jueves, 11 de abril de 2019

Muchos contratiempos, cero excusas

Hace tiempo que no escribía en el blog, fundamentalmente porque no he tenido nada interesante que contar, pero también porque el infortunio se ha cruzado con mi afición atlética tras la disputa del maratón de Tel Aviv y he tenido que superar varios contratiempos encadenados en el tiempo y que ahora parece que pueden haber quedado atrás. 
Una vez finalizado mi segundo maratón del año me dispuse a preparar de la mejor manera posible la disputa de los 10 Km de Laredo, una de mis carreras preferidas en la que llevo compitiendo cuatro años seguidos. Obviamente no tenía tiempo suficiente para hacer una preparación específica, así que el objetivo era gestionar bien la transición hacia una distancia más corta e intentar hacer una buena carrera en la localidad cántabra, pues un asalto a mi marca no era planteable. Es evidente que pasar del maratón al 10K es complicado y si a eso le añadimos unos intensos días de trabajo en el jardín, obligaciones laborales y viajes el resultado puede ser una lesión, que fue exactamente lo que me ocurrió el sábado previo a la carrera, o sea una semana antes de competir.
El problema en cuestión fue una contractura en el biceps femoral izquierdo que no me impidió comenzar a entrenar al día siguiente, pero tuve que parar antes de terminar porque ya no podía correr; pintaba feo, así que tuve que descansar, visitar al fisio y esperar que la pierna aguantara en Laredo al menos para terminar la prueba de una manera digna, pues el parón se alargó toda la semana.
Las sensaciones, sin embargo, eran óptimas el sábado por la mañana cuando recogí el dorsal en la Avenida de los Marineros y decidí salir fuerte, pero prudente, esperando que la lesión latente me respetara hasta finalizar la prueba; salí a un ritmo de 4  min/km con ganas y buenas sensaciones que iban mejorando con el paso de oso kilómetros al ver que mi ritmo no se resentía, pero la alegría no iba a durar demasiado pues por el km 4 empecé a notar algo raro en la cara posterior del muslo y aunque podía correr era evidente que algo empezaba a fallar. De hecho, mi amigo Mario que había salido justo detrás de mi me advirtió que estaba cojeando y me sugirió que me retirara pues no valía la pena. Mario tenía razón y unos 400 metros después la molestia empezó a ser más fuerte y decidí parar y evitar males mayores; los 10Km de Laredo se había quedado en 5'45 a una media de 4'02 min/km.
Tras la retirada tocaba descansar otra vez y volver a entrenar progresivamente pero con la mirada puesta en la próxima cita importante, el maratón de Copenhaghe; en esta ocasión la transición fue óptima y las molestias desaparecieron enseguida pero parece que un tuerto me había mirado porque surgió un nuevo contratiempo, esta vez en forma de gripe. El malestar general que provoca un proceso gripal inhabilita a cualquiera para entrenar, así que me tocó pasar varios días en el dique seco hasta volver a retomar los entrenamientos, pero cometiendo un grave error, pues no estaba plenamente recuperado.
El caso es que tuve que interrumpir mi entrenamiento de 10x1000 en la octava repetición, con el cuadriceps de la pierna izquierda muy cargado; el problema se agravó por la tarde ya que se trasladó al abductor de la pierna derecha de manera que me pasé esa tarde y el día posterior cojeando y tratándome con un rodillo. No las tenía todas conmigo cuando volví al trabajo un día después, pero conseguí el objetivo de acabar, por fin, un entrenamiento aunque el ritmo se resintiera un poco; desde entonces he entrenado con normalidad y parece que las molestias están superadas, aunque hay que seguir alerta.
Restan seis semanas para competir en Dinamarca y todo parece indicar que no llegaré en mi mejor forma, pero espero llegar en una forma que me permita hacer una carrera razonable; las excusas no forman parte de mi ideario y llegue como llegue a mi siguiente cita maratoniana saldré a darlo todo y a disfrutar de la distancia de Filípedes, al fin y al cabo de eso se trata.

No hay comentarios: