Schlieren es una pequeña población suiza que se ubica en el área metropolitana de Zurich que aloja unos15.000 habitantes, una ciudad que seguramente nunca hubiera conocido de no ser porque organizan un maratón que comienza el 1 de enero a las 0:00:01 horas. De hecho, no puedo decir que conozca la localidad, a pesar de haber disputado su maratón, más bien conozco su polideportivo y los caminos aledaños y además de noche, así que no podría responder a la pregunta si es bonito o feo porque no lo sé.
Aclarado este punto, es evidente que no puedo hablar con propiedad del ambiente en la ciudad que, por otro lado, imagino inexistente pues los alrededores del polideportivo estaban desiertos, tanto el día que recogí el dorsal como el día de la carrera. Es de suponer que la mayoría de los turistas no eran de la localidad y que los participantes extranjeros dedicaron los días previos a hacer turismo en Zurich donde no logré distinguir a nadie con pinta de maratoniano y es que un maratón con tan reducida participación apenas tiene impacto en el ambiente de una gran ciudad.
Por tanto hay que ir directamente a la feria del corredor, o más bien a la entrega de dorsales porque no existe una feria como tal, no hay ningún stand publicario ni nada que se le parezca, tan solo un mostrador donde una voluntaria muy amable me entregó el dorsal, mientras otro voluntario se lo entregaba a un italiano de Milán que participaba en la media; dos atletas en la recogida de dorsales no ofrecen mucho ambiente, así que habrá que buscarlo en plena competición.
El día del evento, llegué al polideportivo donde se empieza y acaba la prueba con una hora de adelanto; había mucha gente, la mayoría atletas y algunos acompañantes, pero no excesivos; las instalaciones llevaban abiertas desde las 19 horas y se ofrecía comida y bebida a los asistentes en unas mesas ubicadas en la pista del polideportivo, dejando libre la parte externa por la que discurriría la carrera, aparte de ser la ubicación de salida y llegada. Hay también unas gradas que no llegaban a estar llenas y en mi opinión, el panorama general demostraba que el tirón de esta competición era menor de lo que yo esperaba, pues al fin y al cabo la afluencia se reducía a los atletas y poco acompañantes, entre los que se encontraban los míos, Ángela y Marisa.
Esperaba más de la cuenta atrás y la llegada del nuevo año, pero en realidad fue bastante soso, aunque no en mi caso pues tenía al lado la familia y no me hacía falta mucho más, pero creo que se podría celebrar mucho mejor ese momento; eso si, una vez sales fuera del poli, hay fuegos artificiales por doquier, tanto en Sclieren como en las localidades aledañas y prácticamente te pasas la primera vuelto acompañado de un bonito espectáculo de luz y petardos.
Como era previsible, la asistencia de público durante el recorrido era prácticamente inexistente, salvo los voluntarios que ofrecían avituallamiento en el kilómetro 5 y posteriormente una parte en la que se pasa por una zona de casas muy adornadas con motivos navideños, ya que alguno de sus moradores aplaudieron a los atletas en la primera vuelta; también pude ver a algunos chavales bebiendo y fumando en las inmediaciones del recorrido, pero no estaban precisamente animando.
El único punto donde el ambiente se animaba era el paso por el polideportivo, donde se concentraba todo el público, pero aparte del speaker, la gente apenas aplaudía y es que los suizos no son precisamente la alegría de la huerta; menos mal que yo siempre cuento con mi fiel afición, de manera que Marisa y Ángela cumplieron perfectamente su cometido y me animaron en cada paso por meta hasta la llegada. No me quiero olvidar del speaker, que mencionó mi nombre y me animó a partir de la segunda vuelta en cada paso, algo que también me ayudó a completar la prueba.
Se puede decir que hay muy poco ambiente en este maratón, yo esperaba más teniendo en cuenta la fecha y la peculiaredad de correr por la noche, pero ni la organización ni los asistentes ayudan a crear un momento especial para los atletas, salvo para mi que me lo llevaba de casa-
Por tanto hay que ir directamente a la feria del corredor, o más bien a la entrega de dorsales porque no existe una feria como tal, no hay ningún stand publicario ni nada que se le parezca, tan solo un mostrador donde una voluntaria muy amable me entregó el dorsal, mientras otro voluntario se lo entregaba a un italiano de Milán que participaba en la media; dos atletas en la recogida de dorsales no ofrecen mucho ambiente, así que habrá que buscarlo en plena competición.
El día del evento, llegué al polideportivo donde se empieza y acaba la prueba con una hora de adelanto; había mucha gente, la mayoría atletas y algunos acompañantes, pero no excesivos; las instalaciones llevaban abiertas desde las 19 horas y se ofrecía comida y bebida a los asistentes en unas mesas ubicadas en la pista del polideportivo, dejando libre la parte externa por la que discurriría la carrera, aparte de ser la ubicación de salida y llegada. Hay también unas gradas que no llegaban a estar llenas y en mi opinión, el panorama general demostraba que el tirón de esta competición era menor de lo que yo esperaba, pues al fin y al cabo la afluencia se reducía a los atletas y poco acompañantes, entre los que se encontraban los míos, Ángela y Marisa.
Esperaba más de la cuenta atrás y la llegada del nuevo año, pero en realidad fue bastante soso, aunque no en mi caso pues tenía al lado la familia y no me hacía falta mucho más, pero creo que se podría celebrar mucho mejor ese momento; eso si, una vez sales fuera del poli, hay fuegos artificiales por doquier, tanto en Sclieren como en las localidades aledañas y prácticamente te pasas la primera vuelto acompañado de un bonito espectáculo de luz y petardos.
Como era previsible, la asistencia de público durante el recorrido era prácticamente inexistente, salvo los voluntarios que ofrecían avituallamiento en el kilómetro 5 y posteriormente una parte en la que se pasa por una zona de casas muy adornadas con motivos navideños, ya que alguno de sus moradores aplaudieron a los atletas en la primera vuelta; también pude ver a algunos chavales bebiendo y fumando en las inmediaciones del recorrido, pero no estaban precisamente animando.
El único punto donde el ambiente se animaba era el paso por el polideportivo, donde se concentraba todo el público, pero aparte del speaker, la gente apenas aplaudía y es que los suizos no son precisamente la alegría de la huerta; menos mal que yo siempre cuento con mi fiel afición, de manera que Marisa y Ángela cumplieron perfectamente su cometido y me animaron en cada paso por meta hasta la llegada. No me quiero olvidar del speaker, que mencionó mi nombre y me animó a partir de la segunda vuelta en cada paso, algo que también me ayudó a completar la prueba.
Se puede decir que hay muy poco ambiente en este maratón, yo esperaba más teniendo en cuenta la fecha y la peculiaredad de correr por la noche, pero ni la organización ni los asistentes ayudan a crear un momento especial para los atletas, salvo para mi que me lo llevaba de casa-
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