Planifiqué el domingo 17 de junio como la fecha en la que finalizaría el asalto a los 40' con la disputa de la Carrera Proniño. Cuando lo hice, no sabía que el Pucela acabaría jugando el play off a Primera División y mucho menos que la gran final se iba a disputar el día 16 a las 21 horas en Valladolid. El caso es que cuando supe todos estos datos, me replanteé mi participación, pero acabé decidiendo que lo intentaría, aunque el día anterior a la carrera tuviera que ir a Valladolid y volver muy de noche para luego pegarme un buen madrugón y correr.
La semana previa a la carrera mis sensaciones eran inmejorables, incluidas las cuatro series por debajo de 3'40'' que realicé el miércoles anterior; me sentía bien, incluso el sábado antes del partido, mis piernas estaban listas para realizar la última intentona, incluso teniendo en cuenta la previsión meteorológica de mucho calor.
Lo malo de estos planteamientos tan "ajustados" es que al final es difícil cumplirlos y eso es lo que me pasó; el partido concluyó a las 11 de la noche, pero me quedé un rato a las celebraciones, de manera que salí de Valladolid casi a las doce de la noche y llegué a mi casa a las 2 de la mañana; al día siguiente, madrugón y con unas cinco horitas de sueño me voy a la carrera, con las piernas rígidas, el estómago revuelto y bastante empanado.
La Carrera Proniño se disputa en el barrio de Las Tablas, concretamente alrededor de la Ciudad Telefónica, organizadora del evento; como el dorsal se recoge en el Corte Inglés dos días antes, al llegar sólo hay que recoger el chip y las colas son mínimas; además, pude aparcar bien porque hay espacio de sobra, así como hay suficiente terreno para calentar sin problemas. la única pega era la temperatura, que rondaba los 22º y eran las 9 de la mañana.
Me coloco bien y comienzo la prueba rápido, sin miedo y buscando la marca que persigo; paso el kilómetro uno en 3'45'', la cosa va bien, el 2º en 4 minutos y en el tercero 3'50''; todo va sobre ruedas, pero empiezo a notar que las piernas ya no me van, que los gemelos se están poniendo rígidos y que mis pulsaciones suben en exceso. El paso por el km 5 ya no es tan bueno, 20'10'', así que decido aumentar el ritmo y ver que pasa en el sexto, pero se va a 24'22''. Estoy corriendo en negativo, mis piernas no van y mi corazón no da para más, así que decido parar, estiro un poco y decido acabar la carrera, pero sin forzar; he fracasado, mi cuerpo no ha podido con el palizón del día anterior, es decir, un viaje de ida y vuelta a Valladolid, un partido de fútbol tenso y lleno de sufrimiento, una celebración llena de cánticos y bailes... y para rematar una mala noche de sólo 5 horas de sueño con un calor asfixiante.
Quizás parezca una excusa, pero ya no soy un chaval y todos esos factores que he relatado, fueron los que acabaron con mi última intentona para bajar de 40 minutos antes de comenzar la preparación para Moscú. Quizás haga una última intentona en Leganés el domingo que viene, pero no es seguro. En cualquier caso, esta es una lección que me enseña que en un futuro, debo prestar más atención a ese otro entrenamiento que consiste en descansar bien y acudir a las carreras en perfectas condiciones.
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