Amaneció muy temprano en Reikiavik como corresponde en época estival, pero mi despertador sonó a las 6 de la mañana y el sol ya lucía tímidamente en un cielo casi nublado por completo mientras que el viento había decidido tomar un respiro esa mañana, un factor importante en una ciudad tan ventosa. Se puede decir que la meteorología era prácticamente ideal pues el termómetro tampoco pasaba de los 10º mientras desayunábamos en nuestra caravana. Tras descansar otro poco y prepararme, tomamos el autobús que nos acercó a la línea de salida donde llegué con tiempo suficiente para hacer un calentamiento ligero y acabar de prepararme para la carrera. Me coloqué en la parte de adelante en la salida, mientras Pili se retrasaba un poco pues decía que no iba en buena forma, así que comencé la prueba solo y horas después la acabaría también solo.
Salí tranquilo,a un ritmo de 4´45´´ que me permitía disfrutar del buen ambiente de los primeros kilómetros, pero sin desgastar mucho pues mi objetivo era ir tranquilo y sin forzar pues en nada toca empezar la preparación de Valencia. Pronto me encontré con atletas españoles a los que saludé mientras seguía a mi ritmo siguiendo de lejos el globo de la 1h40' al que poco a poco me fui acercando hasta llegar a su altura donde también estaban dos atletas españoles que corrían la media, con los que estuve charlando unos cuantos kilómetros, aproximadamente hasta el km 15 en el que decidí descolgarme un poco porque el ritmo era demasiado vivo.
Hasta entonces todo marchaba conforme a lo previsto, manteniendo el paso que me convenía y disfrutando de las bonitas vistas al mar que ofrecía la primera parte del recorrido que culminaba en una avenida que discurre al lado de la costa donde soplaba el viento y además una ligera pendiente hacia arriba que sllega hasta un fondo de saco donde se da la vuelta para dirigirse de nuevo a la zona de salida/meta, a la que no se llega porque se desvía a los maratonianos hacia el interior de la ciudad. Por entonces ya había recibido los primeros ánimos de Marisa y Ángela en el kilómetro 12 y un poco más adelante en el 18, justo cuando rodaba a la par de un corredor canario muy simpático y otro de Ciudad Rodrigo con los que también departí un rato hasta que el canario se marchó y yo descolgué al salmantino.
Mi paso por la media fue de 1h41'30'', ajustado a mi planteamiento inicial, pero la segunda mitad de la carrera se me empezaba a atragantar por varias razones, la falta de público, los innumerables giros que da el trazado y un buen número de puentes elevados y túneles que convierten el final de la prueba en un rompe piernas. De hecho, de la segunda media sólo me gustó el paso por un barrio de casas de colores cuyos vecinos animaban a los corredores desde sus balcones, pero el resto era un recorrido infumable por parque vacíos, carreteras y los ya mencionados túneles y puentes.
Todos estos factores me hicieron reaccionar, no quería seguir tan tranquilo y acabar sin más, decidí aumentar un poco el ritmo ya que me sobraban fuerzas y ganas de adelantar atletas y acabar satisfecho de mi actuación. Así que siguiendo la filosofía de Pili esperé al kilómetro 32 para empezar a "correr" y adelantar a atletas mientras iba maldiciendo las cuestecitas que salpicaban el trazado. Mi ritmo se fue incrementando a medida que completaba los últimos diez kilómetros, aunque fue en los dos últimos cuando me vine definitivamente arriba, puse un ritmo de 4'25'' y me dispuse a acabar la prueba como merecía, espoleado por la presencia de público y el bonito final con el mar a la vista, dejando el Harpa a la derecha y enfilando una recta de meta donde Ángela y Marisa me daban los últimos ánimos.
Crucé la meta en 3h20'27'', un tiempo que no está nada mal teniendo en cuenta que la preparación en en verano es muy dura y los días de turismo conduciendo y durmiendo en una autocaravana previos a la prueba; de nuevo, la segunda mitad fue más rápida que la primera, pero lo más importante es que las sensaciones fueron buenas en la última parte de la carrera y eso demuestra que epa y o estamos haciendo las cosas adecuadamente.
Una vez acabado el bonito viaje por Islandia toca pensar en el objetivo más importante del año, el Maratón de Valencia que correré el próximo 1 de diciembre; no queda tanto y hay que empezar desde ya a trabajar, pero ese tema ya lo trataré en el siguiente post, de momento toca celebrar mi trigésimo octavo maratón y pensar en los nuevos retos por venir.
Mi paso por la media fue de 1h41'30'', ajustado a mi planteamiento inicial, pero la segunda mitad de la carrera se me empezaba a atragantar por varias razones, la falta de público, los innumerables giros que da el trazado y un buen número de puentes elevados y túneles que convierten el final de la prueba en un rompe piernas. De hecho, de la segunda media sólo me gustó el paso por un barrio de casas de colores cuyos vecinos animaban a los corredores desde sus balcones, pero el resto era un recorrido infumable por parque vacíos, carreteras y los ya mencionados túneles y puentes.
Todos estos factores me hicieron reaccionar, no quería seguir tan tranquilo y acabar sin más, decidí aumentar un poco el ritmo ya que me sobraban fuerzas y ganas de adelantar atletas y acabar satisfecho de mi actuación. Así que siguiendo la filosofía de Pili esperé al kilómetro 32 para empezar a "correr" y adelantar a atletas mientras iba maldiciendo las cuestecitas que salpicaban el trazado. Mi ritmo se fue incrementando a medida que completaba los últimos diez kilómetros, aunque fue en los dos últimos cuando me vine definitivamente arriba, puse un ritmo de 4'25'' y me dispuse a acabar la prueba como merecía, espoleado por la presencia de público y el bonito final con el mar a la vista, dejando el Harpa a la derecha y enfilando una recta de meta donde Ángela y Marisa me daban los últimos ánimos.
Crucé la meta en 3h20'27'', un tiempo que no está nada mal teniendo en cuenta que la preparación en en verano es muy dura y los días de turismo conduciendo y durmiendo en una autocaravana previos a la prueba; de nuevo, la segunda mitad fue más rápida que la primera, pero lo más importante es que las sensaciones fueron buenas en la última parte de la carrera y eso demuestra que epa y o estamos haciendo las cosas adecuadamente.
Una vez acabado el bonito viaje por Islandia toca pensar en el objetivo más importante del año, el Maratón de Valencia que correré el próximo 1 de diciembre; no queda tanto y hay que empezar desde ya a trabajar, pero ese tema ya lo trataré en el siguiente post, de momento toca celebrar mi trigésimo octavo maratón y pensar en los nuevos retos por venir.
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