Marrakech ha sido mi primer maratón africano y espero que no sea la última carrera que dispute en este continente, aunque mi experiencia en la ciudad marroquí no ha cubierto las expectativas que tenía; puedo presumir de tener experiencia en citas maratonianos, después de 20 maratones disputados, pero la esperanza de un circuito plano, un clima apropiado y un viaje cómodo, me impidieron darme cuenta de la realidad que mi amigo Juan me advirtió hace meses: Marrakech, no es una buena plaza para intentar un sub3h.
Empezaré, como siempre, por la página web, no demasiado elaborada, con información interesante, aunque sin actualización alguna de la misma; de hecho, creo que no se actualizó en ningún momento desde que me inscribí hace seis meses. La inscripción se realiza con comodidad por la web con un coste de 4 euros, un gasto innecesario porque es posible inscribirse el día previo a la carrera.
La feria del corredor suele ser, en muchos casos, un reflejo del esfuerzo organizativo del evento y en el caso que nos ocupa el esfuerzo se puede valorar como prácticamente nulo, pues la feria como tal no existe, tan sólo dos casetas portátiles en medio de la plaza 16 de Noviembre cercanas a una feria de artesanía, de manera que se hace difícil ubicar correctamente el lugar donde se supone está la fiesta del atletismo. Obviamente, no hay que esperar para recoger el dorsal y la camiseta y además no es muy difícil encontrar el stand del merchandising porque no hay más que dos; se pueden comprar camisetas, llaveros e insignias de la carrera a un precio asequible.
El día de la carrera, todo está preparado en la zona de salida, convenientemente vallada y con escasos, pero suficientes baños portátiles para el puñado de corredores que íbamos a competir en la distancia de Filípedes. La carrera comenzó con puntualidad pero de manera extraña, pues los corredores de elite estaban separados de los populares unos cincuenta metros, de manera que cuando se dio el pistoletazo de salida no pude averiguar cual era la línea verdadera donde comenzaba la carrera. Después, se comienza a correr por unas avenidas enormes, donde se podrían meter muchos más atletas, pero la participación no es numerosa y se corre de manera cómoda porque hay espacio para regalar; se pasa por zonas nuevas y por parques, con ausencia casi absoluta de público y a no ser por las marcas pintadas en el asfalto en color azul (había otras pintadas en blancas, pero deduje que eran la azules), hubiera sido difícil seguir el recorrido porque los voluntarios eran muy escasos, tan sólo localizados en algún cruce y en los avituallamientos.
Un comentario aparte merecen los hitos kilométrico, inexistentes, salvo en los kilómetros 1, 5, 10, 15, 20, 25, 30 y 35; lo peor, es que, además de estar colocados cada 5 kilómetros, están mal colocados, porque las lecturas de mi gps a veces coincidían y a veces no; un desastre, en resumen.
Los avituallamientos son sólo de agua (muy fría, por cierto) y en botella, nada de isotónicos. A partir del 15 dan naranjas, pasas y creo que dátiles, pero yo no comí nada. Están correctamente ubicados cada cinco kilómetros aproximadamente, son cortos y a un sólo lado de la carretera.
La parte intermedia de la carrera discurre por una zona llamada "El Palmeral", donde se pueden ver, evidentemente, palmeras, camellos, un resort con campo de golf y mucha arena, porque por allí no hay nada y mucho menos gente animando; sin embargo, es un recorrido bonito.
El recorrido vuelve a entrar en la ciudad en el kilómetro 35 y es entonces cuando llega la peor parte, pues el tráfico sólo se corta parcialmente, los voluntarios ya no existen, las marcas en el suelo tampoco y hay que seguir una avenida muy larga, por un sólo carril y a veces por la cuneta debido a las obras, confiando en que los atletas más adelantados conozcan el recorrido y que los guardias corten el tráfico a tiempo, que no siempre es así. A mi me parece una falta total de respeto a los corredores, sobre todo cuando hablamos de la parte final del recorrido, donde mucho íbamos seriamente "tocados".
Pero faltaba la guinda, con la caótica llegada en la que se unen los corredores de la media por una calle a la izquierda para cruzar la línea de meta y encontrarse con un atasco monumental del atletas que intentan conseguir la naranja y la bolsa de pasas con la que nos "obsequia" la organización. Aparte de quedarme sin naranja porque se habían acabado, no me parece de recibo que se junte a todos los participantes, porque a los maratonianos nos hace falta un poco de aire y de tranquilidad al acabar un esfuerzo tan importante; a los organizadores de esta prueba, eso no parece importarles.
Por si os habéis dado cuenta hasta ahora, mi opinión sobre la organización del Maratón Internacional de Marrakech es muy negativa, por su feria cutre, por sus avituallamientos escasos, por el corte parcial de calles y todo eso por un precio de 70 eurazos, por lo que te dan una medalla de baratillo y una camiseta bastante fea. Aunque para mi, lo peor es la falta de respeto al corredor.
2 comentarios:
¡Interesante artículo!Lo recomendaré a aquellos de mis amigos que decidan ir a Marrakech a correr su maratón. Saludos
Por cierto, mi nombre es Rubén Pérez. Comenté con mi perfil de Twitter...
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