No puedo negar que el principal motivo por el que decidí participar en el Kosie Peacer Marathon fue su apasionante historia y el hecho de ser la prueba de este tipo más antigua de Europa; por ese mismo motivo, mis expectativas eran elevadas y aunque no tenía demasiada información previa, esperaba encontrarme con algo especial; pero si la historia condiciona la decisión de corredores como yo, que Kosice sea una ciudad de 200.000 habitantes, con una comunicación complicada y sin un valor turístico considerable, también condicionan la participación y el ambiente de la prueba.
Llegué a Kosice por carretera el jueves, tras haber aterrizado en Budapest, que se encuentra a dos horas de camino; la ciudad cuenta con aeropuerto, pero hay que recorrer media Europa haciendo escalas si quieres volar desde España, así que la elección era fácil; llegamos ya de noche y la primera impresión fue la de una ciudad tranquila, con un centro histórico pequeño pero coqueto y casi nadie en la calle, como suele pasar en las ciudades del centro de Europa.Como es habitual, el fin de semana maratoniano se inicia el viernes con la apertura del la feria del corredor, pero en Kosice se celebra también un acto modesto pero emocionante, que es la ignición del la llama del monumento al maratoniano que se ubica en el centro de la ciudad. Es una ceremonia sencilla que se celebra al atardecer, en la que unos atletas transportar una antorcha y encienden el pebetero que está al pie de la columna que sostiene la estatua del corredor de maratón; tras ello, el alcalde y otras personalidades pronuncian unas frases en perfecto eslovaco (un idioma que no domino) y todos tan contentos.
El sábado iba. ayer un día más intento para mi, comenzando por mi último entrenamiento antes de la carrera en un parque en el que coincidimos con los atletas africanos que venían a disputar la prueba; es una bonita experiencia calentar con aquellos que solo puedes ver de pasada en la carrera, sobre todo porque puedes fijarte en algunos de sus ejercicios y aprender. Tras volver al hotel, nos dirigimos a la feria, pequeña pero animada, con bastante gente recogiendo dorsales y curioseando por los expositores. El ambiente era excelente y la guinda la puso la presentación de los corredores de elite que se hacía en la feria justo a la hora en la que estábamos por allí; otro acto sencillo en la que se presentaba uno por uno a los atletas.
En la tarde del sábado ya estaban instaladas vallas, meta y resto de parafernalia para la prueba, pues se disputa una "Family Run" que también vimos de pasada; Kosice respiraba maratón y aunque no se reconocían atletas por la calle haciendo turismo, se notaba que faltaban pocas horas para que comenzara la jornada grande de esta ciudad cuyo maratón es el acontecimiento más importante del año.
La zona de salida bulle en la mañana del domingo, atletas y aficionados esperan el inicio de la prueba a las nueve en punto; la carrera discurre por el centro en sus primeros kilómetros y se puede ver a mucha gente animando, hasta que se llega a un parque donde la afluencia de espectadores empieza a ser intermitente; es normal que en una ciudad pequeña sea difícil llenar las calles de gente, aunque se trate de un circuito de dos vueltas, pero a pesar de las zonas vacías, pondría un notable a la animación de los espectadores, que complementa la organización con música en algunos tramos.
Mi animación articular volvió a brillar a gran altura, más aún en una prueba en la que la participación foránea es casi nula, pero ellos dieron colorido español a las calles de Kosice; Rafa, Magüy, Carlos, Myriam, Encho, Toli y la capitana Marisa demostraron que la soledad del corredor de fondo se mitiga con los ánimos de buenos amigos.
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