Estambul tiene una población de 15 millones de habitantes repartidos en dos continentes, Europa y Asia, separados por el Estrecho del Bósforo que posee una frenética actividad náutica con barcos desplazándose de un lado a otro articulando el movimiento de personas de la ciudad. A dicha población hay que añadir el ingente número de turistas que acuden habitualmente atraídos por su espectacular zona antigua donde las mezquitas Azul y de Santa Sofía además del Palacio Topkapi, son sus indiscutibles estrellas. Nuestro hotel estaba situado justo al lado de la Mezquita de Santa Sofía, una zona abarrotada de turistas prácticamente todo el día, pues allí se concentran los principales atractivos de la ciudad. Con este panorama, ¿se percibe que hay maratón?
No puedo responder a esa pregunta, sobre todo porque salvo excepciones, no se veían turistas con zapatillas o ropa deportiva, pero supongo que muchos de los que corríamos el domingo éramos parte de las interminables colas que se formaban para entrar en los monumentos destacados. Aún así, aunque no fuera evidente la presencia de atletas, si lo eran los numerosos carteles que anunciaban la celebración del evento el domingo por la mañana, sobre todo en las zonas que coincidían con el recorrido.
Creo que una de las razones por las que no se ven atletas es la ubicación de la feria del corredor, lejos del centro y de acceso complicado; la feria es grande, bulliciosa, pero se ubica en un pabellón junto a una carretera y cuando sales de allí tienes que hacerlo en transporte público porque caminando pilla muy lejos del centro. En todo caso, se puede decir que el ambiente de la feria es bueno, fundamentalmente porque la participación en la prueba es elevada.
Pero más importante que el ambiente previo, es el ambiente el día de la carrera y en es aspecto mi impresión fue bastante positiva; ayuda y bastante la hora de comienzo de la prueba, las 9 de la mañana, una hora cómoda para que el público salga a la calle a animar a los sufridos atletas. Se sale del famoso puente que conecta Asia con Europa, donde el acceso al público está vetado, pero tras recorrer los primeros tres kilometros se entra en el bulliciosos barrio de Besiktas donde la gente sale a animar sin descanso a los atletas, hay mucha gente en la acera, mucha animación colocada por la organización y eso se extiende hasta el kilómetro 10 más o menos, cuando empieza el recorrido por la autopista que discurre junto al mar, cuyo acceso es más complicada para el público, pero aún así, hay lugares en los que se puede ver público animando.
Capítulo aparte merecen los últimos tres kilómetros, que discurren por la zona centro hasta acabar al lado de la Mezquita Azul; ahí, las calles están abarrotadas de gente animando y dando fuerza a los atletas en el duro final de la prueba; la llegada es espectacular, se acaba en pleno hipódromo, rememorando las carreras de cuadrigas que si disputaban allí en época romana. Una de esas llegadas que merecen la pena disfrutar.
Y como siempre, tengo que hablar de mi afición, sin duda la mejor, que estuvo a la altura de las circunstancias en un recorrido difícil para los seguidores de los atletas; me vieron en tres puntos agitando las banderas de España y portando las "camisetas oficiales" de mi maratón. En un maratón tan malo para mi, me empujaron a llegar a meta, pues yo creo que sin ellos quizás me hubiera retirado. Aunque también es verdad que me preocupaba que me vieran pasándolo tan mal como lo pasé, pero al final todo eso se olvida.Estambul es un maratón con ambiente, alegre, bullicioso, una prueba donde da gusto correr, a pesar de su dureza, que comentaré en los siguientes post. Ciñéndome al asunto de este post, el ambiente, hay que correr en Estambul.
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