción y renombre, aparte de Milesti Micii, que tiene el honor de ser la  bodega subterránea más grande del mundo, pues  suma 250 Km de galerías subterráneas.
Aún así, Moldavia sigue siendo uno de los países menos visitados del mundo, razón por la cual se las autoridades se han afanado en crear acontecimientos que atraigan a turistas europeos y mundiales, como la feria del vino que cada año tiene mayor afluencia de visitantes, pero sin descuidar los eventos deportivos con la celebración del la Wine Run y sobre todo del maratón de Chisinau, que este año cumplirá cuatro ediciones. Obviamente, a un ávido buscador de maratones como yo además de amante del vino, le interesó esta carrera desde un primer momento, hice la oportuna propuesta a mi grupo de seguidores y ellos decidieron apuntarse a esta nueva aventura que también compartirá conmigo la inigualable Pili Isidro, con sus 52 maratones en el zurrón, que sumados a los 32 del mío, suman 84 maratones en el asfalto moldavo dividido entre sólo dos atletas; eso si, a Pili no le gusta el vino y la oferta cultural de la ciudad no parece muy abundante, así que espero que no se aburra mucho, pero no debe preocuparse de las catas de vino, pues Marisa y yo mismo nos encargaremos de beber las copas que deje abandonadas.
El maratón de Chisinau se celebra junto a una media, una carrera de 10Km y una Kid Run, de manera que consiguen reunir a casi 15.000 participantes, de los cuales unos 1500 disputan la distancia de Filípedes; la salida y la llegada se ubican en el centro de la ciudad y el circuito es de 10 km, por tanto hay que dar cuatro vueltas en un perfil casi plano. A priori, No parece el recorrido más atractivo, ni la mejor organización, pero estoy seguro de que voy a disfrutar la experiencia de correr en Chisinau con el inestimable apoyo de mi afición, que volverá a ser numerosa: Carlos, Myriam, Encho; Toli, Jorge, Ana, Rafa y lógicamente, Marisa.
El país del vino me espera para disputar mi 33º maratón tras una preparación condicionada por mis problemas de salud, que han sido decisivos para evitar que tuviera la continuidad necesaria para afrontar con garantías una carrera de este tipo; sin embargo, las sensaciones de las últimas semanas han sido buenas y aunque mi estado de forma no es tan bueno como hace unos meses en Seattle, estoy convencido de poder hacer una buena carrera, aunque no un gran tiempo. Aún así, lo importante siempre es disfrutar de la competición, vivir una nueva experiencia y cosechar una medalla más, la que espero conseguir en esta modesta, pero apasionante ciudad.

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