Alcazarén amaneció bajo un sol espléndido el día en el que se celebraba su legua, enclavada en el circuito de las Cinco Leguas Mayte Martínez que organiza la Diputación de Valladolid. Era un día especial para mi, por varias razones, pero fundamentalmente por dos: iba a correr en mi pueblo por primera vez y además Marisa iba a debutar en su primera competición. Si a eso le añadimos la compañía de Jaime y Duquito en la carrera y a la presencia de mis sobrinos Víctor y Rubén, además de otros muchos amigos, estaba claro que la mañana atlética se preveía intensa y emotiva.
A un minuto de mi casa está la Plaza Mayor, donde se entregaban los dorsales, sin colas, con muchos voluntarios, todos conocidos y todos atendiendo a los más de 500 runners con la amabilidad que caracteriza a las gentes de este histórico pueblo vallisoletano. Tras recoger los dorsales, me fui a rodar un rato con Duquito y Jaime por los mismos caminos por los que entreno habitualmente, entre pinares y tierras de labor.
Un poco justos de tiempo, nos volvimos presentar en la Plaza Mayor, donde todo estaba preparado para la salida; tras el último beso a Marisa, me coloqué (mal, como siempre me pasa) en la estrecha zona de salida y muy alejado de las primeras unidades. Me encontraba bien, fresco y con ganas de darlo todo, así que intenté salir como un tiro, pero no era posible, pues tras un primer giro a la izquierda, la carrera se adentra por la calle de mi casa e inmediatamente llega otro giro a izquierda, por otra estrecha calle que hacía muy ardua la labor de adelantar a atletas más lentos.
La situación se fue aclarando cuando Jaime me vio y me advirtió de lo retrasado que estaba, pero ya no había remedio, así que seguí hacia adelante con fuerza y a una media que rondaba los 4 min/km. El recorrido era complicado, muchos giros bruscos, repechos, calles estrechas y muchos atletas y aunque yo conocía perfectamente el recorrido, mantener un ritmo constante se me hacía muy difícil. Tras un rato por las "afueras", volvimos al centro del pueblo, donde se concentraban casi todos los vecinos de la localidad, volcados en el acontecimiento. Empecé a escuchar gritos de ánimo de amigos, conocidos y por supuesto, de Ángela, que fue la reportera de excepción del evento. La subida de la calle Real se me hizo dura, pero tras varios giros más, se enfilaba una cuesta abajo en las bodegas para enfilar la calle Larga y volver a la plaza, donde completé la primera vuelta en unos 11'40''.
No iba tan rápido como hubiera querido, ni siquiera bien colocado, porque la prueba tenía mucho nivel, pero en Alcazarén no pensaba bajar los brazos y me tiré a tumba abierta a por la segunda vuelta, con idéntico recorrido, idénticas cuestas e idénticos giros, pero más relajado de corredores, de manera que se corría más a gusto.
Si la primera vuelta había sido emocionante, la segunda fue aún más, pues el público estaba cada vez más volcado y eso me animaba a no escatimar esfuerzos y a dar todo lo que podía. Quedaba poco y aunque ya sudaba en abundancia y me molestaba el calor, los gritos de ánimo me hicieron venirme más arriba aún hasta enfilar de nuevo la calle larga a toda velocidad y llegar a meta donde amigos y familiares me esperaban. Un gran final en 22'57''.
Luego, recogí rápidamente la bolsa y me fui en busca de Marisa, para acompañarla en los últimos 500 metros, donde ya venía algo fundida, pero con motivo, porque estaba corriendo por encima de las expectativas. Le acompañé hasta escasos metros de la meta y dejé que entrara sola para que disfrutara de su primera llegada a meta como es debido.
Amigos, familia, corredores, todos atestaban la plaza, así que decidí irme a "descalentar" un ratito con Jaime, relajarnos por los caminos entre pinos, para volver a ver a mi sobrino Rubén, que quedó tercero en su carrera de cadetes y casi sin despeinarse; este chico tiene madera.
Fue la guinda a una mañana atlética excepcional, muy bien organizada, muy bonita de correr y muy emotiva para mi, que incluso fui entrevistado por el speaker por mi condición de maratoniano de Alcazarén. No se puede pedir más, aunque es evidente que espero que Alcazarén repita experiencia muy pronto y por supuesto, que Marisa siga disfrutando de la fiebre del running; en mi opinión, esta ha sido sólo la primera de muchas carreras.
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