martes, 6 de octubre de 2009

36th Berlin Marathon (3) La carrera


Esta vez el madrugón fue más leve, pues el hotel donde me alojaba decidió abrir el buffet de desayunos a las 6 de la mañana, así que sólo tuve que saltar de la cama y bajar al restaurante donde ya había un buen número de "colegas" rellenando sus depósitos de glucógeno. Zumo, fruta, hidratos... y vuelta a la habitación para vestirme, recoger mi bolsa y salir hacía la boca de metro más cercana. En diez minutos desembarcaba y en otros diez llegaba a la zona de salida, donde ya había un montón de gente, pero aún así, pude dejar mi ropa y calentar con tranquilidad hasta unos quince minutos antes de la salida, cuando me dirigí a mi atestado cajón donde no pude acceder, así que me tocó salir desde fuera.
La salida fue lenta, mucha gente y debido a las dificultades para adelantar, decidí tomármelo con calma e intentar ir cómodo. La gente animaba mucho en los primeros kilómetros, pero no me sentía con esas ganas de correr al límite de otras carreras, más bien seguía un ritmo cómodo, que no se ajustaba a lo previsto, pero que en esos momentos me parecía lo correcto pues pensaba que quizás pudiera acelerar en la segunda media. El paso por los 10 Km (45'32'') y por la media (1h 36') estaban por encima de mis expectativas, pero teóricamente me permitían afrontar incluso el reto de mejorar mi marca.
La temperatura, más cálida de lo previsto desde la salida, empezaba a subir y eso comenzaba a notarse. Empecé a darme cuenta que mi ritmo empezaba a ser más lento, el calor, los atascos para beber y el cansancio iban haciendo mella; estaba claro que mi entrenamiento no había sido el adecuado por culpa de la lesión y eso empezaban a notarlo mis piernas, más castigas de los normal por la distancia recorrida. El paso por el Km 30 (2h 19' 20'') me dejaba bien claro que mi marca no iba a ser superada y que mi objetivo debía ser acabar de la mejor manera posible. La verdad es que lo estaba pasando mal, pero mi ritmo cada vez aminoraba más y eso me permitía cierta comodidad que no había experimentado en otras carreras cuando ya no me quedaban fuerzas.
Mis piernas cada vez se movían menos y el calor se hacía ya insoportable al pasar por la Postdamer Platz, donde empecé a oler la meta. Los últimos kilómetros fueron de sufrimiento, incluso cuando giré para entrar en Unter den Linden, la visión al fondo de la Puerta de Brandenburgo no me reconfortó, más bien pensé que estaba muy lejos. Pero poco a poco llegué a cruzar el mítico arco y un poco más allá entraba en meta, en 3h 21', exhausto, pero feliz por la consecución de mi séptimo maratón, el segundo grande. Ya llegaría el momento de analizar lo que había pasado, pero tras llegar lo importante era disfrutar el momento.
Una vez pasada la línea de meta me recuperé comiendo un poco y bebiendo agua y una bebida isotónica alemana muy amarga. Saludé a algunos españoles antes de salir hacia la zona de encuentro donde mi familia esperaba para volver a abrazarme, Esta vez se habían superado y me había visto pasar en los kilómetros 10, 21, 30 y 41. Ellos volvieron a darme la fuerza que necesito para completar la distancia de Filípedes y como siempre los besos y abrazos de ängela, alonso y Marisa fueron lo mejor de mi carrera.



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