La música forma parte de la historia de Viena, la ciudad donde correré mi vigésimo primer maratón; Mozart, Strauss, Beethoven... lo más grandes músicos vivieron en esta ciudad imperial, que acoge un maratón que en los últimos años ha dado un salto de calidad. En la capital austriaca, me espera una buena organización y un recorrido bonito, aunque no tan favorable como me habían contado; aún así, espero disfrutar la experiencia.
Ayer terminé la semana más dura de la preparación con una tirada larga de 24 km que hice en 4'39''. Y aunque en la semana en curso todavía hay algún entrenamiento exigente, es obvio que todo el pescado está vendido a estas alturas y sólo toca esperar y ver que pasa durante la carrera. Ha sido una preparación corta, pues después de Marrakech había que dar un pequeño respiro al cuerpo, para posteriormente, continuar la preparación, pero con menos kilometraje; de hecho, empecé a meter volumen después de la legua de Alcazarén.
No ha sido una preparación ortodoxa, pero ha sido buena, pues he tenido buenas sensaciones desde el primer día y he cumplido bien en todas las sesiones de entrenamiento, aunque sin llegar a hacer entrenamientos excelentes; en palabras más simples, he entrenado bien, pero no me he salido. Por eso, mi rendimiento en Viena será una incógnita, aunque, para ser sincero, no me veo con la preparación suficiente como para afrontar un nuevo asalto a las sub3h. Hay que ser realista y cifrar la marca objetivo por debajo de las 3h10' y luego ver como evoluciona la prueba.
Mi intención, de nuevo, es disfrutar de la carrera, en la que Pili volverá a correr conmigo, mientras que la animación volverá a ser cosa de Marisa junto a mis hijos. Eso si, esta vez quiero disfrutar un poco más deprisa que las veces anteriores y si me veo bien, intentar la mejor marca posible, sin reservar nada. Aunque este año aún me queda Chicago por correr en octubre, me gustaría intentar un buen registro, para coger un poco de confianza.
De momento, toca descansar y esperar con nervios crecientes a que llegue el día D, porque a pesar de todos los maratones que llevo en el cuerpo, aún siento nervios cuando se acerca la prueba; es lo bonito de ser maratoniano.
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