jueves, 12 de diciembre de 2013

XXXIII Trofeo Akiles

En mi segunda participación en el popular Trofeo Akiles, el intenso frío volvió a ser el protagonista de una bonita carrera que discurre por la inigualable Casa de Campo madrileña. Este año, se celebraban los 50 años de existencia del Club Akiles y por ello la organización esperaba una participación numerosa, lo que, en mi opinión, originó que se centralizara la recogida de dorsales en el Corte Inglés de Castellana. Repito que es una interpretación propia, pues de otra manera, no se podría entender que se haga ir a la gente hasta dicho centro comercial en un fin de semana en el que Madrid está a reventar de gente a causa del puente de la Constitución.
El caso es que, como le pasó a otros muchos atletas, no me enteré de la obligatoriedad de la recogida del dorsal los días previos a la carrera hasta el mismo sábado por la noche, así que el domingo de mañana, me dirigí a la Casa de Campo con la incertidumbre de saber si iba a poder correr o no el Trofeo Akiles. No tuve problemas para recoger el dorsal, aunque  tuvo que esperar por la camiseta hasta el final de la carrera.
Hacía un frío intenso, alrededor de dos bajo cero y con humedad, pues no en vano se corre alrededor del lago; debido a la temperatura, apuré el tiempo dentro del coche y calenté junto con mi hermano, que también competía, no demasiado tiempo y sin demasiada intensidad. Nos colocamos bien en la salida, pero no muy adelante, pues no quería castigarme demasiado en los primeros kilómetros, de manera que cuando sonó el pistoletazo, me puse a un ritmo fuerte, pero sin cebarme, pues los dos primeros kilómetros pican hacia arriba e inmediatamente después se comienza la subida al Cerro Garabitas, una rampa dura, que obliga a regular y en la que se pierde tiempo, a pesar de un  descanso que precede a la rampa final. Calculo que en la cima perdí unos 30 segundos, pero no estaba cansado, ni mucho menos, así que inicié el descenso con fuerza, intentando recuperar tiempo y lo conseguí, porque rodé claramente por debajo de 4' hasta llegar al kilómetro 6, en el que la carretera vuelve a picar ligeramente hacia arriba, lo que, sin embargo, no provocó un descenso notable de mi ritmo.
Ya sabía que no iba a poder bajar de 40', pero quería intentar un buen crono, así que seguí forzando la marcha para acabar en unos meritorios 40'33'', con la guinda de haber completado el último kilómetro en 3'50''. Considero que es un buen crono, teniendo en cuenta el perfil de la prueba y el hecho de correr por debajo de cero grados; las sensaciones son buenas y lo que es más importante, creo que voy por el buen camino en esta preparación. El domingo volveré a competir en un 10.000, sin grandes expectativas, pero con la esperanza de que me sirva para asaltar mi marca el último día del año, en la San Silvestre Vallecana.

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