La organización del Gran Canaria Maratón está empeñada en hacer de su carrera un referente europeo para aquellos atletas que tengan intención de correr la distancia de Filípedes en el mes de enero, gélido en todo el continente, pero de temperaturas suaves en las "islas afortunadas"; no sé si esta carrera llegará a ser tan masiva como pretenden, pero de momento, están dando pasos en la buena dirección. Para lograrlo, han empezado por dejarse ver en un gran número de ferias de maratones, como la de Madrid, donde me inscribí a precio de oferta, pero también fuera de España porque visité su stand tanto en Frankfurt como en Ravenna y en mi opinión, estas apariciones acabarán dando su fruto.
La página web es buena y aunque no puedo opinar sobre el proceso de inscripción, el resto ha funcionado con eficiencia, con actualizaciones frecuentes y un buen diseño que hace más atractiva a la prueba; también quiero destacar la puntual información que se envía a los participantes vía mail, en las que te ponen al día de todo lo importante y te dan información precisa para el fin de semana de la carrera.
Una vez en la isla, el primer contacto llegó en la feria del corredor, como es normal; la feria es pequeña, compuesta por carpas ubicadas en la terraza de un centro comercial al final de la playa de las Canteras, junto al auditorio Alfredo Kraus. Aunque no es un lugar céntrico, el aparcamiento es abundante, las vistas preciosas y el acceso es muy sencillo. La recogida del dorsal y la camiseta no tiene esperas y los voluntarios son muy simpáticos y serviciales, pero no hay demasiados expositores y te quedas con ganas de algo más.
Pero la prueba de fuego llegaba el domingo, con el reto añadido del cambio de recorrido, pues de dos vueltas se ha pasado a solo una en esta edición; se disputan tres pruebas y aunque no está mal resuelto el inconveniente de la mezcla de corredores, creo que hay métodos mejores. En Gran Canaria, la salida de maratón y media es simultánea, de manera que los aproximadamente 4.000 atletas pueden salir a la vez sin demasiados problemas de ritmos dispares; la salida del 10 K se efectúa a las 11:30 de la mañana y no afecta en la prueba de los 42 Km. El control de los cajones es bueno, la salida es suficientemente ancha y aunque se callejea un poco en el primer kilómetro, no hay problemas significativos para poder correr a gusto. Enseguida se pasa a una zona más ancha, el paseo marítimo, donde se corre mucho mejor y al lado del mar, un lujo que también tiene inconvenientes en forma de viento. Alrededor del km 9, los participantes de la media giran 180º en la autopista, mientras los del maratón siguen adelante unos kilómetros mas; hay muchos voluntarios pendientes del giro, pero aun así, creo que la profusa indicación con, al menos, cuatro carteles, no acaba de ser lo suficientemente clara y hay algunas equivocaciones, algo que sucede también más adelante en otro desvío y es que , aunque la organización no escatima en medios humanos y en forma de carteles, creo que deben plantearse un método un poco más claro. En cualquier caso, no me parece un defecto importante, sobre todo porque se ponen todos los medios precisos para evitar errores y eso es de agradecer.
Siguiendo con el recorrido, tras girar 180º en la Playa de la Laja, los maratonianos se dirigen de nuevo a la ciudad y se pasa a un circuito urbano bastante bien logrado, por calles amplías y con sombra y bastantes rectas, salvo el trato por Vegueta, que es un poco enrevesado, aunque entiendo que quieran que la carrera pase por el bonito centro colonial de la ciudad. El último cuarto de la carrera discurre por el puerto y finalmente llega a la Playa de las Canteras, por cuyo paseo se recorren los último cuatro emocionantes kilómetros. Es un final realmente espectacular y muy animado, que culmina en una meta ubicada en un privilegiado entorno junto al auditorio Alfredo Kraus.
Ya he comentado en el primer post que la presencia de público es intermitente, por lo que la organización coloca varias zonas de animación para cubrir los vacíos de manera efectiva, pues tanto los speakers, como las bandas musicales y las bailarinas, animan de verdad a los participantes. Tampoco hay problema con los avituallamientos, situados a ambos lados de la calzada en algunas ocasiones y suficientemente largos para que no provoquen atascos. Se ofrecía agua e isotónicos en los de hidratación y fruta abundante en los de avituallamiento sólido; además había esponjas y atención médica si se necesitaba. El único lunar es que sólo vi un baño portátil durante el recorrido, muy escaso para una prueba así.
La meta está muy lograda y tras cruzar la línea llegas a una zona muy amplía donde se puede estirar sin problema y donde te atienden fisios si lo requieres; tras colgarte la medalla, pasas a una zona aún más amplia donde puedes comer fruta, barritas, beber agua, isotónicos y cerveza sin alcohol muy fría, lo cual es de agradecer.
Creo que la organización de esta prueba raya a gran altura, pues aciertan en lo esencial, que es cuidar a los participantes y eso es de agradecer; la amabilidad de los numerosos voluntarios y la esmerada organización consiguen que el participante pase una gran jornada maratoniano a unas temperaturas envidiables en invierno y con el azul del mar como testigo. Creo que esta carrera tiene futuro y obviamente, se la recomiendo al que quiera probar suerte maratoniano en medio del Atlántico.
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