El sol brillaba en el cielo, la temperatura rondaba los 10 grados y el viento soplaba ligeramente en Chisinau cuando quedé en la puerta del hotel con Pili y Antonio para dirigirnos a la salida junto con Marisa; mis 32 maratones se quedan cortos al compararlos con los 52 de Pili o los más de 100 de Antonio, un soriano amigo de Pili al que le gusta correr en sitios "raros" y en este caso acertó de pleno; en fin, más de 200 maratones entre los tres, ahí queda eso.
Había mucha animación en los parques aledaños a la zona neurálgica de la carrera, donde se ubican salida, meta y feria del corredor; tras prepararme en un banco del parque, me fui a calentar un poco, lo justo para soltar músculos y nervios para empezar tranquilo. No tenía un objetivo claro después del accidentado verano que he pasado en el que no he entrenado con regularidad y como Pili había corrido en Berlín dos semanas antes, decidimos salir tranquilos, mientras Antonio se iba para atrás.
El caso es que comenzamos tranquilos o no tanto, porque la salida es cuesta abajo y con la euforia del inicio nos aceleramos un poco en los primeros kilómetros, justo hasta que la carretera pica hacia arriba y cada vez pica más y acaba en una rampa de un kilómetro aproximadamente en la que hay que regular bien para no perder fuerzas antes de tiempo. En esa primera subida Pili se fue un poco, pero conseguí recuperar terreno durante la bajada, de manera que recibimos juntos los primeros ánimos de nuestro grupo de seguidores.
Tras el primer paso por meta, es evidente que vamos ràpido, sobre todo porque Pili se da cuenta que va bien clasificada, huele el podio e instintivamente pone una marcha más, así que la sigo, pero tras completar la primera vuelta, cuando volvemos a comenzar la subida la dejo ir porque no quiero pagarlo más tarde. Poco a poco pierdo de vista a Pili y aunque intento "hacer la goma" se me va, pero sigo a mi ritmo sin ponerme nervioso, en la bajada y en la posterior subida (más tendida hasta meta) donde me vuelve a animar mi afición justo antes de llegar la contrameta, donde aún hay que completar un bucle para pasar por la media, cosa que hago en un tiempo de 1h38'15'':
El tiempo es bueno y me da un horizonte por debajo de las 3h20', pero Pili se ha ido mucho y tengo que tomar una decisión, seguir a mi ritmo o bien intentar ponerme de nuevo a su rueda; aunque no estoy muy seguro de poder aguantar un ritmo fuerte hasta el final, decido acelerar y ya veremos si me sale bien o me toca sufrir, así que me tiro a tumba abierta en la bajada a ritmo de 4'15'', pero es difícil recortar terreno, así que decido mantener un ritmo alto en la interminable y tercera subida que hago a un ritmo alrededor de 4'30''. Ya por entonces había tomado un primer gel que me había ayudado a recuperar fuerzas y a disminuir el hueco que nos separaba, que se redujo aún más en la bajada en la que volví a rodar a ritmos cercanos a 4'15''.
No estaba tan bien de piernas como en Seattle, pero mantenía un buen ritmo que auguraba una marca intersante; además el tiempo acompañaba, pues no hacía calor y soplaba un viento, ya moderado que refrescaba bastante. En la subida hacia la zona de meta pillé a Pili que me dijo que siguiera, que iba muy fuerte y así lo hice, aunque ni yo iba tan fuerte, ni ella tan mal, pues no la distancié mucho y me tuvo como referencia hasta el final.
Comencé la última vuelta a ritmo fuerte, volví a bajar a buen ritmo hasta que comencé la última subida, que se me hizo dura, pero sin más, porque en la bajada volvía meter la quinta marcha y a darme cuenta que iba a bajar de las 3h15. Recibí los últimos ánimos, crucé por última vez la contrameta y aunque ya las fuerzas escaseaban me conjuré para ir a tope hasta el final en ese último bucle de 1'5 km aproximadamente. Enfilé la recta de meta feliz, esprinté y crucé el arco en 3h13'17'' celebrando mi 33º maratón con euforia, pues la marca y la estrategia de carrera lo merecían. La alegría fue completa, pues unos segundos después llegó Pili, que quedó clasificada segunda en la general.
El balance del maratón de Chisinau es realmente positivo, no solo por hacer una buena marca, también por haber corrido mucho más rápido la segunda media y por supuesto por quedar clasificado el 26º de la general y primero en mi categoría. Todo esto, lo he conseguido después de un duro verano, con los problemas de salud que conocéis y tras unos entrenamientos que no fueron lo regulares que es deseable. La preparación de mi entrenador, Depa, sigue siendo, sin duda, una de las claves de mis éxitos, como también lo son el apoyo de todos mis amigos y familia y en especial de mi inagualable afición que me sigue a lo largo y ancho del planeta. A todos ellos, gracias.
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