Además de la capital de México, CDMX (Ciudad de México) es la aglomeración más poblada de América si contamos con su zona metropolitana que suma 21 millones de habitantes; esta importante ciudad tiene su origen en la antigua México-Technochtitlan, que tomó el relevo a la impresionante, pero ya decadente Teotihuacán. Con la llegada de los españoles, la capital mexicana fue declarada también capital del Virreinato de Nueva España dirigido por Hernán Cortés, un bravo extremeño de Medellín que consiguió hacerse con el poder de la región a base de pactos con pueblos indígenas contrarios a Monteczuma y alguna que otra acción militar. Obviamente, Cortés no es un personaje querido en México, pero con el se realizaron importantes cambios en la ciudad, como la construcción de la Plaza de la Constitución (el Zócalo), llamada así en honor a la ConstituciónEspañola de 1812. Con la independencia de México en 1821, la ciudad pasó a ser la capital de México.
El atractivo turístico de la ciudad es evidente, no sólo por ser la capital del país más visitado de Latinoamérica, sino por sus propios encantos, empezando por el impresionante Zócalo (una de las plazas más grandes del mundo) y siguiendo por lugares tan turísticos como el Bosque de Chapultepec, Xoximilco, el museo arqueológico, el de Frida Khalo, los murales de Ribera, la Basílica de Guadalupe etc. Y he dejado para el final Teotihuacan, un monumental espacio arqueológico que alberga las mayores pirámides de Mesoamérica.
Tampoco se puede olvidar la tradición deportiva de la ciudad, que alberga el estadio más grande del mundo, el Estadio Azteca y es sede de numerosos equipos de fútbol; pero centrándonos en el atletismo, nos remontamos a 1968, cuando en la Ciudad de México se celebraron unos Juegos Olímpicos que serán recordados siempre por sus marcas en las pruebas cortas, debido a la influencia de la elevación de la ciudad. En México 68, Jim Hines logró romper la barrera de los 10s en los 100m, parando el cromo en 9:95; Dick Fosbury, batió la marca de salto de altura adoptando un nuevo método de salto, el ya archiconocido "estilo Fosbury". Sin embargo, fue el estratosférico salto de 8,90 metros de Bob Beamon, en el salto de longitud, lo que siempre será recordado de aquella magnífica competición.
Con estos antecedentes, es fácil pensar que CDMX albergue un maratón popular atractivo que este año cumplirá 41 ediciones; una prueba que corren cerca de 30.000 atletas y que, sin duda, es un referente en el continente americano. Sobre el papel, se trata de un recorrido muy interesante, que arranca en el mítico estadio olímpico, para seguir por la Avenida Insurgentes durante un buen rato hasta llegar al bosque de Chapultepec, recorrer Polanco y dirigirse al centro por el Paseo de la Reforma, para acabar en un lugar tan emblemático como es el Zócalo. Sin duda, un recorrido para disfrutar.
Pero no todo son buenas noticias en esta prueba, que cuenta con una notable dificultad, la elevación a la que se corre, 2.240 metros; esa pequeña ayuda que sirve para hacer buenas marcas en distancias cortas, se convierte en un problema para las carreras de fondo, pues hay menos oxígeno en la atmósfera y eso puede afectar a los atletas que viven en zonas más bajas, como es mi caso. Si a eso unimos la contaminación que "disfruta" la capital mejicana, podríamos concluir que la gestión de la prueba va a ser un tanto complicada y aunque Depa me ha dado su visto bueno para correr en CDMX, también me ha advertido que tendré que correr a un ritmo más lento de lo habitual para evitar problemas. En otras palabras y parafraseando la letra de la mítica canción compuesta por José Alfredo Jiménez (El Rey), en esta carrera "no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar".
Para conseguirlo, he entrenado duro en estas últimas semanas, no sólo por el volumen de los entrenos sino por el calor asfixiante que hemos padecido en Madrid; lo malo de entrenar con calor es que es difícil trasladar los ritmos a los que entreno a un entorno normal, pues obviamente con las elevadas temperaturas el ritmo se resiente. Aún así, creo que llegaré en condiciones de correr en buenas condiciones y disfrutar de la prueba a un paso apropiado. Por supuesto, contaré con ayuda externa, esta vez la de mi familia que me animará en las calles mejicanas; Carmen, Alonso, Ángela y Marisa pondrán colorido español y me inyectarán esa energía tan necesaria para conseguir mi objetivo de cruzar la meta de otro maratón, esta vez en Centroamérica y en un país del que estoy enamorado por su patrimonio artístico, su cultura, su gastronomía y su gente. El día 25 de agosto, a las 6 de la mañana hora de CDMX, comenzaré a disfrutar un nuevo reto maratoniano y estoy seguro que va ser una experiencia "padrísima".
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