Faltan menos de dos meses para que tome la salida del maratón de Barcelona el próximo 25 de marzo y como era de esperar el entrenamiento ha empezado a intensificarse de manera notable; por fin ha llegado la parte dura del entrenamiento, lo que supone un aumento considerable de la distancias y de la calidad de los kilómetros a fin de rematar mi puesta a punto para un carrera en la que tengo depositadas muchas esperanzas. De regalo, el frío ha llegado de manera súbita a la Península Ibérica, lo cual puede incrementar notablemente la dureza del entrenamiento, aunque, en mi caso, prefiero pasar frío que agobiarme por el calor.
A primera vista, la programación que me ha enviado Depa para las dos próximas semanas, da miedo, pero ese temor se convierte en satisfacción una vez que voy completando los entrenos. Para un maratoniano, esta fase del entrenamiento es la más interesante, las más intensa, aquella en la que se va a cimentar el rendimiento el día D y por eso es necesario entrenar bien, sin escatimar el esfuerzo, porque el sufrimiento en cada serie, el dolor de piernas después de la tirada larga o el cansancio que experimento cada noche antes de irme a descansar, forman parte también de este deporte. En realidad, si no me divirtiera entrenando duro, no sería maratoniano.
Como ya os conté, mis entrenamientos cambiaron mucho cuando Depa comenzó a entrenarme para el pasado maratón de Nueva York y aunque el concepto global se mantiene, ahora ha incluido alguna variación que supone más dureza y supongo que mayor rendimiento; concretamente he comenzado a hacer la series recuperando a un ritmo alto de carrera continua, es decir, una especie de fartlek con series rápidas y recuperaciones rodando fuerte. Un cóctel explosivo que genera entrenamientos largos, intensos y duros.
Y sabiendas de ser repetitivo, si me machaco cada día es necesario un buen descanso para conseguir una buena recuperación en la que también es importante el cuidado de la alimentación y productos suplementarios que a he empezado a consumir.
Ha empezado lo duro, o quizás debería decir que ha empezado lo bueno, esta vez en febrero y con mucho frío; una fase que llegará a su cenit el 4 de marzo, día en el que disputaré la media de Salamanca para a partir de entonces comenzar a bajar el kilometraje a fin de llegar al 100% el día 25 de marzo. Será mi duodécima aventura maratoniana y os aseguro que la afronto con menos miedo y más confianza, pero con la misma ilusión que afronté aquel MAPOMA de 2006 que supuso mi debut en la distancia de Filípedes.
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