Culpar a la organización de la 19 edición de la Media Maratón de Lisboa de no haber logrado mejorar mi marca en esta distancia puede sonar a excusa, pero lo vivido en los previos al pistoletazo de salida de la prueba ha sido más surrealista que me ha pasado en mi vida de corredor.
Teniendo en cuenta que no conocía el recorrido desde el hotel a la salida, madrugué para llegar con suficiente antelación y de hecho estaba en la estación de destino una hora antes de la hora prevista para la salida. En los vagones conocí a unos españoles y me dirigí con ellos hacía la zona de salida siguiendo a una gran cantidad de gente que se dirigía allí como nosotros. La media de Lisboa se corre simultáneamente a una masiva carrera de 7,5 Km, por lo que calculo que los participantes llegábamos a la cifra de 15.000.
Después de andar durante 5 minutos me doy cuenta que la gente se agolpa al fondo y que hay un gran atasco para acceder al puente 25 de abril. No veía nada pero tras varios minutos de espera alguien me dice que el atasco se produce porque hay que saltar una valla y luego bajar por unas escaleras muy estrechas y por eso se ha formado ese monumental embudo. Al principio no creo la versión, pensaba que la policía estaba regulando el acceso, pero el tiempo pasa, avanzo a paso de caracol y me voy percatando que el policía que anda por allí no hace absolutamente nada, sólo admirar el monumental lío que se está produciendo.
Va pasando el tiempo y me pongo nervioso, veo que va a ser imposible calentar y empiezo a dudar si realmente voy a llegar en hora. Faltan 5 minutos y llego a la valla, ¡es verdad!, ahí está, hay que saltar una valla de un metro aproximadamente para llegar a una angosta escalera que discurre al lado de un canal de desagüe. No me lo pienso y bajo por el canal jugándome los tobillos y el tipo. Por fin llego a la autopista y veo la líena de salida, corro hacia ella, un voluntario (joder, hasta hay voluntarios) me para, le enseño el dorsal y corro hacia una salida donde ya ha comenzado la carrera.
Así que sigo corriendo, pero con muchas dificultades pues tengo que adelantar a toda la cola de la carrera mini; gente trotando, paseando... y yo zigzagueando, esprintando, parando... una locura. El primer kilómetro lo paso en 4'26'', pero a pesar de que el tiempo no es malo, me doy cuenta que estoy corriendo alocadamente y que así las cosas no van a salir. A base de acelerones y aprovechando la cuesta abajo paso los 5 km en 41' 05'', un buen registro, pero logrado con demasiado esfuerzo. A los 10 km todavía mantengo el tipo, pero ya empezaba a notar el calor y poco a poco empecé a pagar factura del loco comienzo hasta acabar en un tiempo que no es malo, pero que no satisface mis expectativas.
La media maratón de Lisboa puede que sea una de las más rápidas del mundo, su comienzo cuesta abajo y su perfil completamente plano son atrayentes para los runners en busca de una buena marca. Pero una media tan prestigiosa (considerada Gold Race por la IAAF) merece una organización mejor; no sólo es deficiente el acceso a la salida, sino también la ubicación de los avituallamientos, la poca presencia de voluntarios y una masiva participación de la carrera mini que se mezcla con la media y que genera unas aglomeraciones inadmisibles.
No creo que vuelva a correr en Portugal de momento y si lo hago me informaré mejor de lo que se cuece antes de acudir. Sin embargo, voy a guardar un recuerdo especial de esta media porque esta vez además de Marisa y los niños, mi hermana Feli, mi sobrino Manuel y mi cuñado Jesús acudieron a animarme. Como siempre me dieron el ánimo que necesitaba, durante la carrera y sobre todo cuando llegué enfadado y decepcionado. Ahí estaba Ángela, Alonso, Manuel... al menos algo había salido bien.
Teniendo en cuenta que no conocía el recorrido desde el hotel a la salida, madrugué para llegar con suficiente antelación y de hecho estaba en la estación de destino una hora antes de la hora prevista para la salida. En los vagones conocí a unos españoles y me dirigí con ellos hacía la zona de salida siguiendo a una gran cantidad de gente que se dirigía allí como nosotros. La media de Lisboa se corre simultáneamente a una masiva carrera de 7,5 Km, por lo que calculo que los participantes llegábamos a la cifra de 15.000.
Después de andar durante 5 minutos me doy cuenta que la gente se agolpa al fondo y que hay un gran atasco para acceder al puente 25 de abril. No veía nada pero tras varios minutos de espera alguien me dice que el atasco se produce porque hay que saltar una valla y luego bajar por unas escaleras muy estrechas y por eso se ha formado ese monumental embudo. Al principio no creo la versión, pensaba que la policía estaba regulando el acceso, pero el tiempo pasa, avanzo a paso de caracol y me voy percatando que el policía que anda por allí no hace absolutamente nada, sólo admirar el monumental lío que se está produciendo.
Va pasando el tiempo y me pongo nervioso, veo que va a ser imposible calentar y empiezo a dudar si realmente voy a llegar en hora. Faltan 5 minutos y llego a la valla, ¡es verdad!, ahí está, hay que saltar una valla de un metro aproximadamente para llegar a una angosta escalera que discurre al lado de un canal de desagüe. No me lo pienso y bajo por el canal jugándome los tobillos y el tipo. Por fin llego a la autopista y veo la líena de salida, corro hacia ella, un voluntario (joder, hasta hay voluntarios) me para, le enseño el dorsal y corro hacia una salida donde ya ha comenzado la carrera.
Así que sigo corriendo, pero con muchas dificultades pues tengo que adelantar a toda la cola de la carrera mini; gente trotando, paseando... y yo zigzagueando, esprintando, parando... una locura. El primer kilómetro lo paso en 4'26'', pero a pesar de que el tiempo no es malo, me doy cuenta que estoy corriendo alocadamente y que así las cosas no van a salir. A base de acelerones y aprovechando la cuesta abajo paso los 5 km en 41' 05'', un buen registro, pero logrado con demasiado esfuerzo. A los 10 km todavía mantengo el tipo, pero ya empezaba a notar el calor y poco a poco empecé a pagar factura del loco comienzo hasta acabar en un tiempo que no es malo, pero que no satisface mis expectativas.
La media maratón de Lisboa puede que sea una de las más rápidas del mundo, su comienzo cuesta abajo y su perfil completamente plano son atrayentes para los runners en busca de una buena marca. Pero una media tan prestigiosa (considerada Gold Race por la IAAF) merece una organización mejor; no sólo es deficiente el acceso a la salida, sino también la ubicación de los avituallamientos, la poca presencia de voluntarios y una masiva participación de la carrera mini que se mezcla con la media y que genera unas aglomeraciones inadmisibles.
No creo que vuelva a correr en Portugal de momento y si lo hago me informaré mejor de lo que se cuece antes de acudir. Sin embargo, voy a guardar un recuerdo especial de esta media porque esta vez además de Marisa y los niños, mi hermana Feli, mi sobrino Manuel y mi cuñado Jesús acudieron a animarme. Como siempre me dieron el ánimo que necesitaba, durante la carrera y sobre todo cuando llegué enfadado y decepcionado. Ahí estaba Ángela, Alonso, Manuel... al menos algo había salido bien.
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