Nunca antes había levantado los brazos al llegar a la meta de un maratón; puede parecer extraño, pero esa emoción que experimentan muchos runners al finalizar el esfuerzo, nunca me ha acompañado en esos momentos, algunas veces por cansancio y otras por simple decepción debido al tiempo realizado. Pero el pasado domingo no pude evitar realizar ese gesto, que más que un gesto de emoción fue un gesto de rabia, de satisfacción, pues el tiempo que señalaba mi reloj significaba mucho; esos brazos extendidos significaban que por fin había roto la barrera de las 3h10', que había corrido con inteligencia, con seguridad, con la suficiencia necesaria para controlar una distancia tan mítica como apasionante.
Cuando el despertador sonó a las 6 de la mañana del domingo, empezaba una jornada especial; los nervios, a los que había mantenido a raya hasta ese mismo día, se apoderaron de mi como si fuera un estudiante antes de un examen final. Sabía que estaba bien preparado, pero los problemas surgidos en la preparación me generaban una duda razonable, aumentada por la extensa lista de decepciones sufridas anteriormente en mi asalto a las 3h10'. Así que, cuando acabé de vestirme y salí por la puerta tras el beso de la suerte de Marisa, las piernas me empezaron a temblar hasta llegar, en cinco minutos escasos, a la zona de salida, donde me esperaban los foreros Morde, Javigan JGallego, Metro y Rayman para darme conversación y tranquilizarme un poco antes de salida. Camino a mi cajón, me encontré con Alespinar y Beto y junto a Rayman, nos colocamos en la zona de salida, para vivir una emocionante previa escuchando el mítico tema "Barcelona", que crearon Fredy Mercury y Monserrat Caballé para las olimpiadas del 92.
Suena el disparo y empiezo a correr sin volverme loco, siguiendo en la lejanía a Beto e intentando no gastar fuerzas en los primeros cinco kilómetros, como sabiamente me habían aconsejado mis compañeros. Mis piernas funcionaban, aunque no me gustaban las sensaciones, pero sabía que era temporal, la musculatura se tenía que poner a tono. El paso por el 5.000 es moderadamente rápido, pero recupero fácilmente hasta el kilómetro 10 con un trazado mucho más favorable y el extra de la primera "visita" de mi familia. Paso en 43'27'', según lo previsto.
Tras ese paso, el trazado se complica con toboganes, de poca pendiente, pero molestos. Ya voy cómodo, las piernas empiezan a estar mejor y me da la impresión de ir sobrado, pero no quiero precipitarme. Vuelvo a ver a Marisa y los niños en el km18 y me da otro subidón, sin embargo, me ocurre algo parecido a lo que me pasó en Amsterdam y pierdo la concentración por un rato, me relajo y eso me cuesta unos segundos, pues el paso por la media en 1h32'44'' me demuestra que por muy bien que vaya, no puedo correr como si fuera un rodaje.
Me mosqueo conmigo, pero no quiero locuras, así que incremento el ritmo de manera moderada y empiezo a notarlo muy pronto, porque comienzo a superar atletas con facilidad. A partir de entonces, recuerdo los consejos de Depa y me pongo a correr de una manera más "perra", es decir, juntándome a grupillos y aprovechando la estela de algunos corredores para que me marquen el ritmo y me quiten viento. Pero esto me funciona a medias, porque los corredores que elijo me duran muy poco y enseguida me siento con fuerzas para sobrepasarlos claramente e irme en busca de otra "vícitma". Marisa aparece en el km 28 y eso ayuda para que el paso por el Km 30 caiga en 2h12'13'' y me doy cuenta que el objetivo de 3h05' está complicado, pero que va a ser fácil acabar cerca de ese tiempo... si sigo igual.
Analizo la carrera, estoy fuerte, sólo tengo que mantener el ritmo sin hundirme, así que me tomo un segundo gel y vuelvo a poner un ritmo un poco más vivo que me lleve en buenas condiciones al duro final. El público cada vez es más numeroso, empiezo a oler la meta en el paso por el Arco del Triunfo en el que vuelve a estar mi familia (y van 4 veces) para darme los últimos ánimos. Sé que no les voy a volver a ver hasta que cruce la línea de meta, así que me tomo mi último gel y me vuelvo a repetir: "vas bien, está hecho si aguantas el tirón".
Entro en el Barrio Gótico, en un ambiente impresionante cruzo por las estrechas y sombreadas calles que me van a llevar hasta Colón, donde empieza la subida final. Vuelvo a poner un poco de picante a mis piernas y sigo recogiendo cadáveres mientras recorro la Rambla cuesta abajo; sé que esta vez va a funcionar y a pesar de mirar con recelo el cartel del fatídico km 39, llego al 40 en 2h57', con suficiente margen para pulverizar mi marca. Por fin veo a Colón señalando al Mediterráneo, aprieto los dientes para empezar a subir el Paralelo y acelero, adelantando corredores por doquier, alimentándome de los ánimos del público y de mi propia ambición, porque ya me siento invencible, no hay dolor, no hay calambres, mis piernas funcionan y ni me doy cuenta de la humedad ni del temido calor.
Llego a Plaza de España, giro a la izquierda y veo la meta, Montjuic al fondo, me río, "joder, esta vez si, me cagúen la puta"; son 200 metros de euforia, en los que pienso en que todo el esfuerzo ha valido la pena, los entrenos con frío, los madrugones y las piernas doloridas, pero ya da igual, ya llego y abro los brazos con rabia porque he conseguido hacer la carrera que quería, por fin.
3h07'14'' es mi nueva marca personal. Mi sensación es que podía haber corrido un poco más rápido, pero también que esta marca puede ser efímera. No es momento para lamentarse, hay que disfrutar de lo realizado y vaya que lo hago, porque mientras estiro, escucho la voz de Ángela que llega para abrazarme y entonces llega Alonso que me pregunta que si he logrado batir mi marca; le digo que si, por tres minutos y sonríe satisfecho mientras Marisa me regala el abrazo que siempre espero. Un final feliz, no siempre es así, por eso esta vez lo voy a disfrutar. Creo que me lo merezco.