Estoy preparando la maleta. Mañana, tras mi último entrenamiento en España, salgo para Japón a mediodía. Ya no queda casi nada para que llegue la fecha que marqué en el calendario hace meses. En todo este tiempo, he entrenado muy duro, con mucho frío a veces, con nieve, con lluvia, ¡mucha lluvia!; he competido bien, he mejorado notablemente en las series, he batido mi marca en una media... pero ahora tengo miedo.
No importa que tenga sobrada experiencia en estas lides, ni que mi preparación la haya cuidado al detalle, ni siquiera que yo me encuentre "fino", en buena forma; todo eso está muy bien, pero cuando se acerca la carrera siempre tengo miedo. Miedo a quedarme dormido el día antes, miedo a lesionarme, miedo a no poder terminar, miedo a equivocarme en la estrategia, miedo a que sople el viento, o a que llueva mucho, incluso miedo a sufrir más de lo previsto. Pero no me importa tener miedo, forma parte del maratón, una carrera a la que siempre hay que tener respeto, a la que no se puede ningunear porque cuando más confiado estás te machaca. Correr un maratón es relativamente sencillo, correrlo bien, exige dedicación, entrega y ganas, porque sabes que pase lo que pase vas a sufrir, el sufrimiento forma parte de la carrera.
Quedan esos días en los que sólo pienso en el maratón, en los que me voy poniendo cada vez más nervioso, en los que me empieza a doler todo y empiezo a dudar de todo. No me quejo, forman parte de una experiencia maravillosa que es correr una maratón. Cuando empiece a correr el domingo, los nervios se habrán acabado y cuando termine, empezaré a pensar en la próxima meta, porque para un maratoniano, la consecución de un objetivo implica la preparación del siguiente.
Espero poder escribir el próximo post desde Tokio.
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