miércoles, 21 de octubre de 2015

Chicago Marathon (2) - La organización

El maratón de Chicago forma parte de la élite de los maratones, es uno de esos seis majors considerados como los mejores del planeta; es evidente que esta organización cuida mucho los detalles organizativos y que cualquiera de sus integrantes tiene un nivel organizativo muy alto, pero eso no supone que no haya cosas que depurar y en Chicago, aunque no muchas, hay cosas mejorables.
Como es habitual, comienzo mi análisis por la página web de la carrera, bien estructurada, en varios idiomas, fácil de utilizar y con la información precisa para realizar la inscripción. Yo entré por tiempos, no por sorteo y estuve informado puntualmente del proceso, así como recibí en mi mail toda la información necesaria el mes previo a la prueba. Este aspecto, lo bordan.
Una vez en Chicago, ofrecen un buen servicio a los corredores, con autobuses rebajados del aeropuerto al centro de la ciudad y autobuses gratuitos para llegar a la feria del corredor, que está muy apartada de la ciudad; este servicio es bueno, con varias paradas en diversos puntos de la ciudad con una frecuencia aceptable, pero mejorable y además te llevan en los famosos School Bus.
La feria está muy bien, en un espacio grande y muy organizada. En la entrada te piden los datos y cuando llegas al mostrador de entrega de dorsales, un simpático voluntario te llama por tu nombre y te da el primer paquete, que no incluye la camiseta, pues se entrega en otro punto de la feria; luego te acercas a buscar la camiseta, también sin esperar y allí te entregan tu talla tras comprobar tu dorsal. Todo este proceso no lleva más de 5 minutos y luego puedes seguir disfrutando de la feria, o no.
En mi caso, me quedé por la feria, quizás la más divertida de las que he estado porque aparte de los stands típicos de ropa deportiva y alimentos energéticos, hay varias zonas donde te puedes hacer bonitas fotos o participar en algún concurso. En cuanto al merchandising, es caro, pero hay tallas suficientes, variedad y lo que es más importante, hay ropa de corredor y no sólo de "postureo".
Vamos ya al día de la carrera; la organización advierte que hay que pasar las bolsas por un arco de seguridad para acceder a la zona de salida y que los corredores deben llegar con tiempo suficiente. Pero ya sabemos que los corredores somos un poco indisciplinados y en Chicago también pasa, así que la mayoría llegamos un poco cortos de tiempo y aunque yo decido acceder sin bolsa porque mi hotel está al lado de la salida, la entrada al parque es lenta y un tanto desorganizada; repito que en gran parte la culpa es debida al retraso de los atletas, pero la organización debería prever estas cosas y ser un poco más eficaz, porque desde que se accede al parque hasta llegar a mi cajón, estuve atascado todo el rato, ya que sólo hay dos puertas de acceso y creo que sería necesaria alguna más. Lo bueno, es que la organización es flexible y deja acceder a todos a su cajón a pesar de haber rebasado la hora límite, incluso después de haberse interpretado el himno americano, una bonita tradición, por cierto.
Ya estamos en la línea de salida, suena el pistoletazo y a correr, sin atascos, sin agobios, por avenidas amplias y mucha animación. Es una buena salida, de las mejores que he visto por su amplitud, aunque el paso por alguna calle es molesta pues corres encima de rejillas metálicas, a veces mitigadas por moqueta. El recorrido es bueno, bien señalizado, tanto en millas, como en kilómetros, aunque en este caso, los carteles son más pequeños. Hay alfombras intermedias para contar el tiempo cada cinco kilómetros y en general se corre por grandes avenidas y sin hacer demasiados giros. La animación es espectacular durante todo el recorrido, salvo en una zona que se recorre tras pasar la media, en la que se sale un poco de la ciudad y eso influye notablemente, pero se recupera enseguida. Como defecto, yo apuntaría el mal estado de alguna calle, precisamente de esos tramos tras la media, pues había que ir esquivando baches del terreno; que eso pase en una ciudad vieja como Praga, es comprensible, pero Chicago debería cuidar esos detalles.
Y al final llego a meta, tocado, pero llego; allí el trato es fenomenal, sin llegar al nivel de Tokio, pero muy bueno. Acabas en el parque, en una avenida grande donde no te molesta nadie para seguir andando y recoger tu medalla, tu capa, algo de beber, algo de comer y seguir en plan "zombie" hasta la zona de encuentro con la familia, porque en Chicago saben que los finisher tenemos familia y amigos y facilitan tu encuentro, no como en Nueva York, donde te dejan literalmente tirado en la calle tras abandonar el recinto de llegada. Pues bien, tras caminar un rato, allí encontré a Marisa y mis amigos, nos hicimos las fotos correspondientes y nos fuimos al hotel, también sin atascos.
La organización del Chicago Marathon raya a gran altura, es uno de los mejores que he corrido, a pesar de esos pequeños defectos que he descrito. En realidad, después de correr los seis majors y otros muchos maratones de prestigio, no acabo de entender porqué unos siguen teniendo la fama, mientras otros cardan la lana.




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