Una fina lluvia caía sobre Varsovia cuando salí a la puerta del hotel donde me esperaban Pablo y Duquito; había dormido plácidamente, pues no tenía presión alguna para afrontar mi 29º maratón. Desayuné en la habitación del hotel y tras descansar un poco, me cambié y bajé al hall donde había quedado. Paseamos hasta la salida donde ya había mucha gente calentando, así que tras prepararme, dejé la bolsa en el camión correspondiente y me puse a calentar ligeramente hasta que me dirigí a la salida tras un paso por el baño. Aunque tenía plaza en el primer cajón, me coloqué detrás junto con Duquito, pues ya había descartado una buena marca y además, mis sensaciones no habían sido buenas las semanas previas .
Duquito decidió acompañarme, aunque le advertí que mi ritmo iba a ser tranquilo; empezamos detrás del globo de las 3h20', a un ritmo de 4'45'' que me resultaba fácil de seguir a pesar de mis malas sensaciones en las piernas; era evidente que no iba tan fresco como en Las Palmas o Lima, pues tenía las piernas rígidas y muy pronto el sóleo de la pierna derecha me empezó a molestar; aunque Duquito me distraía con sus historias y chistes malos, yo no iba cómodo y empecé a alejarme del globo, hasta pasar el km 10 en 48'. Fue entonces cuando recibí los primeros ánimos de mi afición, pero yo seguía preocupado porque quedaba mucha carrera y no me sentía tan bien como debiera.
Duquito me animaba con mucha paciencia, pero mi ritmo cayó hasta los 4'51'', a la vez que muchos corredores empezaban a adelantarnos para mi desesperación; al borde del kilómetro 20, también nos pasó el globo de las 3h25' y me conjuré para que no pasara con el de las 3h30', porque estaba perdiendo ritmo y ganas.
Pasé al media en 1h42'20'', lo cual no estaba mal si no seguía perdiendo tiempo, así que había que empezar a cambiar las cosas; le dije a Duquito que tirara, porque el iba fresco y tras quedarme solo, empecé a encontrarme mejor y comencé a avivar ligeramente el ritmo y a pasar a atletas. Había tocado fondo, pero empecé a remontar y a adelantar a corredores poco a poco. Recibí, de nuevo, los ánimos de mi afición en el km 23, aún por detrás del globo de las 3h25' que tenía a la vista y que me propuse adelantar; me animaba el comenzar a "recoger cadáveres", pero no quería volverme loco porque la segunda parte de la carrera es más dura que la primera, por lo que había que regular bien para evitar sorpresas.
A pesar de los repechos de esta segunda mitad, mi ritmo se estabilizó en 4'52'' y no cambió hasta el final; la fina lluvia no cesaba y la temperatura era ideal para mi, así que empecé a animarme cada vez más, remontando posiciones hasta que volví a echar mano al globo de llas 3h25', allá por el km 28. Poco después recibía mi tercera dosis de animación, confiando en rematar la faena en los últimos 10 km, que se me hicieron más duros de lo esperado.
Era evidente que no estaba tan bien como otras veces y que me iba a tocar sufrir para mantener el ritmo, porque acelerar era una utopía; seguía recogiendo cadáveres y peleando contra el reloj a pesar de la lluvia y de la aparición del viento; no iba a ser un gran tiempo, pero si una marca muy digna teniendo en cuenta el ajetreado verano de calor y lesiones que he pasado. Y aunque a última hora, el globo de las 3h25 me volvió a echar mano, sabía que mi maraca se iba a quedar en torno a ese tiempo y me daba por satisfecho.
Encaré la última recta con fuerza, aunque muy cansado, para cruzar la meta en 3h25'16'', en una maratón donde podría haber hecho un mejor tiempo de haber entrenado mejor, pero dadas las circunstancias, creo que hice una carrera muy meritoria y muy bien disputada, con cabeza y sin abandonarme al pánico cuando las cosas iban mal. Ana, Jorge y Marisa, me esperaban tras cruzar la meta para felicitarme y hacerme las fotos de rigor con la medalla de finisher, una medalla que, en esta ocasión, ha sido muy merecida.
Duquito me animaba con mucha paciencia, pero mi ritmo cayó hasta los 4'51'', a la vez que muchos corredores empezaban a adelantarnos para mi desesperación; al borde del kilómetro 20, también nos pasó el globo de las 3h25' y me conjuré para que no pasara con el de las 3h30', porque estaba perdiendo ritmo y ganas.
Pasé al media en 1h42'20'', lo cual no estaba mal si no seguía perdiendo tiempo, así que había que empezar a cambiar las cosas; le dije a Duquito que tirara, porque el iba fresco y tras quedarme solo, empecé a encontrarme mejor y comencé a avivar ligeramente el ritmo y a pasar a atletas. Había tocado fondo, pero empecé a remontar y a adelantar a corredores poco a poco. Recibí, de nuevo, los ánimos de mi afición en el km 23, aún por detrás del globo de las 3h25' que tenía a la vista y que me propuse adelantar; me animaba el comenzar a "recoger cadáveres", pero no quería volverme loco porque la segunda parte de la carrera es más dura que la primera, por lo que había que regular bien para evitar sorpresas.
A pesar de los repechos de esta segunda mitad, mi ritmo se estabilizó en 4'52'' y no cambió hasta el final; la fina lluvia no cesaba y la temperatura era ideal para mi, así que empecé a animarme cada vez más, remontando posiciones hasta que volví a echar mano al globo de llas 3h25', allá por el km 28. Poco después recibía mi tercera dosis de animación, confiando en rematar la faena en los últimos 10 km, que se me hicieron más duros de lo esperado.
Era evidente que no estaba tan bien como otras veces y que me iba a tocar sufrir para mantener el ritmo, porque acelerar era una utopía; seguía recogiendo cadáveres y peleando contra el reloj a pesar de la lluvia y de la aparición del viento; no iba a ser un gran tiempo, pero si una marca muy digna teniendo en cuenta el ajetreado verano de calor y lesiones que he pasado. Y aunque a última hora, el globo de las 3h25 me volvió a echar mano, sabía que mi maraca se iba a quedar en torno a ese tiempo y me daba por satisfecho.
Encaré la última recta con fuerza, aunque muy cansado, para cruzar la meta en 3h25'16'', en una maratón donde podría haber hecho un mejor tiempo de haber entrenado mejor, pero dadas las circunstancias, creo que hice una carrera muy meritoria y muy bien disputada, con cabeza y sin abandonarme al pánico cuando las cosas iban mal. Ana, Jorge y Marisa, me esperaban tras cruzar la meta para felicitarme y hacerme las fotos de rigor con la medalla de finisher, una medalla que, en esta ocasión, ha sido muy merecida.
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