El auge de la carrera a pie y la competencia entre los respectivos organizadores para conseguir más participación, ha supuesto un notable aumento de la calidad organizativa de los eventos; sin embargo, el caso que nos ocupa es Frankfurt, una carrera muy veterana y con una buena organización desde siempre que ha cumplido con mis expectativas, aunque hay algunos aspectos mejorables, en mi modesta opinión.
Mi relación con el maratón de Frankfurt comenzó hace casi un año cuando me inscribí por medio de su página web; la página es buena, tanto para inscribirse como para obtener información útil de cara al fin de semana y además se actualiza de manera periódica con el consiguiente envío de la newsletter vía mail; desde mi punto de vista, roza la perfección.
Una vez en Frankfurt, las cosas discurren por un camino similar; la feria está bien comunicada y prácticamente al lado del hotel oficial del evento, aunque yo no me alojé en el. El pabellón es grande, de manera que no hay problemas de congestión; la recogida del dorsal es ágil, aunque luego tienes que hacer una peregrinación hasta otros dos stands que están de punta a punta para hacerte con la bolsa y la camiseta oficial. Me parece innecesario que te hagan recorrer la feria para que pases por todos los puestos de anunciantes, yo creo que si no te gusta visitar los stands, no tienen porqué "obligarte".
La feria es de tamaño medio, en lineas generales dividida en los puestos de la organización, stands de maratones y por último muchos puestos de venta de artículos deportivos, aunque sólo uno oficial, el de Asics, organizador de la carrera. Es entretenida, con juegos, interactivos, mucha variedad de productos y cerveza sin alcohol gratis, pero el merchandising de la carrera es muy deficiente, compuesto de unas cuantas camisetas de algodón muy feas y una zona de retales en las que se podía adquirir la camiseta oficial de años anteriores, pero la camiseta oficial de este año no; no sé si el merchandising es o no rentable, pero, por lo general, a los participantes nos gusta llevarnos algún recuerdo maratoniano.
Como ya he comentado, el día previo al maratón disputé la popular Family Run, que en este caso se llama Pretzel Run; ha sido mi primera participación en una carrera de este tipo y me resultó divertida, además de bien organizada. El recorrido era agradable, cercano a la ribera del río Meno y a la llegada, todos pudimos comer unos o dos pretzel, beber cerveza sin alcohol y bebidas isotónicas a demanda; incluso hubo medallas para todos los participantes. Muy logrado.
No asistí a la comida de la pasta, pero las referencias que tengo son buenas, pues la comida y la bebida son gratuitas con la inscripción, un detalle que deberían copiar otras organizaciones de maratones.
Llegamos ya a lo importante, la carrera del domingo; la salida se ubica al lado del Messe, de manera que el mismo día de la carrera se puede recoger el dorsal; hay sitio para calentar sin problema y sin aglomeraciones de gente. Sin embargo, creo que había pocas cabinas de wc en la calle, de manera que los arbustos fueron pasto del ácido único de los nerviosos participantes. Se sale por una avenida amplia, sin problemas de aglomeración, es decir, se puede correr bien desde el inicio.
El recorrido se adentra en el cetro de la ciudad en los primeros kilómetros y aunque la animación es muy buena, creo que le sobran giros y sobre todo cambios de superficie, pues se corre por el asfalto de las calles, por las aceras, por zonas peatonales y hasta por un empedrado, con el consiguiente riesgo de caídas debido a los bordillos que hay que subir y bajar; además, alrededor del kilómetro 5 hay un estrechamiento importante al pasar de una calle ancha a una zona peatonal y cuando yo pasé se produjo un embudo que nos obligó a parar; creo que deberían buscar una alternativa.
Se abandona el centro cruzando un puente sobre el Meno en curso a a coqueta zona de los museos, que se cruza hasta llegar a una zona residencial muy cuidada en la que los residentes sacan sillas y viandas a la calle para pasar la mañana; es una parte agradable del recorrido, sin giros, pues se circula paralelo al río hasta llegar a la media maratón, que se ubica en una zona en la que ya no hay demasiadas casas, pero donde la organización ha colocado más puestos de animación.
Después de completar la mitad del recorrido, llega la parte más fea de la carrera, ya que discurre por carreteras y hasta por una autopista sin apenas público y en alguna ocasión por una parte marginal de la autopista; esta parte no me gustó demasiado, obviamente. Se cruza un puente y de nuevo, el recorrido entra en la ciudad, dirigiéndose poco a poco al centro, por el que se recorren prácticamente la mismas calles que al principio de la prueba.
El final es muy animado, con mucho público y con un colofón espectacular sobre la alfombra roja del Frankfurt Messe, un recuerdo imborrable para cualquier atleta. Una vez cruzas la linea de meta, llegas a una sala muy grande donde te puedes hacer una foto de estudio y desde ahí sales de nuevo a la calle donde te cuelgan la medalla y en un patio hay numerosos puestos con fruta, sopa, batidos de proteínas, agua, bebidas isotónicas y por supuesto, cerveza (sin alcohol).
La organización del Maniova Frankfurt Marathon es sobresaliente, aunque no les vendría mal pulir algunos defectos; aún así, ocuparía un nivel destacado en la clasificación de los maratones que ya he disputado, que como sabéis son veinticinco.
La feria es de tamaño medio, en lineas generales dividida en los puestos de la organización, stands de maratones y por último muchos puestos de venta de artículos deportivos, aunque sólo uno oficial, el de Asics, organizador de la carrera. Es entretenida, con juegos, interactivos, mucha variedad de productos y cerveza sin alcohol gratis, pero el merchandising de la carrera es muy deficiente, compuesto de unas cuantas camisetas de algodón muy feas y una zona de retales en las que se podía adquirir la camiseta oficial de años anteriores, pero la camiseta oficial de este año no; no sé si el merchandising es o no rentable, pero, por lo general, a los participantes nos gusta llevarnos algún recuerdo maratoniano.
Como ya he comentado, el día previo al maratón disputé la popular Family Run, que en este caso se llama Pretzel Run; ha sido mi primera participación en una carrera de este tipo y me resultó divertida, además de bien organizada. El recorrido era agradable, cercano a la ribera del río Meno y a la llegada, todos pudimos comer unos o dos pretzel, beber cerveza sin alcohol y bebidas isotónicas a demanda; incluso hubo medallas para todos los participantes. Muy logrado.
No asistí a la comida de la pasta, pero las referencias que tengo son buenas, pues la comida y la bebida son gratuitas con la inscripción, un detalle que deberían copiar otras organizaciones de maratones.
Llegamos ya a lo importante, la carrera del domingo; la salida se ubica al lado del Messe, de manera que el mismo día de la carrera se puede recoger el dorsal; hay sitio para calentar sin problema y sin aglomeraciones de gente. Sin embargo, creo que había pocas cabinas de wc en la calle, de manera que los arbustos fueron pasto del ácido único de los nerviosos participantes. Se sale por una avenida amplia, sin problemas de aglomeración, es decir, se puede correr bien desde el inicio.
El recorrido se adentra en el cetro de la ciudad en los primeros kilómetros y aunque la animación es muy buena, creo que le sobran giros y sobre todo cambios de superficie, pues se corre por el asfalto de las calles, por las aceras, por zonas peatonales y hasta por un empedrado, con el consiguiente riesgo de caídas debido a los bordillos que hay que subir y bajar; además, alrededor del kilómetro 5 hay un estrechamiento importante al pasar de una calle ancha a una zona peatonal y cuando yo pasé se produjo un embudo que nos obligó a parar; creo que deberían buscar una alternativa.
Se abandona el centro cruzando un puente sobre el Meno en curso a a coqueta zona de los museos, que se cruza hasta llegar a una zona residencial muy cuidada en la que los residentes sacan sillas y viandas a la calle para pasar la mañana; es una parte agradable del recorrido, sin giros, pues se circula paralelo al río hasta llegar a la media maratón, que se ubica en una zona en la que ya no hay demasiadas casas, pero donde la organización ha colocado más puestos de animación.
Después de completar la mitad del recorrido, llega la parte más fea de la carrera, ya que discurre por carreteras y hasta por una autopista sin apenas público y en alguna ocasión por una parte marginal de la autopista; esta parte no me gustó demasiado, obviamente. Se cruza un puente y de nuevo, el recorrido entra en la ciudad, dirigiéndose poco a poco al centro, por el que se recorren prácticamente la mismas calles que al principio de la prueba.
El final es muy animado, con mucho público y con un colofón espectacular sobre la alfombra roja del Frankfurt Messe, un recuerdo imborrable para cualquier atleta. Una vez cruzas la linea de meta, llegas a una sala muy grande donde te puedes hacer una foto de estudio y desde ahí sales de nuevo a la calle donde te cuelgan la medalla y en un patio hay numerosos puestos con fruta, sopa, batidos de proteínas, agua, bebidas isotónicas y por supuesto, cerveza (sin alcohol).
La organización del Maniova Frankfurt Marathon es sobresaliente, aunque no les vendría mal pulir algunos defectos; aún así, ocuparía un nivel destacado en la clasificación de los maratones que ya he disputado, que como sabéis son veinticinco.
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