lunes, 7 de enero de 2019

Neujahrsmarathon (3) - La carrera

Una ligera lluvia caía en Zurich la mañana del 31 de diciembre constatando que no se habían cumplido las previsiones meteorológicas que auguraban tiempo seco y frío; no me preocupé demasiado porque esa lluvia no era suficiente para encharcar los caminos que tendría que recoger por la noche y además servía para atemperar la temperatura que se pronosticaba ya a unos cómodos 2 grados a la hora de la carrera. No estaba preocupado, de hecho me fui a pasear con Marisa y Ángela por la ciudad para hacer un poco de turismo sin demasiada prisa antes de comer ligero y volver al hotel en torno a las 16 horas para descansar. No me preocupaba la meteorología, ni siquiera correr de madrugada, sin embargo me preocupaba correr solo con mi frontal en una carrera que había previsto correr junto con la mejor maratoniana que conozco, Pili Isidro, que fue baja del maratón unos días antes  por un grave problema familiar. Sabía que correr sin Pili iba a ser distinto y que iba a echarla de menos cada kilómetro, pues siempre me ayuda a superar los malos momentos y sabía que esa noche iba a estar llena de momentos de incertidumbre,
Cenamos en un italiano entorno a las 20 horas y tras volver al hotel de nuevo para prepararme, tomamos el tren de las 22:59 que nos dejaría en Schlieren a las 23:09 y tras un paseito, llegamos al polideportivo a las 23:20, ya repleto de atletas y de aficionados y con todo listo para la batalla. Me cambié y decidí a última hora no llevar gorro ya que la temperatura no era muy baja, así que Ángela me colocó un buff a modo de cinta en el pelo con la que me fui a calentar un poco por las desiertas calles de la localidad suiza para volver a la salida con suficiente antelación para buscarme un huequecito a la cola del pelotón donde celebrar la llegada del año nuevo. No me importaba salir con retraso, prefería celebrar la cuenta atrás con mi familia y tras comer tres uvas y dar los preceptivos besos, comencé a correr el Neujahrsmarathon.
Los primeros metros fueron muy lentos, había mucha gente y la salida es muy estrecha con varios virajes muy acusados que desembocan en un camino en condiciones lamentables en el que te comes todos los charcos sin remisión, pero enseguida se sale de la zona de influencia del polideportivo y se entra en el camino por el que iba a correr una maratón completa, un camino irregular, con charcos y con la dificultad añadida de correr de noche, aunque las linternas del resto de corredores ayudan a que se vea bastante bien. En esos primeros compases también ayudan los fuegos artificiales que se lanzaban profusamente tanto en Schlieren como en las localidades aledañas, pues además de iluminar un poco más el recorrido, animaban a los atletas en los albores de 2019.
Mi ubicación a la cola del grupo en la salida me obligaba a adelantar atletas lentos continuamente, algunos que incluso iban caminado en las salida y debido al estrés generado en esa situación, olvidé poner mi cronómetro en marcha hasta que me di cuenta pasados unos minutos, de manera que mis referencias iban a ser erróneas durante toda la carrera; el sendero discurre paralelo a un río que se cruza antes de llegar al kilómetro 5, donde se ubica un avituallamiento en el que bebí agua para seguir avanzando y adelantando atletas; imagino que a Pili no le hubiera gustado mucho el despliegue pirotécnico que seguía atronando sin descanso, pero seguro que hubiera estado más atenta que yo en una zona muy irregular pasado el puente en el que me tropecé varias veces a causa de las raíces, alcantarillas y alguna cosa más que no llegué a identificar.
Alrededor del km 8 se pasa por una zona en la que las que hay casas decoradas con muchas luces y figuras navideñas lo cual anima un poco más antes de llegar a una parte en la que se hacen fotos y ya te encaminas hacia la primera vuelta entrando en el polideportivo en el que me esperaban Ángela y Marisa para darme ánimos, breves, muy breves antes de volver a la oscuridad del camino y ya con menos atletas. Se había ido los del 10 k y ya sólo quedaban por eliminar a los de la media, a los que adelantaba con facilidad en la segunda vuelta, en la que mi ritmo se había estabilizado a ya en torno a los 4'50''; había algunos kil´ñometros más rápidos y otros que se iba casi a 5', pero era difícil correr de manera homogénea a pesar de que el recorrido fuera plano plano, pero las irregularidades del terreno, los charcos , los adelantamientos sin espacio y los giros bruscos impedían que la media mejorara.
Ya por entonces mis referencias eran un lío por el problema con el reloj y porque los hitos kilométricos sólo señalaban las distancias de la primera vuelta y como cada vuelta mide 10,55 km, había que hacer bastantes cálculos mentales para saber como vas; el caso es que tras beber un isotónico templado en el avituallamiento del puente, me vine un poco arriba y comencé a adelantar atletas y ya no pasaría hasta el final. El tramo de vuelta hacia el polidportivo era más complicado y largo, pero era más motivador porque volvía a la zona donde sabía que mi familia volvería a animarme antes de encarar la tercera vuelta, en la que ya los atletas escaseaban y yo seguía doblando a gente de la medía y adelantando maratonianos.
Echaba de menos a Pili, el rimo seguía estable pero empezaba a faltarme la motivación y el recorrido resultaba cada vez más duro psicológicamente; ya pasaba mucho tiempo corriendo solo, siempre atento al suelo para evitar accidentes y con las piernas cargadas por las condiciones de la ruta. Ya por entonces estaban cayendo los geles con agua que me había llevado, los mismos que usé en Seattle y que me dieron buen resultado, pero aquí hacía más frío y un isotónico templado sentaba de maravilla para encarar el tramo hasta el polidportivo que me llevaría a la última vuelta. Otra vez recibí los ánimos familiares y los del speaker que me llamó por mi nombre para decirme que me quedaba una vuelta, la más dura sin duda, corriendo prácticamente solo, recordando a Pili cada metro y adelantando a atletas que ya iban muy lentos pues la carrera estaba castigando las piernas, tambi´ñen las mías pues mis kilómetros se fueron casi todos a 5 minutos.
a falta de unos tres kilómetros y sintiendo ya el olor de la meta me salí del camino tras distraerme, me desorienté, no sabía como volver al trazado y tuve que esperar a un atleta que había sobrepasado para volver a la linde, volver a adelantarle y encarar los últimos kilómetros con fuerza y con muchas ganas de llegar y entrar en calor. Lo hice en 3h25'10'', un tiempo razonable dadas las circunstancias y que hubiera valido mucho más en caso de ser un maratón diurno. Marisa y Ángela me esperaban tras recoger mi medalla, eran las tres y media de la madrugada de año nuevo y acaba de terminar mi 34º maratón, una experiencia nueva, un maratón que tenía muchas ganas de correr, pero que al final no me resultó tan bueno como esperaba, de hecho no repetiría. En fin, quizás el problema fue no haber corrido con Pili, con ella hubiera sido distinto, pero bueno, nos quedan muchas batallas por librar, así que habrá. que mirar al futuro con ilusión. Feliz año 2019 a todos.

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