Chicago es la sede del tercer major que se disputa en Estados Unidos y digo que el tercero, porque parece que todo el mundo tiene como gran objetivo correr en New York, mientras que Boston queda por encima de cualquier otro maratón popular, al ser el más antiguo del mundo. Estas razones y la ventaja de ser el major en el que es más fácil inscribirse, me llevaron a programarlo en la última posición para completar mi objetivo de completar los seis majors, algo que he logrado el pasado 11 de octubre. Os cuento esto, porque la "Ciudad del Viento" parece ser el hermano pequeño de la élite maratoniana mundial, pero tras disfrutar de un excelente fin de semana maratoniano, mi percepción ha cambiado notablemente.
Chicago no es una ciudad ni tan grande, ni tan turística como New York, a pesar de competir arquitectónicamente con la ciudad que nunca duerme; eso es una ventaja a la hora de palpar el ambiente que se respira los días previos a la prueba, pues las calles más céntricas de esta urbe se llenan de corredores, fácilmente reconocibles por sus bolsas, sus zapatillas de corredor o su aspecto "chupado". Además, los habitantes de Chicago están muy orgullosos de su carrera y participan masivamente en el evento, por lo que el parque Grant, donde comienza y acaba la prueba, es un hervidero constante de atletas haciendo sus últimos rodajes.
Llegué el viernes a mediodía a la capital de Illinois, así que decidí visitar la feria ese mismo día; como la feria está muy apartada, la organización fleta unos School Bus gratuitos, en los que se comienza a tener contacto con el resto de "runners". Ya en la feria, el ambiente es impresionante, llena de corredores y curiosos recorriendo los pasillos de un inmenso pabellón donde además de los típicos stands de material deportivo, hay muchas zonas de entretenimiento, lo que hace que sea una visita muy distraída.
Con el "subidón" de tener ya el dorsal y todo preparado para la carrera, llegó el sábado mañana, día en el que suelo salir a rodar tranquilamente; esta vez, lo hice por el mismo parque Grant, ubicado frente a mi hotel y os puedo decir que el ambiente era espectacular, lleno de corredores de todas las nacionalidades calentando en la misma zona donde al día siguiente tomaríamos la salida y posteriormente llegaríamos a una meta que ya estaba montada. El parque del Milenio, pegado al Grant, era también lugar de peregrinación de los "runners" para hacerse fotos en la famosa alubia que se ubica en ese espacio tan contemporáneo. Como pasó en Marrakech, estuve acompañado por Marisa y por la gran Pili Isidro, con la que he coincidido por tercera vez este año y que es, sin duda, mi maratoniana favorita. Después del rodaje, un paseo por la ciudad en la que restaurantes, tiendas y calles de la estaban sembradas de runners por la tarde y a la hora de la cena; una cena temprana, pues este major empieza a las 7:30 de la mañana y a pesar de la intempestiva hora, vaya ambiente.
Toda la ciudad se había echado a la calle esa mañana y aunque los visitantes de otros países daban una exótica nota de color con sus banderas, los naturales de Illinois no les quedaban a la zaga, pues animaban sin parar con sus típicas frases, como "good job", "go runners" etc. Los primeros kilómetros fueron realmente emociones, plagados de público, pero en realidad el público está presente durante todo el recorrido, aunque después del paso de la media hay unos kilómetros que se hacen fuera del centro y merma un poco la afluencia de público, que vuelve a ser masiva al final. Un público entregado, muy ruidoso, que incluso te impedía escuchar bien a los corredores que tenías al lado.
Había muchos españoles en las calles de Chicago y muy animosos, como siempre, pero una vez más, mi afición, mis amigos capitaneados de nuevo por Marisa, me volvieron a dar una lección de como se sigue y como se anima a un maratoniano; volvieron a ser los número uno, los mejores entre el público, los que más colorido y más ruido hacían; correr con ellos en la cuneta es una gran experiencia.
No podría decir en que posición se encuentra Chicago en función del ambiente, es difícil después de correr tantos maratones, entre ellos los majors, pero sin duda estaría en las primeras puestos de la clasificación. En Chicago se vive el maratón, se arropa al corredor y se respeta su esfuerzo y su sacrificio a base de ánimos, lo que permite que los últimos kilómetros y la llegada a meta sean realmente emocionantes
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Llegué el viernes a mediodía a la capital de Illinois, así que decidí visitar la feria ese mismo día; como la feria está muy apartada, la organización fleta unos School Bus gratuitos, en los que se comienza a tener contacto con el resto de "runners". Ya en la feria, el ambiente es impresionante, llena de corredores y curiosos recorriendo los pasillos de un inmenso pabellón donde además de los típicos stands de material deportivo, hay muchas zonas de entretenimiento, lo que hace que sea una visita muy distraída.
Con el "subidón" de tener ya el dorsal y todo preparado para la carrera, llegó el sábado mañana, día en el que suelo salir a rodar tranquilamente; esta vez, lo hice por el mismo parque Grant, ubicado frente a mi hotel y os puedo decir que el ambiente era espectacular, lleno de corredores de todas las nacionalidades calentando en la misma zona donde al día siguiente tomaríamos la salida y posteriormente llegaríamos a una meta que ya estaba montada. El parque del Milenio, pegado al Grant, era también lugar de peregrinación de los "runners" para hacerse fotos en la famosa alubia que se ubica en ese espacio tan contemporáneo. Como pasó en Marrakech, estuve acompañado por Marisa y por la gran Pili Isidro, con la que he coincidido por tercera vez este año y que es, sin duda, mi maratoniana favorita. Después del rodaje, un paseo por la ciudad en la que restaurantes, tiendas y calles de la estaban sembradas de runners por la tarde y a la hora de la cena; una cena temprana, pues este major empieza a las 7:30 de la mañana y a pesar de la intempestiva hora, vaya ambiente.
Toda la ciudad se había echado a la calle esa mañana y aunque los visitantes de otros países daban una exótica nota de color con sus banderas, los naturales de Illinois no les quedaban a la zaga, pues animaban sin parar con sus típicas frases, como "good job", "go runners" etc. Los primeros kilómetros fueron realmente emociones, plagados de público, pero en realidad el público está presente durante todo el recorrido, aunque después del paso de la media hay unos kilómetros que se hacen fuera del centro y merma un poco la afluencia de público, que vuelve a ser masiva al final. Un público entregado, muy ruidoso, que incluso te impedía escuchar bien a los corredores que tenías al lado.
Había muchos españoles en las calles de Chicago y muy animosos, como siempre, pero una vez más, mi afición, mis amigos capitaneados de nuevo por Marisa, me volvieron a dar una lección de como se sigue y como se anima a un maratoniano; volvieron a ser los número uno, los mejores entre el público, los que más colorido y más ruido hacían; correr con ellos en la cuneta es una gran experiencia.
No podría decir en que posición se encuentra Chicago en función del ambiente, es difícil después de correr tantos maratones, entre ellos los majors, pero sin duda estaría en las primeras puestos de la clasificación. En Chicago se vive el maratón, se arropa al corredor y se respeta su esfuerzo y su sacrificio a base de ánimos, lo que permite que los últimos kilómetros y la llegada a meta sean realmente emocionantes
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