lunes, 21 de noviembre de 2011

El negocio de las carreras

Siempre he sido un defensor del deporte popular; muchos de vosotros me habéis oído decir que el verdadero deportista es el que se levanta un domingo a las 8 de la mañana en un frío invierno vallisoletano para ir a correr o a jugar al fútbol con sus amigos. Mucha gente no entiende este tipo de "locuras", pero no nos importa a los que lo hacemos, porque esas son las cosas que nos hacen sentirnos verdaderamente bien, mucho mejor que remolonear en la cama hasta las tantas después de una noche de copas. Sin embargo, también soy un gran aficionado a los grandes eventos deportivos; soy socio de "mi" Pucela desde pequeñito, soy un "friki" de los mundiales de fútbol y en los últimos años me he aficionado a vivir grandes eventos deportivos como protagonista y me estoy refiriendo a las carreras populares y a los maratones que me meriendo año tras año. Os cuento esto, porque en el último mes se han producido una serie de cambios que pueden suponer un antes y un después en el atletismo popular. 
Empezaré hablando del nuevo baremo que aplican los prestigiosos maratones de Nueva York y Boston, para conseguir un dorsal. Las marcas que se van a exigir a partir de 2012 son mucho más exigentes que las exigidas hasta este año; para haceros una idea, hasta hoy para un corredor de 45 años se pedía bajar de 3h 10' en maratón y ahora se exige 2h 58', es decir, doce minutos menos. ¿Qué hay detrás de esta medida? En mi opinión, es una vuelta de tuerca más para hacer negocio con los miles de participantes que cada año optan por un dorsal en grandes maratones como Londres, Nueva York o Boston. Con una marca mínima exigente, es más probable que los que quieran participar acudan a una agencia que les garantice un dorsal, aunque sea a costa de contratar su viaje; ni que decir tiene, que esa agencia paga un canon a la organización, que hace negocio por partida doble con los corredores. Entiendo perfectamente que es muy difícil lograr un sistema justo que satisfaga a los miles de runners que optan a un dorsal, pero si recurrir a la agencia es la única manera de correr uno de estos maratones (algo que prácticamente ya pasa con Londres), me parece realmente injusto, pues muchos runners no cuentan con los recursos necesarios para pagarse un viaje de ese tipo y más en los tiempos que corren.
Lo malo, es que el panorama en las carreras domésticas empieza a enturbiarse también, debido a la licencia de día que se ha inventado la Federación Española de Atletismo para "sacarse unas pelas" en época de crisis. Los que no sois runners os preguntareis, ¿qué es eso?. Pues bien, a partir de este año, todas las carreras inscritas en el calendario de la RFEA exigen un pago de 3 euros a los corredores para obtener una licencia de un día que les permita participar en esa carrera. Con esa licencia, el corredor tiene derecho a un seguro que le ofrece la federación, más bien, que le exige adquirir la federación. Os puede parecer que 3 euros no es demasiado, pero si a ese dinero le sumas el precio de la inscripción, que en muchos casos es elevada, volvemos a comprobar, que no todo el mundo está dispuesto a pagar 15 ó 20 euros por practicar su deporte favorito.
La polémica sobre este tema está a la orden del día, pues la Federación, lejos de rectificar, ha mantenido su postura, lo que ha provocado que grandes pruebas que formaban parte del calendario nacional (la Behobia, el Trofeo José Cano, el Maratón de Barcelona...)  hayan optado por estar  fuera de dicho calendario a fin de no "timar" a los populares que corren esas pruebas año tras año. Para rematar la faena, la RFEA ha prohibido a los atletas becados participar en pruebas fuera del calendario nacional, lo cual les supone un gran perjuicio, pues muchos de ellos sacaban unos cuartos corriendo alguna de estas pruebas y digo que se sacaban unos cuartos, porque el atletismo no da para más en España, a pesar de que el esfuerzo necesario para ser campeón de España de maratón sea mucho más notable que el que se necesita para ser lateral derecho de un equipo de segunda división y que nadie se ofenda porque yo era lateral derecho (y de los buenos).
En fin, triste panorama que espero que se arregle lo antes posible, porque si el auge de las carreras populares en los últimos años ha sido notable, lo inteligente sería intentar prolongarlo en el tiempo y no sacar partido como usureros. Además, es preciso recordar que la mayoría de los runners no van a correr a Boston, a Londres o a Tokio, como yo y que para muchos pagar los 19 euros de la San Silvestre supone un gran esfuerzo, como para obligarles a pagar una tasa más. Esperemos que reine la cordura y que en un deporte tan solidario como el atletismo seamos solidarios y evitemos que los burócratas se hagan ricos a nuestra costa. Quizás sea el momento para negarse a pagar el canon y que el calendario nacional muera e irrumpa un calendario popular mucho más justo.

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