Corría el siglo XVII cuando William Shakespeare plasmó en una magnífica obra la leyenda de Hamlet, el príncipe de Dinamarca, un personaje atormentado a causa de la muerte de su padre a manos del usurpador Claudio que a la vez era su tío; sin entrar en los detalles de la obra, supongo que los que hayáis leído el texto os acordareis de Rosencrantz y Guildenstern, dos caballeros a los que el rey usurpador les encomendó la misión de desterrar a Hamlet a Inglaterra para así evitar que desvelara la verdad de lo ocurrido pues el rey muerto se había aparecido en sueños a su hijo y le había contado las circustancias de su muerte. No pretendo arrogarme el título de príncipe de Dinamarca, por el mero hecho de ser uno más de los participantes en la 40ª edición del Maratón de Copenhague, pero tras la accidentada preparación que he padecido para entrenar esta carrera, bien podría decir que los famosos lacayos del malvado rey Claudio han tenido algo que ver poniendo una piedra tras otra en mi preparación para esta cita, que espero acabe con la consecución de mi 37º maratón.
Como ya apunté en mi anterior post, varias pequeñas lesiones y una gripe han trastocado mi preparación que ha sido muy irregular, con demasiadas paradas inoportunas, la última hace unos días y a falta de diez para la competición a causa de un virus estomacal que me obligó a parar y recomponer varios entrenamientos. No sé si ha sido peor el parón o la sensación de impotencia que me queda cuando no puedo salir a entrenar, pero afortunadamente las series de 1500 que realicé ayer como último entrenamiento de calidad previo a la carrera fueron buenas y por fin volví a notar las piernas frescas y preparadas para afrontar la distancia de Filípedes.
De acuerdo a las previsiones, la capital danesa me recibirá con tiempo inestable, aunque no excesivamente frío y aunque el día de maratón no se preveen lluvias, parece que la temperatura va ser más alta de lo deseable, aunque sin llegar a valores altos; espero que la meteo me ayude a completar un maratón muy llano, un poco revirado según mis informadores y bonito de correr una vez estudiado el recorrido. Mi objetivo está muy claro, colgarme la medalla al cuello tras los 42,195 Km de carrera, pero hoy por hoy soy incapaz de idear una estrategia pues ni yo mismo sé como me podré encontrar el día clave. Pero confío en que la preparación, aunque intermitente, de sus frutos pues en general ha estado muy bien planificada por Depa y creo que he podido asimilar bien todo lo entrenado y así lo demostraré el las calles danesas.
En esta ocasión la expedición de aficionados será más corta de lo habitual pues solamente Jorge y Ana nos acompañarán en este reto, pero como ya demostraron en Varsovia, sus ánimos me serán muy útiles además de dar color español a las coquetas calles de la capital del reino danés. En este maratón la gran Pili Isidro también será de la partida, aunque viaja con un grupo de amigas, pero espero compartir con ella kilómetros y quien sabe si la carrera completa, pues supongo que nuestro ritmo va a ser similar. Asímismo, Jaime, otro amigo, estará en la línea de salida, aunque bastante por delante pues corre por debajo de las tres horas.
Habrá que cruzar los dedos para que Rosencrantz y Guildenstern no hagan de las suyas el próximo fin de semana y que todo transcurra con normalidad para que pueda conseguir cruzar la línea de meta sin contratiempos; me espera de nuevo la distancia de Filípedes, esta vez en un país que está muy al norte, en una época en la que el sol apenas se oculta y por un recorrido entre canales y coquetos edificios en los que Marisa y mis aigos me animarán sin parar; pinta bien, ahora sólo falta empezar a correr y disfrutar de la competición, como siempre.
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