La capital del estado de Washington es una gran ciudad que se extiende en la margen del Océano Pacífico y alrededor del impresionante Lake Union; en Seattle se disputan dos maratones anuales y el St Jude es el segundo en importancia, uno más de los Rock&Roll Series abundan en EEUU. No es comparable, por tanto, a cualquiera de los majors que he disputado en Norteamérica, y ni siquiera es un maratón masivo, más bien, el grueso de los participantes se registran en la media maratón, dejando las 26,2 millas a unos escasos 3.000 corredores.
Conocía estos datos antes de aterrizar en Seattle, así que no me pilló de sorpresa que en la animada ciudad norteamericana no hubiera mucho ambiente atlético, a pesar de algunos carteles que anunciaban en el evento en los lugares más concurridos por los numerosos turistas que deambulan por el centro y el downtown.
Sin embargo, la feria del se celebra en un pabellón integrado en el Century Link Field, sede de los equipos de soccer y fútbol de la ciudad que se ubica justo al lado de otro de los grandes templos de la ciudad, el Safeco Field de beisbol, sede de los Mariners; la feria es grande y muy animada, aunque el público es mayoritariamente local, lo que no impide que se respire un bonito ambiente atlético con muchos expositores e información sobre otros maratones de EE.UU.
La salida de la prueba ese realiza a una hora muy temprana, las 6:30 de la mañana, pero eso no evita que la zona de salida sea un hervidero de gente, atletas y también acompañantes que se dan el madrugón para animar a los suyos; eso si, una vez lanzada la carrera, las primeras millas están prácticamente desiertas, aunque pronto se adentra por zonas residenciales donde algunos valientes vecinos animan a los esforzados atletas; a medida que la prueba avanza, el número de aficionados aumenta, aunque de manera intermitente, ya que se pasa por zonas en las que el acceso es imposible, como túneles o el viaducto que conduce al Waterfront. Para mitigar esos vacíos, la organización coloca numerosas bandas por todo el recorrido que animan bastante, destacando una de "Elvis" al principio de la prueba, pero sin desdeñar el resto de animadores que ofrecen calidad y buenos temas.
Los kilómetros finales tampoco son excesivamente masivos, pero hay bastante gente en la recta de meta y la zona de llegada, pues se suman los maratonianos y los medio maratonianos con sus respectivos animadores.
Como dije en el anterior post, mi animación particular se compuso, en esta ocasión, de Marisa y mis hijos que me animaron en tres puntos diferentes y en la recta de llegada, dándome ese extra que tanto me ayuda en la prueba de Filípedes; de nuevo, el "vamos Papi" de Ángela se volvió a escuchar en un maratón, quizás fue una de las claves de mi buena actuación final.
Los kilómetros finales tampoco son excesivamente masivos, pero hay bastante gente en la recta de meta y la zona de llegada, pues se suman los maratonianos y los medio maratonianos con sus respectivos animadores.
Como dije en el anterior post, mi animación particular se compuso, en esta ocasión, de Marisa y mis hijos que me animaron en tres puntos diferentes y en la recta de llegada, dándome ese extra que tanto me ayuda en la prueba de Filípedes; de nuevo, el "vamos Papi" de Ángela se volvió a escuchar en un maratón, quizás fue una de las claves de mi buena actuación final.
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