Correr un maratón en otoño supone pasar el verano entrenando, aunque dependiendo de la fecha exacta, la intensidad puede ser mayor o menor; desde que empece a correr maratones siempre he entrenando el verano y no es precisamente mi época favorita para salir a mover las piernas, pero eso no impide que disfrute de los entrenamientos.
Con Frankfurt en el horizonte, Depa ha empezado programándome unas sesiones en los que las cuestas son las principales protagonistas, con el objetivo de ganar fuerza; he acabado ya un ciclo de cuatro semanas en las que he hecho dos sesiones de cuestas (cortas y largas), además de días de gimnasio y salidas largas para aumentar el volumen. He comenzado un nuevo ciclo, con una sola sesión de cuestas más largas aún y empezando con series cortas para trabajar la velocidad; el resto de sesiones, mantienen el esquema de las anteriores.
Hasta ahora las cosas van bien, progresando poco a poco, incrementando ritmos e intensidad, aunque salvo la salida larga de la semana, las sesiones son cortas, pues con la temperaturas que estamos padeciendo en julio, salir a correr es un reto muy complicado. Como ya he comentado en otras ocasiones, la mañana es mi momento favorito para salir a correr en verano, temprano, cuando el sol aún no calienta con fuerza; eso me obliga a madrugar mucho, pero así puedo rendir en buenas condiciones además me deja libre para el resto del día; sin embargo, debido a mis obligaciones laborales, no siempre es posible salir a correr temprano por la mañana y he tenido que hacerlo a última hora de la tarde. Por la tarde, casi noche, el sol ya no molesta, pero el aire está muy cálido después de todo el día y la temperatura suele ser muy alta, en torno a los 30 grados; no son condiciones ideales, pero no hay otra manera de hacerlo.
Lo que siempre me ha parecido una incógnita es el rendimiento del trabajo que se hace en verano; por un lado, los ritmos a los que se entreno son menores que los que hago normalmente, debido a las condiciones climáticas, pero por otro lado, siempre que llega el tiempo "fresco", los ritmos mejoran casi sin querer y es que hay que tener en cuenta que el ritmo "veraniego" es equivalente a un ritmo ligeramente más alto a temperatura normal.
Lo único que tengo muy claro, es que para llegar a tope a octubre, hay que empezar a entrenar en verano, a pesar de los inconvenientes, porque no es posible esperar a que el clima de una tregua; por eso, toca tomar precauciones, no salir en las horas centrales del día, hidratarse más que en otras estaciones y aguantar con estoicismo las altas temperaturas, para poder disfrutar de las sesiones de entrenamiento y rendir a tope, sin excusas. Sólo así, conseguiré llegar a otoño con la preparación necesaria para afrontar el maratón de Frankfurt en las mejores condiciones.
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