domingo, 24 de marzo de 2024

Maratón de Roma (3) - La carrera

El sol ya lucía a las 6 de la mañana en Roma, con una temperatura fresca que prometía aumentar con el paso de las horas, sin viento y sin nubes; tras el desayuno en el hotel, me fui caminando con Marisa y Myriam hasta la salida, siguiendo en procesión a muchos corredores que iban a formar parte del evento. Una vez en las inmediaciones de la Plaza de Venecia, me preparé, me despedí de Marisa y me dirigí al cajón de salida al que llegué a tiempo a duras penas, como ya he descrito. Prácticamente sin calentar me puse a correr y olvidé los problemas, había que pensar en lo que tenía por delante, pues me esperaban 42,195 Km difíciles e inciertos después de mis dos últimas experiencias.

No salí rápido, más bien tranquilo, tras una complicada salida con muchos atletas y poco espacio; pronto encontré el ritmo cómodo que buscaba, ligeramente por debajo de los 4'45'' min/km, que me permitía adelantar corredores constantemente pues había empezado muy atrás. El primer escollo fue adelantar al globo de las 3h25', tarea relativamente fácil, pero un poco más tarde me tocó adelantar al globo de las 3h20' y eso me costó bastante porque las calle era estrecha y no quería dar un acelerón. Ente unas cosas y otras, los kilómetros iban pasando y también los pasos por las principales atracciones del recorrido, como la pirámide o el Circo Máximo, pero sin duda lo más espectacular llegó tras un giro a la izquierda y entonces encontrarme San Pedro del Vaticano frente a mis ojos; fue  emocionante recorrer unos 300 metros con vistas a un lugar tan icónico y justo después girar a la derecha para seguir el recorrido con una dosis extra de motivación.
Las emociones no iban a terminar ahí, justo acababan de comenzar porque poco después, recibí los primeros ánimos de mi afición que me dieron otro buen empujón antes de pasar la media en 1h40'48'', cercano a lo que tenía previsto, pero discrepante con los datos que me ofrecía mi reloj que estaba midiendo metros de más.

Después de la media, el recorrido se aleja del centro hasta llegar al Estadio Olímpico, donde aparte de algunos puestos de bufandas de la Roma y un stand promocionando los Campeonatos de Europa de Atletismo, se vive otro momento emocionante al recorrer un paseo con placas conmemorativas de grandes atletas italianos como Alberto Cova o el inigualable Pietro Menea, uno de los ídolos de mi juventud. Una vez dejado atrás el estadio, se recorren las calles aledañas a las pistas de tenis del Foro Itálico, lugar donde el gran Rafa Nadal ha cosechado un gran número de victorias. 
la carrera se dirige de nuevo al centro, mi ritmo seguía siendo estable y aunque mi reloj me informaba de r ritmos más altos, mi paso por los hitos kilométrico me dejaban ver la marca real previsible. Ya camino del kilómetro 32, volví a recibir los ánimos de la afición justo antes de iniciar el motivador final de fiesta en el que pensaba aumentar el ritmo. En el kilómetro 35 se entra en la Piazza del Popolo y tras hacer un giro nos dirigimos a la Piazza de España; las calles ya están abarrotadas de un animoso público que llevan en volandas a los atletas, aunque aún queda un buen trecho para el final. Se sigue corriendo por el centro, en un suelo irregular a causa de los adoquines y lo baches, además de hacer innumerables giros, es es imposible ir más rápido, pero da igual, es un final espectacular en una ciudad espectacular. Tras el paso por Piazza Navona ya nos dirigimos al Coliseo, que espera después de más adoquín y dos empinadas cuestas que casi acaban con mis fuerzas, la última con vistas a la mítica Piazza del Campodglio donde se ubican los Museos Capitolinos. Con el foro y el Coliseo a la vista se recorren los últimos metros, ya sin público, con la piernas destrozadas después de tanto adoquín, pero con la felicidad de cruzar la línea de meta en un entorno realmente inolvidable.

Mi cuadragésimo noveno maratón acabo en 3h22'01'' después de su comienzo, una marca decente después de una carrera dura y emotiva. Lo fundamental ha sido volver a disfrutar corriendo un maratón, recuperar esas sensaciones que había perdido y que ahora me van a ayudar para preparar mucho más motivado mi próxima cita maratoniana. Roma siempre quedará en el recuerdo como una carrera especial, pero por delante quedan proyectos muy atractivos que habrá que volver a pelear y a disfrutar.

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