Como decimos los corredores, el trabajo ya está hecho, ahora sólo queda esperar la carrera y hacerlo bien. Es cierto, en estos días previos a la carrera, mis entrenamientos no pueden conseguir mejorar mi estado de forma, pero un mal entrenamiento podría arruinar lo realizado hasta ahora por un simple motivo: no debo llegar cansado al día de la carrera.
Por eso, esta última semana en la que me encuentro inmerso, es la más atípica de la preparación que llevo haciendo desde hace meses; es necesario descansar, pero de manera activa, con entrenamientos más sencillos que me permitan mantener mi estado de forma sin que me resulte demasiado costoso. Pero después de tantos entrenos duros, parece que el recorte de kilómetros y los ritmos cómodos se quedan cortos y las piernas echan de menos la dureza a la que les he sometido durante este largo periodo de entrenamientos.
Puede que por esa razón, también en esta semana aparecen los dolores extraños, esos que nunca he sentido hasta ahora; me duele la rodilla, parece que los tobillos no aguantan, me duele el pié... En definitiva, el miedo al fracaso me empieza a dominar, porque no es más que eso.
Estoy nervioso, lo reconozco, repaso mi táctica a todas horas, a que ritmo salir, en que tiempo tengo que cruzar la media, seguir a los globos o no... Todo parece estar en el aire, incluso aquello de lo que estaba muy seguro hace dos semanas, ahora me parece incorrecto. Y es que el el mundo del running nada es absoluto, me he preparado física y mentalmente y mis sensaciones son buenas, pero la carretera es la que dicta sentencia a la hora de la verdad. También son días para revisar la meteorología, revisando cuatro o cinco páginas distintas para hacerme una idea general de lo que puede pasar: ¿lloverá?, ¿hará frío? ¿soplará el viento?
Y por supuesto, en esta última semana hay que ultimar los preparativos; lógicamente hay que preparar camiseta y zapatillas, pero lo fundamental es no olvidar detalles menores, como comprar geles para alimentarme en la carrera, vaselina y tiritas para las rozaduras, un botiquín por si acaso, y no olvidar meter en la maleta gorra, guantes y camiseta de manga corta, prendas que probablemente no utilizaré, pero que siempre llevo por si las moscas.
Pero, sobre todo, es tiempo para motivarse, para subir la moral y afrontar la carrera con la actitud que merece la ocasión; no os imagináis las veces que he imaginado mi entrada en meta, triunfante, con el reloj marcando un tiempo inferior a tres horas. He trabajado mucho para llegar a esta gran cita al 100%, por eso hay que ser positivo y hay que pensar en que las cosas van salir como están previstas; sé que tengo piernas para bajar de las tres horas, sé que soy corredor experto que sabe como afrontar esta prueba y sé que sólo se puede conseguir el objetivo propuesto si estás realmente convencido de lograrlo y os aseguro que estoy convencido y que lo voy a lograr.
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